La actriz Nicole Kidman será la protagonista de una nueva edición de “El Hormiguero Viajero” que se emitirá el próximo miércoles 7 de enero ...
“El Hormiguero” viaja a Londres para entrevistar a Nicole Kidman
La actriz Nicole Kidman será la
protagonista de una nueva edición de “El Hormiguero Viajero” que se
emitirá el próximo miércoles 7 de enero a las 21h45. Esta emisión será
la vuelta del programa de Pablo Motos tras el parón navideño.
El programa de Pablo Motos vuelve a
hacer las maletas rumbo a Londres donde reproducirá, una vez más, un
plató idéntico al de Madrid para grabar el pasado día 22 de noviembre el
programa con la actriz, según informó el portal Bluper.
La actriz australiana hablará con Pablo Motos en la capital británica
sobre su nueva película Paddington dirigida por Paul King, que se
estrena en los cines de Reino Unido el día 28 de noviembre y a
principios de diciembre enEspaña.
El equipo de El Hormiguero Viajero ya ha
puesto en marcha toda la maquinaria necesaria para reproducir en la
capital británica el decorado habitual del programa, tanto los elementos
característicos del plató como los materiales técnicos imprescindibles
para así recibir por primera vez a Nicole Kidman. Hasta el momento, es
una de las pocas estrellas de cine que todavía no había podido estar en
el programa.
Nicole Kidman, primera invitada del 2015 en 'El hormiguero'
El equipo del programa vuelve a desplazase hasta Londres para grabar una nueva edición de 'El hormiguero viajero'.
Trancas, Barrancas y su equipo, vuelven a desplazarse hasta la capital británica para grabar una nueva edición de 'El hormiguero viajero'. El programa que se emitirá el próximo miércoles 7 de enero, ha contado con la presencia de la carismática actriz, como ha adelantado en programas anteriores el mismo Motos.
'El Hormiguero Viajero' debutó en Londres con Will Smith y su hijo Jaden, luego viajó a París para divertirse con Tom Hanks, y ha volado dos veces más a la capital anglosajona para recibir primero a Hugh Jackman y, a continuación, a Tom Cruise y Emily Blunt.
Un año redondo para 'El Hormiguero'
El show de las hormigas más famosas de la televisión despidió el 2014 con los mejores datos en nueve años de historia. El mes de diciembre, sin ir más lejos, fue el más visto de sus nueve temporadas, tanto en cuota de pantalla como en número de espectadores, con una media de 14,6% de share y 2.943.083 espectadores.
El formato de Pablo Motos no paró de celebrar durante este 2014, año en el que también obtuvo su mejor arranque de temporada y los programas más vistos de su historia. La visita de Adriana Ugarte y Peter Vives y la entrevista a Frank Cuesta fueron los dos programas más visto del año y de la historia del show.
TÍTULO: EL HORMIGUERO JUEVES 8 ENERO, CARLOS VERMUT ACTOR,.
CULTURA
62 edición del Festival de cine de San Sebastián
El cine mágico, turbio e irresistible del español Carlos Vermut--foto
Justo es que el año en el que el cine español presenta en San
Sebastián (su festival por derecho) dos de las mejores y más
provocadoras películas que se han visto en tiempos, la Concha sea para
una de ellas. No es tanto provincianismo (que también) como simple y
evidente reconocimiento. Y el mérito es aún mayor porque pocas veces el
nivel de la sección a competición ha sido tan alto, tan depurado, tan
apetecible.
Carlos Vermut, además señalado con la Concha de Plata al mejor director, se confirma así como un cineasta cuyo límite, a cada paso que da, se antoja más difícil de predecir. Con 'Magical girl', el director que antes fue ilustrador en este mismo periódico se confirma como un depurado creador de laberintos, de atmósferas (todas perfectamente turbias). Dice que para crear una historia antes tiene que dibujarla: "Si puedo resumir la película en un simple dibujo es que hay película". Añade que entiende el cine como una forma de manipular al espectador. Y, ya más relajado, se lanza a reconocer que no comprende que lo que hace sea "supernecesario": "No quiero hacer perder dinero a nadie".
Toda la historia de la película que se ha alzado con la Concha de Oro discurre en la parte de atrás de la pantalla. Es el espectador el que es invitado a construir el relato fracturado de una mujer herida. El cautivador registro en el que se mueven las miradas de Bárbara Lennie, José Sacritán y Luis Bermejo sirven de pantalla en la que, desde la sombra, se proyecta la amenaza de una duda. La precisión de una dirección implacable y siempre pendiente de los huecos, de la emoción, del frío, se encarga de todo lo demás.
El resultado es una cinta en el límite entre la verdad y el miedo. Sin duda, el principio de un director que en tan sólo dos películas (ésta y 'Diamond flash') ya ha construido un mundo.
Y así, y de repente, una película y un director de modales mínimos se cuela en lo más alto del palmarés de la 62ª edición del Festival de San Sebastián. Ni la depurada reflexión interior de 'La isla mínima', de Alberto Rodríguez, ni el preciso y precioso virtuosismo del cine de Mia Hansen-Love y su 'Eden', ni el gesto sucio de la argentina 'Aire libre', de Anahí Berneri, ni la facilidad para mezclar cine de género con melodrama de Christian Petzold en 'Phoenix', no, ninguna de ellas, la ganadora fue la que fue. Sin duda. Todas las favoritas competían en el mismo arco de probabilidades. Y el directo responsable de este logro es un director, José Luis Rebordinos, que en poco menos de cuatro años ha dado la vuelta completamente a la cita de cine más importante en España.
A su lado, el Premio Especial del Jurado fue para la última en llegar a la competición. Vie sauvage (Vida salvaje), de Cédric Kahn, es una película basada en un hecho real; uno de los acontecimientos, llamémoslo así, mediáticos más relevantes en la Francia reciente. Un padre secuestró a sus propios hijos y vivió con ellos seis años ajeno a asuntos tan incómodos como la civilización.
La cinta, como la propia historia, se mantiene en vilo entre la ficción y el documental; entre lo salvaje y lo pautado; entre la calma y la furia. La aventura de los tres fuera de la ley (pues eso son) en un mundo (el nuestro) en el que ya no hay espacio para nada que no sea lo que debe ser se convierte así en una especie de western melodramático en el que no hay más argumento que la propia frontera, cualquiera de ellas. Y en el fondo, el conflicto irresolubre entre un padre y una madre que reclaman lo suyo, la carne de su carne. Dirigida con gusto, precisión y mucho arrebato, la cinta es también un delicado retrato del tiempo; del tiempo que pasa.
El resto del palmarés fue cumpliendo con el protocolo. Injusto quizá en un año como éste. Para 'La isla mínima', la otra española, fueron los premios de mejor actor (Javier Gutiérrez) y mejor fotografía (Álex Catalán). Dijo este último que lo que cuenta en la película es la atmósfera. Y acierta. Porque, la cinta de Alberto Rodríguez más que simplemente verse, se respira, se suda incluso. A su lado, la actriz danesa Paprika Steen fue señalada como la actriz de la edición que concluye (pobre Nina Hoss) y nadie se atrevió a quitarle la silla al guión de Dennis Lehane por La entrega.
Y así las cosas, Magical girl, una película que, en realidad, es mucho más. Desde fuera, podría ser incluso un camino a seguir. Desde dentro, la más sofocante invitación del año al cine. En sus manos, la realidad es sencillamente una enfermedad.
Carlos Vermut, además señalado con la Concha de Plata al mejor director, se confirma así como un cineasta cuyo límite, a cada paso que da, se antoja más difícil de predecir. Con 'Magical girl', el director que antes fue ilustrador en este mismo periódico se confirma como un depurado creador de laberintos, de atmósferas (todas perfectamente turbias). Dice que para crear una historia antes tiene que dibujarla: "Si puedo resumir la película en un simple dibujo es que hay película". Añade que entiende el cine como una forma de manipular al espectador. Y, ya más relajado, se lanza a reconocer que no comprende que lo que hace sea "supernecesario": "No quiero hacer perder dinero a nadie".
Toda la historia de la película que se ha alzado con la Concha de Oro discurre en la parte de atrás de la pantalla. Es el espectador el que es invitado a construir el relato fracturado de una mujer herida. El cautivador registro en el que se mueven las miradas de Bárbara Lennie, José Sacritán y Luis Bermejo sirven de pantalla en la que, desde la sombra, se proyecta la amenaza de una duda. La precisión de una dirección implacable y siempre pendiente de los huecos, de la emoción, del frío, se encarga de todo lo demás.
El resultado es una cinta en el límite entre la verdad y el miedo. Sin duda, el principio de un director que en tan sólo dos películas (ésta y 'Diamond flash') ya ha construido un mundo.
Y así, y de repente, una película y un director de modales mínimos se cuela en lo más alto del palmarés de la 62ª edición del Festival de San Sebastián. Ni la depurada reflexión interior de 'La isla mínima', de Alberto Rodríguez, ni el preciso y precioso virtuosismo del cine de Mia Hansen-Love y su 'Eden', ni el gesto sucio de la argentina 'Aire libre', de Anahí Berneri, ni la facilidad para mezclar cine de género con melodrama de Christian Petzold en 'Phoenix', no, ninguna de ellas, la ganadora fue la que fue. Sin duda. Todas las favoritas competían en el mismo arco de probabilidades. Y el directo responsable de este logro es un director, José Luis Rebordinos, que en poco menos de cuatro años ha dado la vuelta completamente a la cita de cine más importante en España.
A su lado, el Premio Especial del Jurado fue para la última en llegar a la competición. Vie sauvage (Vida salvaje), de Cédric Kahn, es una película basada en un hecho real; uno de los acontecimientos, llamémoslo así, mediáticos más relevantes en la Francia reciente. Un padre secuestró a sus propios hijos y vivió con ellos seis años ajeno a asuntos tan incómodos como la civilización.
La cinta, como la propia historia, se mantiene en vilo entre la ficción y el documental; entre lo salvaje y lo pautado; entre la calma y la furia. La aventura de los tres fuera de la ley (pues eso son) en un mundo (el nuestro) en el que ya no hay espacio para nada que no sea lo que debe ser se convierte así en una especie de western melodramático en el que no hay más argumento que la propia frontera, cualquiera de ellas. Y en el fondo, el conflicto irresolubre entre un padre y una madre que reclaman lo suyo, la carne de su carne. Dirigida con gusto, precisión y mucho arrebato, la cinta es también un delicado retrato del tiempo; del tiempo que pasa.
El resto del palmarés fue cumpliendo con el protocolo. Injusto quizá en un año como éste. Para 'La isla mínima', la otra española, fueron los premios de mejor actor (Javier Gutiérrez) y mejor fotografía (Álex Catalán). Dijo este último que lo que cuenta en la película es la atmósfera. Y acierta. Porque, la cinta de Alberto Rodríguez más que simplemente verse, se respira, se suda incluso. A su lado, la actriz danesa Paprika Steen fue señalada como la actriz de la edición que concluye (pobre Nina Hoss) y nadie se atrevió a quitarle la silla al guión de Dennis Lehane por La entrega.
Y así las cosas, Magical girl, una película que, en realidad, es mucho más. Desde fuera, podría ser incluso un camino a seguir. Desde dentro, la más sofocante invitación del año al cine. En sus manos, la realidad es sencillamente una enfermedad.
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