La Hora Musa -El pulmón de México en las manos de Gabriel Orozco, .- ,. Martes - 9- ABRIL ,./ Cachitos de hierro y cromo -Cuba es uno de los mayores yacimientos de silencio del planeta”,. ,. Martes -9- ABRIL ,.
TITULO:
La Hora Musa -Canciones como medicina ,El pulmón de México en las manos de Gabriel Orozco, .-. - ,. Martes - 9- ABRIL ,. 'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski , a las 22:55 horas, en La 2 martes - 9- ABRIL ,.
El pulmón de México en las manos de Gabriel Orozco,.
López
Obrador apuesta por el artista más internacional del país para
convertir el Bosque de Chapultepec en un gran espacio cultural, fotos.
Gabriel Orozco descansa en una banca del bosque de Chapultepec.Hector Guerrero
Hace más de 20 años, Gabriel Orozco alcanzó la fama internacional con
un gesto diminuto, presentar en la Bienal de Venecia una caja de
zapatos vacía. Hoy tiene entre manos la intervención de uno de los
espacios verdes urbanos más grandes del planeta, las 800 hectáreas del
Bosque de Chapultepec de Ciudad de México, el doble que el Central Park
de Nueva York, el triple que el Hyde Park de Londres. El presidente
mexicano, Andrés Manuel López Obrador pretende convertir el pulmón de
México en “el espacio cultural más grande e importante del mundo” y ha
nombrado como factótum del proyecto al artista más internacional y
cotizado del México contemporáneo.
El
proyecto se anunció este martes y aún está en pañales. No hay
presupuesto, ni plazo, apenas un primer esbozo sobre los planos en los
que ya ha empezado a trabajar. “No se trata de destruir nada, sino de
abrir y reforestar”, cuenta Orozco sentado en un banco del bosque entre
los árboles que han visto pasar tlatoanis mexicas, virreyes españoles,
emperadores austriacos y presidentes priistas. Los orígenes del parque
son anteriores a la fundación de Tenochtitlán y en su territorio se ha
concentrado históricamente el poder político y cultural del país. Desde
los baños de Moctezuma, el castillo del emperador Maximiliano de
Habsburgo, la residencia presidencial de la república, varios museos
claves –Antropología, Historia, Arte Moderno y Tamayo-, el panteón de
nombres ilustres o importantes instalaciones militares.
Vista aérea de una delas secciones del bosque que serán intervenidasChristian Palma
“En un jardín la paciencia es importante”, subraya el artista sobre
cuándo se van a poder ver los resultados de su intervención. “Se puede
pensar que algunos proyectos estarán terminados en un año, parte
sustancial será visible en tres; si todo va viento en popa y se mantiene
el apoyo de todos, en seis años habrá campos bien sembrados, algunos
frutos ya visibles, infraestructura urbana y circulación bien
organizada. Luego, se verá cómo se va a usar, cómo empieza a habitarse,
cómo la gente se concientiza para cuidarlo e implementar una ecología
que genere conciencia y que repercuta en el resto de parques del país”,
detalla Orozco, al tiempo que aclara: “Es importante entender que no
quiero llenarlo de esculturitas y elefantes blancos que no representan
nada. Simbólicamente todo mexicano tiene parte de su corazoncito en
Chapultepec. El proyecto debe ser divertido, serio ambientalmente,
económico y espectacular arquitectónicamente, a la vez que sensato y que
pueda tener una repercusión cultural, ecológica y humana en el mejor de
los sentidos”.
A caballo de cinco ciudades –vive parte del año en Nueva York, Tokio,
París, Ciudad de México y desde hace dos años en Bali- las referencias
se multiplican para Orozco. La trilogía paisajista de la escuela
inglesa, francesa y japonesa se ha vuelto una suerte de discusión
interna para el artista mexicano, sin obviar los recuerdos de su paso
por Madrid, cuando los recorridos por El Retiro en los que hacía piezas
con ramas que encontraba se volvían “paseos filosóficos”.
En ese afán de apertura e interconexión, uno de los primero retos
será integrar las dos monstruosas carreteras –una de ella con dos
niveles– que atraviesan el espacio verde. “El cruce del periférico es
muy fuerte, hay que ver cómo hacemos un paso peatonal, que no sea nada
más un paso elevado de peatones que es imposible de cruzar para una
madre con su carreola o para una persona mayor La idea es hacer de todo
el bosque un paseo posible con fluidez y que tenga cierta unidad, que
esté integrado para que sea posible un maratón Chapultepec o recorrerlo
todo en bici”.
El artista se retrotrae a la construcción de la Ciudad Universitaria
mexicana para buscar una referencia en su país. “Es algo inédito desde
entonces”. Durante los años cuarenta, los tiempos dorados del Estado
priista posrevolucionario, se abrió una convocatoria pública para
articular urbanísticamente las periferias del sur de la ciudad en torno a
construcciones funcionalistas, desnudas, austeras pero integradas con
el arte plástico. En aquel proyecto participaron los mejores
arquitectos, ingenieros y artistas de entonces: Diego Rivera, David
Alfaro Siqueiros, Juan O´Gorman o Mario Pani.
Orozco no cobrará por su participación como coordinador en el
proyecto –“uno lo hace por honor”- y subraya su sintonía con el nuevo
gobierno de Morena: “Me he reencontrado con un liderazgo en mi país y
con un presidente que me cae muy bien, que creo que está haciendo las
cosas con muy buena voluntad y lanzando proyectos muy interesantes”. El
artista resalta, en todo caso, que sí se invertirá dinero en trabajos
específicos, tratando de reclutar a los mejores arquitectos e ingenieros
de México sin que eso suponga un derroche, buscado fórmulas que
distintas a “a las burbujas inmobiliarias y la especulación financiera”.
Con una trayectoria profesional diseminada por prácticamente todos
los grandes museos del mundo –de Museo de Arte Moderno de Nueva York al
Pompidou de París- Orozco enfatiza que este proyecto aspira a trazar un
límite con la lógica espectacular y comercial del mundo del arte y
defiende la iniciativa pública liderada por el nuevo Gobierno de
izquierdas mexicano. “Ya no existen los museos nacionales. Incluso en
Francia, el Louvre y el Pompidou se manejan como empresas y abren sus
sucursales en partes. La mentalidad del Estado promoviendo, apoyando
cultura, incluso como propaganda de su propia ideología está cobrando
nuevas maneras trabajar en todo el mundo. Ver este proyecto solo desde
el punto de vista de un nuevo empoderamiento del Estado me parecería un
error, porque en va a ser muy importa la participación de los vecinos,
la iniciativa privada, las diversas clases sociales”.
A lo largo de su carrera, Orozco no se ha prodigado en hacer trabajos
por encargo ni obras para gobiernos. Su única relación con lo público
fue la polémica compra –por 3 millones de pesos– de una obra construida
sobre el esqueleto de una ballena para una biblioteca pública inaugurada
durante el gobierno de Fox y que estuvo marcada por los retrasos en los
plazos de terminación del edificio. “En ese entonces era el primer
presidente democráticamente electo, era la posibilidad de la democracia
trasparente en México y por eso se hizo esa biblioteca y por eso no me
importó participar”
Gabriel Orozco camina en el interior de ChapultepecHector Guerrero
Con un bagaje académico en el ámbito de la escultura, su obra no se
caracteriza por la monumentalidad, pero sí por el juego de escalas.
“Todo mi trabajo es una reflexión sobre la escultura no en sentido
convencional, sino funcional, relacionada con los mecanismos sociales y
la naturaleza”. En 1993, en La isla dentro de la isla, recreó
los rascacielos de Manhattan con residuos de la calle y plasmó ese juego
de escalas fotografiando su miniciudad con el skyline de fondo.
Casi trés décadas después, Orozco habla como un cardiólogo para
explicar la trascendencia de su intervención en el centro neurálgico del
país, que espera que luego puede capilarizarse por otros parques de
México, replicando la misma forma de trabajo colaborativo entre
arquitectos, urbanistas, artistas y ambientalistas. “Vamos a sanear las
arterias para que empiece a bombear la sangre del cuerpo, no es que se
te haya olvidado la mano derecha, es que esto es el corazón del país, el
bosque es el corazón histórico y cultural de México”.
Cuba es uno de los mayores yacimientos de silencio del planeta”,.
El
escritor Enrique del Risco presenta en España 'Turcos en la niebla',
novela en la que radiografía la realidad psicológica de los exiliados
cubanos,.
El escritor cubano Enrique del Risco, a finales de marzo en la galería Poparte de Madrid.fotos,.
Defiende el escritor Enrique del Risco que su última novela, Turcos en la niebla
(Alianza, 2019), que presentó en Madrid a finales de marzo, es un
ajuste de cuentas con la esperanza de libertad que ha alentado a muchos
cubanos a dejar su país por razones políticas. Más concretamente, con la
engañosa promesa de felicidad que envuelven estas huidas y que termina por sumir al individuo en un baño de realidad andando el tiempo. Exiliado de la Cuba castrista,
que abandonó en 1995 tras renunciar a una fe de la que fue militante, a
Del Risco (La Habana, 52 años) le interesa más subrayar la ausencia de
brújula vital que en su opinión caracteriza el exilio que la añoranza
por la tierra perdida. Centrada parcialmente en Nueva York, ciudad en la
que el autor reside desde hace más de 20 años, Turcos en la niebla,
novela ganadora del XX Premio Unicaja de Novela Fernando Quiñones,
rebate, a través de las historias de cuatro protagonistas que
abandonaron Cuba, la idea de que se puede acabar con los males
interiores poniendo tierra (u océano, en este caso) de por medio. Pregunta. ¿Qué imagen del exilio cubano ha buscado trasladar en Turcos en la niebla? Respuesta. El exiliado es en general un tipo muy
especial de emigrante, alguien que tiene que reconstruir el mundo que
deja atrás y que al comienzo de esa operación trata de aislar los males
del pasado y de mantenerse incontaminado de ellos, algo imposible,
porque el mal se lo lleva uno siempre consigo mismo. Al final, acaba
preguntándose por las cosas que no tienen que ver con el motivo que le
llevó a partir y que, sin embargo, hacen que su vida sea peor de lo que
podría ser en realidad. He tratado que todo eso esté en esta novela. P. Sus personajes parecen incapaces de cambiar el
rumbo de sus vidas. Uno de ellos llega incluso a preguntarse si podrá
creer en algo que no sea la gravedad. R. Los protagonistas tienen vidas que son un
absurdo, pero un absurdo tan común que los propios personajes lo han
naturalizado. Así es en gran parte la vida de los cubanos,
incluida la de aquellos que han huido: un absurdo naturalizado que se
explica por el mundo totalitario del que tratan de escapar. Los
protagonistas de la novela no saben vivir en Cuba, pero tampoco están
capacitados para hacerlo en otro lugar, porque piensan más en lo que
ocurre en la isla que en su propia vida. El exilio les crea una especie
de barrera que los aísla del presente y los hace impermeables a su
realidad más inmediata. Y todo esto es muy curioso, porque esa
naturalización inconsciente de la vida que hacen los cubanos también la
realiza el mundo occidental. P. ¿Qué quiere decir? R. Los visitantes, no digo todos, pero sí muchos,
acaban pensando que lo que ocurre allá es algo que no podría ser de otra
manera. El sistema político y todas sus consecuencias, me refiero. Y
eso puede tener algo de interesante, incluso atractivo para los
occidentales que están insatisfechos con sus sociedades, pero solo
porque no viven allí día a día. Si lo hicieran, se darían cuenta de que
los cubanos no merecemos vivir de esa forma, por más que satisfaga la
curiosidad de tantos turistas. P. ¿Le parece que Occidente no juzga Cuba con los mismos cánones que a sí mismo?
El escritor Enrique del Risco.
R. Cuba ha sufrido un proceso de orientalización
motivado por las condiciones en las que ha vivido los últimos 60 años.
Al principio era para muchos un futuro, una utopía, pero después ha
pasado a ser un modelo de sociedad alternativa. Ciertamente son imágenes
trágicas ambas, no sé cuál de las dos es peor. Creo que con la primera es más fácil engañarse;
la segunda es ya un poco más cínica, aunque de esta última no puedo
hablar tanto porque me la perdí. La época en la que Cuba comenzó a ser
percibida como un paraíso alternativo coincidió con el momento en el que
yo salí del país. Ahora, desde la distancia, creo que Cuba sigue siendo
ambas cosas: es el retrato del Che, pero en una extraña mezcla con el
Chevrolet 53 de los tiempos de [el dictador Fulgencio] Batista. P. El monólogo final de uno de los personajes es a
evitar por todos los medios el silencio. ¿Qué sentido tiene esa llamada
en la Cuba de 2019? R. Cuba es uno de los mayores yacimientos de
silencio del planeta. Pero es un silencio muy locuaz, que está acallado.
Pongo un ejemplo. No hace mucho leí un artículo en un periódico
importante que presentaba Cuba como un paraíso para los homosexuales,
cuando el Gobierno tiene una trayectoria de homofobia de Estado más que
demostrada, pero bastó que la hija de Raúl Castro se convirtiera en defensora de los derechos de estas personas
para anular esa imagen. Por desgracia hay multitud de formas por las
que se silencia lo que ocurre allí. En parte esto se explica porque Cuba
interesa más como modelo que como realidad. Suelo decir que, más que un
país, Cuba es una idea. Estoy de acuerdo con eso que dice [el filósofo
Slavoj] Zizek
de que los cubanos llevamos décadas condenados a ser siempre el sueño
de los otros. Algo que tiene que ver con otra idea que comparto, de [el
novelista] Reinaldo Arenas,
que decía que los cubanos venimos del futuro. Venir de allí tiene sus
desventajas: una de ellas es que no mejora nuestra capacidad de
imaginarnos que lo que vendrá será mejor.
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