BLOC CULTURAL,

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martes, 2 de abril de 2024

Metrópolis - Lo raro y lo excelso,. / DIAS DE TOROS - Enrique Ponce sobre José Tomás: "pudimos haber toreado juntos, incluso este año" , . / Retratos con alma - Diego Arria: «El exilio es la peor pena, una ausencia permanente» ,.

 

 TITULO: Metrópolis -  Lo raro y lo excelso ,.

  El lunes - 8 , 15 - Abril , los lunes a partir de las 00:30, en La2, foto,.

 Lo raro y lo excelso,.

 Heidegger: Entre la fascinación y la repugnancia

En este periplo por la historia de los grandes pensadores de la filosofía occidental, llegamos ahora a uno de los grandes hitos: Martin Heidegger (1889–1976), el filósofo de la oscuridad, del hermetismo —él mismo decía que el intento de hacerse comprensible es el suicidio de la filosofía—.

En capítulos anteriores, nos hemos enfrentado ya a algunos de los grandes “ochomiles” del pensamiento: La Metafísica de Aristóteles, La Fenomenología del Espíritu de Hegel, La Ética de Spinoza, etc. Textos difíciles, espesos, sin duda. Pero lo que tenemos ahora enfrente de nosotros, por la dificultad que presenta a la hora de acometerlo, podría calificarse como el “Everest” de la filosofía.

"Heidegger, con sus seguidores y sus detractores, es sin ninguna duda el filósofo más influyente del siglo XX"

Una forma muy ilustrativa de acercarse a la obra de Heidegger podría ser la revisión de los diversos adjetivos a los que sus glosadores han recurrido para tratar de describir su pensamiento: difícil, raro, ambiguo, inextricable, abstruso, esotérico… Y si vamos recorriendo la escala de epítetos que le han dedicado, el tono va adquiriendo un cariz más desesperado: desasosegante, místico, extravagante, etc.

El más expeditivo sería, sin duda, el utilizado por Mario Bunge, filósofo y físico argentino, con una piel racionalista demasiado fina como para degustar las “delicatessen filosóficas” de Heidegger. Bunge calificó su obra, se supone que después de una mala digestión, como pseudofilosofía, y el lenguaje que empleaba como propio de un esquizofrénico. Para empezar, le parecía inaudito que se pudieran escribir más de 400 páginas tratando exclusivamente del ser, y, luego, no sin cierta maldad, citaba algunas afirmaciones de Heidegger como ejemplo (eso sí, fuera de su contexto): «El ser es ello mismo»; o la definición de tiempo: «Es la maduración de la temporalidad». A Bunge le parecían frases vacías, carentes de cualquier sentido, bordeando el ridículo.

En cualquier caso, Heidegger, con sus seguidores y sus detractores, es sin ninguna duda el filósofo más influyente del siglo XX, por encima incluso de sus coetáneos Husserl y Wittgenstein. Su obra ha dejado una profunda huella no solo en el campo de la filosofía sino en otras áreas tan diversas como la teología, la teoría política, el arte, la arquitectura o la psiquiatría.

"Pensar en la muerte, tenerla presente en todo momento en el ámbito temporal de la vida, permite al Dasein realizarse en toda su plenitud"

Pensador de formación nietzscheana, llevó a cabo un ataque radical contra la cultura y el pensamiento occidental, al igual que había hecho el propio Nietzsche. Lo que preocupaba a Heidegger era “el problema del ser”. Para él, la metafísica occidental se había olvidado de su estudio. Sólo los filósofos presocráticos se habían acercado a lo que, según él, debería constituir el objeto central de la filosofía: el ser y su sentido.

El concepto angular de la filosofía heideggeriana es el Dasein, traducido por “ser-ahí”. El Dasein es el hombre concreto, el único que puede interrogarse sobre su propio ser. Su característica esencial es, ante todo, la de “estar-en-el-mundo”.

En su libro Ser y Tiempo, sostiene que nuestra existencia se desarrolla en una dimensión temporal que se extiende desde nuestro nacimiento hasta la muerte. Hemos sido “arrojados” a ella sin nuestra aquiescencia, con la única perspectiva de la muerte (“el hombre es un ser para la muerte”). Ese horizonte nos aboca a la angustia existencial, a vivir inmersos en el miedo a dejar de ser —ya había dicho Platón que la filosofía no era otra cosa que una meditación para la muerte—.

Únicamente, cuando nos enfrentamos a la realidad de la finitud de nuestro tiempo, nuestro yo puede “llegar a ser quién realmente es”, en palabras de Nietzsche. Por ello, pensar en la muerte, tenerla presente en todo momento en el ámbito temporal de la vida, permite al Dasein realizarse en toda su plenitud. Pero, ¿para qué tratar de interpretar lo que dice Heidegger, pudiendo remitirnos a la sencillez y a la claridad meridiana con la que se expresa?: «El tiempo es lo que hace posible ese “estar-por-delante-de-sí-estando-ya-en”, nos dice. En fin, Heidegger en estado puro…

"Heidegger, para desesperación de sus sufridos traductores, llevó a la lengua alemana hasta límites inverosímiles"

Spinoza dijo que «todo lo excelso es tan difícil como raro», una forma sutil y elegante, por otra parte, de autojustificarse y de autoensalzarse, porque la lectura de su Ética exige también un especial estado de ánimo. Si Spinoza estaba en lo cierto, no hay duda de que Heidegger alcanzó la excelencia, porque al proponer un nuevo objetivo para la filosofía (el ser) y una nueva forma de pensar, se impone a sí mismo la tarea de crear un nuevo lenguaje, con nuevos términos y nuevos conceptos. Para él, “la lengua es la casa de la verdad del ser”, el instrumento que permite pensarse a sí mismo. En este sentido, Heidegger, para desesperación de sus sufridos traductores, llevó a la lengua alemana hasta límites inverosímiles.

Sin embargo, su estilo, una vez que se ha superado esa primera fase de sorpresa ante lo inusual, ante lo desconocido, cautiva, arrastra, arrebata. En sus últimos escritos, es incluso más etéreo y esotérico, con un estilo carente de rigor lógico, asistemático, en algunos momentos rayando en el misticismo. Es la filosofía de alguien más inclinado a crear dudas e incertidumbres que a resolverlas. A pesar de ello, algunos fragmentos son de indudable belleza, llenos de poesía.

La genialidad de Heidegger queda ensombrecida, sin embargo, por el sorprendente apoyo que prestó al régimen nazi. Ello le llevó a actos de auténtica indignidad, como retirar la dedicatoria a su maestro Husserl de su libro Ser y Tiempo porque era judío, o negarse a ayudar a su examante y exalumna Hannah Arendt, que tuvo que huir de Alemania para escapar del Holocausto. Como bien dice Steiner, ante Heidegger siempre estaremos entre la fascinación y la repugnancia.

"Como bien dice Steiner, ante Heidegger siempre estaremos entre la fascinación y la repugnancia"

“Heidegger es siempre profundo, y esto quiere decir que es uno de los más grandes filósofos que hayan existido nunca”, o «quiero parecerme a nuestro gran Heidegger, que no gusta, como los otros hombres, de detenerse sólo en las cosas, sino sobre todo, y esto es muy peculiar en él, en las palabras», son palabras del filósofo español —triste oxímoron, por cierto— Ortega y Gasset. Toda una invitación a su lectura.

Yo también invito, más modestamente por supuesto, al joven Dasein, al joven “ser-ahí-que-está-en-el-mundo” (perdón por esa pequeña broma utilizando la jerga heideggeriana), aficionado a la filosofía, a hojear algún fragmento de Ser y Tiempo, su obra magna. Estoy seguro de que, al hilo de su lectura, seducido por el estilo, no resistirá la tentación de elucubrar, de desarrollar sus propias ideas con un lenguaje también propio. No estará haciendo otra cosa que ampliar los límites de su lengua y, con ello, los límites de su pensamiento y de su mundo. Eso, al fin y al cabo, no es otra cosa que aquello que desde tiempos inmemoriales denominamos filosofar.

 

TITULO:  DIAS DE TOROS  - Enrique Ponce sobre José Tomás: "pudimos haber toreado juntos, incluso este año",.

 

 

Enrique Ponce sobre José Tomás: "pudimos haber toreado juntos, incluso este año",.

El torero valenciano, que reaparece este 2024 para poner fin a su carrera en activo, habló con la Asociación El Toro de Madrid,.

Enrique Ponce: “Siempre pensé despedirme en Valencia"
 
foto / Enrique Ponce: “Siempre pensé despedirme en Valencia"Mateo,.

El diestro Enrique Ponce fue el protagonista de una extensa tertulia organizada por la asociación 'El Toro de Madrid', que congregó a numerosos aficionados en el restaurante Puerta Grande de la capital española. Durante más de dos horas, Ponce abordó diversos temas, incluyendo su temporada de despedida de los ruedos en el año 2024.

El diestro destacó la ausencia de su presencia en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla este año, aunque confirmó su participación en plazas como Nimes, Madrid y Valencia. Sin embargo, señaló que no tiene previsto realizar un gran número de festejos, estimando que su temporada no superará los veinte eventos entre España y Francia.

Entre los aspectos más destacados de la tertulia estuvo la mención de José Tomás, con quien Ponce no ha compartido plaza desde hace más de quince años. Ante la pregunta de un aficionado sobre la posibilidad de haber toreado juntos en el pasado, Ponce reveló que, si bien intentaron coordinar esa posibilidad, no se llegó a un acuerdo debido a discrepancias en las condiciones. Afirmó que, “Hubo momentos en los que pudimos haber toreado juntos unas corridas y es verdad que no se llegó a un acuerdo por temas de despachos. Es verdad que en alguna ocasión Simón Casas lo intentó. Vino a hablar conmigo, yo le dije que perfecto, pero había algunas condiciones en las que, según Simón, él no quiso. Ni yo iba a ganar menos que él, ni tampoco él más que yo. Le dije a Simón de hacer varias corridas, y al final me dijo que no. Intenté que fuera que sí, y este año también”.

 

En cuanto a su estilo de toreo, Ponce defendió la pureza y la estética en su técnica, destacando su enfoque en sentir la tauromaquia en cada faena. Argumentó que cada toro demanda un trato distinto y que es esencial adaptarse a las características de cada animal para ejecutar una lidia efectiva y estética. Destacó la importancia de la plaza de Madrid en la valoración de este arte, subrayando la sensibilidad del público de esta plaza hacia el toreo bien ejecutado.

 

TITULO:  Retratos con alma - Diego Arria: «El exilio es la peor pena, una ausencia permanente» ,.

 

La periodista Isabel Gemio regresa a la televisión para presentar 'Retratos con alma', el nuevo programa producido por RTVE en colaboración,.  

 

 Lunes - 8, 15 - Abril -  a las 22:40 horas en La 1 / fotos,.

 

Diego Arria (Caracas, 1938) es el autor de los libros Venezuela: la hora de la verdad (Cyngular, 2012) y Guerra y terrorismo en el corazón de Europa (Ediciones EJV International, 2022). Fue presidente del Consejo de Seguridad de la ONU. La fórmula que lleva su nombre permite a los miembros del citado organismo, según la propia web de Naciones Unidas, “cambiar impresiones de manera franca y confidencial” con personas a las que “resultaría interesante escuchar o a quienes podrían desear transmitir un mensaje”. Ahí amplió su mirada, repensó el significado de lo importante y aprendió que, en este loco mundo, el interés pesa más que la solidaridad. Se ahorra los rodeos en Zenda: “Nunca vi a nadie apesadumbrado cuando mataban en Ruanda, en Somalia o en Yugoslavia. No, nunca vi a gente angustiada”.

 

Arria estudió Economía y Ciencias Políticas en la Universidad de Michigan, pringó en el Banco Interamericano de Desarrollo en Washington, fue Gobernador de Caracas, ministro de Información y Turismo, embajador de Venezuela ante la ONU, consejero de Kofi Annan… Su etcétera es largo. Denunció a Hugo Chávez ante la Corte Penal Internacional en 2011; éste se la devolvió de inmediato birlándole/expropiándole dos fincas, “La Carolina” y “Los Azahares”, y empujándole al exilio, “la peor pena que le pueden imponer a uno”. Entrevistamos al diplomático en su casa de Madrid, un piso con vocación de museo de arte contemporáneo, a pocos pasos del Retiro.

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—Señor Arria, entre el mito del buen salvaje y el Homo homini lupus, ¿con qué se queda?

—Con el buen salvaje. Lo conozco mejor. Creo que, al final, se puede intentar manejarlo, cambiarlo; al otro, no.

—¿La guerra es la madre de todas las cosas?

"Los grandes países, para defenderse o para atacar, han desarrollado tecnologías que no sólo han servido en el campo militar"

—No de todas, pero sí de grandes cosas, de cosas muy importantes. Colateral a la guerra es el desarrollo de las tecnologías. Los grandes países, para defenderse o para atacar, han desarrollado tecnologías que no sólo han servido en el campo militar. Por ejemplo, la nanotecnología que utilizaban en los satélites ha servido para las clínicas.

—¿Qué aprendió del ser humano presidiendo el Consejo de Seguridad de la ONU?

—La falta de solidaridad. Imaginaba que la solidaridad era algo automático en el ser humano. Y no lo es, para nada. La solidaridad está en función de los intereses. Sobre todo, de los grandes países, que son los que tienen más fuerza para tomar decisiones. La falta de solidaridad ante las tragedias que viví o vi, la falta de solidaridad ante una situación de desesperación o angustia… Nunca vi a nadie apesadumbrado cuando mataban en Ruanda, en Somalia o en Yugoslavia. No, nunca vi a gente angustiada.

—¿Y qué aprendió de sí mismo?

"Los problemas de las ciudades son serios, pero no tan serios como cuando tú te sientas y ves que están matando a 400.000 personas en Ruanda"

—Comencé a ver los problemas con una perspectiva muy distinta. Venía de ser gobernador de Caracas. Los problemas de las ciudades son serios, pero no tan serios como cuando tú te sientas y ves que están matando a 400.000 personas en Ruanda o a 200.000 en Bosnia. O en Nagorno Karabaj. O en Somalia. La visión que uno tiene del mundo crece de una manera extraordinaria. Se empequeñece lo que uno pensaba que era importante. Y esa nueva dimensión pasa a ser lo más trascendente, lo más importante. En el fondo, te conforma y te prepara para ver el mundo de una manera diferente.

—Si yo le digo Ucrania vs. Rusia, usted me dice…

—Una barbaridad. En el fondo, lo más grave es que, en 2014, cuando Rusia invadió Crimea, la reacción del mundo fue muy tibia. Incluso, pocos meses después, en Rusia se celebraron los Juegos de Invierno Olímpicos. Lo que pasó ahora estaba avisado. Putin le tomó la temperatura a la comunidad internacional, vio que no hizo nada y, por ello, parte de culpa la tiene Occidente. Sobre todo, los países europeos: Rusia y Ucrania están en Europa, no en América del Norte. Europa ha estado mucho tiempo dependiendo de lo que hagan o no los norteamericanos. Creo que eso, en cierta medida, debilitó la acción europea. Ahora, con el tema de Ucrania, los europeos han levantado la mirada y están afianzando su rol en el mundo. (Piensa) Los ucranianos están poniendo la sangre; el resto del mundo, dinero, armas y tal. Pero quien pone la sangre para detener algo que puede tener consecuencias gravísimas para la Humanidad es el pueblo ucraniano. El mérito es de los ucranianos.

—Y si le digo Israel vs. Palestina…

"La opinión pública está en contra de Israel. Se va a convertir en el contraholocausto de los israelitas"

—Confieso tener una gran admiración por el pueblo israelí; no necesariamente por sus gobiernos. Tuve la oportunidad de conocer a Shimon Peres, al que tenía un gran respeto. El mundo tiene una memoria corta para ciertas cosas y muy larga para otras. Nunca vi, por ejemplo, con Sadam Huseín, en las calles de París o de Madrid a la gente protestando cuando mataban a los kurdos. Ni cuando lo de Ruanda: no vi a la gente protestando contra los hutus. Anoche, casualmente, vi Hiroshima mon amour. Ahí murieron 200.000 personas y cientos de miles fueron afectadas. El mundo no marchó protestando contra eso. Quizá, la operación más monumental de destrucción de una ciudad en la cual no había un solo cuartel. Todos eran civiles. Y creo que la opinión pública internacional siempre está en contra de Israel. Ha sido siempre, y no sé por qué, objeto de la crítica, de la sanción, de la condena. Echando la vista atrás, habría que revisar la actuación de Reino Unido o de Francia cuando se comenzó la división de esa área de Palestina, y no la de los judíos. Y, hoy en día, la gente se ha olvidado de lo que ocurrió el 7 de octubre, de que mataran a tantos padres, ancianos y niños. Eso está superado por los bombardeos en Gaza. Y yo lo entiendo. La opinión pública está en contra de Israel. Se va a convertir en el contraholocausto de los israelitas.


—¿Defenderse tiene mala prensa?

—La verdad no suele ser suficiente. Por ejemplo: si los israelitas no sacan una película de lo que hicieron el 7 de octubre, si no lo sacan en color, nadie los va a creer. Pensarán que son unos criminales, como ha dicho alguno: Sudáfrica ha llevado a Israel a la Corte Internacional de Justicia.

—¿Qué opina del buenismo?

"El buenismo es terrible. Indica una ignorancia tremenda y, segundo, una complicidad con cualquier acto malo"

—Rechazo completamente esa filosofía o esa manera de ser. Refleja la falta de conocimiento y la falta de solidaridad. En el fondo, a ningún país le interesa lo que está pasando en otro país. Tú agarras a una persona ahora y le preguntas qué está pasando en Somalia, y la gente no tiene idea ni le interesa. ¿Por qué? Porque todos los países tienen sus propios problemas y, al final, hemos sido educados dentro de nuestras fronteras. Curiosamente, yo noto ahora en los jóvenes, en general, que ven el mundo de otra manera, que ven que hay otras dimensiones. Porque se han tenido que ir a estudiar o a trabajar, porque tienen familiares fuera… Esos fenómenos han cambiado la visión. Volviendo al buenismo: es terrible. Indica una ignorancia tremenda y, segundo, una complicidad con cualquier acto malo.

—¿El buenista es cómplice?

—Es el principal cómplice, el que facilita las acciones que ellos están calificando de buenas y que tienen consecuencias muy malas. Son los principales cómplices. Y cuando se adornan de una capa aparentemente virtuosa, santificada, son aún más peligrosos y más cómplices.

—¿Occidente es cómplice del chavismo?

"Fuimos víctimas de la complicidad internacional, comprada con barrilazos de petróleo del señor Chávez. Compraba votos, países, presidentes"

—Sí. Mientras nosotros tuvimos democracia en Venezuela, no hubo un solo país de América Latina al que no hubiéramos ayudado con el rescate de sus libertades o la defensa de sus derechos. Ni en el Caribe ni en América Latina. Sin embargo, cuando perdimos nuestra libertad, nadie levantó un dedo por nosotros. Fuimos víctimas de la complicidad internacional, comprada con barrilazos de petróleo del señor Chávez. Compraba votos, países, presidentes.

—Chávez le expropió dos fincas acusándole de “viejo oligarca y ladrón”.

—No me las expropió: las invadieron, las saquearon y se quedaron con ellas. Nunca me procesaron porque no tenían los elementos. Eso tiene un antecedente: denuncié a Chávez ante la Corte Penal Internacional en la época en la que nadie se metía con él.

—En 2011.

—Sí. El 22 de noviembre, creo. El 24 estaba de regreso en Venezuela y di una rueda de prensa. Al poco tiempo, es cuando invade mi finca.

—Señor Arria, ¿a qué sabe el exilio?

—Estaba en República Dominicana, donde tengo una casa, pasando unas dos semanas. La tarde que regresaba a Caracas, el Gobierno filtró la noticia de que había una orden de arresto contra mí. ¿Por qué lo filtraron? Agarrarme a mí en Caracas era un escándalo internacional. Evidentemente, yo no iba a ir para que me apresaran, y eso fue lo que pasó. Va a hacer diez años de eso. Es la peor pena que le pueden imponer a uno. El exilio es una ausencia permanente. Te sientes ausente permanentemente. Yo estoy aquí, pero estoy siempre en Venezuela. Es la ausencia, la prohibición de algo que te es esencial y se te niega. Es más doloroso de lo que la gente se imagina. Tengo un auténtico amor por mi país y un auténtico amor por mi gente. Nunca me voy a desvincular o a desligar de ellos. Yo tenía cartas de Bolívar en la biblioteca de mi finca, y dije: “El día que saque algo, significará que me estoy rindiendo”. No llegué a sacar nada. Y, por supuesto, me las quitaron.

—¿Se ve pisando, nuevamente, suelo venezolano?

—Todo el tiempo pienso que lo voy a pisar. Fíjate: mi hacienda era como Venezuela. Era una finca modelo, la universidad la utilizaba como centro de experimentación, yo estaba orgulloso de eso… Venezuela, en muchos ámbitos, también era un país modelo. Estos, al igual que han destrozado mi finca, han destrozado al país. Pero no he perdido la esperanza.

—Usted fue testigo en el juicio de Milosevic.

—Fui el único testigo político contra Milosevic.

—¿Y ve a Nicolás Maduro en el banquillo? ¿Ve a Nicolás Maduro en el trullo?

"Si nosotros nos hubiéramos demorado seis meses para crear ese tribunal, Milosevic estaría paseando por Madrid. Nadie habría juzgado a esos criminales"

—No, no lo veo. Cuando lo de Milosevic, todavía los rusos no objetaban la creación del Tribunal Penal para Yugoslavia. Si nosotros nos hubiéramos demorado seis meses para crear ese tribunal, Milosevic estaría paseando por Madrid. Nadie habría juzgado a esos criminales. La conformación de la comunidad internacional haría imposible juzgar a Maduro: cuando tienes a China y a Rusia, que están en el Consejo de Seguridad, que son las que manejan, al final, este tipo de acciones, no hay manera de llevarlo. Al mismo tiempo, ves que EEUU le ponen una recompensa de 15 millones de dólares y luego negocian con él, te das cuenta de que ni siquiera los aliados más grandes que tendríamos nosotros están dispuestos a ejecutar, de alguna manera, algo que pueda perjudicar a Maduro.

—Vamos acabando, señor Arria. ¿De qué previene la lectura, si es que previene de algo?

—Los libros de Historia no te enseñan el futuro, pero te enseñan experiencia. Son, para mí, una contribución muy grande. Una vez, un profesor de Oxford me decía: “El problema de ustedes, los latinoamericanos, es que no conocen su Historia”. Y, en gran medida, tienen razón.

—También nos pasa a los españoles.

—La leyenda negra, que tanto daño hizo a España, la promovieron los propios españoles. Es algo trágico.

—¿Ha encontrado alguna verdad fundamental en los libros?

—La lectura contribuye a hacer un magnífico cóctel de experiencias, de conocimientos, etcétera. No lo da sólo un libro: el Martini se hace mezclando vodka o ginebra con vermú.

—Y, finalmente: ¿un hombre que lee es mejor que uno que no lo hace?

—No te diría que es mejor o peor, pero sí muy diferente. Me apena el que no lee, se pierde cosas extraordinarias, pero como no lo sabe, no le afecta.

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