BLOC CULTURAL,

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sábado, 30 de enero de 2021

DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES -JUEVES - VIERNES - «Abandonados a la melancólica casualidad y a las manos de extraños» ,. / EL PAPEL HIGIENICO ROJO - EL D.N.I. - El mundo de ayer . / Donde comen dos - Paella vs. arroz con cosas: en guerra desde 1926 ,.

 

TITULO: DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES - JUEVES - VIERNES -  «Abandonados a la melancólica casualidad y a las manos de extraños»,.


DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES -JUEVES - VIERNES - «Abandonados a la melancólica casualidad y a las manos de extraños»  ,.  fotos,.

 Máscaras del más allá | Diario Sur

«Abandonados a la melancólica casualidad y a las manos de extraños»,.
 Con qué alimentos es mejor acompañar el café? | El Auténtico Café

El libro de Ossian Brown sitúa las raíces de Halloween en el antiguo festival celta precristiano de Samhain, una fiesta que celebraba la muerte del año viejo y el nacimiento del nuevo justo en esta fecha. Se basaba en la creencia de que, esta misma noche, «el velo que separaba los mundos de los vivos y los muertos fue haciéndose más delgado hasta que se rompió, permitiendo que los espíritus pasaran y caminaran sin ser vistos pero no sin ser escuchados entre los hombres».

 Puntillas de calamar con vinagreta de champiñones, Receta Petitchef

 

Más tarde, con la llegada del cristianismo, esta fiesta pagana se convirtió en el Día de los Difuntos, en el que Europa lloraba y conmemoraba a sus seres queridos ya desaparecidos: «Los niños y los pobres, a menudo enmascarados o con trajes extravagantes, deambulaban por la noche pidiendo 'pasteles del alma' a cambio de oraciones, y se encendían fuegos para mantener a raya a los fantasmas malévolos».

Desde aquí, la tradición saltó al Nuevo Mundo y echó raíces que tomaron su propio rumbo, y la fiesta acabó siendo asumida totalmente refundiéndose con nuevos rituales: «Halloween renació en América. La calabaza suplantó al nabo tallado; los disfraces se volvieron cada vez más extraños, y los participantes, tanto rurales como urbanos, se apoderaron con júbilo del espíritu embriagador y anárquico del festival. Durante una noche salvaje, los muertos miraron los rostros de los vivos, y los vivos, enmascarados y vestidos con macabros y andrajosos disfraces barrocos, les devolvieron la mirada».

En esta misteriosa atmósfera se enmarcan las fotos reunidas en 'Haunted Air', recuperando para nosotros momentos perdidos, relatos del pasado de esta fiesta. «Retratos familiares, recuerdos de los atesorados, ahora irreconocibles, otros. Arrancados de las páginas del álbum, vendidos poco a poco por unos centavos y esparcidos, abandonados a la melancólica casualidad y a las manos de extraños».

 

 TITULO:   EL PAPEL HIGIENICO ROJO - EL D.N.I. - El mundo de ayer,.

 EL PAPEL HIGIENICO ROJO - EL D.N.I. -   El mundo de ayer . , fotos,.

  El mundo de ayer,.

 marcial guillén/efe/

El que la lió en 1938 fue Orson Welles, con su adaptación radiofónica de 'La guerra de los mundos', tan fidedigna y realística en su narración de una invasión extraterrestre con gas letal en la Tierra que decenas de personas que no oyeron la introducción del programa en el que se alertaba de la ficcion se echaron a las calles de Nueva York presas del pánico. Aunque aquello fue liar una auténtica obra maestra de la creatividad, una demostración del poder de los medios de comunicación, del mensaje, y de cómo influyen en la población.

 

 Resultat d'imatges de EL PAPEL HIGIENICO ROJO

 

La realidad. Los que la han liado, pero esta vez con algo muy distinto a la ficción, con la cruda y directa realidad, han sido Ribó y Galiana. Tanto monta, monta tanto, porque la misma responsabilidad tiene el rey de las fiestas como el amo del cotarro. El concejal desaparecido y el alcalde ausente. Los dos mandamases detrás de la Cabalgata de Reyes organizada en el día de más contagios en la Comunitat (récord roto ayer, en otra de las tristes marcas que irán cayendo desgraciadamente en los próximos días). Lo grave no es tanto (aunque sí sobre todo) que durante la aglomeración de cientos de personas se pudieran producir contagios. La posibilidad de que ocurra en un entorno abierto es mínima. Lo más imprudente es el mensaje que se traslada: la falta de coordinación entre administraciones, con una Conselleria de Sanidad desaconsejando la realización de cabalgatas y un Ayuntamiento pasándose el consejo por el forro. O la moraleja que recibe la ciudadanía: da igual lo que digan las autoridades, usted a la suya.

 

 Resultat d'imatges de EL D.N.I.

 

Al final, todo es lo mismo desde el comienzo de la pandemia: un Gobierno central por su lado, las autonomías por otro, los ayuntamientos por un tercero. Una guerra contra el virus con mil y un mundos. Bares cerrados y dueños arruinados al tiempo que las aulas universitarias se atestan de alumnos con exámenes. Mientras las rebajas revientan los aforos de no pocos centros comerciales. Cuando el teletrabajo continúa brillando por su ausencia en muchas empresas. Por algo la inmensa mayoría de los brotes siguen siendo sociales y laborales.

Salvarnos de la Navidad. Ayer lo decía un sabio conocido: el gran fallo ha sido querer 'salvar la Navidad', cuando lo que debería haberse hecho es salvarnos a nosotros de ella. Pretender seguir con la normalidad en plena anormalidad pandémica nos va a costar pasar un terrorífico mes de enero. Abre la puerta a algún tipo de confinamiento domiciliario, como ayer ya reconoció Puig con la boca pequeña, y como lleva presionando hace mucho tiempo Oltra con la boca muy grande. Acerca una nueva suspensión de las clases presenciales, por mucho que por ahora se niegue (Marzà fue uno de los que reclamó el encierro domiciliario en la reunión de hace dos semanas) y a pesar de que los brotes escolares sean muy escasos. Por algo cientos de escolares se marcharon a casa en vacaciones con todos los libros en la mochila.

Otra vez hemos vuelto a llegar tarde con las medidas. O si no, como reza el subtítulo de este análisis: imaginen que a estas alturas sólo se hubieran administrado tres de cada diez de las decenas de miles de vacunas disponibles contra el Covid en la Comunitat... Esa es la realidad. El por qué es muy sencillo y lo llevan proclamando los médicos hace meses: no hay bastantes sanitarios para administrar las dosis. Ahora se habilitan los festivos. Dos semanas después. Seguirán faltando manos. Y más cuando los saturados centros de salud deban vacunar a la población. Pero aquí, cada uno a su guerra.

TITULO:  Donde comen dos -Paella vs. arroz con cosas: en guerra desde 1926 ,.

 

Viernes -5- Febrero 23:15 por La 1, foto,.

 Paella vs. arroz con cosas: en guerra desde 1926 ,. 


A lo largo de ese año se entabló en prensa la primera batalla entre la paella valenciana «auténtica» y lo que con tal nombre se servía fuera de Valencia,.

Postal promocional de la cocina española con paella y sangría (años 60)./Ana Vega
 
Postal promocional de la cocina española con paella y sangría (años 60).

¿Saben aquel que diu que alguien hizo una paella madrileña y se montó un lío desco-munal? ¿No? Pues eso es que no siguen los dimes y diretes de las redes sociales en cuestión de gastronomía. Bien que hacen, porque se vive mucho más tranquilo sin conocer controversias absurdas, pero si por casualidad necesitaran detalles acerca de la enésima polémica arro-cera sepan que el cocinero Dabiz Muñoz (chef y dueño del restaurante Diverxo) compartió hace unos días en Instagram una foto que hizo que muchos se rasgasen las vestiduras: un arroz seco con salmonete y caviar elaborado en paella y en Madrid, razón por la cual lo bautizó como «paella madrileña». Se imaginarán ustedes las reacciones. Que si eso no es paella, que si arroz con cosas, que si de qué vas, que si paella paella sólo hay una y desde luego no es típica de Madrid…

La misma discusión de siempre. La mismita que lleva planteándose desde hace al menos 95 años intentando diferenciar de manera nítida lo que es paella de lo que no y, consecuentemente, distinguiendo a los que la hacen bien de los que no. Tarea ardua tratándose de un plato que, aun valenciano de origen y con unas variaciones regionales bien definidas, alcanzó tal éxito fuera de su tierra natal que en 1883 ya tenía etiqueta de receta nacional.

De la españolidad de la paella y del vínculo que su ingesta creaba entre los expatriados habló un inocente artículo del diario 'ABC' el 27 de octubre de 1926.«ABC en Suiza: la tertulia española en Ginebra» iba firmado por Antonio Azpeitúa (pseudónimo del periodista Javier Bueno) y describía el encuentro del autor con la comunidad española de aquella ciudad helvética. Los compatriotas que residían allí «se visitaban mutuamente y había invitaciones de unos para comer en las casas de los otros una paella, pues si en la manifestación lírica la guitarra y las castañuelas son la voz de España en el extranjero, en la culinaria la paella ostenta la más alta y acaso la única representación. Sean gallegos, andaluces, catalanes o vascos, en cuanto los españoles comen juntos eligen la paella. Probablemente la elección se debe al amarillo que toma el arroz con el avío complicado de la paella, y al rojo de los pimientos. Y a muchos que en España no les gustaba este plato nacional, a orillas del Támesis, del Leman o del Danubio les parece exquisito».

Réplicas y contraréplicas

Tres días más tarde aquel artículo de Azpeitúa tuvo respuesta en la portada del diario valenciano 'Las Provincias' y así empezó el drama del arroz con cosas. Aquello que el 'ABC' había descrito como el guiso preferido de los españoles de Ginebra no era paella ni era nada: «A la verdad, de las señas que de ella con notoria delectación aduce el autor no sacamos no-sotros que sea el plato a que se refiere una verdadera paella valencia. Ved si no, habla de un arroz amarillo. Y de unos pimientos rojos, que deben de ser morrones. No da, en cambio, como advertirá el lector valenciano, los informes verdaderamente típicos, los que de antemano proclaman su extraordinaria suculencia; no da los antecedentes que pudiéramos llamar esenciales. En efecto, nadie de nosotros concibe una paella con pimientos morrones y sin anguilas, y sin vaquetas, y sin alcachofas, y sin costelletes y sin bajocas… Al no inventariar estos elementos cronistas tan minucioso como el señor Azpeitúa, debemos creer que no entran en la confección del plato que él llama paella, Dios sabe con qué falta de respeto a la importancia, casi dogmática, del guiso». El asunto era grave, porque aquella mixtificación paellera no ocurría únicamente en Suiza sino que «la realizan también todos los fondistas de España».

A este texto le replicó otro, publicado por el mismo diario el 11 de noviembre de 1926 y escrito por el periodista y gastrónomo Dionisio Pérez Gutiérrez. Pérez, amante declarado del arroz valenciano y activo reivindicador de la presencia de este cereal en la cocina española, se picó un poco. Según él lo que el purista Pío Cid había calificado de «vil mixtificación» era simplemente lo que todos los cocineros entendían como paella, «una preparación que tenga por base el arroz rehogado en aceite donde se frieron antes algunos aderezos, especias y sustentos y bañado y cocido luego en agua suficiente para enternecerlo dejándolo enjuto».

Para don Dionisio eso era «paella en todo el orbe: en Madrid y en toda España, en París y en Londres y en Nueva York, precisamente en hosterías que se llaman españolas y aun valencianas». En su opinión era el método de elaboración –no unos ingredientes concretos– lo que distinguía la paella de un simple arroz con cosas, mientras que el asunto verdaderamente vital debía ser la promoción del arroz valenciano para aumentar su producción y aprecio en todo el mundo. «Amigo Pío Cid, nada de dogmatismos. Viva la paella con sus anguilas, sus vaquetes, sus alcachofas, costilletes y bajocas, que en las más ocasiones no tienen los cocineros a mano fuera de Valencia, pero vivan también todos los modos de guisar arroz que el mundo conoce porque el caso es ese, que se coma».

Erre que erre siguió el aludido Pío Cid, quien al día siguiente sacó en 'Las Provincias' una nueva respuesta defendiendo que el plato aludido por Azpeitúa era una herejía imperdonable. «De seguro aquel arroz, amarillo a fuerza de azafrán y adornado con pimientos morrones sería delicioso, exquisito, pero ¡no era paella!». Dionisio Pérez le volvió a replicar, pero no tenemos sitio aquí para contarlo todo. Lo importante es que así, amigos lectores, fue como empezó la guerra entre paellistas puros e impuros, entre la paella canónica y el arroz con cosas.


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