TITULO: A vivir que son dos días - A vivir - Cadena SER - Esta es la ruta que estaba marcada ,.
A vivir que son dos días - A vivir - Cadena SER,.
Escucha 'A vivir', con Javier del Pino, el programa líder de las mañanas del fin de semana en la Cadena SER.
Esta es la ruta que estaba marcada.
foto / Casual? No. ¿Inesperado? No. ¿Sorprendente? No. Todo estaba atado y bien atado cuando el desahogado presidente consiguió los seis meses de impunidad que necesitaba para –haciendo la peineta al parlamento– hacer de su capa un sayo y apuntillar los derechos fundamentales de esta España de mascarilla y bozal, paralizada por el terror a la enfermedad. Casado –un ejemplo de libro de qué es lo que jamás debe hacer un negociador– rebajó la cosa de seis a cuatro, como si el problema fuera el huevo y no el fuero. Arrimadas, se arrimó gambeteando, que es lo suyo. Los socios, previo mohín, aceptaron lo de pulpo como animal de compañía. Y los almogávares de Santiago y cierra España sobreactuaron como es su costumbre. Total, la ruta estaba expedita. ¿Por criterios de salud pública? Eso son tontunas de viejales asustadizos de mascarilla y paso atrás; la pandemia se ha convertido en la gran coartada, en el atajo que los chotacabras bolivarianos necesitaban para, con el apoyo gallináceo del nazionalsanchismo, dar el golpe de timón y engarfiar las libertades paso a paso, hasta «desventrar» la España ilusionada de la transición. Incluido el viejo partido socialista.
Estaba escrito. Nadie se ha salido del guion. El asunto consiste en darle vueltas a la 'tuerka' poco a poco, con ademanes de niño bueno, con la vaselina necesaria... quizá algún día caeremos en la cuenta de que la tuerca era la que apretaba el lazo del garrote vil. Pero entonces ya será tarde. Y así la educación va tornando en instrucción partidaria; el esfuerzo y el trabajo en resabios de fascistas; la educación especial en ¡discriminación!; la prestigiada enseñanza concertada en el enemigo a batir; el español en moneda de cambio con los socios golpistas, y por si a alguien se le ocurriera comprobar algo, se desmocha la inspección, no sea que algún 'pujolín' se sienta incómodo. Estaba escrito. De la garzoniana fiscalía general ya está todo dicho y la separación de poderes vuelve al «pero si Montesquieu ha muerto» de la boutade guerrista. Ayer mismo el gran chambelán Iván Redondo encabeza un nuevo órgano que pisoteando la libertad de expresión decidirá qué puñetas es eso de la verdad volviendo al dilema de Poncio Pilatos, pero con mando en plaza. Pues aquí le espero don Iván, retrepado en esta página en la que jamás mi periódico dijo lo que tenía que escribir, ni opinar, ni siquiera adjetivar, aquí le espero don Iván, hasta que el cuerpo aguante. Y hoy los hijos putativos de la ¡ay! portavoz Montero intentan ciscarse, una vez más en la Constitución, cargándose nada menos que la inviolabilidad del domicilio para convertir en presunto culpable a cualquier ciudadano por el hecho de serlo. «Esa es la ruta que estaba marcada» nada está improvisado. Estaba escrito. Los aprendices de Lenin saben lo que se hacen, incluso confinados en sus predios de Galapagar, con perspectiva de género, por supuesto, tipo Pasionaria.
Da miedo pensar en lo que nos queda por ver. Y por sufrir. «Tal vez, caminando la vida nos vuelva a juntar...».
La Brújula es un programa de radio de la emisora española Onda Cero, presentado y dirigido por David del Cura. Es el tercer espacio en audiencia en la franja nocturna, retransmitiéndose entre las 20 y las 24 horas, tiempo que dedica a un análisis de la actualidad, el deporte, la economía (con el espacio denominado La Brújula de la Economía) y el debate político., etc,.
La Linterna La Cope ,.
'La Linterna' es el programa de radio informativo, político y económico, cultural y de debate nocturno de la Cadena COPE. Dirigido y presentado desde 2009 por Ángel Expósito, se emite de lunes a viernes de 19:00 a 23:30 horas, correspondiendo la última hora de los viernes a 'La Linterna de la Iglesia', dirigida y presentada por Faustino Catalina., etc.
Trump y el malestar en la cultura,.
foto / Las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos han dejado patente que la victoria de Donald Trump en 2016 no fue fruto de una enajenación mental transitoria o un arrebato de buena parte del electorado estadounidense. Cuatro años después, pese a su 'ubuesco' ejercicio del poder, o precisamente por ello, ha cosechado seis millones más de sufragios y es el candidato republicano más votado de la historia. Aunque eso no le ha bastado para ser reelegido, se siente con fuerzas sobradas para enrocarse en el trono agitando, sin pruebas, el espantajo del fraude electoral. Trump no sabe perder, es un bilardista de la política capaz de lo que sea para ganar, incluido embarrar el terreno de juego. Le importa una higa si empuja a su país a las puertas de la guerra civil. O él o el caos.
Mas «el caos es un orden por descifrar», como reza la cita, sacada del 'Libro de los contrarios', que abre 'El hombre duplicado' de José Saramago. Quizás Biden, en el que algunos ven, o más bien desean ver, un nuevo Franklin Delano Roosevelt, traiga ese nuevo orden que exorcice el 'doppelgänger', el doble maligno, de la nación norteamericana y devuelva a esta el alma que vendió al Diablo. Pero el propósito de Biden se presenta titánico, ya que su país está partido en dos mitades antagónicas y agónicas que parecen vivir en universos paralelos.
Trump se ha encargado a conciencia de ahondar esa polarización, porque en el divide y vencerás reside el secreto de su éxito. Antes 'showman' que político y artero en el manejo de la psicopolítica, ha sabido catalizar y canalizar en su provecho el malestar creciente sobre todo de los WASP (White, Anglo-Saxon and Protestant, acrónimo en inglés de «blanco, anglosajón y protestante») en y con lo que Sigmund Freud llamó la 'cultura', término que se puede asimilar a 'civilización' o 'sistema'. En 'El malestar en la cultura', publicado en 1930, en un tiempo tan convulso como el actual de auge de la extrema derecha y crisis económica, Freud defiende la existencia de un antagonismo irreconciliable entre las pulsiones sexuales y agresivas de los individuos y la cultura, pues esta, al reprimir la satisfacción de esas pulsiones para mantener la cohesión y la paz en la sociedad, recorta la libertad de las personas y les provoca sentimientos de frustración y culpa que pueden acabar en neurosis o peor, psicosis.
La Gran Recesión que estalló en 2008 aumentó ese malestar y sentimiento de culpa, porque desde el sistema se nos bombardeó con el mantra de que vivimos por encima de nuestras posibilidades. El remedio de curandero de Trump fue exonerar al pueblo de toda culpa y señalar al sistema, sus élites (de las que él es miembro desde la cuna aunque vaya de 'outsider') y los extranjeros –en definitiva, los otros– como los culpables de los males del país, desviando contra ellos las pulsiones agresivas y destructivas de los ciudadanos cabreados y desencantados hasta arrastrar a EE UU al borde de un ataque de nervios.
Sin embargo, la reacción del sistema ha vigorizado a Trump: demonizándolo lo ha convertido en un mártir a ojos de sus incondicionales, que pueden argüir: «Ladran, luego cabalgamos». Además, la alternativa ofrecida al aún presidente lo carga de argumentos, pues es más de lo mismo, un Biden tanto o más del 'establishment' que Hillary Clinton. Por ende, no hay que dar por muerto al magnate. Con el caudal de apoyos que conserva y la arrogante resiliencia que lo caracteriza, no es descartable que intente reconquistar la Casa Blanca en 2024.
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