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TITULO: LAS HUCHAS DE LAS MONEDAS - Un traje a medida para gestionar los fondos europeos aligerando plazos,.

 LAS HUCHAS DE LAS MONEDAS - Un traje a medida para gestionar los fondos europeos aligerando plazos,.  , fotos,.

 

Un traje a medida para gestionar los fondos europeos aligerando plazos,.

El Gobierno prepara un decreto para ejecutar las ayudas que puede incluir medidas para reducir un 40% los tiempos de la contratación pública,.

 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a la canciller alemana, Angela Merkel.

Es una paradoja. Pero uno de los mayores quebraderos de cabeza del Gobierno es cómo ser capaz de gastar los140.000 millones –más del 10% del PIB– que entre transferencias y créditos llegarán de la Unión Europea en seis años. Este reto le preocupa y le ocupa al Ejecutivo, que redacta el decreto ley que regirá la gestión de los fondos europeos.

El objetivo:desatascar las tuberías de la Administración y agilizar la ejecución del dinero europeo. El Ejecutivo ha insistido en que España no puede desaprovechar la oportunidad de cambio productivo que puede suponer la inyección comunitaria. Pero que entre 2014 y 2020 el país sólo haya gastado el 34% de sus 56.000 millones en fondos estructurales no es buen precedente. Este dato ilustra que el Estado requiere mejoras en la contratación pública, la gestión de las subvenciones y las asociaciones público-privadas.

La dilación de los procesos se entiende si se conocen los pasos a cumplir. El Estado ha de identificar y documentar la existencia de una necesidad. Después, tiene que acreditar que cuenta con el dinero para acometer el proyecto. Entonces, tramita el expediente, que implica la apertura de un procedimiento abierto a la competencia: se anuncia la licitación, se abre un periodo de ofertas, se reúne a un grupo de técnicos para evaluarlas, y es posible que, antes de darles una puntuación definitiva, se les requiera más información. Cuando llega el veredicto, alguna empresa puede recurrir por estar en desacuerdo en cómo se ha realizado la adjudicación. Todos estos pasos tienen sus plazos y un marasmo de papeles que aportar y analizar.

Reducir un 40% los tiempos

La secuencia que explica José Amérigo, socio de PwC, responde a la trasposición de una directiva comunitaria en materia de contratos públicos cuyo objetivo es garantizar que los procesos son competitivos, es decir, que los contratos no se dan a dedo.

Pero si cumplir los pasos puede llevar entre cuatro y seis meses, Amérigo cree que con reformas se pueden reducir un 40%los tiempos sin mermar garantías. María Guinot, socia de Deloitte Legal, añade que la normativa española impone un rigor que excede de lo exigido por Europa.

En cuanto a cuestiones concretas, Amérigo opina que se puede ahorrar tiempo considerando que la mera inclusión de un proyecto en el plan que el Gobierno enviará a Bruselas para recibir los fondos ya supone identificar la necesidad; o desarrollando una fiscalización continua de los expedientes en lugar de previa; o con unos modelos de pliegos homogéneos para todas las administraciones.

CEOE presentaba sus propuestas esta semana en la reunión de los agentes sociales con el Gobierno. Y la acogida del Ejecutivo, declaran, ha sido «inicialmente buena». Luis Socias, jefe de la oficina de proyectos europeos de la organización patronal, defiende que no se han de reformar leyes de manera permanente, sino que se ha de construir un marco nuevo a aplicar exclusivamente durante el próximo semestre europeo y sólo con los fondos comunitarios.

Para éstos, propone Socias, se aplicarían los contratos urgentes, aunque la laxitud de su aplicación se limitaría a los plazos, más breves, no a cuestiones que puedan reducir la competencia.

Respeto a Europa

Pero desde KPMG Abogados, su socio Borja Carvajal explica que Bruselas puede plantear problemas a la generalización de la urgencia en los contratos –porque crea que no está justificado– y puede haber empresas que se quejen porque los plazos más cortos les impidan presentarse a los concursos. Carvajal advierte de que lo prudente es esperar a que Bruselas apruebe en las próximas semanas sus reglamentos para suprimir las trabas administrativas. Porque el miedo a no gastar puede llevar a incurrir en el riesgo de castigo europeo y se tengan que devolver fondos por haber adjudicado mal.

Aunque el decreto ha de ir más allá de la contratación. También habría de recoger medidas para favorecer y premiar iniciativas empresariales y para flexibilizar los consorcios público-privados que canalicen fondos europeos. Toda ayuda será poca para lograr destinar a proyectos interesantes todos los recursos comunitarios.

No hay que olvidar las subvenciones: Guinot sugiere que las ligadas a los recursos de Bruselas se agrupen en un plan estratégico para su gestión centralizada. Ello requiere una gran labor de planificación pública. Así los solicitantes podrían preparar los proyectos sin esperar a cada convocatoria y acortaría los tiempos. Y se podría favorecer la declaración responsable para acreditar requisitos tanto para subvenciones como para contratos.

 

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 Urgen medidas para facilitar el trabajo de los funcionarios,.

Los expertos abogan por desarrollar equipos específicos de la Administración para la gestión de los fondos europeos,.

 

Funcionario de la Administración. 

 

Es posible que se pueda hacer poco en materia normativa para dinamizar la ejecución de los fondos europeos. Es la opinión de José Moisés Martín, de la consultora Red2Red, quien argumenta que la contratación pública está sujeta a la normativa comunitaria. Este experto se fija además en los cuellos de botella que se pueden formar en la administración: los mismos funcionarios se van a encontrar con una avalancha de contratos –acorde con la de dinero– que analizar. El foco, por tanto, hay que ponerlo en facilitar su trabajo con la creación de modelos estandarizados de contratos para todas las 

 

administraciones y para el mismo tipo de actividades. En ese sentido, María Guinot, de Deloitte Legal, señala que podrían diseñarse modelos de pliegos homogéneos para la gestión específica de los fondos, lo que facilitaría la tramitación para el gestor público y también la comprensión para el potencial licitador. 

 

 

 

Se pueden tomar medidas de personal, como sugiere Borja Carvajal, socio de KPMG Abogados, como la creación de equipos específicos para tratar los recursos que presenten las empresas en desacuerdo con las concesiones. O involucrando a auditores externos para realizar trabajos como los ligados a la acreditación de que el dinero de las subvenciones ha cumplido los objetivos propuestos.

Y si uno de los fines de los fondos europeos es favorecer la digitalización, también convendría resolver la falta de sistemas informáticos que conecten a las diferentes administraciones y a éstas con las empresas, como señala Borja Carvajal.

 

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Pertenece a una saga que prepara ya su centenario y que suma cuatro generaciones vendiendo flores Ana Rodríguez González Florista,.

Ana Rodríguez González (Fitoria, Oviedo, 1955) representa la tercera generación de una familia de floristas que se remonta a 1913, cuando su abuela empezó a vender en el mercado de El Fontán. Ella se inició en el oficio siendo niña y desde entonces su dedicación a este mundo fue en progresivo aumento. Prueba de ello son las casi cinco décadas de experiencia que atesora. Hoy regenta un negocio en el Centro Cívico y tiene otro en el Calatrava, que atiende una de sus hijas. Calcula que ha trabajado unas 105.000 horas en los últimos 18 años y afirma sobre llevarlo bien porque le apasiona lo que hace. En nada cumple cien años de negocio,.

 

-¿Cómo fueron los primeros pasos?

-Tenía 9 años. Vivíamos en Fitoria e íbamos a Oviedo en burra. Iba con mi madre y con mi abuela también, pero más con mi madre. Los sábados no había escuela e iba a la plaza de El Fontán. Se aparcaban las burras en la zona del Campillín y las recogías a las 3, cuando terminabas. Antes hacías la zona de Foncalada. Aparcabas en una carbonería y desde allí distribuías a las casas, a familias de las de antes de Oviedo. Aquella gente tenía poder adquisitivo y empezaba a comprar. Yo hacía de miniempresaria. 

 

 

-¿Y dónde cultivaban las flores?

-Vendíamos las que salían de la huerta en temporada. Por ejemplo, en primavera, las calas, el cinamomo o la clavelina, flores que ahora ni se conocen porque avanzó tanto este mundo que las antiguas quedaron como para jardín, no para cortar, aunque en El Fontán sigue habiendo gente que vende de su huerta, de su casa. 

 

 

-Parece que estemos hablando de tiempos remotos.

-Siempre digo que si los de antes vinieran con los adelantos que hay ahora... Antes no tenían nada. Siempre lo comparo con las catedrales, que ahora con tantos medios no sé si se sabrían hacer. 

 

 

 

-¿Cuándo abrió su primera tienda?

-En el año 84. Estábamos en El Fontán y ya éramos mucha gente. Además, siempre miro 10 o 15 años para adelante. El Fontán sigue existiendo pero no tienes tiempo de ir, no tienes donde aparcar el coche. Luego dejé la primera tienda, se quedó un familiar con ella, y empecé aquí desde cero. Desde ese momento ya no estuve en El Fontán. Mi familia siguió un tiempo, pero luego también lo dejó.

-¿Se siguen vendiendo flores pese a la crisis?

-Aquí la verdad es que no la notas. Tienes los mismos clientes e incluso más. En julio y agosto vienen de otras que cierran. La competencia es sanísima. Las flores no son como el comer, de primera necesidad. Pero si cuando las necesitas sabes a dónde ir...

-Será porque tienen algo que las distingue de todos los demás regalos.

-La flor es el regalo más barato y con lo que mejor quedas. Regalas una rosa y nunca te dicen «Qué poco me trajiste». La flor expresa muchos sentimientos; sin decir nada, lo dice todo. Es universal. Tengo un cliente al que le digo que las flores tendrían que durar más y él me dice que las cosas buenas duran poco. Es igual que cuando disfrutas de una mirada, un beso, un abrazo: es efímero pero significa mucho; y las flores es lo mismo.

-¿La gente joven se interesa por ellas?

-Sí, les engancha.

-Usted ha puesto tres máquinas expendedoras de flores por la ciudad. ¿Cómo van?

-Funcionan de maravilla, porque la gente lo que quiere es servicio. Las hay en el hospital, en Maternidad y en la estación de autobuses, en sitios donde la gente se mueve. Lo primero que busqué fue la seguridad de la máquina y luego que pudieras entrar siempre. Son flores naturales. Mi idea era dotar a todos los hospitales de Asturias con una, pero lo que pasa es que no encuentras gente con iniciativa.

-¿Precisan mucha atención?

-Se reponen una vez a la semana porque se agotan y aguantan fenomenal porque es una cámara frigorífica.

-¿Cuál es el secreto para llevar tantos años trabajando en este negocio?

-Adaptarse a los tiempos. La gente cada vez demanda más, cada vez exige más. Aquí vienen las novias y lo que quieran se les consigue. El otro día vino una chica y me dijo que venía a pedir algo imposible. Necesitaba una palma para el padrino. Como yo siempre compro para que quede algo y nunca lo tiro hasta Ramos del año siguiente, pude vendérsela.

-El cliente es el que manda, ¿no?

-Conmigo siempre gana el cliente, y yo a cambio lo que gano es su continuidad. Mucha gente me dice «lo tienes hecho», pero cada día que entro en la tienda es un día nuevo. Cada ramo que haces es distinto, como si fuera el primero. A veces te pones a hacerlo y no te sale, pero si no me gusta, vuelvo a hacerlo. Tiene que salir perfecto. Estás en un sitio cerrado, bajo tierra, no abres en fiestas, ¿qué es lo que funciona? El producto, el trabajo y la atención al cliente.

-¿Siente predilección por alguna flor en concreto?

-La cala me encanta porque tienes el recuerdo de casa, de cuando era cría.

-¿Algún sueño profesional por cumplir?

-Tengo ganas de ver el Campoamor como el Concierto de Viena el 1 de enero. Es una explosión de flores. Me da igual quien lo adorne, pero me gustaría verlo así.

-¿Celebrará de algún modo el centenario de la saga?

-Voy a hacerlo todo lo alto. Estoy pensando entre regalar un coche o una moto.