BLOC CULTURAL,

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sábado, 16 de enero de 2021

A vivir que son dos días - A vivir - Cadena SER - Bailando con lobos ,. / LA BRUJULA ONDA CERO - La Linterna La Cope - Procrastinar la felicidad,.

 

  TITULO:  A vivir que son dos días - A vivir -  Cadena SER -  Bailando con lobos,.

 
 A vivir que son dos días - A vivir -  Cadena SER,.
 

Escucha 'A vivir', con Javier del Pino, el programa líder de las mañanas del fin de semana en la Cadena SER.

 

Bailando con lobos,.

Bailando con lobos

foto / Atardece en Madrid. Frente a mi ventana la mole gris del ministerio de Comercio y no sé cuántas cosas más, luce más estalinista que nunca. Nieve. Silencio. Un silencio que empapa. La nieve sigue cayendo con engañosa mansedumbre vistiendo a Madrid de estepa siberiana. Madrid replegada en el hielo. Y en la calle, l temporal 'Filomena' ha perpetrado una matanza verde especialmente cruenta en Madrid. Incapaces de soportar el peso de la nieve, muchos árboles han visto cómo sus ramas se tronchaban o sencillamente su tronco se partía en dos. Es pronto aún para saber la magnitud del desastre, pero el Ayuntamiento calcula que 150.000 ejemplares de los 800.000 que se encuentran en zonas verdes y el eje viario de la capital han quedado dañados, lo que supone un 20% del conjunto. La catástrofe sobre la masa arbórea se ha sentido con especial intensidad en la Casa de Campo.

«La nevada ha sido la covid de los árboles. Estos están acostumbrados a un peso, a una nevada de 20 centímetros cada dos o tres años, pero con una precipitación tan copiosa se rompen, porque no han generado la madera suficiente para poder defenderse», explica el jefe de la Unidad de Arboricultura en Real Jardín Botánico-CSIC de Madrid, Mariano Sánchez.

Estos días los trabajadores encargados de conservar las zonas verdes retiran al día una media de 325 árboles. Por ahora, a causa de la nieve acumulada, no se pueden realizar trabajos de poda. El personal de limpieza se afana en retirar ramas que con el viento pueden caer al suelo y quitar la nieve que se ha incrustado en oquedades. Esta nieve, al helarse, produce el efecto de una cuña y en ocasiones da lugar a que el árbol se quiebre. Se aprecia en muchos aligustres tronchados, muy extendidos en Madrid.

Los especies perennifolias, las que tienen hojas en invierno, como pinos, cedros y aligustres, han retenido la nieve y padecido el estropicio causado por un peso insoportable. En cambio, los caducifolios, que carecen de hojas, han resistido mejor el embate.

Juan García Vicente, portavoz de Ecologistas en Acción, asegura que el menoscabo ocasionado por esta nevada, que ha dejado caer 50 litros de nieve por metro cuadrado, ha ocasionado desperfectos lógicos e inevitables en el arbolado, que no está acostumbrado a este tipo de precipitaciones. Con todo, la organización cree conveniente evaluar los déficits de que adolece la gestión de los árboles. «Es preciso estudiar las especies que tenemos en Madrid y seleccionar las más adecuadas al cambio climático», argumenta el dirigente ecologista. En el mismo sentido, Sánchez aboga por experimentar con la plantación de especies de la zona mediterránea de Australia, Sudáfrica, Chile y California, como hayas del sur y araucarias, para que arraiguen en España, a la vista de que el clima va a ser más seco en verano y con lluvias más potentes en otoño.

Podas inadecuadas

Una poda inadecuada puede redundar en desbaratar la salud del árbol. «Cuando se hacen podas, se infligen heridas al árbol, de modo que puede ocurrir que la base de rama se pudra, con lo que no puede soportar los mismos kilos que si estuviese sana», arguye Sánchez.

En la zona más próxima al Puente de los Franceses de la casa de Campo el paisaje es desolador. Pinos y encinas se han fracturado y el maltrecho ramaje ha quedado en parte sepultado por la nieve.

Fuentes municipales califican de «catastrófica» la destrucción de árboles y sostienen que necesitan más tiempo para evaluar los daños. «Vamos a contratar más medios para reducir los riesgos al máximo», dicen en Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid. Por ahora no se ha hecho un estudio a fondo de los perjuicios ocasionados por el temporal en parques históricos como El Retiro, los jardines de Sabatini y de Cecilio Rodríguez, la rosaleda del parque del Oeste, así como Fuente del Berro.

Organizaciones conservacionistas como Arriba las Ramas, la Asociación para la Recuperación del Bosque Autóctono (Arba) o la Mesa del Árbol de Carabanchel hicieron público un comunicado en el que denuncian que los árboles no están preparados para este tipo de eventos extremos, sobre todo cuando están «están debilitados por años de maltrato». «Sistemas radiculares débiles, podas irracionales y malas plantaciones no ayudan a su fortaleza y estabilidad», aducen. Reclaman además que la retirada de ejemplares se haga de forma «profesional y correcta», al tiempo que subrayan que las especies vegetales absorben CO2 y aportan oxígeno. «Suavizan las temperaturas tanto en verano como en invierno, frenan la escorrentía y nos ayudan a aprovechar el agua, son el hogar de la fauna que habita en las ciudades... y un sin fin de beneficios de los que nos aprovechamos aunque no seamos siquiera conscientes de ellos», concluyen.

TITULO: LA BRUJULA ONDA CERO - La Linterna La Cope -  Procrastinar la felicidad   ,.
 
 LA BRUJULA ONDA CERO,.

 La Brújula es un programa de radio de la emisora española Onda Cero, presentado y dirigido por David del Cura. Es el tercer espacio en audiencia en la franja nocturna, retransmitiéndose entre las 20 y las 24 horas, tiempo que dedica a un análisis de la actualidad, el deporte, la economía (con el espacio denominado La Brújula de la Economía) y el debate político., etc,.
 

 
La Linterna La Cope ,.
 
  'La Linterna' es el programa de radio informativo, político y económico, cultural y de debate nocturno de la Cadena COPE. Dirigido y presentado desde 2009 por Ángel Expósito, se emite de lunes a viernes de 19:00 a 23:30 horas, correspondiendo la última hora de los viernes a 'La Linterna de la Iglesia', dirigida y presentada por Faustino Catalina., etc. 
 
 
 
 

Procrastinar la felicidad,.

Resistir se presenta como la única manera de afrontar la pandemia y puede que también la vida en general. Y mientras resistimos lo que venga, tendremos que intentar ser felices, lo cual pasa sin duda por tratar de hacer felices a los demás,.

Procrastinar la felicidad

foto / Si, como dicen los psicólogos, la pandemia ha alterado nuestras costumbres y ha trastocado nuestras prioridades, es posible que también nuestros propósitos para este 2021 que comienza sean otros, muy distintos de los de años anteriores. Las listas de siempre incluían apuntarse al gimnasio, pasar más tiempo con los seres queridos, leer más,.  El progreso alcanzado por las ciencias de la salud en la última centuria sumergió a la ciudadanía occidental en el espejismo de considerar el fenómeno histórico de las epidemias como una realidad desaparecida en nuestro mundo. Solo el estudio del pasado o, en el peor de los casos, su lejana y esporádica presencia en los países menos desarrollados fueron los procedimientos ordinarios para constatar su existencia. Parecía de todo punto improbable sospechar que su amenaza pudiera posarse sobre nuestra satisfecha sociedad.

Sin embargo, la devastación provocada por el sida en las últimas décadas del siglo XX refrescó ya la memoria del apocalíptico azote de su predecesora, la pandemia conocida como gripe española, que, entre 1918 y 1920, mató a más de 40 millones de personas en todo el mundo. La aparición en nuestros días del covid-19 ha forzado todavía más a recordar no solo que las enfermedades epidémicas dejaron constancia de su trágica presencia en todas las etapas de la historia, sino también a tomar conciencia de los estragos que producen, de la dificultad que ofrecen para su control y de la presencia de la muerte como realidad inmediata en cualquier sujeto. Esta concepción de la proximidad e inminencia del último trance se ha visto acelerada por la agilidad y masificación actual de las comunicaciones humanas en todo el planeta y la globalización de la economía, que han evidenciado la realidad de que, en estas coyunturas, cualquiera puede contagiarse y morir.

Más aún, las epidemias -como escribió el profesor Betrán Moya-, en la medida en que se infiltran en la vida de la totalidad de la población, manifiestan los valores culturales y sociales de una época determinada para hacerles frente colectivamente. Por lo que atañe al covid-19, y por lo menos hasta que no se descubra el tratamiento específico y la vacuna adecuada para combatirlo, buena parte de nuestros hábitos personales, de las costumbres sociales e incluso de las tradiciones autóctonas se han visto alteradas tanto por las medidas de seguridad establecidas en el período de confinamiento como por las dimanadas de la anunciada «nueva normalidad» que está apechando la humanidad.

En este sentido, desde hace ya bastantes semanas se viene constatando la desaparición de antiguos usos cotidianos y el simultáneo surgimiento de otros nuevos. Junto a la modificación de nuestros patrones espaciotemporales y la incorporación de mascarilla, guantes y gel antiséptico, ha variado el comportamiento al que estaba habituada nuestra sociedad en materia de limpieza y desinfección de viviendas privadas, comercios, instituciones y espacios públicos; relaciones personales y laborales, transportes, alimentación, compras, espectáculos, finanzas, deporte, turismo, culto religioso... Su adhesión rápida y generalizada a nivel mundial ha introducido cambios -en cierta medida- revolucionarios, con los que sociológicamente se ha inaugurado una nueva era para la humanidad.

Desde la perspectiva constitucional del individuo y de la especie, seguimos siendo tan humanos como antes, pues nada esencial se ha transformado y la existencia mantiene su sentido y dignidad originales: más aún, con ocasión de la pandemia se ha evidenciado dónde se encuentra su auténtico sentido y su verdadera dignidad. Pero -no vamos a negarlo- se ha perdido la confianza y la comodidad de un estilo de vida arraigado en el tiempo. Se ha malogrado el almíbar de su instalación en la historia: de sopetón, se ha perdido una cantidad considerable de sus azúcares añadidos y, de la noche a la mañana, nos encontramos con la fruta de la realidad monda y lironda. Y, como sucede con ella, cada dimensión de nuestra existencia -sin perder su dulzura básica- muestra el porcentaje de acidez o de amargor que le es propio por naturaleza.

No es nada nuevo. Las páginas del sufrido libro de la civilización universal están pobladas de siniestros que -en cualquiera de sus múltiples manifestaciones- la han asolado siempre. Aunque su naturaleza perturbadora es difícil de aceptar, su presencia a través de los tiempos es constante. Por ello, el verdadero problema de hoy no es cómo prevenir lo evitable, sino cómo asumir lo ineludible. ¿Acaso alguien, con suficiente credibilidad, ha garantizado el bienestar pleno con lo ofertado por este mundo?,.

 

 

 

 

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