BLOC CULTURAL,

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jueves, 22 de febrero de 2024

Tierra de sabores - Cocinamos - Una cocina donde el producto fresco manda y el vino potencia ,. / Obélix y Astérix - Teatro - El lápiz en la boca ,. / Un trío en la cocina - La ciencia disruptiva se cocina a fuego lento ,. / Documentos TV - La pandemia silenciosa,.

 

TITULO:  Tierra de sabores  -Una cocina donde el producto fresco manda y el vino potencia ,. 

Cocinamos - Una cocina donde el producto fresco manda y el vino potencia ,.

 Una cocina donde el producto fresco manda y el vino potencia,.

 

El restaurante Osmosis no tiene carta sino que apuesta por un menú degustación que se renueva cada dos semanas,.

El restaurante Osmosis es un establecimiento que ha apostado por el producto de temporada y fresco, con una carta nada hermética
 
foto / El restaurante Osmosis es un establecimiento que ha apostado por el producto de temporada y fresco, con una carta nada hermética,.

«Me gusta decir que es un taberna moderna, porque hay mucha dinamización de los platos», comenta Nacho Montes, copropietario junto a Frederic Fernández del restaurante Osmosis. Y es que en este establecimiento se ha apostado por el producto de temporada, fresco, por lo que se ha querido huir de la típica carta hermética y prefijada para potenciar el menú degustación, que se renueva cada quince días y donde el producto es el protagonista.

«Nuestra cocina es una cocina honesta porque trabajamos principalmente con el mejor producto, a ser posible de proximidad, y fresco», señala Montes, quien asegura que «todo lo que compramos por la mañana se sirve durante el día». «Al final de la jornada, nuestra nevera está prácticamente vacía y esto lo podemos hacer porque no tenemos carta», explica el propietario,

Y con una materia prima de tanta calidad es casi una obligación respetar al máximo el producto en el proceso de elaboración de los platos. «Nuestra cocina es mediterránea, con mucha base de la cocina tradicional catalana, lo que hace que estén muy presentes los contrastes como mar y montaña o dulce y salado; y además es una cocina sin fuegos artificiales, cuanto menos productos de sosa y texturas que no sean propias del producto, mejor», comenta Montes.

En resumen, la oferta gastronómica del restaurante Osmosis se basa en tres premisas como son «una cocina de producto, unas buenas cocciones y una buena conjunción de elementos» y ésta se presenta en la fórmula del menú degustación. Éste, en su versión más corta, consta siempre de dos entrantes, un pescado, una carta y postre y normalmente uno de los platos es una arroz. Su precio es de 38 euros –con bebida incluida– pero existe también una versión más extendida, que cuenta además con dos platos típicos y característicos del restaurante como es el foie mi cuit y un postre de chocolates. Él menú degustación más extenso cuesta 55 euros. «La relación calidad precio es muy buena porque gracias a la fórmula del menú podemos ajustar más los precios», destaca Montes, quien además recuerda que también existe un menú de mediodía entre semana, que permite al comensal seleccionar y degustar tres platos del menú extenso por sólo 25 euros.

Y si en el plato el protagonista es el producto, en la mesa el vino juega también un papel destacado. «Los vinos son muy importantes para nosotros. Una buena comida normalmente ha de ir acompañada por un buen vino», señala el propietario, quien recuerda que «al año hacemos unos 4 mil maridajes». «Hacemos una gastronomía muy rica y necesitamos vinos que tengan muchos matices», apunta Nacho, quien en este sentido destaca que «tenemos cinco vinos propios, que elaboramos nosotros». «Estamos muy encima del vino para que ligue con nuestra cocina», incluido el vino de la casa.

En cuanto al ambiente, Osmosis cuenta con dos espacios distribuidos en dos pisos, donde la intimidad y comodidad están garantizados. Además, el de la planta superior, al que se accede pasando por delante de la cocina a la vista, tiene tres reservados.

 

 TITULO:  Obélix y Astérix  - Teatro - El lápiz en la boca   ,.

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Teatro - El lápiz en la boca,.

El lápiz en la boca,.
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El montaje de una obra dramática se realiza siempre en un ámbito escénico. El ámbito escénico, por tanto, consta del escenario donde actúan los cómicos y del espacio en que se sitúan los espectadores. Es evidente que ni el escenario tiene por qué ser del tipo convencional, o sea un espacio elevado cerrado por tres lados y abierto por la embocadura con su telón, ni el sitio destinado a los espectadores tiene que ser una sala con su patio de butacas y sus palcos.

 

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Obélix y  Astérix,.

Una obra puede montarse en la calle, en una plaza, en una sala de fiestas, en un restaurante, en un patio de vecindad, en una plaza de toros, o en el bosque bajo los árboles. En cualquier caso habrá que conseguir un lugar donde los actores puedan moverse libremente y otro, pegado a él, desde el que los espectadores puedan ver y oír sin dificultad.

Como consecuencia de estas variadas condiciones, en cada caso la puesta en escena adquirirá matices diversos.

Requisito indispensable es que cada ámbito escénico propicie que espectadores y actores tengan conciencia de estar viviendo, cada uno desde su posición y función, la representación conjuntamente. El teatro exige estos rasgos de directo y convivido. En esto se distingue del cine o de la televisión, donde no puede haber relación personal entre actores y público. El teatro es, pues, un espectáculo vivo y compartido.

 

El ámbito escénico por antonomasia se sitúa en un teatro y ha ido cambiando con el tiempo. Los griegos crearon un tipo de ámbito escénico que luego, con algunas variaciones, heredaron los romanos. El teatro griego constaba de tres partes: la orquesta, la escena y el graderío. La orquesta (orkestra), situada en el centro, tenía forma semicircular y estaba destinada a los danzantes. Estaba cortada por la escena (skene) que consistía en un rectángulo alargado y angosto con uno o dos pisos cara al público que se levantaba como un palacio o templo. Entre la escena y la orquesta se situaba el proscenio, más bajo que la primera y más alto que la segunda. En el proscenio representaban los actores.

El graderío (koilon) se extendía escalonado desde la orquesta hasta la cima. Estos teatros estaban emplazados en la falda de una colina para aprovechar el desnivel. Su cabida era grande y su acústica perfecta, como se puede comprobar todavía en el de Epidauro.

Teatros romanos se conservan algunos en España, como los de Mérida y Sagunto.

A la caída del Imperio Romano el teatro decayó. Sólo los bufones, histriones y mimos actuaban en las calles. Durante la Edad Media, no obstante, el teatro volvió a surgir en el interior de las iglesias cristianas. Luego, del templo salió a los atrios de las catedrales y a las plazas contiguas, creándose así otros ámbitos escénicos. Era el lugar preferido para las representaciones de los misterios. En el momento actual todavía se representa El misterio de Elche en el templo de Santa María de dicha ciudad.

Pero el teatro religioso también tuvo representaciones en la calles con escenarios repartidos a lo largo de un trayecto que actores y público recorrían juntos como en Viacrucis cuando se trataba de la Pasión, o en procesión en otras festividades religiosas. En algunas ciudades españolas los actores se desplazaban para estas representaciones en carros que les servían de escenario, como sucedía en la procesión del Corpus. Estos carros todavía ahora desfilan en la procesión del Corpus de Valencia, donde los llaman rocas.

Con el Renacimiento se pone de moda un teatro que se denomina caja italiana por lo que se refiere al escenario. Este escenario tiene forma de paralelepípedo rectángulo y su cara cercana al público se abre al levantar el telón. Así deja ver la representación que se desarrolla en su interior: Un telar, sujeto al techo, permite cambiar los decorados, entre cuyos elementos destaca el telón de fondo, las bambalinas, situadas en lo alto y en posición horizontal, que ocultan el techo, y las patas, que son de tela como las bambalinas y cierran la visión por los lados. Las patas son móviles. A veces, en vez de patas se colocan los bastidores, que son rígidos y fijos en el suelo. Cuando alguien inoportunamente se asoma entre las patas o los bastidores, se dice que desafora.

La escena italiana del siglo XVI recurre a los decorados pintados y a la maquinaria complicada. Lope de Vega y Calderón en España y Shakespeare en Inglaterra buscan soluciones escénicas para su gran teatro.

En España se crean los corrales, construcciones especiales que igual podían ser patios de vecindad. El más famoso corral de comedias fue el de La Pacheca, en Madrid. En la actualidad se conserva todavía en buen estado y en uso el corral de Almagro, en la provincia de Ciudad Real. El escenario se adelantaba hacia el patio donde se colocaban de pie los espectadores de clase inferior, entre los cuales eran famosos los mosqueteros, temibles por sus alborotos. En los palcos laterales se situaban los espectadores socialmente más acomodados.

 

TITULO : Un trío en la cocina -  La ciencia disruptiva se cocina a fuego lento,.

 

Un trío en la cocina - La ciencia disruptiva se cocina a fuego lento,fotos.

 

 

La ciencia disruptiva se cocina a fuego lento,.

Cada vez más personas argumentan que la presión por publicar pone freno a la buena ciencia. Pero, ¿cuál es la alternativa?

Túnel de luces de colores que no se sabe a dónde lleva
 
¿Qué prefieres ganar, una cabra o un coche?,.

En el año 2006, la bioquímica de la Universidad Nacional de Australia Lisa Alleva publicó una carta al editor de Nature en la que defendía la “ciencia lenta”, alegando que las prisas y agobios de sus colegas más jóvenes estaban “dañando la propia base de la investigación científica”. Pocos años más tarde, un grupo autodenominado “Academia de la Ciencia Lenta” redactó un manifiesto donde reclamaban más tiempo para leer y para equivocarse. “La ciencia lenta era prácticamente la única ciencia concebible durante cientos de años; ahora, defendemos, se merece revivir y necesita protección”, decían.

 Un trío en la cocina con Gonzalo, Julius y Nicola | El próximo lunes  vuelven Julius, Nicola y Gonzalo con nuevo programa. Estarán los tres  juntos en Un trío en la cocina... |

Con el tiempo, el ideal de la ciencia lenta se ha convertido en un movimiento más amplio que rechaza el lema de “publica o perece” y la presión de las instituciones por medir el éxito científico en base a métricas que, según argumentan, no incentivan el tipo de trabajo que conduce a los descubrimientos científicos más valiosos.

Efectivamente, para progresar en la carrera académica se requiere un cierto número de publicaciones en revistas que estén entre las más citadas del área de conocimiento a la que pertenecen. El número de publicaciones influye tanto en el salario y en la categoría profesional como en los fondos que se obtienen para realizar investigaciones futuras. Mientras que otras tareas como la docencia o la divulgación también se valoran, su peso suele ser menor que el de las publicaciones.

Sin embargo, lo que reclama el movimiento de ciencia lenta no tiene que ver tanto con valorar la docencia o la divulgación, sino con dar espacio a una investigación más exploratoria y menos centrada en el rédito inmediato de los papers. En el libro Las dudas de la física en el siglo XXI, Lee Smolin relata el caso de un físico “diferente” llamado Julian Barbour. Después de completar el doctorado en 1968, escribe Smolin, a Barbour “le atrapó la visión de que el tiempo podría ser ilusorio”.

Sin presión de publicar

Pero se dio cuenta de que una carrera académica convencional no le permitiría explorar su idea a fondo. Por eso se buscó un trabajo como traductor que le permitía mantenerse sin que le ocupara toda la jornada laboral, y dedicó el resto del tiempo a desarrollar su visión. Sin la presión de publicar resultados de inmediato, reinterpretó la teoría de la relatividad de Einstein en una serie de artículos que, poco a poco, fueron llamando la atención de la comunidad científica hasta convertirse en toda una referencia en el área.

¿Es este el modelo a seguir para toda la ciencia? Claramente no, según el propio Smolin y gran parte de la comunidad científica. Aunque hay más ejemplos de personas brillantes que, sin ajustarse a las métricas requeridas para progresar en la carrera investigadora, realizaron un trabajo puntero que transformó su disciplina, este patrón dista mucho de ser la norma.

Además, en los países donde la evaluación de la investigación es una tradición más antigua, como en Estados Unidos, ha habido más premios Nobel que en los países europeos, que han comenzado a preocuparse por estas métricas más recientemente. Este dato parece indicar que evaluar la investigación no siempre impide realizar avances trascendentales.

Por supuesto, la pandemia de la covid también ha aportado un ejemplo muy concreto de los beneficios de la ciencia rápida: sin el exitoso esfuerzo internacional por fabricar vacunas en tiempo récord, el coronavirus podría haber causado aún más estragos en la población mundial.

Detrás de la ciencia rápida también hay ciencia lenta

Pero este argumento obvia un dato importante: detrás de la técnica del ARN mensajero, la base de las vacunas desarrolladas por Pfizer o por Moderna, hubo décadas de trabajo. Es ya famosa la historia de Katalin Karikó que, a pesar de haber contribuido con un avance fundamental para la biomedicina, tuvo dificultades para conseguir financiación para su investigación e, incluso, para conservar su plaza en la universidad. El potencial terapéutico del ARN mensajero se desarrolló gracias a la perseverancia de Karikó, el apoyo de sus colegas, y muchos años de ciencia lenta.

Hace pocas semanas, Nature publicaba un estudio titulado “Los artículos científicos y las patentes se están volviendo menos disruptivos con el tiempo”. Un análisis de 45 millones de artículos y 3,9 millones de patentes en ciencia y tecnología desde 1945 hasta 2010 revelaba que la disrupción está en declive.

En el estudio, un avance se considera disruptivo si los artículos que lo citan no citan, además, a los estudios anteriores en los que el avance se basó. Es decir, cambia la conversación científica. Al otro lado del espectro están los avances que consolidan el conocimiento científico: los artículos que citan ese avance citan también los estudios anteriores. Esta distinción, por tanto, no alude al nivel de impacto de un avance, sino a su naturaleza.

El estudio de Nature incide en que el declive en la disrupción no se debe a que la calidad de la ciencia está en descenso: analizando solo los artículos publicados en las mejores revistas o los artículos de personas ganadoras de premios Nobel se observa la misma tendencia.

Investigación de bajo riesgo

En base a estos datos, el equipo investigador concluye que la comunidad científica opta por emplear una base de conocimientos cada vez más estrecha. Según escriben en el artículo, este comportamiento “beneficia las carreras individuales, pero no el progreso científico en general”. Es decir, la investigación muy específica es una investigación de riesgo bajo: permite realizar avances relevantes dentro del campo específico y publicarlos en revistas de impacto, pero rara vez conduce a un resultado disruptivo.

Está claro que no todas las carreras científicas pueden seguir el modelo de Barbour, pero el propio artículo reclama que las políticas científicas se deben rediseñar de manera que dejen más espacio a la comunidad investigadora para pensar y explorar ideas. “Las universidades podrían renunciar a la cantidad y premiar más la calidad de la investigación”, sugieren, y “las agencias podrían invertir en subvenciones individuales a largo plazo que apoyen a una carrera y no simplemente a un proyecto específico”.

Así, argumentan, el personal investigador dispondría del tiempo necesario para “inocularse de la cultura de publicar o perecer, y producir trabajos verdaderamente relevantes”. Es decir, para conseguir avances disruptivos hay que dar espacio a la ciencia lenta. 

 

TITULO:  Documentos TV - La pandemia silenciosa ,.

 

Documentos TV,.

 

Documentos TV  - La pandemia silenciosa ,. 


Martes - 5 - Marzo a las 00:00 horas en La 2, foto,.

 La pandemia silenciosa,.

 La pandemia silenciosa

El uso inadecuado y excesivo de los antibióticos supone que las bacterias a las que combaten desarrollen una resistencia más rápido de lo que en el mercado se introducen nuevos fármacos. Es el fenómeno que aborda 'Documentos TV', en este reportaje.

¿Por qué tenemos resistencia a los antibióticos? La producción de antibióticos comenzó en la década de los años 30 del siglo pasado. Desde entonces, han sido una solución médica milagrosa, pero, en los últimos años, los expertos han ido observando cómo las bacterias a las que combatían estos medicamentos han ido desarrollando una fuerte resistencia.

En 2017, en Estados Unidos, unos 225.000 pacientes fueron hospitalizados con estos gérmenes multirresistentes. Desde 2021, la OMS habla ya de pandemia silenciosa, porque la resistencia a los antibióticos se está evidenciando cada día, pero parece que no se quiere dar la importancia que tiene, se quejan los expertos. Los mismos que dan la voz de alarma sobre el uso excesivo de estos medicamentos.

Esta tendencia ha saltado a la industria intensiva ganadera, donde miles de animales conviven hacinados y expuestos a múltiples tipos de infección. Y estos antibióticos llegan al consumidor a través de nuestros platos.

'La pandemia silenciosa' relata cómo un mayor número de bacterias se vuelven resistentes a los antibióticos cada vez más rápido. Un problema que está sacudiendo a los sistemas sanitarios y que urge resolver.

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