BLOC CULTURAL,

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miércoles, 24 de abril de 2019

Domingo -28- ABRIL - LIARLA PARDO -Lara Álvarez: «Tener a Isabel Pantoja es una bomba»,./ ESPAÑOLES POR EL MUNDO -Un siglo con guarnición fija y el general que unió a Cáceres y Badajoz ,./ Escala humana -Enganchados al sol desde hace 40 años,.

TITULO: Domingo -28- ABRIL - LIARLA PARDO -Lara Álvarez: «Tener a Isabel Pantoja es una bomba»,.
 
 El domingo -28- ABRIL  a las 18:00 por La Sexta, foto,.

Lara Álvarez: «Tener a Isabel Pantoja es una bomba»

Lara Álvarez. /Roberto Garver
Lara Álvarez.

La presentadora se lleva 200 bikinis a 'Supervivientes', que regresa este miércoles a Telecinco,.

Con entre 180 y 200 bikinis para 95 días e «infinitas grabaciones», Lara Álvarez (Gijón, 32 años) está de nuevo en Honduras, donde suele perder «tres o cuatro kilos» para presentar una nueva edición de 'Supervivientes', que arranca este miércoles en Telecinco a las 22.00 horas. Finalmente, ni estará sola, ni acompañada por una nueva cara, sino que Jorge Javier Vázquez, que pasó por una intervención quirúrgica tras sufrir un ictus, ha recibido el visto bueno de los médicos para incorporarse a la expedición. «Estaba deseando poder presentar uno de sus programas favoritos. No tiene sentido sin él, porque le da un toque y una chispa muy especial. Estaba en un reposo que no quería, pero que le tocaba, y está con muchísimas ganas y muchísima fuerza», comenta Álvarez sobre su compañero en la nueva edición del 'reality', que cuenta con 15 rostros confirmados. Entre ellos, Isabel Pantoja, Chelo García Cortés, Carlos Lozano, Azúcar Moreno y Colate Vallejo-Nágera. Aunque hasta el último momento puede haber novedades.
- ¿Cómo afronta su quinto año presentando el programa?
Pensaba que se me iban a ir quitando, pero cada año tengo más ganas de volver. Además, es la que menos información he tenido de todo. Me dijeron que iba a ser la edición de las sorpresas, y lo está siendo hasta para los presentadores. Y para los espectadores, claro, porque hasta la primera gala no vamos a conocer el 'casting' cerrado. Hasta el último minuto puede pasar de todo.
- ¿Qué le parecen los concursantes?
Muy potentes. Creo que Colate es uno de los grandes desconocidos y que puede dar muchísimo juego. A Omar lo conocemos de 'Gran Hermano', pero no tiene nada que ver una casa con una isla. Las circunstancias que se dan son completamente distintas. Aunque conozcamos al personaje, siempre descubrimos otro tipo de perfil. Tener a Isabel Pantoja es un puntazo. Una bomba. Siempre hablamos de un 'casting' potente, pero no solo por los nombres, sino por la mezcla que se origina. Se espera mucho de la gente joven, pero la que suele sorprender es la de mediana edad. Viene con ganas, pasada de vueltas de la vida, y que viene a hacerlo también a la isla.
- ¿Qué balance hace de su etapa en Mediaset?
Estoy superagradecida. Llevo cinco años si no me equivoco, y cada paso que doy, más y más contenta. Al final, esta casa me está abriendo las puertas a una vida profesional a la que no puedo poner una pega. Y 'Supervivientes' ha sido un máster en todo, también en lo personal. Al final, no trabajas con un equipo, convives con un equipo. Aprendes de 180 personas. Hay gente que lleva yendo 12 años, y algunos que vienen de la edición italiana que están seis meses allí.
- ¿Dónde cree que reside el éxito de 'Superviventes?
Nos gusta ver chicha, discusiones, el morbo, quién acaba con quién. pero también la supervivencia, y eso no lo tiene otro 'reality'. Aquí la gente adelgaza, lo pasa mal. No hay nada guionizado ni pactado.
- ¿Y cómo encaja las críticas que reciben estos formatos?
Bien. Al final es un tipo de programa que ve tanta gente, que no puedes gustar a todo el mundo. Y hasta la gente que lo critica lo ve. Siempre es guay la crítica constructiva, pero no siempre la encuentras. Hay mucha crítica por crítica, que es igual de respetable, porque en el fondo piensas: lo estás viendo. Algo bien estamos haciendo para que aunque genere rechazo, la gente lo vea y se enganche, pero la opinión es libre.


TITULO:  ESPAÑOLES POR EL MUNDO -Un siglo con guarnición fija y el general que unió a Cáceres y Badajoz,.

Un siglo con guarnición fija y el general que unió a Cáceres y Badajoz,.

Un siglo con guarnición fija y el general que unió a Cáceres y Badajoz
El compañero Manuel Caridad vuelve a estar mal. Deprimido porque todos los jóvenes de su familia se han ido fuera de Extremadura a buscar trabajo; cansado de solo ir a entierros y a ni una alegre boda, se atrinchera en los bares, se refugia en el alcohol... y la bebida cada vez le sienta peor.
Los amigos hemos hecho un plan para ayudarle: salimos con él a pasear por la Ronda Norte o a contemplar la ciudad desde La Montaña, y cuando no queda más remedio que entrar con él en un bar, vamos a los de camareros amigos con los que tenemos acordado que sus cañas tengan el 80% de cerveza sin alcohol. Él se las bebe diciendo que la cerveza ya no es lo que era, pero ya no hay que llevarle a casa dando trompicones.
Es hijo y nieto de militar y a mí, para tenerle ocupado, se me ha ocurrido hablarle de que en este 2019 se cumplen 100 años desde que tenemos una guarnición permanente en Cáceres, y que, sabiendo él del tema, bien me podía ayudar a buscar documentación para hacer un reportaje sobre este siglo del Ejército en Cáceres.
Dorándole así la píldora le tengo entretenido, dándome de vez en cuando el avance de lo que encuentra. De esta manera el otro día me dijo que tenemos la guarnición permanente exactamente desde el 2 de julio de 1919, cuando fue destinado definitivamente a Cáceres el Regimiento de Infantería de Segovia número 75, regimiento que fue creado el 20 de enero de 1694 con el sobrenombre de El Confundido. Le pedí que me hiciera el favor de averiguar el motivo del sobrenombre, y después de andar investigando me dijo: «Nadie sabe ahora en qué se confundieron, debió ser en algún hecho de armas a finales del siglo XVII en Marruecos o en el siglo XVIII en Italia».
Caridad me vino con fotos de la infanta Isabel, 'la Chata', cuando vino a Cáceres el 23 de octubre de 1919 para ser madrina del regimiento cacereño, entregándole al día siguiente su bandera en un solemne acto militar en el Paseo de Cánovas.
Al preguntarle dónde estaba acuartelado el regimiento, me vino con una foto del desaparecido seminario de Galarza, que estaba en la calle Parras y se convirtió en Cuartel de Infantería. «Aquí estuvieron – me dijo –, también en la Casa de los Caballos, que ahora es parte del Museo de Cáceres, y en la Casa de los Caldereros, hasta que en 1926 se fueron al cuartel Infanta Isabel que se levantó junto a la Plaza de Toros». El viejo seminario se derribó en 1969, y su fachada se trasladó al Palacio Episcopal, en la Plaza de Santa María.
Recogió en un libro de Germán Sellers que el regimiento de Cáceres intervino en la Guerra de Marruecos en 1921, estando también en África en 1922 y en 1924. Me contó de manera pormenorizada que en la Guerra Civil, formando parte del 'bando nacional', el regimiento, que pasó a llamarse Argel número 27, se dividió en tres batallones, que participaron en casi todos los frentes. Una tarde me vino asombrado con las bajas del regimiento de Cáceres durante la Guerra: ¡1.534 muertos y 345 desaparecidos!
Luego se extinguió el regimiento Argel número 27 para dar paso al Centro de Instrucción de Reclutas (C.I.R.) número 3, que se creó el 9 de diciembre de 1964, contando con el acuartelamiento Santa Ana de la carretera de Mérida, que ahora se llama Cefot número 1, y que es donde más soldados profesionales se forma de toda España.
Buceando en los orígenes del regimiento permanente, dio con el general Esponda, una figura que le encantó. Nacido en Madrid en 1828, Federico Esponda Morell fue un heroico militar que ascendió por sus méritos en numerosos campos de batalla, sobre todo en Cuba. En 1891 se le encomendó la capitanía general de Extremadura, afincándose en Badajoz. Fue allí donde en el año 1892 se dirigieron las autoridades de Cáceres para pedirle que mandara militares a la desprotegida ciudad. El general les hizo caso y envió un batallón de infantería y un destacamento de caballería, pero no con carácter permanente.
Los cacereños estaban tan contentos que concedieron al general Esponda el título de hijo adoptivo de la ciudad y le invitaron, a él y al Ayuntamiento de Badajoz, a celebrarlo en Cáceres en agosto de 1893. Escribió Miguel Muñoz, Conde de Canilleros, que las arcas municipales estaban vacías, «adoptándose la casi profanadora resolución de destinar a regocijos y a fiestas las 7.900 pesetas consignadas en los presupuestos municipales para construir un nuevo cementerio».
La fiesta fue por lo grande. Se levantó un monumental arco en la calle de San Antón, por donde pasó Esponda y las autoridades de Badajoz en un desfile formado por 25 coches de caballos. Caridad me mostró una maravillosa foto de la entrada de los agasajados hecha por Manuel Elizechea, fotógrafo afincado en Cáceres. «Fíjate – me dijo –. Esta foto simboliza como el general unió a Cáceres y a Badajoz. Los nombres de las dos ciudades aparecen enlazados por el arco y en la cabecera se puede leer: 'El Ayuntamiento y la guarnición de Cáceres al excelentísimo Ayuntamiento de Badajoz'». Hubo bailes, certamen de bandas de música y toros con los matadores Jarana y Quinito. Poco más de un año después, el 24 de diciembre de 1894, murió el general, con 66 años, y su viuda y su única hija regalaron a Cáceres la espada del héroe, que está en el Museo Municipal. Esta ciudad también le dedicó una de sus calles más importantes, la que une la Plaza de la Concepción con la Plaza Mayor.
Así estaba de volado el amigo con su general, cuando la otra tarde en la Redacción, la compañera María Fernández preguntó en voz alta, cuando no estaba Manuel Caridad:
–Vamos a ver, ¿quién es el cráneo privilegiado que le ha estado calentando la cabeza a Caridad con el general Esponda? Porque ahora dice que hay que conocer a fondo la calle que lleva su nombre en Cáceres, y entrar en todos los locales abiertos al público que tenga, sin faltar ni uno... y no sé si sabéis que a este hombre no le sienta bien el alcohol y la calle general Esponda es, nada más y nada menos, que la calle de los vinos de Cáceres, y debe de haber más de 10 bares.
Cuando levanté temeroso la cabeza por encima del ordenador, vi que todos los que estaban por la Redacción me señalaban a mí con dedos acusadores. ...Incluso el difunto Sanjosé que no sé qué demonios hacía por allí.


TITULO: Escala humana - Enganchados al sol desde hace 40 años ,.

El miercoles -24- Abril a las 21:00 `por La 2, fotos,.

Enganchados al sol desde hace 40 años,.

El arquitecto de la urbanización madrileña Rosa Luxemburgo, construida a principios de los ochenta, ya planificó unos tejados cubiertos de placas solares. Treinta años después un vecino hizo realidad el sueño de este visionario,.

impuesto sol
El ingeniero jubilado Paco Holguera convenció a 34 vecinos de la urbanización Rosa Luxemburgo, en San Sebastián de los Reyes (Madrid), para que instalaran placas solares en sus viviendas.  
Si no fuera por su tradición sindicalista y por su pasada militancia en el Partido Comunista, el sobrenombre que mejor le iría a Paco Holguera sería el de rey sol. Este ingeniero jubilado de 75 años está empeñado en que la energía solar se extienda por la urbanización Rosa Luxemburgo, ubicada en San Sebastián de los Reyes (Madrid) y en la que vive desde 1983. Holguera convenció hace una década a 34 vecinos para que cubrieran sus tejados de placas solares. La Rosa, como la llaman sus vecinos, se convirtió entonces en la comunidad pionera en instalar energía fotovoltaica de manera colectiva. José Miguel Torallas, el arquitecto de la urbanización, ya había dibujado en los planos unos tejados cubiertos de placas solares –aunque por falta de viabilidad no se instalaron–. Treinta años después, Holguera cumplió el sueño del visionario arquitecto.
El siguiente paso de este ingeniero de telecomunicaciones en su apuesta por la energía renovable fue promover el autoconsumo en 2017. Cinco viviendas instalaron paneles con el asesoramiento de la empresa sin ánimo de lucro Ecooo y desde entonces complementan su abastecimiento con la energía que generan. Holguera confía en que el real decreto aprobado este mes de abril para derogar el llamado impuesto al sol, que castigaba fiscalmente el autoconsumo, anime a más vecinos. “He propuesto al Ayuntamiento la creación de un parque solar en el que se puedan recargar coches eléctricos”, explica Holguera, más dedicado al ecologismo (“más fructífero”) que a la política.
impuesto sol
De izquierda a derecha: Paco Holguera, María José Vera y José María Osma, vecinos de la urbanización Rosa Luxemburgo, en San Sebastián de los Reyes (Madrid).
Holguera vive junto a su compañera en el lugar idóneo para llevar a cabo su ideario ecologista. La Rosa se constituyó como cooperativa en 1980 y muchos de los vecinos ya tenían conciencia medioambiental. Torallas se inspiró en Milton Keynes, un pueblo construido a finales de los sesenta a media hora en tren de Londres, para crear esta colonia de 794 casas. Muy sensibilizado para la época, diseñó 15 viviendas de una sola planta para minusválidos. “Era un hombre bastante utópico. En un principio pensó en hacer 5.000 viviendas. Había viajado mucho, tenía ideas diferentes del resto”, afirma Luis Pradal, el aparejador que trabajó con él casi desde el principio y residente de La Rosa desde siempre.
De igual manera que se desechó la instalación de paneles se rechazó la construcción de chimeneas. “Era demasiado burgués, además”, cuenta Pradal, que fue uno de los 34 vecinos que invirtió 14.000 euros en la instalación hace 10 años. “Te tiene que gustar este tema, estar concienciado. No es para ganar dinero”, explica. El arquitecto técnico jubilado pidió un crédito que pagaba con el beneficio que obtenía de verter la energía a la red; a los ocho años amortizó la inversión. Padral y Holguera justifican la baja participación de los vecinos por los impedimentos administrativos: había que darse de alta como autónomo y declarar el IVA trimestralmente.

Consumir la propia energía generada

José Manuel Osma pertenece a la segunda oleada, a la que instaló paneles para el autoconsumo. La inversión rondó los 5.000 euros. “Lo hicimos más por conciencia medioambiental que para ganar dinero”, refuerza este informático retirado de 63 años, que lleva unas gafas fotocromáticas: los rayos del sol tintan los cristales cuando sube al tejado para mostrar el huerto solar que ha “plantado”: “Vamos abreviando, que los jubilados no tenemos tiempo para nada”, afirma socarrón.
Un dibujo de la urbanización Rosa Luxemburgo de finales de los setenta en el que se aprecia la planificación de placas solares en los tejados.
Un dibujo de la urbanización Rosa Luxemburgo de finales de los setenta en el que se aprecia la planificación de placas solares en los tejados.
El que también anda falto de tiempo es Holguera. Su aire pausado y la manera en la que escoge las palabras anticipa la diligencia con la que desempeña todas sus ocupaciones. Distribuye su tiempo entre el campo y Sanse, como se conoce el pueblo. Tiene paneles de abejas en la sierra de Madrid y organiza la plantación de unas encinas en el monte, lleva la web de la urbanización y forma parte de tres comisiones en La Rosa: la de actividades voluntarias (ocio), la de energía renovable y la de Internet. Esta última se encarga de gestionar una red que instalaron en los dos mil y que provee de conexión a los vecinos. Ahora quieren introducir la fibra de manera colectiva.
Hay algunos vecinos muy comprometidos con el medioambiente. María José Vera, de 69 años, cocina pan en un horno solar de quita y pon en el patio de su adosado. Esta profesora de instituto jubilada instaló las placas de autoconsumo hace dos años y asegura que en invierno su casa nunca está por encima de los 19 o 20 grados. Tiene mantas repartidas por la casa. “Os dejo, que ya me he perdido la clase de yoga y no me gusta faltar”, cuenta esta jubilada activa. “Venga, María José, que vas a compartir portada con los políticos”, la anima Osma, el más guasón.
Rosa luxemburgo
El arquitecto técnico Luis Pradal, que trabajó en la creación de La Rosa, muestra una fotografía del campo sobre el que se levantó la cooperativa a principios de los ochenta.
En la urbanización se dan clases de idiomas, de pilates y hay talleres para niños. “Hay un vecino que es profesor de inglés y da clases a los mayores”, afirma la administradora Alejandra Gregorio, que también vive en La Rosa. La comunidad se compone de docentes, obreros de grandes empresas (como Holguera, que trabajó en la fábrica de material telefónico Standard Eléctrica), algún escritor y taxistas.

El relevo de los jóvenes

La Rosa pasó una crisis hace un lustro debido al envejecimiento de los vecinos. Había decaído el espíritu comunitario hasta el punto de que la comida anual de confraternización casi se suspende. “Los jóvenes son más individualistas. Apenas se conocen los unos con los otros”, afirma Gregorio. La situación no es la misma que hace 35 años. La Rosa llegó a tener un canal de televisión. Emitían en un plató desde la sede en la que hoy trabaja la secretaria y que llaman el pirulí por la gran antena que corona su techo. “En los genes está el colectivismo y la cooperación”, defiende Holguera, que llegó a Madrid en los sesenta procedente de Extremadura.
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Luis Pradal y Marta Muñoz, dos generaciones de vecinos de la urbanización Rosa Luxemburgo, en San Sebastián de los Reyes (Madrid).
Una de las jóvenes que ha tomado el testigo es Marta Muñoz. Participa en la organización de un modesto festival de música, de un mercadillo y de una castañada. “Los mayores piden que les demos el relevo, pero son imprescindibles”, afirma esta bióloga de 46 años, que instaló placas solares hace dos años y antes de que se aprobara el real decreto se ahorraba entre 10 y 15 euros al mes en la factura.Madre de dos niños, permutó hace ocho años su piso de Sanse por el adosado que tenían sus padres, ya mayores, en La Rosa. Igual que hizo Holguera en los ochenta. “Cambié a pelo con Antonio Gutiérrez [secretario general de Comisiones Obreras entre 1987 y 2000] mi casa de Majadahonda por esta”, recuerda. Sus vecinos, al menos, han salido ganando.

Calles sin políticos ni generales

Cuando se constituyó la cooperativa Rosa Luxemburgo a principios de los ochenta, los tres mil nuevos vecinos que se trasladaron a San Sebastián de los Reyes incrementaron la población de este municipio al norte de Madrid en casi un 10%. “Que vienen los comunistas”, rememora que se oía Almudena Suárez, funcionaria ya jubilada del Ministerio de Cultura. Gentes del entorno del Partido Comunista habían promovido la formación de esta cooperativa, aunque no había que ser militante ni cumplir ningún requisito para comprar uno de estos chalés por cuatro o cinco millones de pesetas, unos 25.000 o 30.000 euros (hoy algunos se venden por entre 300.000 y 400.000 euros).
El carácter asambleario ha estado presente desde la creación de esta comunidad. Decidieron por votación si los los chalés tendrían piscina, lo que se descartó porque “no teníamos un duro”. Aprobaron la instalación de una gran antena que suministraba señal a todos los vecinos. “Al no haber antenas individuales en los tejados preservábamos la estética de las casas”, afirma orgulloso Luis Cabral, el arquitecto técnico de La Rosa. También convinieron no cercar la urbanización. “Ni vigilancia ni vallas. Eso no va con nosotros”, añade este residente de la calle Francisco de Quevedo que, como el resto de vías, tienen nombre de escritores. “Ni políticos ni generales”, cierra.
De puertas afuera, los vecinos de La Rosa impulsaron la apertura de una estación de metro. “Se planeó que llegara al pueblo, pero no que hubiera una parada justo al lado”. La urbanización, levantada prácticamente en el campo, no tenía vegetación; parecía un poblado. “Al principio lo llamaban Marraquech”, cuenta la vecina Marta Muñoz. Estaba tan en el medio de la nada que había unos cables de alta tensión que la atravesaban. “Conseguimos que los desviaran en los noventa”, apunta Cabral. Uno de tantos logros.

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