- foto-Carmen Jordá "Empecé en los autos de choque"
En 65 años, apenas ocho mujeres se han
colado como pilotos en el elitista mundo de la Fórmula 1. La última,
esta alicantina que tan pronto ejerce de modelo para Kérastase en este
caso como pone un bólido a 300 por hora.
Un chico de 13 años queda tercero en una carrera de karting
y se echa a llorar. A su lado, una niña llamada Carmen Jordá lo observa
desde el segundo cajón del podio. «¿Qué te pasa?», le pregunta. El
chico, inconsolable, la ignora. Finalizada la ceremonia, se confesará a
su mecánico: «¡Me ha ganado una niña!». Jordá, alicantina de 27 años, es
hoy piloto del equipo Lotus de Fórmula 1 y la octava mujer en la
historia -la segunda española tras María de Villota- que se cuela en las
herméticas estructuras de la categoría reina del automovilismo.
Todavía, eso sí, no se ha lanzado a 350 por hora con un monoplaza. Lo
hará, cree, en breve. Para ello, no solo ha tenido que conducir y
entrenar sin descanso desde hace 17 años. También ha estudiado Marketing
y ejercido como modelo. Así es como se maneja esta mujer en este mundo
de hombres.
XLSemanal. Su padre, José Miguel Jordá, fue piloto. No me lo diga, con cinco años ya tenía usted un volante...
Carmen Jordá. No exactamente. En mi caso, me puso en un auto de choque.
XL. Bueno, puede servir. ¿Cómo fue?
C.J. Yo tenía cinco años. Un día que fuimos a la feria, mi padre me subió a los autos de choque y yo, todo el rato: «¡Quiero conducir! ¡Quiero conducir!». Hasta que cedió [se ríe]. Entonces hubo un momento en que, al final de la pista, a punto de chocar contra el borde, contravolanteé. Y mi padre: «¿Qué has hecho? ¿Qué ha sido eso?».
XL. Una casualidad, por supuesto...C.J. Eso pensó él [se ríe], pero, para salir de dudas, me dijo: «¿Vamos a hacerlo otra vez, Carmen?». Lo hice y volví a contravolantear [se ríe]. Nunca lo ha olvidado. Cuando lo cuenta, suele añadir: «Lleva el motor en los genes».
XL. ¿Y cómo fue su transición de los autos de choque al karting?
C.J. Transición... [se ríe]. A ver, un día -yo, con 8 años, y mi hermana, con 11-, mi padre encontró su viejo kart y lo reparó para nosotras. Mi hermana montó primero y no le motivó. Ahora, cuando me subí yo y aceleré, fue... La verdad es que yo quería ser niño. Me tiraban más las cosas de chicos.
XL. ¿Nada de muñecas y cocinitas?
C.J. Nada. Mi hermana y sus amigas jugaban a las Barbies y yo, al Scalextric. En el colegio, todas iban con muñecas y yo quería un balón. Y cuando me subí al kart, fue la revelación. Empecé a entrenar y dejé de ver a mis amigas. Ellas se iban al cine y yo, al circuito.
XL. Si ellas iban al cine, ¿con quién compartía su pasión por el motor?
C.J. Pues la mayoría de mis amigos hoy son chicos. Tengo mi grupo de amigas de la universidad, de los dos años que hice Marketing, pero el resto son amigos de carreras, entrenamientos...
XL. ¿Ha acabado conociendo bien a los hombres entonces?
C.J. Bueno, en ciertos aspectos al menos [se ríe]. Toda mi vida he estado rodeada de hombres y te haces un poco a ellos; son más competitivos, y más en el motor, que es un deporte muy agresivo. Tienes que adaptarte y, bueno, sí, acabas conociéndolos bien.
XL. Desde el karting, ¿en qué categorías ha corrido hasta llegar a piloto de desarrollo de Lotus?
C.J. Con 16 años corrí en la Fórmula Júnior BMW 1600; luego, tres años en Fórmula 3, donde obtuve mis mejores resultados; y de ahí me fui un año a EE.UU. Me fichó un equipo de Fórmula Indy. Me ofrecieron un contrato muy bueno, pero la cosa no acabó de cuajar.
XL. No se adaptó...
C.J. Es que allí manda el espectáculo. Quieren accidentes, coches volando...
XL. Le pareció demasiado peligroso...
C.J. ¡Es que lo es! La muerte de Dan Wheldon, un campeón de Indy, fue reveladora. Ocurrió en Las Vegas, en un óvalo, con muro por toda la cuerda del circuito. Los monoplazas de ruedas descubiertas, open wheel, no deberían correr en circuitos así. En cuanto una rueda toca algo sales disparada.
XL. ¿Es lo que le ocurrió a Wheldon?
C.J. Eso es. Los organizadores, para hacer la carrera más espectacular, hicieron salir en último lugar a los ocho más rápidos. Y claro, en un adelantamiento, Wheldon tocó a otro coche, choco contra el muro, salió volando y cayó boca abajo sobre el asfalto. Muerte instantánea. Eso me hizo reflexionar. La seguridad de los pilotos no le importaba a nadie.
XL. A la F-1 le ocurre todo lo contrario. No se puede adelantar, siempre ganan los mismos, no hay emoción...
C.J. Lo entiendo. La carrera se gana en las fábricas, en el desarrollo... No sé, es una categoría diferente.
XL. Sí, la más aburrida de todas...
C.J. Mira, si quieres adelantamientos, puedes ver Moto GP o GP2. En F-1 hay otras emociones: la estrategia, la tecnología; no solo se gana en la pista.
XL. La exigencia física es tremenda. ¿Hay desventaja siendo mujer?
C.J. Por supuesto. Las chicas tenemos que entrenar muchísimo más para competir contra hombres.
XL. Bernie Ecclestone ya habla de crear un mundial femenino. ¿Sueña con ser campeona del mundo?
C.J. ¡Ojalá! Hay categoría femenina en tenis, fútbol, baloncesto, golf..., ¿por qué no en automovilismo?
XL. ¿Qué le dijeron en Lotus cuando la contrataron?
C.J. «Eres alguien diferente, tienes potencial y podemos desarrollarte». Llegamos a un buen acuerdo.
XL. ¿Tener una mujer para ellos es, en parte, una maniobra de marketing?
C.J. Bueno, puede ser. Mi presencia, desde luego, les aporta algo diferente.
XL. ¿En qué consiste su trabajo?
C.J. Soy piloto de desarrollo. Trabajo, sobre todo, en la fábrica, en el simulador, donde desarrollamos nuevas piezas. Puedo pasar nueve horas dando vueltas, probando cosas para el próximo gran premio. Esa experiencia en el simulador me servirá para el día que pruebe el F-1 por primera vez.
XL. Estará ansiosa. ¿Cuándo será eso?
C.J. En el parón veraniego, espero, que son tres semanas. Estoy muy ansiosa.
XL. ¿Recuerda la primera vez que puso un coche a 300 km/h?
C.J. Fue en Monza, donde llegué a 318 con un GP3. Pero no miras la velocidad. Lo ves después al analizar los datos. Tú vas a tope, eso sí.
Crop top de cuero y FALDA, de Teté by Odette; ZAPATOS, de Aquazzura; y JOYAS, de Swarovski.
Cómo lograr el peinado
Trenza lateral Pulveriza el spray para conseguir densidad. Retira de la parte frontal algunos mechones. El resto de la melena se lleva a un lado y se comienza a trenzar en espiga. Trabaja los mechones delanteros con la plancha y abre la trenza con los dedos.
Vestido, de Balmain para Ekseption; y JOYAS, de Swarovski.
Cómo lograr el peinado
Melena pulida Aplica sobre el cabello húmedo el sérum que protege las puntas. Da forma con el secador y trabaja con la plancha. Para un extra de brillo, aplica una avellana de aceite sublimador en las puntas. Para una mayor duración, aplica un poco de spray.
Vestido, de Stella McCartney para Just One; ZAPATOS, de Manolo Blahnik; y JOYAS, de Swarovski.
Cómo lograr el peinado
Ondas Old Holly-woodDivide la melena en tres partes. Con la tenacilla mediana ve rizando los mechones, siempre en la misma dirección. Aplica el bálsamo para ayudar a pulir la melena, cepilla todo el cabello y termina con laca.
Short negro, de Balenciaga; TOP, de Roland Mouret para Ekseption; y JOYAS, de Swarovski.
Cómo lograr el peinado
Cepilla de abajo hacia arriba para conseguir una coleta elevada, homogénea y pulida. Sujeta la coleta con una goma de gancho. Si se quiere un efecto más pegado a los lados, aplica perfume en aceite.
Maquillaje y peluquería: Javier Montenegro.
Desayuno,.
Como una reina
«Lo hago abundante, sobre todo en fruta. Tomo un zumo de naranja y un buen plato de mango, papaya, melón, fresas... Un café con leche y una tostada con aceite y miel».
Cena -- Un huevo frito con patatas , unas salchichas, lechuga y tomate, pan, beber agua, postre un platano,.
TÍTULO: TRAZOS,.Charles Sawyers, el creador de los medicamentos diana,.
Charles Sawyers, el creador de los medicamentos diana
XLSemanal. Su padre, José Miguel Jordá, fue piloto. No me lo diga, con cinco años ya tenía usted un volante...
Carmen Jordá. No exactamente. En mi caso, me puso en un auto de choque.
XL. Bueno, puede servir. ¿Cómo fue?
C.J. Yo tenía cinco años. Un día que fuimos a la feria, mi padre me subió a los autos de choque y yo, todo el rato: «¡Quiero conducir! ¡Quiero conducir!». Hasta que cedió [se ríe]. Entonces hubo un momento en que, al final de la pista, a punto de chocar contra el borde, contravolanteé. Y mi padre: «¿Qué has hecho? ¿Qué ha sido eso?».
XL. Una casualidad, por supuesto...C.J. Eso pensó él [se ríe], pero, para salir de dudas, me dijo: «¿Vamos a hacerlo otra vez, Carmen?». Lo hice y volví a contravolantear [se ríe]. Nunca lo ha olvidado. Cuando lo cuenta, suele añadir: «Lleva el motor en los genes».
XL. ¿Y cómo fue su transición de los autos de choque al karting?
C.J. Transición... [se ríe]. A ver, un día -yo, con 8 años, y mi hermana, con 11-, mi padre encontró su viejo kart y lo reparó para nosotras. Mi hermana montó primero y no le motivó. Ahora, cuando me subí yo y aceleré, fue... La verdad es que yo quería ser niño. Me tiraban más las cosas de chicos.
XL. ¿Nada de muñecas y cocinitas?
C.J. Nada. Mi hermana y sus amigas jugaban a las Barbies y yo, al Scalextric. En el colegio, todas iban con muñecas y yo quería un balón. Y cuando me subí al kart, fue la revelación. Empecé a entrenar y dejé de ver a mis amigas. Ellas se iban al cine y yo, al circuito.
XL. Si ellas iban al cine, ¿con quién compartía su pasión por el motor?
C.J. Pues la mayoría de mis amigos hoy son chicos. Tengo mi grupo de amigas de la universidad, de los dos años que hice Marketing, pero el resto son amigos de carreras, entrenamientos...
XL. ¿Ha acabado conociendo bien a los hombres entonces?
C.J. Bueno, en ciertos aspectos al menos [se ríe]. Toda mi vida he estado rodeada de hombres y te haces un poco a ellos; son más competitivos, y más en el motor, que es un deporte muy agresivo. Tienes que adaptarte y, bueno, sí, acabas conociéndolos bien.
XL. Desde el karting, ¿en qué categorías ha corrido hasta llegar a piloto de desarrollo de Lotus?
C.J. Con 16 años corrí en la Fórmula Júnior BMW 1600; luego, tres años en Fórmula 3, donde obtuve mis mejores resultados; y de ahí me fui un año a EE.UU. Me fichó un equipo de Fórmula Indy. Me ofrecieron un contrato muy bueno, pero la cosa no acabó de cuajar.
XL. No se adaptó...
C.J. Es que allí manda el espectáculo. Quieren accidentes, coches volando...
XL. Le pareció demasiado peligroso...
C.J. ¡Es que lo es! La muerte de Dan Wheldon, un campeón de Indy, fue reveladora. Ocurrió en Las Vegas, en un óvalo, con muro por toda la cuerda del circuito. Los monoplazas de ruedas descubiertas, open wheel, no deberían correr en circuitos así. En cuanto una rueda toca algo sales disparada.
XL. ¿Es lo que le ocurrió a Wheldon?
C.J. Eso es. Los organizadores, para hacer la carrera más espectacular, hicieron salir en último lugar a los ocho más rápidos. Y claro, en un adelantamiento, Wheldon tocó a otro coche, choco contra el muro, salió volando y cayó boca abajo sobre el asfalto. Muerte instantánea. Eso me hizo reflexionar. La seguridad de los pilotos no le importaba a nadie.
XL. A la F-1 le ocurre todo lo contrario. No se puede adelantar, siempre ganan los mismos, no hay emoción...
C.J. Lo entiendo. La carrera se gana en las fábricas, en el desarrollo... No sé, es una categoría diferente.
XL. Sí, la más aburrida de todas...
C.J. Mira, si quieres adelantamientos, puedes ver Moto GP o GP2. En F-1 hay otras emociones: la estrategia, la tecnología; no solo se gana en la pista.
XL. La exigencia física es tremenda. ¿Hay desventaja siendo mujer?
C.J. Por supuesto. Las chicas tenemos que entrenar muchísimo más para competir contra hombres.
XL. Bernie Ecclestone ya habla de crear un mundial femenino. ¿Sueña con ser campeona del mundo?
C.J. ¡Ojalá! Hay categoría femenina en tenis, fútbol, baloncesto, golf..., ¿por qué no en automovilismo?
XL. ¿Qué le dijeron en Lotus cuando la contrataron?
C.J. «Eres alguien diferente, tienes potencial y podemos desarrollarte». Llegamos a un buen acuerdo.
XL. ¿Tener una mujer para ellos es, en parte, una maniobra de marketing?
C.J. Bueno, puede ser. Mi presencia, desde luego, les aporta algo diferente.
XL. ¿En qué consiste su trabajo?
C.J. Soy piloto de desarrollo. Trabajo, sobre todo, en la fábrica, en el simulador, donde desarrollamos nuevas piezas. Puedo pasar nueve horas dando vueltas, probando cosas para el próximo gran premio. Esa experiencia en el simulador me servirá para el día que pruebe el F-1 por primera vez.
XL. Estará ansiosa. ¿Cuándo será eso?
C.J. En el parón veraniego, espero, que son tres semanas. Estoy muy ansiosa.
XL. ¿Recuerda la primera vez que puso un coche a 300 km/h?
C.J. Fue en Monza, donde llegué a 318 con un GP3. Pero no miras la velocidad. Lo ves después al analizar los datos. Tú vas a tope, eso sí.
Crop top de cuero y FALDA, de Teté by Odette; ZAPATOS, de Aquazzura; y JOYAS, de Swarovski.
Cómo lograr el peinado
Trenza lateral Pulveriza el spray para conseguir densidad. Retira de la parte frontal algunos mechones. El resto de la melena se lleva a un lado y se comienza a trenzar en espiga. Trabaja los mechones delanteros con la plancha y abre la trenza con los dedos.
Vestido, de Balmain para Ekseption; y JOYAS, de Swarovski.
Cómo lograr el peinado
Melena pulida Aplica sobre el cabello húmedo el sérum que protege las puntas. Da forma con el secador y trabaja con la plancha. Para un extra de brillo, aplica una avellana de aceite sublimador en las puntas. Para una mayor duración, aplica un poco de spray.
Vestido, de Stella McCartney para Just One; ZAPATOS, de Manolo Blahnik; y JOYAS, de Swarovski.
Cómo lograr el peinado
Ondas Old Holly-woodDivide la melena en tres partes. Con la tenacilla mediana ve rizando los mechones, siempre en la misma dirección. Aplica el bálsamo para ayudar a pulir la melena, cepilla todo el cabello y termina con laca.
Short negro, de Balenciaga; TOP, de Roland Mouret para Ekseption; y JOYAS, de Swarovski.
Cómo lograr el peinado
Cepilla de abajo hacia arriba para conseguir una coleta elevada, homogénea y pulida. Sujeta la coleta con una goma de gancho. Si se quiere un efecto más pegado a los lados, aplica perfume en aceite.
Maquillaje y peluquería: Javier Montenegro.
Desayuno,.
Como una reina
«Lo hago abundante, sobre todo en fruta. Tomo un zumo de naranja y un buen plato de mango, papaya, melón, fresas... Un café con leche y una tostada con aceite y miel».
Cena -- Un huevo frito con patatas , unas salchichas, lechuga y tomate, pan, beber agua, postre un platano,.
TÍTULO: TRAZOS,.Charles Sawyers, el creador de los medicamentos diana,.
Este científico tiene una nueva arma contra el cáncer (y no es quimioterapia) fotos
Este doctor de Nueva York es uno de los
creadores de los llamados 'fármacos diana': la medicina personalizada
contra los tumores, que puede acabar con la quimioterapia y sus duros
efectos secundarios. Hablamos con unade las grandes eminencias en la
lucha contra el cáncer, que acaba de recibir el premio Fronteras del
Conocimiento de Biomedicina de la Fundación BBVA.
Tenía que haber otra forma de luchar contra esa maldita enfermedad. Su paciente era joven, tenía su misma edad.
Era bombero y, a pesar de haberle sometido a un trasplante de médula ósea, la leucemia mieloide había ganado la partida. El médico residente Charles Sawyers decidió entonces su futuro: dedicarse a la investigación contra el cáncer. Era finales de los ochenta. Trece años después, su trabajo daba sus frutos con la aprobación del imatinib o Gleevec (su nombre comercial), un fármaco diana que ha logrado que la leucemia mieloide crónica una enfermedad letal no solo sea tratable, sino curable en muchos casos.
Sawyers dirige ahora el departamento de oncología del Memorial Sloan Kettering Cancer Center (Nueva York) y ha sido reconocido con el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento de Biomedicina. El jurado ha valorado su contribución al «nacimiento de la medicina personalizada contra el cáncer». Se trata de una nueva generación de fármacos los 'fármacos diana' que, a diferencia de la quimioterapia, solo ataca las células tumorales. Por eso tienen menos efectos secundarios. Y por eso son tan prometedores. Hablamos de todo ello con Sawyers en su laboratorio neoyorquino.
XLSemanal. ¿Cómo recuerda el momento en el que supo que su fármaco funcionaba?
Charles Sawyers. Los científicos somos gente reservada y no nos emocionamos con facilidad, pero nunca olvidaré cuando recibí los resultados por fax. En los ensayos clínicos de drogas experimentales, siempre se empieza con una dosis baja; así que en los primeros diez pacientes no vimos nada. Pero, cuando después de tres meses de tratamiento vimos que la mutación había desaparecido de la médula ósea de una enferma, lo supimos. ¡Estaba en remisión completa! La llamé para contárselo. Doce años después sigue viva.
XL. ¿Qué ventajas tienen los fármacos diana frente a la quimioterapia?
C.S. La quimioterapia mata las células que se dividen con rapidez. ¡Y funciona bien! El problema es que hay células normales, como las de la médula ósea, que también se dividen rápidamente. Y, por eso, la quimioterapia tiene tantos efectos secundarios. Los fármacos diana solo dañan las células tumorales. Claro que para eso se necesita saber qué hace a las células cancerígenas diferentes. Y es ahí donde entran las mutaciones. Una vez que identificas las mutaciones, puedes distinguirlas y desarrollar un fármaco.
XL. Sin embargo, algunos pacientes se vuelven resistentes a este tipo de tratamientos. ¿Cuál es la solución?
C.S. Cuando utilizas una sola droga para detener una enfermedad en la que las células se dividen tan rápidamente, la resistencia se desarrolla. Por eso, ahora combinamos varios fármacos diana. Ahí está el futuro.
XL. La inmunoterapia también es un tratamiento muy prometedor. ¿Qué ventajas tiene?
C.S. Por razones que aún no entendemos, cuando el cáncer aparece, el sistema inmune se va a dormir en vez de ponerse a eliminar al invasor. Lo que hace la inmunoterapia es reactivar el sistema inmune para que ataque al cáncer. Con esta terapia, la resistencia no es un problema, pero el inconveniente es que no funciona con todo el mundo.
XL. Entonces, ¿qué terapia cree que se impondrá?
C.S. Algunos tipos de cáncer se tratarán con fármacos diana y otros, con inmunoterapia. Una idea atractiva es utilizar los fármacos diana para destruir gran parte del tumor y, después, usar la inmunoterapia. Al destruir células cancerígenas, se libera una especie de fragancia de tumor que el sistema inmunitario sí es capaz de detectar. Es pronto para saber si funcionará, pero en animales lo hace.
XL. ¿La quimioterapia será un tratamiento del pasado?
C.S. Quizá... Mira, por ejemplo, la leucemia: antes se trataba con quimioterapia, pero en algunos casos ya no la necesitamos.
XL. La forma de diagnosticar un cáncer está cambiando. ¿Se generalizarán los análisis genéticos?
C.S. En muchos sitios lleva años haciéndose. Ahora, secuenciar un cáncer es mucho más barato que hace cinco años y la comunidad médica está más preparada para interpretar los datos. Pronto será una forma estándar del diagnóstico de cualquier paciente.
XL. ¿En qué punto de la investigación contra el cáncer diría que estamos?
C.S. Si la comparamos con la investigación contra el sida, que lleva 25 años desde la primera droga hasta hoy con la triple terapia de fármacos que controlan la enfermedad, supongo que estamos a mitad de camino. Si tenemos suerte, no nos llevará otros 15 años encontrar las respuestas. Aunque el cáncer es mucho más complicado que el sida...
XL. ¿Cuál es el objetivo? ¿Cronificar la enfermedad o curarla?
C.S. Convertir el cáncer en una enfermedad crónica es una idea atractiva, pero yo no la comparto. Aunque me acusan de ser demasiado optimista, curar debe seguir siendo el objetivo. Antes, enfermedades como el cáncer testicular metastásico o algunas leucemias infantiles eran sentencias de muerte. Ahora son curables.
XL. Usted ha colaborado muy estrechamente con la industria farmacéutica. ¿Cómo valora su papel en la lucha contra el cáncer?
C.S. Cuando empezamos a desarrollar el imatinib, ni siquiera existía la expresión 'fármaco diana'. Hoy ya hay más de 40 tipos de fármacos diana aprobados. Las farmacéuticas lo han hecho posible. Sin ellas jamás hubiéramos ayudado a tantos pacientes ni tendríamos los tratamientos contra el cáncer que tenemos ahora.
XL. Pero siguen siendo 'el malo de la película' por su política de precios...
C.S. Supongo que los precios deberían moderarse, pero no hasta el punto de que las farmacéuticas no tengan incentivos. Hay que mantener cierto equilibrio.
XL. También se ha avanzado mucho en la concienciación social. ¿Cómo valora gestos como el de Angelina Jolie, que explicó públicamente su caso?
C.S. Ella no ha desarrollado la enfermedad, solo tiene un riesgo muy alto de padecer cáncer de ovarios y de mama. Y tomó las medidas necesarias [la actriz se sometió a una doble mastectomía preventiva, así como a la extirpación de sus ovarios] para reducir ese riesgo. Eso ha generado una conciencia sobre la importancia de la investigación científica y ha hecho una gran labor pedagógica: la medicina preventiva puede salvar vidas. Que Angelina contara públicamente su caso ha llevado a muchas mujeres a someterse al test genético para detectar la mutación.
XL. Estudió Medicina y nunca pensó en ser científico. ¿Cómo terminó en un laboratorio?
C.S. Primero, me gradué en Historia. Siempre he sido un poco renacentista [se ríe]. Luego fui a la Facultad de Medicina para convertirme en médico. Allí conocí a muchos médicos que tenían sus propios laboratorios, pero yo pensaba: «Qué listos son, pero ese no soy yo».
XL. ¿Y en qué momento se cruzó el cáncer en su camino?
C.S. Cuando hacía la residencia, tuve que trabajar con enfermos de leucemia. Para la mayoría era el peor trabajo, el más deprimente. Pero a mí me resultó muy emocionante. Era un momento excitante porque se empezaban a hacer trasplantes de médula ósea y muchos pacientes se curaban. Además, los enfermos tenían mi edad, eran muy jóvenes. Creo que ese componente emocional me atrapó. Y pensé: «Esto es lo que quiero hacer».
XL. ¿Cuál es el mayor reto con el que tiene que lidiar cada día en el laboratorio?
C.S. La mayoría de los científicos te dirían que encontrar financiación. Pero yo, por suerte, he recibido muchas becas. Para mí, el mayor desafío es el puramente científico. «Aquí tengo un problema fascinante y no hallo cómo resolverlo». A menudo, la solución viene de la mano de la tecnología. Hasta hace poco era muy difícil cultivar células de cáncer de próstata en el laboratorio, pero el año pasado se resolvió el problema. Ahora somos como niños en una tienda de caramelos.
XL. Como dice, la financiación es la pesadilla de cualquier investigador. ¿Qué cambiaría sobre el sistema de becas?
C.S. Las becas deberían concederse a los investigadores en vez de a los proyectos. Hay mucha gente que tiene un currículo lo suficientemente brillante como para confiar en ellos. Saben lo que están haciendo. Así que dadles el dinero y dejadles hacer.
XL. ¿Qué cualidades debe tener un buen científico?
C.S. Debe tener una curiosidad muy intensa por entender por qué las cosas son cómo son. El buen científico piensa en ello hasta en la ducha. Luego hay que usar esa curiosidad para diseñar un experimento que te dé una respuesta precisa: sea un sí o un no. A partir de ahí puedes seguir buscando. Además, un buen científico necesita desafiar los dogmas. Si una explicación no te convence, busca otra. La ciencia es una forma de arte.
Tres hombres para un fármaco...
Sawyers comparte el premio BBVA con los doctores Tony Hunter catedrático y director del Cancer Center del Salk Institute de La Jolla y Joseph Schlessinger director de Farmacología de la Universidad de Yale. «El cáncer explica Sawyers está causado por mutaciones en nuestros genes. El doctor Hunter descubrió las tirosinas quinasas, una familia de proteínas que intervienen en la proliferación celular. Demostró que algunas mutaciones encendían, como si fuera un interruptor, un tipo de gen que causa la leucemia y otros tipos de cáncer. Sin su trabajo no hubiésemos sabido por dónde empezar. Schlessinger descubrió lo que apaga y enciende esas proteínas. Y alumbró la idea de que ese interruptor podía controlarse con un fármaco». Ese fármaco es el imatinib, su descubrimiento estrella. «Es el primer inhibidor de tirosina quinasa. Bloquea la proteína que es anormal en la célula cancerígena. En una célula normal, esa proteína se enciende y se apaga; en una célula de leucemia está siempre encendida. El fármaco la apaga para que no se encienda más. Eso hace que los pacientes entren en remisión. Y sin efectos secundarios».
Era bombero y, a pesar de haberle sometido a un trasplante de médula ósea, la leucemia mieloide había ganado la partida. El médico residente Charles Sawyers decidió entonces su futuro: dedicarse a la investigación contra el cáncer. Era finales de los ochenta. Trece años después, su trabajo daba sus frutos con la aprobación del imatinib o Gleevec (su nombre comercial), un fármaco diana que ha logrado que la leucemia mieloide crónica una enfermedad letal no solo sea tratable, sino curable en muchos casos.
Sawyers dirige ahora el departamento de oncología del Memorial Sloan Kettering Cancer Center (Nueva York) y ha sido reconocido con el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento de Biomedicina. El jurado ha valorado su contribución al «nacimiento de la medicina personalizada contra el cáncer». Se trata de una nueva generación de fármacos los 'fármacos diana' que, a diferencia de la quimioterapia, solo ataca las células tumorales. Por eso tienen menos efectos secundarios. Y por eso son tan prometedores. Hablamos de todo ello con Sawyers en su laboratorio neoyorquino.
XLSemanal. ¿Cómo recuerda el momento en el que supo que su fármaco funcionaba?
Charles Sawyers. Los científicos somos gente reservada y no nos emocionamos con facilidad, pero nunca olvidaré cuando recibí los resultados por fax. En los ensayos clínicos de drogas experimentales, siempre se empieza con una dosis baja; así que en los primeros diez pacientes no vimos nada. Pero, cuando después de tres meses de tratamiento vimos que la mutación había desaparecido de la médula ósea de una enferma, lo supimos. ¡Estaba en remisión completa! La llamé para contárselo. Doce años después sigue viva.
XL. ¿Qué ventajas tienen los fármacos diana frente a la quimioterapia?
C.S. La quimioterapia mata las células que se dividen con rapidez. ¡Y funciona bien! El problema es que hay células normales, como las de la médula ósea, que también se dividen rápidamente. Y, por eso, la quimioterapia tiene tantos efectos secundarios. Los fármacos diana solo dañan las células tumorales. Claro que para eso se necesita saber qué hace a las células cancerígenas diferentes. Y es ahí donde entran las mutaciones. Una vez que identificas las mutaciones, puedes distinguirlas y desarrollar un fármaco.
XL. Sin embargo, algunos pacientes se vuelven resistentes a este tipo de tratamientos. ¿Cuál es la solución?
C.S. Cuando utilizas una sola droga para detener una enfermedad en la que las células se dividen tan rápidamente, la resistencia se desarrolla. Por eso, ahora combinamos varios fármacos diana. Ahí está el futuro.
XL. La inmunoterapia también es un tratamiento muy prometedor. ¿Qué ventajas tiene?
C.S. Por razones que aún no entendemos, cuando el cáncer aparece, el sistema inmune se va a dormir en vez de ponerse a eliminar al invasor. Lo que hace la inmunoterapia es reactivar el sistema inmune para que ataque al cáncer. Con esta terapia, la resistencia no es un problema, pero el inconveniente es que no funciona con todo el mundo.
XL. Entonces, ¿qué terapia cree que se impondrá?
C.S. Algunos tipos de cáncer se tratarán con fármacos diana y otros, con inmunoterapia. Una idea atractiva es utilizar los fármacos diana para destruir gran parte del tumor y, después, usar la inmunoterapia. Al destruir células cancerígenas, se libera una especie de fragancia de tumor que el sistema inmunitario sí es capaz de detectar. Es pronto para saber si funcionará, pero en animales lo hace.
XL. ¿La quimioterapia será un tratamiento del pasado?
C.S. Quizá... Mira, por ejemplo, la leucemia: antes se trataba con quimioterapia, pero en algunos casos ya no la necesitamos.
XL. La forma de diagnosticar un cáncer está cambiando. ¿Se generalizarán los análisis genéticos?
C.S. En muchos sitios lleva años haciéndose. Ahora, secuenciar un cáncer es mucho más barato que hace cinco años y la comunidad médica está más preparada para interpretar los datos. Pronto será una forma estándar del diagnóstico de cualquier paciente.
XL. ¿En qué punto de la investigación contra el cáncer diría que estamos?
C.S. Si la comparamos con la investigación contra el sida, que lleva 25 años desde la primera droga hasta hoy con la triple terapia de fármacos que controlan la enfermedad, supongo que estamos a mitad de camino. Si tenemos suerte, no nos llevará otros 15 años encontrar las respuestas. Aunque el cáncer es mucho más complicado que el sida...
XL. ¿Cuál es el objetivo? ¿Cronificar la enfermedad o curarla?
C.S. Convertir el cáncer en una enfermedad crónica es una idea atractiva, pero yo no la comparto. Aunque me acusan de ser demasiado optimista, curar debe seguir siendo el objetivo. Antes, enfermedades como el cáncer testicular metastásico o algunas leucemias infantiles eran sentencias de muerte. Ahora son curables.
XL. Usted ha colaborado muy estrechamente con la industria farmacéutica. ¿Cómo valora su papel en la lucha contra el cáncer?
C.S. Cuando empezamos a desarrollar el imatinib, ni siquiera existía la expresión 'fármaco diana'. Hoy ya hay más de 40 tipos de fármacos diana aprobados. Las farmacéuticas lo han hecho posible. Sin ellas jamás hubiéramos ayudado a tantos pacientes ni tendríamos los tratamientos contra el cáncer que tenemos ahora.
XL. Pero siguen siendo 'el malo de la película' por su política de precios...
C.S. Supongo que los precios deberían moderarse, pero no hasta el punto de que las farmacéuticas no tengan incentivos. Hay que mantener cierto equilibrio.
XL. También se ha avanzado mucho en la concienciación social. ¿Cómo valora gestos como el de Angelina Jolie, que explicó públicamente su caso?
C.S. Ella no ha desarrollado la enfermedad, solo tiene un riesgo muy alto de padecer cáncer de ovarios y de mama. Y tomó las medidas necesarias [la actriz se sometió a una doble mastectomía preventiva, así como a la extirpación de sus ovarios] para reducir ese riesgo. Eso ha generado una conciencia sobre la importancia de la investigación científica y ha hecho una gran labor pedagógica: la medicina preventiva puede salvar vidas. Que Angelina contara públicamente su caso ha llevado a muchas mujeres a someterse al test genético para detectar la mutación.
XL. Estudió Medicina y nunca pensó en ser científico. ¿Cómo terminó en un laboratorio?
C.S. Primero, me gradué en Historia. Siempre he sido un poco renacentista [se ríe]. Luego fui a la Facultad de Medicina para convertirme en médico. Allí conocí a muchos médicos que tenían sus propios laboratorios, pero yo pensaba: «Qué listos son, pero ese no soy yo».
XL. ¿Y en qué momento se cruzó el cáncer en su camino?
C.S. Cuando hacía la residencia, tuve que trabajar con enfermos de leucemia. Para la mayoría era el peor trabajo, el más deprimente. Pero a mí me resultó muy emocionante. Era un momento excitante porque se empezaban a hacer trasplantes de médula ósea y muchos pacientes se curaban. Además, los enfermos tenían mi edad, eran muy jóvenes. Creo que ese componente emocional me atrapó. Y pensé: «Esto es lo que quiero hacer».
XL. ¿Cuál es el mayor reto con el que tiene que lidiar cada día en el laboratorio?
C.S. La mayoría de los científicos te dirían que encontrar financiación. Pero yo, por suerte, he recibido muchas becas. Para mí, el mayor desafío es el puramente científico. «Aquí tengo un problema fascinante y no hallo cómo resolverlo». A menudo, la solución viene de la mano de la tecnología. Hasta hace poco era muy difícil cultivar células de cáncer de próstata en el laboratorio, pero el año pasado se resolvió el problema. Ahora somos como niños en una tienda de caramelos.
XL. Como dice, la financiación es la pesadilla de cualquier investigador. ¿Qué cambiaría sobre el sistema de becas?
C.S. Las becas deberían concederse a los investigadores en vez de a los proyectos. Hay mucha gente que tiene un currículo lo suficientemente brillante como para confiar en ellos. Saben lo que están haciendo. Así que dadles el dinero y dejadles hacer.
XL. ¿Qué cualidades debe tener un buen científico?
C.S. Debe tener una curiosidad muy intensa por entender por qué las cosas son cómo son. El buen científico piensa en ello hasta en la ducha. Luego hay que usar esa curiosidad para diseñar un experimento que te dé una respuesta precisa: sea un sí o un no. A partir de ahí puedes seguir buscando. Además, un buen científico necesita desafiar los dogmas. Si una explicación no te convence, busca otra. La ciencia es una forma de arte.
Tres hombres para un fármaco...
Sawyers comparte el premio BBVA con los doctores Tony Hunter catedrático y director del Cancer Center del Salk Institute de La Jolla y Joseph Schlessinger director de Farmacología de la Universidad de Yale. «El cáncer explica Sawyers está causado por mutaciones en nuestros genes. El doctor Hunter descubrió las tirosinas quinasas, una familia de proteínas que intervienen en la proliferación celular. Demostró que algunas mutaciones encendían, como si fuera un interruptor, un tipo de gen que causa la leucemia y otros tipos de cáncer. Sin su trabajo no hubiésemos sabido por dónde empezar. Schlessinger descubrió lo que apaga y enciende esas proteínas. Y alumbró la idea de que ese interruptor podía controlarse con un fármaco». Ese fármaco es el imatinib, su descubrimiento estrella. «Es el primer inhibidor de tirosina quinasa. Bloquea la proteína que es anormal en la célula cancerígena. En una célula normal, esa proteína se enciende y se apaga; en una célula de leucemia está siempre encendida. El fármaco la apaga para que no se encienda más. Eso hace que los pacientes entren en remisión. Y sin efectos secundarios».
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