TITULO: Viajeros Cuatro - Le Bristol, el lujo de dormir con vistas a la Torre Eiffel, ideal para celebrar San Valentín,.
El Miércoles - 6, 13 Diciembre a las 22:45 por La
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Le Bristol, el lujo de dormir con vistas a la Torre Eiffel, ideal para celebrar San Valentín,.
Con casi un siglo de historia, este alojamiento invita al huésped a desconectar al más puro estilo francés,.
La capital francesa siempre es un buen plan. No importa la época del año en la que nos encontremos, pues París pocas veces defrauda a los viajeros más exigentes. Pero si el viaje a la ciudad del amor se realiza durante el mes de febrero y con la excusa de celebrar San Valentín, nada puede salir mal. De hecho, se trata de uno de los destinos que siempre está entre la lista de los más buscados para celebrar el acierto de Cupido.
Puestos a buscar un alojamiento muy especial para disfrutar al máximo de la capital francesa en este mes, merece la pena decantarse por Le Bristol Hotel París, un elegante establecimiento que presume de tener casi un siglo de historia y que tiene el privilegio de ubicarse en uno de los barrios más sofisticados de la ciudad, el de los Campos Elíseos. De hecho, se encuentra en la Calle Faubourg Saint-Honoré y está situado a apenas 300 metros del Palacio del Elíseo y a 30 minutos a pie de la emblemática Torre Eiffel, la cual puede contemplarse desde algunas de sus amplias habitaciones, completamente equipadas.
Pero si las vistas al exterior resultan idílicas, tampoco defraudan las que miran al gran jardín del hotel, pues se trata de un oasis de flores y tranquilidad bordeado por lujosos salones y una columnata adornada con naranjos en flor. De hecho, el jardín se convierte en un refugio de serenidad a pocos pasos del bullicio de la Rue du Faubourg Saint-Honoré.
Sin embargo, el verdadero paraíso del alojamiento se esconde en su spa. Lleno de luz solar, Spa Le Bristol by La Prairie mira al agradable jardín interior y cuenta con ocho salas de tratamiento, entre las que destaca una suite privada para parejas. Además, es posible disfrutar de un baño de vapor turco, de una sauna o de un masaje especial para dos de manos de expertos terapeutas.
La gastronomía también está a la altura de las circunstancias, ya que el hotel cuenta con varios bares y restaurantes que se adaptan a las necesidades de cada huésped. Por un lado, el desayuno se sirve todas las mañanas en el Café Antonia o en el restaurante 3 estrellas Michelin Epicure. De hecho, es este restaurante el que se convierte en una cita obligada a mediodía o al caer la noche, pues resulta ideal para disfrutar de una romántica velada. Ubicado dentro de la propiedad, Epicure está capitaneado por el célebre chef Eric Frechon, que posee cuatro estrellas Michelin, por lo que ha creado un templo de la gastronomía absolutamente francesa. Y tampoco defrauda el restaurante 114 Faubourg, galardonado con una estrella Michelin, gracias a la que ha conseguido una clientela fiel con su fascinante cocina.
Gracias a todo ello, y a otras muchas sorpresas que guarda el interior de este histórico alojamiento, escoger Le Bristol Hotel París para disfrutar de una escapada a la capital francesa se convierte en el regalo perfecto para sacudirse de un plumazo la fatiga pandémica. ¿Qué mejor manera de celebrar San Valentín? En París, nada puede salir mal,.
TITULO: Ven a cenar conmigo - EL HOROSCOPO - Juan Manuel de Prada,.
Juan Manuel de Prada,.
Juan Manuel de Prada: «Yo soy un escritor raro porque me repugnan el país y el tiempo en los que vivo»,.
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El escritor y articulista de ABC presenta su nuevo libro, 'Raros como yo',.
Juan Manuel de Prada. Baracaldo, 1970. Escritor. Facha y podemita, la gran esperanza y la promesa incumplida, intelectual y tertuliano... Le han colgado mil etiquetas y asegura que ninguna le cuadra. Acaba de publicar Lucía en la noche, una novela de misterio y amor.
- Suele decir que sus personajes no son su álter ego, pero esta es la tercera vez que su protagonista se llama Alejandro Ballesteros y, además, es un escritor de éxito temprano caído a tertuliano televisivo en profunda crisis vital. ¿De verdad no es o ha sido usted?
- Mis libros no son autobiográficos en el sentido de que la peripecia que en ellos cuento es ajena a mí, sin embargo lo que anima esa peripecia, el espíritu vital que hay detrás, sí es el poso que la vida te deja. A medida que uno envejece es mayor el caudal de tu propia vida que viertes sobre la escritura. ¿El autor tuvo una amante como el protagonista de su novela? Pues no. Pero indudablemente ya estás zurrado por la vida y aunque no hayas tenido esa amante, pues has tenido otra y has conocido los estados de ánimo y los pasadizos sentimentales por los que atraviesan los personajes. Según te vas haciendo viejo tu literatura tiene más pálpito vital, más participación de tu vida y del poso que te ha dejado.
- Y, en esta novela en concreto, ¿cuánto De Prada hay en Ballesteros?
- Tiene dos acontecimientos nucleares que me ayudaron a concebirla. Uno es el peor pasaje de mi propia vida, tras mi divorcio, que me trastornó por completo, me hizo abandonar la escritura y entregarme a la disipación y la depresión. Pero todo eso me llevó a conocer a la que ahora es mi mujer. Ese renacimiento y esa regeneración que me produjo el amor están en la novela. Y luego también está presente una historia que conocí de primera mano de una persona que se vio involucrada en una situación muy dura que transformó su vida y la convirtió en una proscrita porque se metió en un lío en Oriente Próximo. De la amalgama de esas dos cosas tomó forma esta novela.
- Usted tuvo también una etapa de acudir muchísimo a las tertulias televisivas y ahora, aunque menos, sigue yendo, pese a que en la novela lo plantea como tocar fondo.
- Ya voy muy poco, un día a la semana. A mí no me gusta la televisión, pero hay un momento en que uno asume que necesita tener una cierta presencia en los medios porque, si no, hay mucha gente malvada que tiene la tentación de estrangularte e irte haciendo desaparecer del mapa. En estos años recibí muchas ofertas y siempre dije que no, pero tengo mucho cariño a Susanna Griso. Es una persona que me gusta mucho y me resulta muy atractiva, no por su físico, que también, sino por sus cualidades humanas. Tenemos una larga amistad y por eso volví a la tele. Pero es muy difícil hacerte escuchar, sobre todo cuando tienes unos planteamientos que hoy son poco habituales y requieren cierta explicación. Por eso luego la gente me llama podemita o facha... A las personas religiosas, aunque tratemos de negarlo, hay algo que nos obliga: sentimos que tenemos que lanzar un mensaje al prójimo. Además, un escritor tiene unas obligaciones con su tiempo y, si tienes la oportunidad de deslizar un poco de dinamita que resquebraje este matrix ideológico en que vivimos, pues lo haces. Un poco a regañadientes, pero lo haces.
- Habla de una etapa de disipación, ¿atrae al escritor el mito del bohemio atormentado igual que al músico el sexo, drogas y 'rock and roll'?
- Yo nunca tuve ese mito, pero la tensión que uno mantiene con su vocación es muy dura. A todas las personas vocacionales les sucede. Por ejemplo, el cura tiene más tentación de infringir la castidad que una persona normal, no porque tenga más necesidad, sino por la tormenta interior que le genera la imposición de castidad por parte de su propia vocación. Al escritor le pasa un poco lo mismo. La vocación te impone unas servidumbres que te mantienen en un estado de tensión. Se percibe mucho cuando acabas de escribir un libro, la tentación de dejar de escribir está ahí siempre.
- ¿Disfruta escribiendo?
- Cuanto más dedicado está uno a la creación literaria, más placer te da no escribir. Los que dicen que no sufren escribiendo me parecen impostores o cantamañanas. Y esto nada tiene que ver con que seas un estreñido escribiendo y escribas una línea al día en vez de 50. Tiene que ver con que el escritor es ciclotímico y para escribir necesita primero alimentarse espiritualmente, necesita que su alma vibre. Y el alma cuando más vibra es en periodos de barbecho. Un mes sin escribir, leyendo libros que te gusten por placer, paseando... En esa vida, el espíritu emerge y de repente vibra y, cuando tienes vocación literaria, esa vibración la tienes que plasmar en el papel. A veces es una predestinación terrible porque no te puedes sustraer a ella y volcar toda esa vibración en el papel es una tortura porque te desgarra por dentro. Al final es un descanso dejar de escribir y hasta el escritor más estajanovista necesita estos barbechos creativos.
- Ha escrito una novela de misterio y amor, dos conceptos que con 20 años creemos que van a definir la vida, pero en los que se suele perder la fe con el paso del tiempo. ¿Usted aún cree en ellos?
- La vida va perdiendo misterio porque nosotros vamos perdiendo curiosidad. Y en cuanto al amor... esto es más complejo. Por muy cínico que uno sea, por muchas artimañas que desarrolle para evitar el amor, por más sucedáneos que invente, lo sigues necesitando. No logras sustraerte nunca del todo. Y por muy viejo y muy desencantado que estés siempre acabas esperando otro milagro de la primavera, que dice Antonio Machado. Todos aspiramos al amor porque hemos sido creados para estar unidos, desde los átomos hasta los ángeles. Y de esa necesidad ha surgido el arte. La falta y la pérdida del amor son los dos mayores motivos de inspiración de la historia de la literatura. Estamos hablando del meollo de la existencia humana y del acto creativo. Y eso en mi novela se nota. Para el protagonista, conocer a Lucía es dejar al hombre viejo y sufrir una metamorfosis completa.
- ¿Es esa la parte autobiográfica que comentaba antes?
- Sí, yo eso lo he vivido en carne propia y sé que es así. Sé que hoy en día estas cosas suenan un poco machistas o anacrónicas, pero la transformación vital que le produce a un escritor el amor, en mi caso el amor de una mujer, es radical. Ahora se dice que la mujer no tiene que ser musa. Es una monserga demencial de cierto feminismo. La mujer tiene que ser musa, claro que sí.
- Pero el concepto conlleva un rol de segunda categoría: "Tú inspira, que yo creo".
- No veo mejor forma de cambiar eso que llaman el patriarcado que ser musa, porque la musa transforma radicalmente al hombre. Eso sería genial. El papel que tiene para un creador al que le gusten las mujeres la mujer es radical. La musa te levanta de los escombros.
Hay que cargarse las autonomías y volver a formar España desde abajo
- ¿Tiene más cuidado ahora al escribir para no ofender?
- Uno tiene que desarrollar astucias en la escritura: aprender a ser elusivo, a utilizar la elipsis, desarrollar formas de esquivar estos controles. Vivimos una época ferozmente censora en la que los paradigmas culturales se están imponiendo de una manera verdaderamente inquisitorial. Pero ha sucedido en todas las épocas. Cuando leemos El Lazarillo nos damos cuenta de cómo se burla de los tabúes de la época, igual que hacen El Qujiote o Quevedo. Los grandes escritores siempre han sabido sortear estos escollos. Tenemos que soslayarlos y, al mismo tiempo, corroerlos. Esa es la obligación del escritor. Soslayar la censura y corroer el tabú que propicia esa censura.
- ¿Quién promueve esta nueva censura, a quién favorece?
- La censura siempre viene del poder establecido. Y hay un macizo de poder que, indudablemente, en las últimas décadas puede tener una matriz más izquierdista, pero a la que la derecha se ha sumado gozosa. Sobre todas estas cuestiones que se están convirtiendo en tabú y se están censurando hay una especie de consenso diabólico entre la izquierda y la derecha. Para los antimodernos como yo esta es la ocasión propicia para desenmascarar esta amalgama de poder maléfico.
- Siempre se define como antimoderno, ¿a qué se refiere exactamente?
- Por antimoderno entiendo una persona que no se adhiere a las ideologías modernas que, si lo hablamos en un sentido etimológico, serían herejías de la visión abarcadora del ser humano que es la visión cristiana tradicional. En ese sentido, las ideologías parece que recogen añicos de esa visión abarcadora. En las izquierdas puedes encontrar más similitudes en el aspecto social y en la derechas, o lo que fueron las derechas, en las cuestiones que tienen que ver con la familia. Pero todo esto ahora mismo está muy confundido. El antimoderno descree de ese concepto moderno de traer el Paraíso a la tierra, que es lo que pretenden las ideologías y es una de las ideas más calamitosas de la historia de la Humanidad y que más daño han hecho a los seres humanos.
- ¿Es ese antimodernismo el origen de las contradictorias etiquetas políticas que se le han puesto?
- Sí, son etiquetas erróneas. A veces me llaman facha y otras, podemita. ¿Sabes lo que ocurre? Que cuando me llaman facha o podemita es como si me vieran flaco y unos me gritaran que es porque estoy a dieta y otro porque hago deporte: "¡Dietético! ¡Deportista!". Y entonces les tienes que decir: "No, es que yo no estoy flaco; estoy gordo". Y esas distorsiones típicamente ideológicas se dan porque se ha perdido la posibilidad de ver a una persona cuya visión del mundo rechaza las ideologías modernas. Y esto es especialmente horroroso en España, donde el pensamiento tradicional alcanzó una de sus cimas. Y esto es muy llamativo porque, por ser un país católico y antieuropeo, lo normal hasta las guerras carlistas era el pensamiento tradicional, pero fue aplastado por el liberalismo, que era la ideología de las élites frente al pensamiento del pueblo. Y esto es lo que me llama más la atención: que en España sea hoy tan incomprendido el pensamiento tradicional.
- ¿No hay ideología buena?
- En sus inicios, como buenas herejías que son, las ideologías aspiraban a suplantar a la religión y desarrollar una pseudoteología propia, pero se han ido deteriorando, han perdido sus esencias y ahora son líquidas. Políticos como Pedro Sánchez te demuestra que son personajes totalmente líquidos y adaptables a las circunstancias. Además son cada vez más esquemáticas porque la fanatización de las masas interesa siempre al poderoso. Yo percibo en la vida pública y privada española que este grado de fanatización y reducción esquemática del mensaje es cada vez más fuerte. Y esto propicia soluciones esquemáticas a problemas complejos que, en realidad, no son soluciones y sólo provocan más dolor y más daño.
- Póngame algún ejemplo concreto...
- Los casos de Venezuela o Cataluña. El problema de Venezuela no es que haya un señor que es un dictador, el problema mayor es que todas las crisis que los Estados Unidos han desatado, alimentado o apoyado a lo largo de la historia no buscan ni el restablecimiento de la democracia ni el bien de los pueblos, sino su aprovechamiento político, económico y militar. En definitiva, el saqueo y la destrucción de los pueblos. Eso el pensamiento tradicional español tiene muy claro porque recuerda lo que pasó en el desastre del 98. Lo hicieron en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, lo hicieron en Oriente Próximo, y ahora lo van a hacer en Venezuela. El problema es que España ha dimitido de sus obligaciones naturales y políticas. España no puede ser un espectador grotesco que se adhiere a la política estadounidense con un país hermano, con un miembro de la Hispanidad. Y lo ha hecho durante toda la democracia. Felipe González participó gustoso en el saqueo de Venezuela, luego Aznar adoptó la línea neocon patética de asunción de la política de los EE UU, y los que han venido detrás han sido mequetrefes que no han tenido política alguna. España podría haber tenido un papel muy benéfico en el chavismo. Me consta que Chávez, la primera vez que vino aquí, se moría por preguntar a todo el mundo y porque le aconsejasen, pero España es una madre desnaturalizada respecto a los pueblos hispánicos. Resulta patético. Yo hace 20 años ya escribía esta tesis referida a Irak en medios conservadores en los que había una auténtica lujuria de apoyo a Bush y sus bombardeos. La gente de izquierdas estaba indignadísima con aquello, pero ahora están encantadísimos con que España apoye lo que está sucediendo en Venezuela porque el actual presidente es de los suyos. Lo dicho: las ideologías promueven el fanatismo.
- ¿También en Cataluña?
- Igual. La única solución con Cataluña es su encaje en España, pero es evidente que la España constitucional, que es hija de la España liberal, ha creado un modelo que nada tiene que ver con el sentido que ha tenido España a lo largo de la historia ni con su constitución histórica. Se ha sustituido por 17 miniestados que han generado otros tantos centralismos. Esto nadie lo quiere reconocer, pero en España cuando se promulgó la Constitución había un 5% de independentistas y ahora hay un 50%. Algo tendrá que ver con la Constitución, ¿no? Hay que cargarse las autonomías que son algo totalmente extraño a nuestra tradición política. Y todavía hay algunas que tienen un refrendo histórico, pero otras como Castilla y León... ¡Qué delirio! Hay que volver a formar España desde abajo con atención a las entidades políticas pequeñas: el municipio, la comarca y la familia, que es también un ente político. España se hizo a través de las familias, pero ahora tenemos un régimen político que apoya la destrucción de las familias y así es imposible que pueda reconciliarse con el ser histórico de España.
- Suena exagerado hablar de destrucción de la familia...
- Ahora se dice que la crisis catalana ha separado a las familias. En un mundo tradicional esto sería impensable. Que la ideología llegue a destruir lo que te vincula a tus semejantes debería ser inviable.
- Precisamente, VOX presumió en Navidad de ser la nueva fuente de conflicto en las cenas familiares, ¿le ha sorprendido su irrupción?
- El crecimiento de VOX es una reacción natural que explicó perfectamente Donoso Cortés en un célebre discurso parlamentario en el que reprochó a los conservadores de Narváez, que era el Rajoy del XIX, que se equivocaban al pensar que la gestión política es la economía, porque la verdadera gestión política es la que crea, en el lenguaje de la época, "la concordia de los corazones en la verdad y la justicia". Es decir, tú a la gente la tienes que nutrir con una visión del mundo porque todos, que somos criaturas expulsadas a este mundo áspero y complejo, tenemos la necesidad de explicarnos este mundo. Y la derecha cometió el gravísimo error de renunciar a su explicación del mundo porque aceptó al explicación que daba la izquierda. Esto lo dijo muy claro Balmes, que fue otro gran pensador tradicional: "Los partidos conservadores lo único que hacen es conservar la revolución". Han aceptado la visión del mundo de los partidos de izquierdas y la mantienen de tal manera que, cuando vuelven los partidos revolucionarios al poder, se lo encuentran todo como estaba y pueden seguir revolucionando. Y, claro, la gente se rebela contra esto con partidos como VOX.
- ¿De qué revoluciones habla?
- A la visión revolucionaria antitradicional que desde la izquierda se impulsa y desde la derecha se tiende a mantener o, si eres un liberalito subidito en el trono, te lanzas también un poquito, aunque siempre menos que la izquierda para simular ese contraste que interesa a la demogresca.
- Volvamos a la literatura, ¿cómo convivió con la etiqueta de la gran esperanza de la literatura española que se le asignó siendo muy joven?
- Bueno, ahora exageramos porque tendemos a prolongar demasiado la juventud, pero tampoco era tan joven. Tenía 24 con Coños y 26 cuando gané el Planeta. Mi padre estuvo trabajando desde los 14, pero, sí, para los tiempos que corren fui algo precoz. Llevo más de 25 años dedicado a escribir y esto te da una perspectiva absoluta de lo que son las modas: estarlo y dejar de estarlo. Contemplas las cosas con una mayor ecuanimidad y serenidad. He pasado de un éxito brutal a estar cinco años sin escribir. Acumulo una experiencia muy grande, pero creo que son las vicisitudes propias de una vida creativa. La vocación artística te obliga a mantener un desequilibrio y una tensión. Esa existencia entre lo sublime y lo monstruoso, entre el cielo y el infierno, que es la creación hace que tu vida tenga fluctuaciones fuertes. Pero desde la atalaya de la edad lo contemplas con serenidad.
- ¿Lees mucho?
- Sí, sigo leyendo mucho. Piensa que yo no estoy nada en internet. A mis amigos escritores jóvenes les doy un consejo muy sencillo con el que me pasa como a Jesucristo con el joven rico, que el joven se va mohíno y no me hace caso: lo primero que tienen que hacer es salirse de internet para que las opiniones que genera lo que tú dices te resulten ajenas, si acaso te llegue un pálido eco. A mí me han pasado cosas muy curiosas con esto. Me dicen que he sido trending topic dos semanas después de que pase. Por ejemplo, digo algo que jode oír pero que es verdad: la pornografía crea adicción, esa adicción exige dosis superiores en cantidad y calidad y llega un momento en el que necesitas ver pornografía rarita. Escribí esto y se montó la de San Quintín, pero yo no me enteré. Y es mejor así porque en el momento actual, en el que estamos sometidos a presiones desaforadas producto del fanatismo, es muy necesario para un creador vivir al margen. La gente se mueve ya según unos criterios tan esquemáticos que, si no te mantienes al margen, te vuelves loco. O todavía peor: terminas cediendo que es lo peor que le puede suceder a un escritor. Un escritor puede ser la voz que clama en el desierto, pero no puede impostar la voz para satisfacer a su eco,.
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TITULO: ¿Te lo vas a comer ? - Bolas de nieve de leche condensada . ,Alberto Chicote,.
El Miércoles - 6 , 13 - Diciembre a las 22:45 por La sexta ,fotos,.
Bolas de nieve de leche condensada,.
Un dulce que se hace en poco tiempo y con pocos ingredientes,.
Con esta receta, cualquiera puede sorprender.
Llegan tiempos de celebraciones y reuniones con amigos y familiares. Para esos momentos esta golosina que proponemos es perfecta. Un postre que harás en poco tiempo y con pocos ingredientes. También puedes alegrar con ellas un desayuno o merienda y no dudes que gustarán.
La leche condensada contiene vitamina B y magnesio, pero la entera es rica en grasa saturada y colesterol, por lo que su consumo se debe restringir en caso de patología cardiovascular o alteraciones de lípidos en sangre.
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Tiempo de preparación
10'
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Tiempo de cocción
18'
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Tiempo total
28'
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Comensales
9-10
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Calorías
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Categorías
Postres
Ingredientes
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185 g (1/2 lata pequeña) de leche condensada
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225 g de mantequilla a temperatura ambiente
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300 g de harina
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3 cucharaditas de café de levadura química
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azúcar glas (para espolvorear)
Preparación
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Precalentar el horno a 160º C.
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Batir la mantequilla hasta que quede ligera y cremosa, unos tres minutos.
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Añadir la leche condensada y continuar batiendo durante tres minutos más.
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Incorporar la harina y la levadura química. Mezclar hasta integrar por completo. Formar bolas con una cuchara para helados de 5 cm de diámetro sobre una bandeja para hornear forrada con papel de horno. Asegurarse de dejar al menos 3 cm entre cada bola.
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Hornear durante unos 18 minutos. Retirar del horno y dejar enfriar sobre una rejilla
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Espolvorear generosamente las galletas con azúcar glas.
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