ENREDATE - DESAYUNO - CENA - SABADO - Cerezas de Berzocana, fotos.
Cerezas de Berzocana,.
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Las picotas más gordas también se venden en Extremadura,.
Las cerezas más ricas que he tomado las comí en Nuñomoral. Aunque tenían truco: las cogí directamente del árbol de Vilasio Rubio, un alfarero de las Hurdes que creyó llamarse Augurio hasta el día que fue a sacarse el DNI y el funcionario le demostró que su verdadero nombre era Vilasio, que lo de Augurio era un invento. Pero sus cerezas eran de verdad y comidas del árbol sabían distinto.
Los padres de Augurio-Vilasio sobrevivieron regentando una de las cuatro tascas de Aceitunilla y cultivando olivos y huertos chicos por los bancales. Vilasio emigró a Suiza, trabajó de albañil, tuvo un accidente, aprendió alfarería en el hospital y regresó a Nuñomoral, donde puso casa, taller alfarero, sala de exposiciones y un par de cerezos en el jardín.
«La mujer me dice que soy un avinagrado, de limón», me contó Augurio-Vilasio la tarde que probé sus cerezas, pero yo estaba tan narcotizado por el dulzor que no era capaz de atender a la hipotética acidez de aquel hombre que, me confesaba, prefería ir en burro a vivir mal para tener coche. Solo me fijaba en las cerezas más gordas y en las figuras que Vilasio había moldeado en su taller: un Bin Laden, una chica fotógrafa que enseñaba su linda ropa interior mientras retrataba, un político corrupto. Augurio-Vilasio hacía y hace una cerámica tan inesperada como sus cerezas.
Que haya alfarería en Hurdes es raro porque en esa comarca no hay talleres de cerámica. Que haya cerezas es de lo más normal. La moda y la fama nos llevan a creer que las únicas cerezas extremeñas son las del Valle del Jerte, pero abundan en las Hurdes, en el Ambroz y también en las Villuercas. Es más, el miércoles pasado compré una caja de dos kilos de cerezas de Berzocana y eran gordas, duras, negras y dulces. Me las vendió Fátima, mi frutera de cabecera: 22 años en el negocio, hija y esposa de fruteros, con tres tiendas y un almacén en Cáceres y, sobre todo, con mucha pedagogía.
Fátima me explica las diferencias entre la rica cereza lapins, que es la que hemos estado tomando hasta ahora, y la picota, que es la que viene a partir de ahora. También me quita de la cabeza los lugares comunes como esa creencia de que las cerezas gordas son las que se llevan a Madrid y las pequeñas las que se venden en Extremadura. «No es verdad, las picotas de calibre 28-30 que traigo yo son las mismitas que se llevan a Mercamadrid, la diferencia es que allí se venderán a 10 euros y en Cáceres, a 2.99», aclara.
A la cereza extremeña le falta un poco de novelería, pero ha sabido venderse bien y hasta las empresas de mensajería hacen ofertas para enviar desde Extremadura cajas de cerezas a los parientes y a los amigos. En Madrid, está de moda acercarse el fin de semana al Jerte y llevarse cajas de cerezas hermosas. Pero ya digo que no solo de cerezas jerteñas están llenas nuestras fruterías. Las de Berzocana empiezan a comercializarse bien y Fátima me vendió por 5.50 euros una caja de dos kilos de la finca La Cancha, donde las variedades ambrunés, california y burlat penden de árboles hermosos.
Podemos presumir de tener las mejores cerezas del mundo como otros se vanaglorian de su foie, su caviar o su atún de almadraba. Solo nos falta un poco de literatura. Porque de la cereza se habla mucho, pero se escribe poco. Cunqueiro, que escribía de todo y lo bordaba cuando tocaba la gastronomía, contaba que fue Lúculo quien trajo los cerezos desde Asia Menor a Occidente y que fue la orden de Cluny la culpable de la popularidad de este árbol en toda Europa. También contaba que Fragonard pintaba a aristócratas subidas a los árboles recogiendo guindas con las que hacer kirsch, una bebida que entusiasmaba a Stendhal y a Balzac.
Pero una cosa son las guindas, que están ricas, pero saben ácidas y dan mejor en licor que en postre, y otra muy distinta las cerezas, que solo alcanzan la categoría de fruta sublime en los huertos hurdanos, en las fincas de Berzocana, en las laderas de los valles del Ambroz y del Jerte.
Castillos para jugar a tronos,. foto
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Un experto alemán pone precio a las fortificaciones de la serie. La 'perla' es el palacio Antiguo de Dorne, tasado en 35 millones de euros,.
Los palacios y castillos en el Mundo de Poniente de la saga de 'Juego de Tronos' ofrecen a sus conocidos clanes familiares cobijo y hogar desde hace siglos. Pero con los avatares de la historia no se puede descartar que las necesidades económicas no tienten a alguno de ellos a vender su propiedad. Christoph Freiherr Schenk zu Schweinsberg, un barón alemán experto en la tasación de objetos de gran lujo para la inmobiliaria Engels & Völkers, ha puesto precio en euros por encargo del rotativo 'Die Welt' a varias de las construcciones que aparecen en la serie. Pura ficción, claro, que buena parte de la serie se rueda en escenarios naturales, pero modificados digitalmente.
En el caso del Castillo Negro de la Guardia de la Noche, «un objeto con carácter, ideal para individualistas», de 5.000 metros cuadrados habitables, considera que un precio razonable serían 2,5 millones de euros. Subraya su «decorado sencillo y romántico, sus muebles masivos de madera y la decoración exclusiva de la habitación de la torre», así como su elevada seguridad: «Es vigilado por 100 expertos en seguridad altamente motivados». Para su compra habría que negociar directamente con Juan Nieve. Con Stannis Baratheon habría que hablar si se tiene interés por el Castillo de Rocadragón. El noble estima su valor en 9,5 millones y destaca que es ideal para «quien ha soñado alguna vez con vivir junto al agua». Elogia sus tallas en piedra de miles de figuras de cancerberos y dragones obra de canteros valirios y su carácter «muy representativo».
El barón también valora objetos menores como la Posada de la Encrucijada, propiedad de Masha Heddle, que considera «una oportunidad única para inversores en negocios de hostelería» por su situación estratégica en un animado cruce de caminos, aunque su precio de 1,5 millones de euros no es precisamente barato. Mas económico resulta el castillo de Invernalia, que tasa en 1,2 millones, porque necesita una profunda renovación y además no está clara su propiedad. Ocupado por la familia Bolton, sus dueños originales son los Stark.
Dos objetos tienen precio a negociar. El «inexpugnable y sólido» Roca Casterly de la familia Lannister, cuya mina de oro hace que su tasación resulte muy complicada. Y la Casa de los Eternos, propiedad de los brujos de Qarth, por su superficie «infinita y su alto grado de flexible decoración interior», así como «su permanente oferta de alucinaciones varias. Es el más extravagante objeto del mercado inmobiliario». Pero la joya del Mundo de Poniente es sin duda el Palacio Antiguo de Dorne de la familia Martell «con 8.500 metros cuadrados de jardín y patios decorados con mármol rosa». El barón asegura que se trata de una «perla inmobiliaria», donde «tres docenas de empleados se preocupan de los jardines, el riego y de atender a sus dueños». Cuenta con un valioso mobiliario, tapices y alfombras. De ahí que para Schweinsberg un precio de 35 millones no resulte exagerado.
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