El secreto del éxito de Isabel Preysler
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Los enamora y los abandona, pero sus ex hablan de ella maravillas, y en los divorcios no se han tirado los trastos a la cabeza. «Al natural gana mucho más»
Su indudable belleza asiática, su perfecta sonrisa y su elegancia juegan considerablemente a su favor. Su aspecto poco tiene que ver con una señora de 64 años. Su genética privilegiada le ayuda, pero también unos retoquitos estéticos que no solo se limitan al Photoshop. Se cuida hasta límites insospechados porque vive de su imagen (convertida en una marca de éxito), por eso pasa a menudo por el Instituto de Medicina Estética de Maribel Yébenes en la Castellana, donde dicen que paga 1.500 euros por unas jeringuillas que revitalizan su rostro. Sin olvidar sus escapadas al Sha Wellness Clinic de Altea. Quizás este año lo cambie por la Clínica Buchinger de Marbella, donde el Premio Nobel peruano suele recalar cada verano para «limpiar su cuerpo» y soltar esos kilitos de más. Pero el imán de la reina de la baldosa va más allá de su impecable percha. Ya lo esbozaba Miguel Boyer una vez convertidos en marido y mujer: «Es una persona extraordinaria. Yo creo que es una persona con una alegría de vivir, una inteligencia intuitiva y muy casera, paradójicamente frente a la versión convencional. Es una persona tranquila, le gusta la casa y que le hace a uno la vida muy feliz. Es decir, tiene un encanto enorme y, en fin, a mí, desde luego, me hace la vida muy feliz».
El adjetivo «feliz» quizás sea el ‘quid’ de la cuestión sobre la fuerte atracción que ejerce Isabel Preysler sobre este tipo de hombres que lo tienen casi todo. También de que sus ex hablen maravillas de ella y en los divorcios no se hayan tirado los trastos a la cabeza. «Creo que parte fundamental de su secreto reside en que, cuando están con ella, hace que los hombres se sientan como auténticos reyes», apunta Villacastín, quien conoce a Isabel Preysler desde hace tres décadas. La lista de piropos continúa casi hasta el infinito: «Cuando la conoces te llama la atención su educación exquisita, lo atenta que es, lo pendiente que está de los detalles, su naturalidad... ¡Lo que gana al natural en su casa en coleta, vaqueros y camiseta sin maquillar!», enfatiza la periodista. Sin olvidar un sentido del humor que le hace imitar a la perfección con ese leve acento anglosajón a distintos famosos, o confesar entre risas que es capaz de comerse tres platos seguidos de lentejas y darse con sus amigas los viernes noche atracones de hamburguesas y patatas fritas.
¿Y no tiene nada malo? ¿Algún defecto que sacarle?
Tendrá sus defectos, pero yo no se los conozco (risas).«Rencorosa» sí es uno de los pocos borrones negros que ha confesado en sus entrevistas esta mujer de armas tomar, voluntad de hierro y una disciplina a prueba de obstáculos. «Perfeccionista y maniática», añaden otros sin saber encasillar muy bien si ello se trata de un defecto o una virtud.
«Algo tendrá el agua cuando la bendicen», resume Jaime Peñafiel. Aparte de su belleza oriental, el veterano periodista incide en el misterio que desprende y que la hace a ojos externos, y masculinos, tan enigmática. «¡A lo mejor el misterio es que no tengo nada que decir!», detallaba hace un tiempo la propia Isabel. Pero la reina del couché sigue levantando expectación y curiosidad tras 40 años acaparando portadas. Y si habla de amores el interés se multiplica. «Nunca lo he entendido. No entiendo lo de ‘reina de corazones’. Pienso que hay mujeres en este país con más motivos que yo para serlo», ha confesado en alguna ocasión a quien en Filipinas llamaban «goldfinger» (dedo de oro) por sus habilidades de Rey Midas.
Un hombre al que admirar
Hace apenas cuatro meses Isabel Preysler solo le pedía al futuro
salud. «Es muy pronto para que me hablen de rehacer mi vida. Yo ahora
mismo ni me lo planteo», comentaba mientras volvía poco a poco a la
actividad tras el fallecimiento de su marido, Miguel Boyer, el pasado 29
de septiembre con 75 años. El destino caprichoso ha hecho que otro
hombre, casi de la misma quinta del exministro, le haga cambiar de
opinión. Se conocían desde 1986 gracias a una entrevista en ‘Hola’, e
incluso ya entonces se rumoreó con un flechazo. No hubo nada. Eso sí,
poco después los libros del escritor se colaban en la extensa biblioteca
del casoplón de Puerta del Hierro entre las obras de economía y
egiptología que coleccionaba Boyer.«Ella necesita un hombre al que admirar», resalta Villacastín. Y no por la cuenta bancaria, porque ella va muy bien surtida de ingresos. Solo como embajadora de Porcelanosa sale a 300.000 euros anuales, que se suman a otros posados y exclusivas que ella misma gestiona porque no cuenta con representante. «No es nada ambiciosa», puntualiza la periodista.
«Su éxito tan prolongado se basa en que es muy disciplinada y aplicada y solo dice lo que quiere. Mide muy bien cada paso que da», detallaba Juan Luis López Galiacho cuando presentó ‘Isabel & Miguel; 50 años de historia de España’. Tantos años como foco de atención social le han hecho una experta en controlar los tempos. Sin olvidar que la exclusiva la ha dado su revista de cabecera, el ‘Hola’, el «álbum de la familia», según su hija Tamara. Así que si ha salido a la luz su amistad especial con el Premio Nobel –ya apodado en los corrillos como ‘latín nobel’– busca alguna finalidad. Porque Isabel también es un Premio Nobel en lo suyo.
TÍTULO: PROTAGONISTA - Richard Gere, enamorado de una gallega de 32 años,.
Richard Gere, enamorado de una gallega de 32 años
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Se llama Alejandra Silva, «es cosmopolita y trotamundos» y mantiene una relación con el actor desde hace más de un año
Pero, ¿quién es esta joven desconocida por la que bebe los vientos el protagonista de 'Pretty woman'? Alejandra Silva Friedland, muy bien relacionada con la 'beautiful people' española y sobre todo con la norteamericana, no es un personaje conocido para los focos de la prensa nacional, pero entre sus amistades a este lado del charco se encuentran los aristócratas Luis Medina, Alejandra de Rojas y María Fitz-James Stuart. Vive a caballo entre Nueva York y Madrid, «a donde ha viajado Richard varias veces para verla», desvelan las mismas fuentes. Los dos intentan ahora soltar lastre de sus anteriores parejas. Él, que ya estuvo casado en los 90 con la supermodelo Cindy Crawford, todavía está inmerso en el divorcio de su exmujer Carey Lowell, que le reclama la mitad de una fortuna valorada en 250 millones de euros. Ella, por su parte, está separada desde hace año y medio del rico heredero americano Govind Friedland, hijo del magnate de la industria minera Robert Friedland. No parece que, de momento, nada les pueda separar. Ni siquiera las creencias religiosas del actor. Más bien al contrario. «Alejandra está tan enamorada que se ha puesto a estudiar y a practicar el budismo».
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