TITULO: El
paisano - Viernes -20- Noviembre -Montanejos - Valencia,.
El Paisano - Montanejos - Valencia ,.
Viernes -20- Noviembre a las 22:10 horas en La 1 , foto,.
Montanejos - Valencia,.
Leo Harlem se estrena como 'El Paisano' en Montanejos,.
El Paisano inicia su ruta en Montanejos,.
En el primer capítulo de esta nueva temporada, Leo Harlem visitará Montanejos, una pequeña localidad del interior al norte de Valencia. Allí descubrirá el bien más preciado de este pequeño pueblo ubicado en la cuenca del río Mijares: las propiedades excepcionales de sus aguas. Serán sus paisanos los que le ayudarán a averiguar los efectos que produce esta agua tan especial. Uno de ellos es Ricardo, que le guiará hasta la fuente de la eterna juventud. O María y Lola, dos joviales octogenarias que recomiendan a Leo a sumergirse en la Fuente de los Baños para estar “fino y guapo”.
Luego, paseando por el pueblo, Leo conocerá a Toni, un mochilero con una genuina filosofía de vida, forjada a base de vivir aventuras en sus viajes por todo el mundo. También tendrá el gusto de conocer a Francisco y a su inseparable amigo Chenel, un toro descomunal poseedor de unos cuernos colosales y muy afilados.
TITULO: VACACIONES - EUROPA DE PELICULA - - Una cúpula de madera de alumnos del instituto Eugenio Frutos de Guareña gana en la Feria de la Ciencia de la UEx,.
Una cúpula de madera de alumnos del instituto Eugenio Frutos de Guareña gana en la Feria de la Ciencia de la UEx,.
foto / La 'Cúpula de Leonardo da Vinci' la han levantado alumnos de segundo de Bachillerato de la asignatura Proyecto de Investigación,.
Alumnos de 2º de Bachillerato del IES Eugenio Frutos han ganado una de las seis menciones del certamen de proyectos científicos de la Feria de la Ciencia de la UEx. Un jurado compuesto por investigadores ha decidido otorgar la mención 'Proyecto más creativo' al proyecto 'Cúpula de Leonardo da Vinci' tutorizado por la profesora Beatriz Blanco Otano. Han participado 20 proyectos, unos 102 estudiantes, en su mayoría chicas (cerca del 60%). Los equipos han presentado sus proyectos en vídeos de dos minuto, haciendo gala de una eficaz «capacidad de síntesis y comunicación».
Los alumnos de la asignatura 'Proyecto de Investigación' muestran en su trabajo la cúpula que el genio diseñó hace más de 500 años y analizan sus patrones estructurales. «Montar esta cúpula nos sirve para desarrollar la visión espacial y geométrica, aportando una solución técnica al sistema de cubierta», aseguran los autores.
TITULO: HOSPITAL - Quimera frustrada.
Quimera frustrada,.
foto / En lenguaje refranero albarda sobre albarda indica obcecación en una idea. Podría aplicarse a la quimérica de instalar en un edificio tan emblemático como el que fuera hospital San Sebastián algo tan distinto a su naturaleza histórica como un mercado gastronómico. La ocurrencia surgió hace varios años con polémica, y a día de hoy envuelta en ella sigue.
En noviembre de 2019, tras largos retrasos, ampliación de plazos de ejecución y notable aumento del presupuesto, solo para la obra en planta baja, se anunció que el centro sería inaugurado «en el primer trimestre del año 2020». Naturalmente no fue así. Ante las dificultades que se intuían, en junio de 2020 la empresa concesionaria renunció a gestionarlo. Por temor a que nadie concurriera no se licitó de nuevo y el proyecto quedó abortado. La epidemia puso el horizonte más negro todavía y la quimera empezó a difuminarse.
Para los que estimaron la idea inviable desde el principio no fue una sorpresa, pues vista la naturaleza del monumento; ubicación; dinámica sociocomercial de la zona y otros aspectos, las reticencias no resultaban infundadas. Basta recordar las varias iniciativas anteriores similares, pronto frustradas, para ver que el proyecto no era viable.
El resultado, de haberse abierto, no es difícil de imaginar: pasada la curiosidad tras el fugaz interés inicial por la novedad, lo más probable es que el centro entrara en crisis para languidecer hasta desaparecer; máxime si la empresa gestora tenía que abonar de alquiler casi 150.000 euros durante veinte años. No hay que ser un lince para aventurar que eso era insostenible.
Para alargarle la vida artificialmente, como suele hacerse en estos casos, se habría intensificado su uso institucional con actividades forzadas de impulso oficial, gastronómicas o no, más o menos relacionadas con su naturaleza, reforzadas con otras comerciales, lúdicas o culturales; reducido o eximido el alquiler, e inyectado dinero público con mil pretextos. Pese a lo cual resultaría muy difícil mantenerlo.
La disyuntiva sería persistir en una actividad ficticia a alto costo; reconocer el fracaso y buscar otro uso al edificio –¿un híper?– o asumirlo como oneroso bien mostrenco igual que pasó con el Palacio de Congresos; albergue del revellín; antiguo Instituto Bárbara de Braganza, fuerte de San Cristóbal y tantos proyectos quiméricos fallidos semejantes, de inutilidad demostrada, cuyo corolario de albarda sobre albarda es el Cerro Gordo.
Ante tan complicado panorama parece que finalmente la quimera del mercado gastronómico se ha esfumado por completo y se empiezan a considerar otras opciones más racionales; entre ellas ubicar allí el centro de salud de Los Pinos, como con toda lógica viene pidiendo la ciudad desde el principio.
Aunque la propuesta tenga en estos momentos mucho de cortina de humo para tapar el fiasco del centro gastronómico, bienvenida sea. Y ojalá se lleve a cabo antes de que la covid-19 y sus gestores acaben con todos nosotros.
TITULO: VUELTA AL COLE - Sobrevivir antes que cerrar .
Sobrevivir antes que cerrar
La suspensión de la tasa de veladores se suma a otras ayudas municipales que no harán rico a nadie, pero que pretenden mantener los negocios a flote,.
Unos 1.500 euros no es el salvavidas de ningún autónomo. Pero un poco de aquí, otro de allá y algo más por una tercera vía pueden evitar que un bar o una tienda cierre. Ese parece ser el objetivo del Ayuntamiento, que se está volcando estos meses en convocar pequeñas ayudas que por sí solas no sacan a nadie de la ruina. Pero que sumadas pueden mantener a un negocio en coma hasta que vengan tiempos mejores.
Badajoz ha aprobado esta semana la suspensión de la tasa municipal de veladores y venta ambulante. Unidas sumarían, en total, algo menos de 400.000 euros. No supone, por tanto, una gran pérdida para la Hacienda local, pero es un gesto ante quienes ven adelgazar la caja registradora cada día.
No es la única ayuda. Estos días están recibiendo peticiones del plan Reactiba, que puede llegar hasta los 1.5000 euros. También han ampliado el público de Badajoz Emprende, un programa de asesoramiento gratuito a autónomos, para que no solo puedan beneficiarse nuevos emprendedores sino también aquellos que funcionan desde el verano de 2019. Las obras del nuevo presupuesto de 2020 están empezando a salir a concurso, van a repartir 12.000 euros en bonos para gastar en la ciudad y las luces de Navidad están a punto de encenderse para fomentar la venta cuando en otros sitios se plantean eliminarlas.
Para el Ayuntamiento es imposible compensar la caída de ingresos de los negocios, pero hace bien en intentar que no cierren
El Ayuntamiento de Badajoz se ha mostrado en esta pandemia como una administración cercana al ciudadano capaz de prever el golpe que estos van a recibir en su bolsillo dentro de sus posibilidades. Lo hizo al ser uno de los primeros en retrasar el cobro del IBI, lo hizo ampliando el espacio para veladores y lo está haciendo suspendiendo las únicas tasas empresariales que tiene en vigor. Todos sabemos ya que el coronavirus no se va a ir mañana y que la vacuna va a tardar.
Francisco Fragoso parece haberse marcado como objetivo en sus últimos meses de alcalde intentar que los autónomos sigan funcionando.
Este trabajo pasa muchas veces desapercibido. En primer lugar por la confrontación política que viven los concejales, que hace que cualquier insolencia tenga más eco que estas pequeñas convocatorias de ayudas. En segundo lugar porque las empresas sufren ya una pérdida de ingresos que no pueden remediar las administraciones en su conjunto y menos un ayuntamiento en solitario.
Está claro que es imposible para el Ayuntamiento compensar la caída de ingresos que ya han experimentado y la que queda por llegar. Quizás podría hacer más, pero por lo menos Fragoso hace bien en intentar que los negocios sobrevivan antes que echen el cierren.
TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles -25- Noviembre - Raphael: "Todo se descontroló a partir de Operación Triunfo",.
En la tuya o en la mía - Miercoles -25- Noviembre,.
En la tuya o en la mía', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en La 1 a las 22:30, el miercoles -25- Noviembre , etc.
EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - Raphael: "Todo se descontroló a partir de Operación Triunfo",.
Raphael: "Todo se descontroló a partir de Operación Triunfo",.
fotos / Raphael llega a un bar de Chueca cerrado al público. A sus 72 años, con ese pelazo que Dios y la peluquería moderna le han regalado, luce un jersey negro y una chaqueta de cuero pese al calor de la mañana madrileña. Allí se encuentra con Álex de la Iglesia disfrazado de Álex de la Iglesia: una sencilla camiseta y ese aire de friki del cómic que ha cultivado desde sus inicios. Desde los inicios de su vida, en concreto.
Ésta es la historia de un Ocho apellidos vascos de la farándula. Un andaluz algo amanerado frente a un vasco de humor socarrón. Un mito de la canción melódica desde el franquismo hasta nuestros días frente al empollón del gore y el spaghetti western. Una pareja que resulta tan inverosímil como un boxeador con un caniche. Hasta que los juntas: por una extraña alquimia, la mezcla funciona. Dicen que son amigos, aunque De la Iglesia trata a Raphael con la admiración de un alumno yogi a su maestro. «Cuando voy a Brooklyn me emociono al ver en las tiendas de discos a Raphael junto a Tony Bennett o Frank Sinatra porque es un grande», asegura el cineasta, quien va aún más lejos: «Raphael es tan moderno como tú y como yo». Ejem.
El director de El día de la bestia ha demostrado su talento para escarbar entre los escombros de la cultura popular y encontrar sus pepitas de oro más relucientes. Y seamos claros: no hay mayor icono pop en España que Raphael. Tan grande que casi es grande de España en sentido literal: es marqués.
Ambos, cineasta y cantante, acaban de rodar una película juntos. Así, como suena. Sus universos se rozaron por primera vez en 2010, con Balada triste de trompeta, titulada como un tema de Raphael. De aquel fugaz encuentro surgió una admiración mutua que, un lustro más tarde, ha cuajado en otro filme, Mi gran noche.
Raphael se descuelga con uno de esos gestos tan suyos de divo: apretar los morritos. Se deja querer por dos motivos: porque le gusta que le quieran y porque se sabe en un momento dulce de una carrera que ya supera el medio siglo, un sorprendente resurgir rodeado de barbudos y modernos que le han convertido en símbolo. Ahora, dice, es cuando pisa «fuerte de verdad». «A los 20 años tenía mucha prisa por llegar, todo era deprisa deprisa», confiesa. «Ahora lo disfruto y me dejo querer un poquito, porque a mí la gente me quiere y yo a ellos los quiero aún más».
«¡Es un grande!», le arenga Alex de la Iglesia, fan total del cantante: ha ido a dos de sus conciertos en los últimos años y utiliza sus versiones de clásicos pop de los 80 para animar a los equipos en los rodajes.
En Balada triste de trompeta, su farsa definitiva sobre el franquismo, De la Iglesia ya introdujo un clip de una actuación de Raphael. Como el personaje tenía que decir una frase, el cineasta contrató a un imitador. Cuando le enseñó la película al cantante, su respuesta fue tajante: «¡Pero yo no hablo así!». Y se dobló a sí mismo. «¡Yo quiero ser Raphael!», se carcajea el cineasta cuando el cantante relata la anécdota.
Esta mañana, el divo está en pleno dominio de la escena. Es algo más que un cantante: es un género en sí mismo, el raphaelismo. «A mí me gusta el espectáculo, lo hago todos los días», explica. Y el principal ingrediente de este show es él mismo: esa forma de mirar que parece que no pestañea nunca, ese gesto dramático, esa forma de hablar en la que se alargan vocales como aaaaaaes y las íííííííes
«¿Pero qué tengo que ver yo con Sinaaaatraaaaaa?», les soltó a los de su discográfica en los 60 cuando quisieron quitar de un disco de villancicos El tamborilero porque ya la cantaba La Voz. Pese a las reticencias, la canción se publicó. «Hoy nadie sabe cuántos millones de copias ha vendido», dice Raphael con un punto de vanidad. «Todas las navidades, la vuelven a poner. ¡Venga otra vez lo mismo!».
El cantante ha triunfado en todo el mundo, pero en España es religión y la gente se viste de domingo para ir a verlo. Y si en algún momento se le olvida su grandeza, ahí está Álex de la Iglesia para recordársela: «Hay pocos ejemplos tan evidentes de integridad artística», remacha.
En Mi gran noche, De la Iglesia y su coguionista habitual, Jorge Guerricoechevarría, inventaron a Alphonso, un divo de la canción con aires de Darth Vader que trata de forma tiránica a su hijo, interpretado por Carlos Areces. El cineasta tenía claro que nadie lo interpretaría mejor que Raphael, pero tenía miedo de que le dijera que no, al ver que lo que le ofrecía no era un papel sino un papelón. «Se llama Alphonso con ph y es un malvado... Teníamos miedo de que no aceptara para que la gente no le identificara con él». Falsa alarma.
Desaparecido de la gran pantalla desde hace más de 40 años, a Raphael le seguían ofreciendo algún personaje de vez en cuando, aunque no le dejaban leer el guión por anticipado y él no se arriesgaba a una encerrona. Era igual que en los años 60 -«los tiempos de Benito Perojo», dice el cantante-, cuando sellaba contratos de películas que no estaban ni escritas. Hasta que llegó Álex con Mi gran noche.
«Me encantó lo que leí, aunque me preocupaba que hubiera gente que fuera a pensar que me parezco en algo a Alphonso», admite Raphael. «Pero mi hijo me dijo: "Papá, la gente te conoce desde hace más de 50 años saben cómo eres". Para mí, lo fantástico ha sido poder actuar por primera vez. En esas películas antiguas siempre hacía de mí mismo y todo era un poco repetitivo: la chica, la canción romántica... Aquí he trabajado como actor».
En este personaje se ríe de sí mismo, una cosa poco habitual en España. ¿Nos falta sentido del humor?
Raphael. A mí me encanta reírme de mí mismo. En este país tenemos eso de que llamas «perro» a otro y no pasa nada, pero si te lo dicen a ti te pones violento. Hay sentido del humor, pero para los demás.
De la Iglesia. Es cierto que tenemos poco sentido del humor, pero cuando lo tenemos, es el mejor del mundo. A mí encanta nuestro humor negro. Plácido, de Berlanga, es mejor que cualquier película de Billy Wilder. Está ese «vamos a intentar evitar que se note quienes somos», cuando se trata precisamente de que se note. El mundo al que pertenezco me angustia, me preocupa, lo odio y lo amo. Ahí es donde me apetece estar. A mí eso de «todo es súper cool» no me interesa.
Con su tiránico ademán, Alphonso está llamado a formar parte de los malvados que nos acaban gustando más que los héroes. Porque Raphael, que siempre ha tenido un punto de autoparodia en su exageración, se crece y da a su personaje un toque de cinismo. «En los cómics de Tintín mi favorito siempre ha sido el capitán Haddock: es un borracho, malhablado, está loco y se enfada siempre, pero es el que te cae bien y te resulta atractivo», argumenta Álex de la Iglesia. «El pobre Alphonso también se tiene que defender como puede», añade Raphael sobre su sosias cinematográfico. «Hace que se respete su estatus y su jerarquía con toda la mierda que hay alrededor».
Esa «mierda» que le rodea es un especial televisivo de Nochevieja en el que los extras llevan varios días encerrados en un plató en pleno agosto haciendo ver que están contentos. Como unas vacaciones en el apartamento de tus suegros, pero con confeti. De la Iglesia contrapone el poderío escénico de Alphonso con la mediocridad de un cantante latino-reguetón al que da vida Mario Casas. ¿Una metáfora sobre la decadencia de la música española?
«A partir de Operación Triunfo todo se descontroló y se sigue descontrolando», opina Raphael. «La culpa no es de los artistas, sino de las casas de discos. La falta de compositores es tremenda. Mi siguiente disco será de temas inéditos y me ha costado Dios y ayuda encontrar buenas canciones. La música ha desaparecido incluso de la radio».
«A mí nada me da más pena que la desaparición de la música pop española», le secunda Álex de la Iglesia. «Durante los rodajes, la música de Raphael ha sido la banda sonora del equipo. Nos poníamos todos a cantar en la furgoneta. Esa efervescencia de los 60, 70 y, sobre todo, los 80 con la Movida ha desaparecido por la música de Miami y ese sonido latino de las grandes compañías. La música antes iba de pasárselo bien: "Vamos a hacer un rock a la plaza del pueblo". Ahora es vamos a triunfar».
No son buenos tiempos para España. ¿Seguimos siendo el país de la chapuza y el desastre?
De la Iglesia. Yo soy de Bilbao y ya se sabe que los de Bilbao podemos hacer lo que nos da la gana. A mí me fastidia eso de decir «yo no pertenezco a la caspa». Perdona, tú has nacido aquí y formas parte de esto. El que odia lo que le rodea se odia a sí mismo. La tele emite lo que la gente quiere ver y tú puedes estar en contra, pero no digas que no tienes nada que ver, porque es una actitud infantil. Es como ese que dice que no quiere que su madre le lleve el bocadillo al recreo del colegio porque no quiere que la vean.
Raphael. Yo soy muy español y, sobre todo, muy andaluz y lo ejerzo. No veo las cosas malas en lo español ni hablo de la caspa. En verano vi muchas películas antiguas españolas por La 2 y la mayoría eran muy buenas. Y ese maltrecho folklore ha tenido unas figuras dignísimas que lo han hecho de maravilla, como Rocío Jurado, que es una artista reconocida en el mundo entero. A la gente de fuera le encanta que seas muy español, porque para ver a uno que parece inglés ya tienen a muchos que, además, lo son de verdad.
El divo tendrá ocasión de comprobarlo (de nuevo) en los próximos meses. Acaba de lanzar un disco con una orquesta sinfónica y en diciembre arranca una gira mundial con «ciento y la madre»: el espectáculo más ambicioso de su vida. «Es como un chaval», se admira Álex. «Yo aprendo todos los días. Pobrecito de aquel que crea que sabe algo".
¿Cómo se es Raphael durante 50 años sin cansar al público? «Siendo tú mismo», responde el cantante. « Cuando me decían que cantara mambos porque estaba de moda me negué. Y estoy muy orgulloso de haber cantado sólo en español. Me gusta ser representante de un idioma. Otra cosa es que en todos los países al final les cante un poquito en su lengua cuando termina el concierto...».
Raphael es una estrella global haciendo bandera y, cuando graba fuera y mira a las primeras filas, se cabrea pensando en los especiales televisivos españoles. «Es que aquí ponen de público a la gente fea aposta», se lamenta. «De repente estoy en San Francisco, pongo la televisión española y me indigno porque yo veo que la gente aquí no es asíííííííí».
Dice Raphael que ser auténtico es el pilar de su éxito. «Yo sigo estando aquí porque me dejaaaaan».
-¡La gente no se cansa de él nunca porque es único! -tercia una vez más su «fan total» vasco- Los que nos dedicamos al cine tenemos la suerte de trabajar en lo que nos gusta. Es un deber y un privilegio. Cuando te va bien con más motivo, pero también cuando te crujen. Siempre estás en deuda. Aquí nadie es tan importante. Y en el mundo del espectáculo menos.
Y por si queda alguna duda, el cineasta corrobora que Raphael no tiene nada que ver con su personaje. «¡Es todo lo contrario!», explica. «Alphonso es uno de esos divos que llegan a ese punto en el que quien no está contigo está contra ti. La vida para ellos es una guerra. Todo es un luchar contra un enemigo hipotético que va por ti. Nada que ver con Raphael».
El cantante agradece sus palabras haciendo morritos.
TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes -27- Noviembre - Dunkerque a la española ,.
EL
BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - ,. viernes
-27- Noviembre - Dunkerque a la española ,.
EL
BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - ,. viernes
-27- Noviembre - Dunkerque a la española ,.
Dunkerque a la española,.
foto / Les hablaba la semana pasada de victorias y derrotas, y de cómo algunas naciones, pueblos o como queramos llamarlos, saben hacer de sus fracasos materia épica que honra a quienes pelearon con bravura, y compensa la incierta balanza de la Historia. En eso los ingleses son viejos maestros, pues se las arreglan como artistas para que no sólo victorias como Crècy, Waterloo o Trafalgar, sino derrotas enormes –Tenerife, Isandlwana, Gandamak, Singapur, Dunkerque y tantas otras– pasen al imaginario histórico nacional y extranjero estofadas con laureles de gloria. Incluso se las venden al enemigo empaquetadas con lazo rosa, bajo el truco de reconocerle a éste un valor que justifica el propio desastre. Justo al contrario de lo que ocurre en España, donde hasta a los mejores momentos les buscamos las sombras, y donde todo lo convertimos en arma arrojadiza.
Volví a pensar en eso hace unos días, buscando material para algo que llevo entre manos. Por casualidad me topé con un librito que tengo en la biblioteca sobre la Association of Dunkirk Little Ships, que desde 1966 reúne a medio centenar de pequeños barcos pertenecientes a particulares que intervinieron en la evacuación de las tropas británicas y francesas de Dunkerque durante la Segunda Guerra Mundial. Atrapados allí por el avance alemán, los soldados vencidos debían ser rescatados en las playas; pero como éstas eran de poca profundidad, la Royal Navy pidió ayuda a cuantas embarcaciones de pequeño calado había en los puertos del Canal de la Mancha para hacer de lanzaderas entre la orilla y los barcos grandes. Algunos de esos barquitos fueron requisados, mientras que otros, gobernados por sus propietarios, pescadores o miembros de clubs marítimos –el más pequeño, el Tamzine, tenía sólo cinco metros de eslora–, cruzaron el canal a modo de intrépida flotilla; y entre el 26 de mayo y el 4 de junio de 1940, en pleno infierno y bajo los bombardeos alemanes, ayudaron a salvar a 338.226 compatriotas y aliados.
Hay fotos impresionantes de aquello, y también películas que lo cuentan; aunque la última, Dunkirk, de Christopher Nolan, no sea la mejor. En todas estremecen, sin embargo, las imágenes de la frágil flotilla que, en patriótica respuesta al llamado de su gobierno –una orden de Churchill no era cualquier cosa–, salió de los puertos ingleses para dirigirse a las playas entre barcos hundidos, explosiones y columnas de humo de incendios. Algunos de esos pobres barquitos se perdieron bajo el fuego alemán; y otros, como el Marsayru, de catorce metros, tripulado por Dickie Olivier –hermano del actor Lawrence Olivier– y su amigo Cyril Coggins, tras navegar desde su club náutico, pudieron rescatar a 400 hombres. Tanto el Marsayru como el Tamzine y los demás lucen hoy, con sobrio orgullo, una pequeña placa atornillada donde puede leerse Dunkirk 1940. Y se reúnen todos los años por las mismas fechas, los que siguen a flote, para repetir la travesía de ida y vuelta a las playas de Dunkerque mientras los sobrevuelan viejos Spitfires y Hurricanes que los clubs aéreos británicos aún mantienen en vuelo.
Alguna vez he comentado mi curiosidad por cómo se habría desarrollado este episodio en España. Y vuelvo a pensar en ello ahora, tras oír otra vez cantar La Marsellesa en Francia después de un crimen islamista. Imaginen por ejemplo, puestos a guerrear, un zafarrancho serio con Marruecos mientras la gente y las tropas se amontonan en los puertos de Ceuta y Melilla, con la Armada española haciendo lo que puede y la dejan, que ya sabemos lo que es; y el gobierno español, sea el que sea, pidiendo a los particulares que crucen el Estrecho y el mar de Alborán para acudir al rescate. Imaginen si pueden –y sé que pueden– esa sesión parlamentaria memorable, esos ministros patriotas, esos políticos de fluido verbo, esos telediarios, esos tertulianos de radio y televisión, esos expertos en Covid reciclados a expertos en evacuaciones y navegación. Y sobre todo, puestos a vibrar de entusiasmo, imaginen a los pescadores, a los dueños de golondrinas y catamaranes turísticos, a los propietarios de yates y barquitos de recreo, dejándolo todo para acudir corriendo a los puertos y clubs, calzándose los náuticos, dándose de hostias por salir los primeros a la mar. Imagínennos a todos navegando en conmovedora flotilla, cada cual con su banderita en la popa y allá a su frente Estambul, cantando a grito pelado Resistiré, Que viva España y Soldados del amor mientras nos dirigimos intrépidos, solidarios, españoles, hacia los incendios lejanos del horizonte. Con dos cojones.
Y, bueno. Qué quieren que les diga. Si yo fuera ceutí o melillense, y pudiera, me iría comprando un barco.
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