TITULO: El Telediario La 1 - Del despido del sheriff a la legalización de la 'maría,.
Del despido del sheriff a la legalización de la 'maría',.
Las elecciones han dado cobijo también a distintos plebiscitos: Georgia cesó a una fiscal, Oregón votó a favor de las drogas y 14 mandos policiales han sido fulminados,.
Mientras la prolongada conclusión de la contienda electoral entre el demócrata Joe Biden y Donald Trump ha capturado la atención del mundo, otros aspectos no menos notables de la realidad sociopolítica de Estados Unidos han tenido lugar en estas excepcionales elecciones. Si la anticipada avalancha azul de los demócratas está aun por revelarse en toda su amplitud, los comicios del martes han marcado ya varios hitos de histórica consideración.
De hecho, el presidente electo, Joe Biden, ha conseguido hasta ahora -con el escrutinio total sin terminar- un récord de votos que supera incluso a Barack Obama. El exmandatario sostenía hasta ahora el listón más alto, verdaderamente histórico, de voto popular entre los demócratas. También es cierto que Donald Trump se ha hecho en esta cita con las urnas con unos cinco millones más de papeletas respecto a la anterior de 2016, de modo que ha sido el republicano más votado en la historia de este partido. Un hecho que su hija Ivanka ha recordado al advertir a los líderes conservadores que distanciarse ahora del magnate puede pasarles factura entre los seguidores republicanos.
Por otra parte, Biden ha recuperado Michigan, Wisconsin y Arizona para los demócratas, y según señaló en su discurso el viernes por la noche, todo indica que está en el camino de conseguir entre 290 y 300 votos electorales. Si el rasgo mas importante de sus votantes ha sido la diversidad, tanto racial y de género como política y socioeconómica, el electorado de Trump lo compone en su mayoría la población blanca que en estas elecciones ha incrementado su participación todavía más con el fin de lograr reelegir al presidente.
FLORIDA:
- 15
- dólares a la hora es el nuevo salario mínimo que los habitantes de Florida han decidido refrendar en los comicios del pasado martes. En este Estado no sólo se votó a Trump, sino también por un aumento de la retribución mínima, ahora fijada en 8,56 dolares/hora.
Hombres y mujeres blancos, con educación superior o no, y a través de todos los niveles de ingreso conforman la esencia de su poder en las urnas. Según las encuestas, se estima que el 52% de las mujeres caucásicas y el 63% de los hombres se decantaron por el todavía inquilino del Despacho Oval.
A diferencia de lo que sucede con unos comicios a la europea, los norteamericanos han dejado sentir su voz también en muchos otros temas a plebiscito en estas elecciones. Lo hacen a través de propuestas legislativas independientes que se presentan a votación directa del electorado. Una vez elegidas, se convierten en leyes con el mismo peso que las que salen de las legislaturas.
Para empezar, Nuevo México se ha convertido en el primer Estado en elegir a una delegación entera de mujeres de color en la Cámara de Representantes. El equipo incluirá a dos demócratas, Deb Haaland, miembro de la Nación Laguna Pueblo, y Teresa Leger Fernández. El tercer miembro de la delegación es la republicana Yvette Herrell, que es cherokee y le arrebató el escaño a la demócrata Xóchitl Torres Small.
La próxima 117º legislatura del Congreso contará con el número récord de mujeres nativas americanas en la historia tras las victorias de Herrell y Haaland, así como las de Sharice Davids, miembro de la Nación Ho-Chunk que representa al Estado de Kansas.
La influencia de la polarización
La enfermera y activista del movimiento Black Lives Matter, Cori Bush, se convertirá en la primera mujer negra elegida al Congreso en Missouri, y Sarah McBride de Delaware será la primera senadora estatal abiertamente transgénero en la historia de Estados Unidos. También dos nuevos congresistas, Ritchie Torres y Mondaire Jones, serán los primeros miembros afroamericanos del Congreso abiertamente homosexuales.
En otro aspecto destacable, los electores aprovecharon su voto el pasado martes para manifestar su descontento con la actuación de ciertos cargos públicos, ya que también se eligen a fiscales de distrito, sheriffs y otros cargos que tienen una enorme influencia en la aplicación de la ley local. Una vez elegidos, son puestos que raramente cambian, pero en esta ocasión un buen número de ellos ha sido destituido, lo que quizá sea una consecuencia de la mayor polarización de la sociedad. De hecho, aparte de su influencia en el duelo Biden-Trump, el activismo a favor de la justicia penal, incluido el movimiento antirracial Black Lives Matter, logró movilizar a muchas comunidades para castigar o refrendar con su voto a las autoridades locales.
En Georgia, por ejemplo, el electorado destituyó en estas elecciones a la fiscal que trató de bloquear el procedimiento criminal contra los acusados de la muerte de Ahmaud Arbery, el afroamericano de 25 años asesinado en febrero mientras corría en su barrio. Arbery fue perseguido por un padre y su hijo blancos, que previamente se habían armado y le acusaron falsamente de ladrón. La representante del Ministerio Público, Jackie Johnson, se negó a permitir el arresto de los dos hombres por parte de la Policía que acudió al lugar del asesinato. Luego, se tomó dos meses para imputar a los acusados con cargos de homicidio.
En la misma línea, los votantes de Carolina del Sur provocaron también el cese fulminante de nada menos que catorce sheriffs tras las cruciales investigaciones periodísticas locales de medios como el 'Post' y el 'Courier', que descubrieron una trama de violaciones éticas y de actividad ilegal en el ámbito policial. Las revelaciones periodísticas se tradujeron durante los últimos meses en una indagación judical que culminó con la presentación de cargos criminales contra los citados mandos.
En otra interesante consecuencia, los resultados electorales del martes han dado a las drogas ganadoras en varios estados tras las votaciones mayoritarias que ratificaron los esfuerzos para despenalizar o legalizar algunas sustancias estupefacientes. En el país que cuenta con algunas de las leyes antidroga más estrictas y duras del mundo -incluida la Ley Rockefeller en el Estado de Nueva York, que ha castigado desproporcionadamente a toda una generación de afroamericanos-, cuatro estados votaron a favor de la legalización del cannabis recreativo, y otros dos se decantaron por la legalización de su uso médico.
'Sí' a la cocaína
En un paso más radical, Oregón votó por la despenalización de las drogas duras como la cocaína, heroína, oxicodona y meta-anfetamina, y legalizó, los hongos psicodélicos. Con esta propuesta, sus impulsores esperan lograr una reducción de las muertes por sobredosis, así como un impacto en la reducción de las evidentes disparidades raciales que suelen registrarse en las sentencias y los arrestos por narcotráfico. Algunas estadísticas apuntan a que, frente a la permisividad con la comunidad blanca, tres de cada cuatro afroamericanos tienen muchas posibilidades de tropezar con la ley a lo largo de su vida, sobre todo por pequeños delitos (fundados o no) relacionados con los estupefacientes.
En una victoria destacable, el salario mínimo recibió un espaldarazo en el Estado de Florida, donde los electores apoyaron: mayoritariamente una medida electoral para incrementarlo gradualmente en un plazo de 6 años: la propuesta contempla pagar 15 dólares la hora frente a los 8,56 actuales. Los trabajadores verán el primer aumento -10 dólares- el próximo septiembre. Un estudio publicado el año pasado por la Universidad de Berkeley reveló que un salario mínimo de 15 dólares por hora ayuda a reducir la pobreza.
TITULO: EL MAGO DEL TIEMPO - El ciclón 'Eta' deja casi 200 muertos en Centroamérica ,.
El ciclón 'Eta' deja casi 200 muertos en Centroamérica,.
La devastación y la tragedia se concentra #en Guatemala, donde se teme que hayan fallecido 150 personas al quedar sepultada una aldea,.
La aldea guatemalteca de Quejá, en el municipio norteño de San Cristóbal Verapaz, ponía ayer con total crudeza rostro al dolor y la devastación que ha sembrado en Centroamérica el paso del ciclón 'Eta', degradado posteriormente a tormenta. Desde que el pasado martes tocó tierra en Nicaragua como un poderoso huracán de categoría 4 ha causado innumerables destrozos en siete países, donde se contabilizan ya casi 200 muertos. Pero la gran mayoría, unos 150, se teme que estén en Quejá, bajo la montaña de lodo que sepultó el viernes más de un centenar de viviendas del remoto enclave.
Solamente una brigada del Ejército de Guatemala había logrado este viernes acceder a la aldea, tras caminar doce horas por una zona montañosa. El drama observado fue tal que el presidente, Alejandro Giammattei, expresaba sus temores de que se contabilicen «unos 150 muertos» cuando sean localizados los pobladores desaparecidos tras el alud provocado por las fuertes lluvias.
'Eta', que ponía rumbo anoche a islas Caimán y Cuba, mantenía aislados a miles de guatemaltecos a la espera de su rescate. A ello se sumaba un millar de viviendas destrozadas, pérdidas agrícolas millonarias y, sobre todo, la preocupación del Gobierno, en la misma línea que los países vecinos, por que el balance final de víctimas sea mucho mayor al haber importantes zonas «no contactadas».
En el caso de México, el azote del ciclón se vio agravado con la presencia de un frente frío. El saldo hasta ahora es de al menos 80.000 damnificados en Tabasco, de donde es originario el presidente, Andrés Manuel López Obrador, y 20 fallecidos, en su mayoría personas del estado de Chiapas que fueron arrastradas por la corriente de los ríos. El hallazgo de una decena de cuerpos flotando en las aguas coincidió con la decisión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños de que el país sea incluido en la petición de asistencia internacional, a la que se sumó también Honduras, al verse superada por la magnitud de la tragedia.
Mientras en México trabajaban a marchas forzadas para prestar auxilio a tres comunidades incomunicadas, en Honduras la estampa era igual de desoladora. A los diez muertos registrados, las miles de personas sin contactar y los más de 7.000 evacuados se añadía el grito desesperado por televisión de los pobladores de Ciudad Planeta, en San Pedro de Sula. «Necesitamos lanchas o helicópteros. Llevamos dos días sin comer, estamos unas 60 personas con niños», decía una mujer.
En busca de refugio
Los más afortunados, los que no quedaron atrapados por las inundaciones y los corrimientos de tierra, huían de sus comunidades con sus hijos en brazos y con todo lo que podían cargar: maletas, gallinas, cerdos, ovejas, colchones, muebles y electrodomésticos, con la esperanza de poder instalarse en algún albergue.
En Panamá, por su parte, el Gobierno informaba que había 68 personas desaparecidas y ocho muertos, que se suman a los dos fallecidos en Costa Rica y Nicaragua, y a la víctima contabilizada en El Salvador. Aun así, son cifras provisionales porque sigue sin haber un recuento definitivo de los daños humanos y materiales, que se prevén multimillonarios.
Entretanto, este sábado por la noche Islas Caimán y Cuba se preparaban para la llegada de 'Eta'. En Florida (Estados Unidos), donde se prevé que se aproxime ya este domingo, las autoridades activaron la alarma ante la previsión de fuertes vientos, acompañados del riesgo de inundaciones y desprendimientos de tierra.
TITULO: Volando voy - Jesús Calleja - Pedro Subijana ,.
Subijana: «Nunca he sido un adulador y eso a veces ha jugado en mi contra»,.
El cocinero celebra las bodas de oro de Akelarre sin pelos en la lengua y con muchas razones para sentirse orgulloso. A los 72 recién cumplidos, de retirarse «ni hablar»,.
Hay un momento en la carrera de un profesional, sea del gremio que sea, en que ya no tiene nada que demostrar. En ese punto está Pedro Subijana, el gran señor de la Nueva Cocina Vasca, que celebra estos días medio siglo del restaurante Akelarre. Repasamos con él una trayectoria que es historia de la gastronomía para hablar de maestros y de críticos, de modas que vienen y van o de estrellas que se hacen esperar. Asegura que no es nada nostálgico, pero al mirar atrás, de lo que más orgulloso está es «de haber dignificado un oficio que no tenía ningún prestigio».
-¿Cuándo se dio cuenta de que quería ser cocinero?
-En mi casa había un gran culto a la cocina gracias a mi abuelo paterno, que conocía todos los grandes restaurantes del entorno, y a mi padre, que era pastelero y de los buenos. Le llamaban el francés porque había nacido en París y en casa, cuando había una celebración, él cocinaba y yo era su pinche. Luego en el colegio de los Marianistas me aficioné a cocinar para los amigos, pero nunca se me pasó por la cabeza ser cocinero. Entonces, si se contemplaba, era un oficio sin ningún prestigio. Las opciones eran abogado, arquitecto, médico... Yo llegué a matricularme en Medicina en Pamplona, pero me hablaron de la nueva escuela de hostelería en Madrid y allí me fui, con gran disgusto para mi familia.
-¿Cómo recuerda aquellos años de formación?
-Solo estuve un curso en Madrid, porque mientras estaba allí añorando volver a casa, me enteré de que se iba a inaugurar en Zarauz una escuela de hostelería dirigida por un señor llamado Luis Irizar que había sido jefe de cocina en el Hilton de Londres. Le escribí y me aceptó, así que en cuanto llegó a Zarauz yo me vine de Madrid. Finalmente, aquel año la escuela no obtuvo el permiso de apertura, pero yo me quede con Irizar como único alumno hasta el año siguiente. Aquello fue una suerte bestial, él es quien me inoculó la pasión por la cocina.
-¿En quién se miraba Pedro Subijana como aprendiz? ¿Había referentes en el oficio?
-En aquellos momentos todavía no. Se hablaba de algunos profesores de la escuela pero no había grandes nombres. Entonces se conocía más el nombre de los restaurantes que el del cocinero. Estando en Zalacaín, Jesús Mari Oyarbide nos decía que estábamos en un error, que en un restaurante no tenía por qué saberse quién era el chef, que lo habíamos personalizado demasiado. Ya se ha visto después por donde han ido los tiros...
-¿Cómo se cruzó en su camino Akelarre?
-Yo había conocido la casa en el 70, cuando se fundó, pero no me quise quedar porque pensaba que todavía tenía que aprender más. Se hizo cargo Marcelo Gárate, cocinero magnífico de Azkoitia que había estado trabajando en Londres, pero luego se lo alquilaron a otro señor y cayó en picado. Volví en el 75 y los comienzos fueron complicados, hemos llegado a llamar a amigos para dar ambiente al comedor cuando tenía alguna reserva importante. Era duro abrir y cerrar muchos días sin haber tenido un solo cliente mientras veía la discoteca Ku, que estaba en los bajos, llena hasta la bandera. Sin embargo el dueño del Ku me decía: «la discoteca pasará de moda y lo que perdurará será el restaurante». Entonces no le creía.
-Akelarre ha sido también una gran escuela ¿qué tal ha sido como maestro?
-En algunos momentos he sido demasiado duro y en otros momentos muy blando. En los primeros 20 años era bastante cañero y mi mujer me paraba los pies. No me arrepiento porque a todos cuando estábamos aprendiendo nos ha caído alguna bronca y no le tengo el mínimo rencor a ninguno de mis maestros. La cocina es un poco como el ejército, hay unas jerarquías que hay que respetar, hay momentos de presión necesarios para que las cosas salgan bien. Es parte del oficio. He visto a Bocuse en sus tiempos hacer llorar a su jefe de cocina y al cabo de unas horas llenarle de abrazos.
-Con ustedes no fue tan duro...
-Con Juan Mari y conmigo Bocuse fue muy generoso. Fuimos a verle a Madrid a una mesa redonda organizada por la revista 'Club de Gourmets' en la que presentaba su libro 'La Cocina del Mercado'. Nos identificábamos mucho con la Nouvelle Cuisine y allí mismo le pedimos que nos dejara pasar unos días en su restaurante para aprender. Se portó con nosotros como un gran anfitrión, nos acompañó al mercado, conocimos a sus proveedores, nos presentó a los hermanos Troigrois. Hemos tenido con él una gran amistad y me parece que ha sido el mejor embajador que ha tenido Francia en el mundo.
-¿Cuándo se dieron cuenta que aquello de la nueva cocina vasca iba a ser algo grande?
-Creo que nos hemos dado cuenta con el paso de los años. Entonces lo hacíamos con todo el coraje y el ardor guerrero que te da la juventud, el convencimiento y las ganas de cambiar el mundo. Al volver de aquella experiencia con Bocuse reunimos a un grupo de colegas para reflexionar, porque la cocina vasca había tenido nombre y prestigio, pero no estaba en su mejor momento. Así empezamos a reunirnos y hacer cositas con muchas ganas y pocos medios.
«Con el tiempo nos hemos dado cuenta de que dimos valor a un oficio que no tenía prestigio» La nueva cocina vasca
-Al mirar atrás, ¿cuál diría que es el legado de aquel movimiento?
-Creo que contribuimos a dignificar una profesión que no tenía ningún prestigio, que conseguimos pasar por encima del sentimiento de competencia para ayudarnos entre nosotros, y que logramos atraer al público al mundo de la gastronomía, de la que hasta entonces no se hablaba. Nuestras fortalezas de hoy en día proceden de aquellos esfuerzos y creo que son un tesoro a conservar. A pesar de que ha habido intentos de enfrentarnos, hay pocos gremios que se lleven tan bien como los cocineros.
-También ofrecieron una imagen amable de Euskadi cuando solo daba noticias trágicas...
-Eso también nos ayudó un montón, porque la prensa se volcó. Organizábamos comidas, con nuestros pocos medios y sin tener ni idea de marketing, y los periodistas siempre se hacían eco porque éramos de las pocas noticias amables que podían dar.
-¿Era un problema destacar profesionalmente en aquel clima?
-Hemos tenido que driblar mucho con la situación de violencia y hemos pasado momentos bastante duros. Te atacaban por ambos lados, para todos eras del otro bando. En tiempo de crisis, tener éxito levanta muchas envidias. Ha habido críticas absurdas y falsos testimonios, pero hemos tratado de salir lo más airosos posible.
«Hemos tenido que driblar mucho con la violencia, para todos eramos del otro bando» Conflicto en Euskadi
-¿Alguna vez les tentaron desde la política?
-Suárez nos llamó a una reunión en La Moncloa con varios cocineros, quizá para tantear un poco como estaba la situación aquí, pero no llegó a más. También Felipe González nos llamó para cocinar y recuerdo que montamos los platos en la mesa del Consejo de Ministros. Pero nunca nos hemos querido significar y creo que así debe ser en este oficio.
-Con Juan Mari ha formado el tándem más célebre de la cocina vasca ¿cómo ha sido su relación?
-Hemos tenido una relación muy buena, hemos recorrido el mundo juntos. También hemos tenido grandes broncas, porque Juan Mari es muy peculiar y además hijo único, pero siempre al final hemos terminado dándole la vuelta.
-¿Y con Karlos Arguiñano?
-Cuando yo empecé en la televisión algunos me decían «es que Karlos es más gracioso». Le conozco desde los 17 años, ¡ya sé cómo es! Pero yo no tengo por qué imitarle para resultar simpático. Yo soy más serio, pero siempre hemos sido grandes amigos.
-La gastronomía ha evolucionado en los últimos 20 años a un ritmo vertiginoso, ¿alguna vez ha sentido que tenía que correr demasiado para no perder el tren?
-A mí la creatividad siempre me ha gustado, con tal de que fuese argumentada, nunca he querido seguir una moda porque sí. Es cierto que hubo un momento en que la presión era tal en busca de novedades, que quitabas unos platos solo porque tenías que meter otros. Llegó a ser absurdo prescindir de platos que tenían un gran éxito y que además eran muy redondos, para hacer sitio a las novedades, que quizá no estaban tan bien. Entre los colegas bromeábamos con que había que hacer una carta para la gente normal y otra para los críticos gastronómicos.
«La presión por la novedad en la cocina llegó a ser absurda, quitábamos platos muy buenos» La crítica
-La tercera estrella tardó en llegar, para algunos demasiado. ¿Se ha sentido bien tratado por la crítica?
-En general sí, el problema es que yo no he sido nunca adulador y eso a veces ha jugado en mi contra. Siempre he dicho que no soy yo quien se tiene que juzgar, uno tiene que estar convencido de lo que hace, no presionado para satisfacer expectativas. Cuando me dicen 'yo esto lo pondría asi' o 'a aquello le echaría tal' siempre pienso 'móntate un restaurante y déjame llevar el mío como a mí me gusta'. Eso no quita para que escuche con atención una crítica constructiva, sobre todo si viene de alguien con criterio. Pero hay críticos que me han confesado que en determinados restaurantes no habían entendido nada y luego los han puesto por las nubes.
-¿Qué papel ocupa su familia en el éxito de Akelarre?
-Mi mujer ha estado siempre a mi lado llevando el tema administrativo de una manera muy prudente. Yo le he echado mucho en cara que quisiera llevar la administración de una empresa como si fuera una casa particular, y en las dos o tres ocasiones que estuvimos a punto de irnos al garete me di cuenta de que gracias a eso hemos podido subsistir. A mis hijos no les he dejado venir mucho por el restaurante y cuando han trabajado aquí les he puesto a las órdenes de otros, quizá por eso no han estado muy por la labor. La que decía que nunca trabajaría aquí es Oihana y ahora es la única que está conmigo dirigiendo el hotel.
-¿Le ha pesado no tener un vástago que herede el mando en la cocina?
-Por un lado me hubiera gustado, pero por otro acepto las cosas como son. He visto familias de colegas tener unos líos tremendos por el hecho de trabajar juntos, no es nada fácil.
-A los 72, ¿se resiste a nombrar sucesor?
-En un momento llegamos a pensar en traer a alguien muy cualificado que fuera jefe de cocina y pudiera sustituirme a mí en el futuro, pero la convivencia no habría sido fácil. Finalmente optamos por repartir las responsabilidades entre cuatro personas de confianza y hemos diseñado una organización innovadora para que todos sean partícipes de las decisiones y haya una buena comunicación interna. Además yo no tengo ninguna previsión de retirarme mientras la salud me lo permita.
«Hay más disciplina en los restaurantes que en la calle»
Cuando tocaba celebrar aniversario, los Subijana ven con tristeza las persianas de Akelarre bajadas. En 50 años de vida «hemos vivido crisis muy gordas, pero esta es la más dura que podíamos imaginar». Aprovecharon el primer confinamiento para renovar el comedor y «hemos trabajado muy bien en verano gracias al público local y nacional», pero la realidad es tozuda y el pasado fin de semana decidieron echar el cierre. Consciente de que la situación sanitaria es crítica, Pedro elude la confrontación, pero no puede evitar defender a un gremio que él mismo ha contribuido a dignificar. «Disciplina como la que hay en los restaurantes no se encuentra en el transporte, en los supermercados o en la calle. Hacer a la hostelería chivo expiatorio de la pandemia me parece cuando menos una injusticia, porque hemos cumplido con creces todas las medidas de seguridad», clama. «No hemos salido a la calle como sector a armar bronca porque no somos así, porque estamos acostumbrados a otras formas, pero también porque en un momento en el que el mundo está tan mal nos da pudor decir ¿qué hay de lo mío?»
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