BLOC CULTURAL,

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domingo, 20 de febrero de 2022

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TITULO: Mi casa es la tuya -   Patricia Simón   , Viernes - 18 , 25 - Febrero ,.

 

Mi casa es la tuya',.


Este viernes  -18 , 25- Febrero a las 22.00, Telecinco emite una nueva entrega de 'Mi casa es la tuya', con Bertín Osborne charlando con  -   Patricia Simón , foto.

 Patricia Simón,.

Patricia Simón: "Si tenemos miedo es más fácil gobernarnos, someternos y explotarnos",.


Patricia Simón: "Si tenemos miedo es más fácil gobernarnos, someternos y explotarnos"

  • Patricia Simón,.

Patricia Simón. Estepona, 1983. Periodista, escritora y profesora especializada en Relaciones Internacionales. En Miedo (Debate) analiza los temores que en los últimos años han articulado nuestras vidas.

Asegura que el miedo es lo que define al siglo XXI. ¿por qué?
Porque es la emoción que está azuzando la ultraderecha y los populismos para secuestrar las democracias y porque es el instrumento más eficaz para enfrentar a la clase trabajadora entre sí.
Dice que justo antes de la pandemia el mundo estaba experimentando la mayor oleada de protestas que se había vivido desde los años 60. ¿Algunos ejemplos?
Las protestas en Irak contra el régimen impuesto en la invasión ilegal de 2003, las importantísimas movilizaciones en Hong Kong pugnando por cambiar la geopolítica de la región, en Chile había muchísima gente en las calles luchando contra el régimen neoliberal que se impuso con el pinochetismo, los "chalecos amarillos" en Francia llevaron a ese país a su mayor crisis institucional desde los años 60... Y como esas, muchísimas otras en los cinco continentes. Y lo interesante es que todas esas movilizaciones, cada una con su casuística específica, tenían algo en común.
¿Qué tenían en común?
Pues que en la mayoría de ellas encontramos grandes masas de gente joven pidiendo que el sistema les dé una oportunidad laboral para emanciparse. Se trata de una vuelta de tuerca a la crisis a la que se enfrenta el neoliberalismo. Tenemos mucha población desesperada y desesperanzada con los sistemas democráticos que lo único que pide es un trabajo, aunque sea en condiciones precarias, con el que poder intentar construirse una vida plena.
El miedo, ¿es fácil de agitar, de provocar?
El miedo es muy fácil de alimentar, sobre todo en países como España, donde llevamos sometidos a la doctrina del shock, al menos, desde la crisis de 2008. En esa crisis se impusieron unas medidas de austericidio que la población sufrió y acató, aunque hubo muchas movilizaciones en contra. Y sin embargo, la gente no ha visto que sus expectativas vitales hayan mejorado desde entonces. Nos encontramos con una sociedad envejecida, agotada, desesperanzada y con mucho miedo al futuro, porque el futuro no les promete nada bueno. Cuando se llevan 14 años -como llevamos en España, Grecia o Italia- en los que todo siempre va a peor, el futuro es un lugar muy inhóspito. Y además el miedo es un mecanismo muy eficaz porque es un sentimiento que nos debilita mucho, que nos vuelve suspicaces, desconfiados y muy paranoicos. Cuando te siembran la semilla del miedo es muy fácil alimentarla, por eso la utilizan tanto.
¿Cuáles son los grandes miedos de nuestro tiempo?
En el libro abordo cuatro miedos, que son los que han articulado la historia de la humanidad, pero que a partir del crack de 2008 son los que definen nuestro tiempo. El primero es el miedo a los otros. Ese miedo tiene mucho que ver con el hecho de que las personas migrantes se hayan convertido en uno de los grandes temas de la controversia política y que se les señale -no solamente desde las posiciones ideológicas más conservadoras, sino también a menudo desde las progresistas, desde la socialdemocracia- como los responsables del empeoramiento de las condiciones laborales. Zygmunt Bauman ya hablaba de la manipulación de la incertidumbre. En un momento en el que la clase política es incapaz de dar respuesta a las grandes problemáticas -tenemos un mercado laboral muy debilitado y que cada vez va a dar menos oportunidades a causa de la robotización, tenemos una crisis climática que se nos presenta como un apocalipsis inabordable, tenemos una desafección política muy importante, tenemos democracias muy debilitadas que no dan solución a las necesidades de la población ni son capaces de generar un horizonte de mejora- lo fácil es temer al que tienes al lado. No al que está arriba, en los consejos de administración o en las organizaciones supranacionales, sino al de al lado, y señalarlo como el responsable de esa desesperanza.
El segundo miedo del que se ocupa su libro es el miedo a la pobreza. ¿De dónde surge?
El miedo a la pobreza es el que emplean las grandes empresas para decir que si uno no acepta ciertas condiciones laborales no pasa nada, porque detrás suyo hay cientos de personas dispuestas a aceptarlas. Ese miedo a la pobreza tiene agotada a la población, porque todo el mundo siente que puede perder lo poquito que ha conquistado. Eso ha alimentado la fragmentación de nuestra sociedad, con el problema añadido de la crispación y de la polarización sociales que tenemos y que me parece peligrosísimo.
El miedo a la soledad también lo señala como uno de los grandes miedos actuales...
El miedo a la soledad también tiene mucho que ver con este sistema económico, que no nos permite establecer o mantener relaciones personales fuertes y que cultiva la desconfianza. La falta de tiempo es un problema terrible. Tenemos la perpetua sensación de que no tenemos tiempo, nos levantamos sintiendo que ya llegamos tarde. Es muy difícil mantener relaciones en esas condiciones de ansiedad. Además, nos sentimos muy solos y pequeños ante problemáticas muy grandes. Y la impotencia creo que es la antesala de dos cosas: de sumarse a una rebelión o de abrazar opciones totalitarias. La soledad, la impotencia y la frustración están, en buena medida, detrás de que las ideas suicidas y los intentos de suicidio en menores de 30 años, y sobre todo en adolescentes, hayan crecido un 30% desde el principio de la pandemia en 2020. Tenemos una población joven tristísima, que se siente muy sola y que siente que la vida no tiene nada para ellos.
Y por último, el miedo a la muerte...
Es uno de los grandes miedos, se aborda en toda la literatura universal. Pero creo que la pandemia nos demostró lo silenciado que teníamos este miedo. En esa juventud eterna en la que vivíamos, en esa omnipotencia en la que estábamos instalados, la muerte era invisible. Y, de repente, la pandemia nos hizo temer no solamente la de nuestros seres queridos y la nuestra propia, sino el temor de que podíamos ser los transmisores de ese virus y de, alguna manera, los responsables de la muerte de las personas que queríamos. Eso nos hizo mirar a la muerte de frente y darnos cuenta de cómo ese miedo a la muerte también estaba siendo utilizado por los que quieren secuestrarnos la vida.
¿La pandemia ha avivado nuestros miedos?
Muchas de las personas con las que hablo, personas muy diversas, coinciden en que lo que le queda de manera muy palpable del primer año de pandemia, que fue tan aterrador, es el miedo. Son personas más temerosas y más inseguras, por esa incertidumbre que nos trajo la pandemia y porque ya veníamos de muchísima sensación de impotencia y miedos. Escribí este libro porque me di cuenta de que estábamos asediados por muchos miedos, que estaban enmarañados y rodeándonos, pero no sabíamos muy bien con qué se correspondía cada uno y quiénes se lucraban o sacaban rédito de ellos. Pensé que si los identificaba y organizaba, si les ponía su etiqueta y los colocaba en una estantería, sería más fácil entender qué hacen con nosotros y aprender a combatirlos.
¿Por qué quieren determinados gobiernos que tengamos miedo?
Porque si tenemos miedo es más fácil gobernarnos, someternos y explotarnos. Cuando tienes miedo, y lo vimos durante la pandemia, lo que uno quiere es que alguien tome el control, las riendas de la situación, que te diga que lo va a solucionar y que tú sólo tienes que despreocuparte, porque bastante tienes con intentar salir adelante, estar bien de salud y cuidar a tus seres queridos como para encima tener que ocuparte del rumbo de tu país, de tu sociedad. Y al final lo que hacemos es volver a nuestro espacio privado e intentar salir adelante. El espacio público, que se reconquistó con movimientos como el 15M, lo hemos vuelto a perder
¿Y cómo podemos los ciudadanos combatir estos miedos?
Conociéndonos los unos a los otros y recordando de todo lo que somos capaces. Ahora no tenemos espacios públicos donde encontrarnos y conocer a nuestro vecino, a nuestra vecina. Ese desconocimiento es el que alimenta los prejuicios, los estereotipos y todos los discursos que afirman que el que piensa diferente es un enemigo. Yo creo que el periodismo tiene esa función, hacer de alguna manera de asociación vecinal, y permitirnos conocer a quien consideramos diferente. Y también conviene recordar de dónde venimos.
¿De dónde venimos y por qué es importante recordarlo?
Somos un país que, hasta los años 60, sufría un 14% de analfabetismo entre su población, con grandes bolsas de pobreza muy cronificadas... Y, pese a todos sus errores, durante sus dos primeras décadas, la democracia española, con el apoyo de la Unión Europea, consiguió hacer una transformación radical del país. Los años 90, con su terrible banalización de la superficialidad, hicieron que olvidásemos que somos mucho más resistentes de lo que lo que creemos. También por eso es muy importante la memoria histórica. Y contar las historias de las personas migrantes que demuestran su arrojo y su valentía cuando emprenden un viaje migratorio. Porque ahora mismo sentimos que ya no podemos más y eso es lo que quieren los reaccionarios, que nos creamos impotentes y derrotados. Y para romper con tantos miedos y silencios debemos recuperar el respeto por la pluralidad de ideas.
¿La polarización estimula los miedos?
La polarización en nuestra sociedad ha provocado que consideremos que el que piensa distinto es el enemigo, que, en consecuencia, nos sintamos en peligro continuamente. Todo ello nos ha vuelto muy susceptibles. Cualquier debate de ideas corre el riesgo de convertirse en una discusión en términos personales, y eso hace que estemos a la defensiva, obsesionados con ganar el debate como si la vida fuese una tertulia televisiva. Creo que la política, en algunos casos, se ha convertido en un problema porque ha alimentado este odio que lo empapa todo. Hay familias que ya no hablan de nada porque la política se ha convertido en un tema de fricción doloroso. La política tiene que aportar soluciones, mejorar la vida de la mayoría y reivindicar la diversidad, que es la riqueza de los sistemas democráticos.
¿El gobierno español hace en ocasiones un uso interesado del miedo?
El miedo no sólo es un instrumento de los regímenes totalitarios sino también de las democracias representativas liberales, y así ha sido siempre. Creo que la técnica de azuzar el miedo contra la ultraderecha no funciona para combatirla porque hay muchas personas que no son fascistas, pero que sienten que esta democracia los ha abandonado. Desde las propuestas democráticas hay que devolverles un horizonte de mejora, algo fundamental, porque la democracia no funciona sin esperanza, sin sentir que puedes contribuir a una vida y a una sociedad mejores. No basta con señalar quiénes son los buenos y quiénes son los malos, eso es un uso indebido e ineficaz del miedo. Lo que tiene que hacer el Gobierno es dar salida a los problemas de la ciudadanía y generar mecanismos de participación.

TITULO:   Pekín Express  - Colombia afronta el desafío de vencer el miedo y apostar por el cambio,.

 

Pekín Express ,.

  Cristina Pedroche conduce 'Pekín Express: La ruta de los elefantes', una aventura en mitad del Índico, en la que 10 parejas con perfiles muy diferentes, etc.

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