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¿ ES BUENO SENTIR EMPATÍA ?
La empatía es la habilidad de sentir lo que las demás personas sienten; es la clave para formar relaciones significativas y coexistir en paz con los demás. Algunas personas tienen la habilidad innata de empatizar mientras que otros encuentran difícil el relacionarse con las demás personas. Pero si crees que te falta esa habilidad para ponerte en los zapatos del otro, existen infinidad de cosas que puedes hacer para mejorar tu sentido de empatía. Este artículo aborda el significado de la empatía y los pasos que puedes seguir desde ya para convertirte en una persona más empática.
Conéctate con tus propias emociones. Para poder sentir emociones conjuntamente con alguien más, primero debes ser capaz de sentirlas en tu interior. ¿Estás conectado con tus emociones? ¿Notas cuando estás contento, triste, molesto o asustado? ¿Dejas que estos sentimientos afloren y los expresas? Si tiendes a reprimir tus emociones en lugar de dejarlas ser parte de tu vida, intenta dejarte sentir más profundamente.
- Es muy común alejar los sentimientos negativos. Por ejemplo, es más divertido distraerte viendo televisión o yendo a un bar que sentarte a pensar en algo terrible que te haya pasado. Sin embargo, dejar los sentimientos de lado te desconecta y crea una falta de familiaridad. ¿Si no puedes expresar tu propia tristeza, cómo esperas sentir la de alguien más?
- Tómate un tiempo todos los días para dejar que tus emociones afloren. En lugar de bloquear apresuradamente los sentimientos negativos, piensa acerca de ellos. Siéntete molesto o temeroso y lidia con esos sentimientos de una forma saludable, como llorando, escribiendo tus pensamientos o contándole cómo te sientes a un amigo.
- Escucha con mucha atención. Escucha lo que las personas dicen y nota la entonación de su voz. Observa todas las pequeñas señales que contradicen la verdadera forma de sentirse de una persona. Quizás sea algo tan sutil como agachar la mirada repetidamente o ver al vacío. Deja tus cosas personales de lado y presta atención a la historia de esa persona. No juzgues a la persona mientras la escuchas. Si de repente recuerdas una discusión que tuviste previamente, desapruebas sus decisiones o te distraes con algún factor externo, intenta concentrarte de nuevo en prestar atención.
SILENCIO POR FAVOR - ME RESBALA -EL VOLCAN QUE CAMBIO LA HISTORIA DEL ARTE, TAMBORA, fotos.
En
abril de 1815, la más potente explosión volcánica de la historia
sacudió al planeta y provocó una catástrofe tan grande que, 200 años más
tarde, los investigadores todavía están luchando para comprender sus
repercusiones. Provocó una pequeña edad de hielo, el colapso de la agrícultura e hizo surgir pandemias mundiales. E incluso, dio lugar a monstruos famosos.
Alrededor de las exuberantes islas de las Indias Orientales Holandesas (hoy en día Indonesia), la erupción del Monte Tambora mató a decenas de miles de personas. Muchas de ellas fueron quemadas vivas por la lava o muertas por rocas voladoras. Otras murieron posteriormente de hambre porque la ceniza destruyó los cultivos. Además, los investigadores han podido comprobar que la gigantesca nube de partículas repartidas por todo el mundo bloqueó la luz solar y produjo tres años de enfriamiento planetario. En junio de 1816, una tormenta de nieve azotó el norte del estado de Nueva York. Eso julio y agosto, las heladas en Nueva Inglaterra asolaron las granjas. El Granizo golpeó Londres durante todo el verano.
Un libro reciente sobre la catástrofe, «Tambora: La erupción que cambió el mundo», escrito por Gillen D'Arcy Wood, muestra los efectos planetarios tan extremos que causó. Naciones enteras sufrieron oleadas de hambre, enfermedades, y un declive económico.
1816 fue conocido como «El año sin verano» a causa de la erupción. Una catastrofe de tal envergadura tenía que influir de forma decisiva en la mente de los hombres de aquel tiempo. 1816 fue un año en el que se crearon grandes pinturas de atardeceres y cielos tempestuosos, pero además nacieron dos mitos referenciales de la literatura gótica: Frankenstein y el Vampiro humano.
La explosión gigantesca (100 veces más grande que la del Monte Santa Helena) cubrió con su manto todo el mundo. Sus consecuencias han sido objeto de estudio y preocupación en los últimos años para los científicos que han tratado de comprender el pasado climatológica del planeta y la probabilidad futura de tales desastres globales.
Clive Oppenheimer, un vulcanólogo de la Universidad de Cambridge, que ha estudiado la catástrofe del Tambora, afirma que la posibilidad de una explosión similar en el próximo medio siglo es relativamente baja. Pero las consecuencias «podrían ser extraordinariamente graves». «El mundo moderno», señala el Dr. Oppenheimer, «está lejos de ser inmune a los impactos catastróficos».
Antes de que explotara, el Tambora fue el pico más alto en una tierra de cumbres nubladas. La montaña se encontraba en lo alto de la isla tropical de Sumbawa y era considerada hogar de dioses. La aldeas salpicaban sus laderas, y los agricultores cercanos cultivaban arroz, café y pimienta. En la noche del 5 de abril de 1815, de acuerdo a relatos de la época, las llamas se dispararon desde su cima y la tierra retumbó durante horas. Luego, el volcán se quedó en silencio y cinco días más tarde, el pico estalló en un rugido ensordecedor de fuego, rocas y cenizas en ebullición que se escuchó a cientos de millas de distancia. Ríos de roca fundida corrieron por las laderas, se destruyeron los bosques tropicales y las aldeas. Días más tarde, la montaña se derrumbó. Se estima que 100.000 personas murieron. Sumbawa nunca se recuperó.
Pero las consecuencias de la explosión sirvieron para que muchas obras de arte e historias nacieran de cada drama local. Ninguna más importante para la historia de la literatura que el nacimiento de Frankenstein y del vampiro. Ocurrió en el Lago Ginebra, en Suiza, donde algunos de los nombres más famosos de la poesía en Inglés se habían ido de vacaciones de verano. Pero ese mes de junio era frío y tormentoso y obligó a aquellos «turistas ingleses» a refugiarse en una villa junto al lago. Al calor del fuego, comenzaron a contar historias de fantasmas.
Mary Shelley tenía entonces 18 años y formaba parte de ese «círculo literario» junto a Percy Shelley, su futuro esposo y ya reconocido poeta, el consagrado Lord Byron y Polidori. El vino fluía, al igual que el láudano, una forma de opio. En este ambiente, Mary Shelley escribió su relato espeluznante de Frankenstein, que publicó dos años más tarde. Polidori, golpeado por las circunstancias que le rodeaban, escribió «El Vampiro». Byron compuso su apocalíptico poema «La oscuridad»
Lejos de ellos, el poeta Li Yuyang escribió en «Un Suspiro de lluvia del otoño»: «El agua que se derrama de los aleros me ensordece/ La gente se precipita por la caída de casas por millares/ Es peor que el trabajo de los ladrones. Ladrillos agrietan. Las paredes se caen».
Alrededor de las exuberantes islas de las Indias Orientales Holandesas (hoy en día Indonesia), la erupción del Monte Tambora mató a decenas de miles de personas. Muchas de ellas fueron quemadas vivas por la lava o muertas por rocas voladoras. Otras murieron posteriormente de hambre porque la ceniza destruyó los cultivos. Además, los investigadores han podido comprobar que la gigantesca nube de partículas repartidas por todo el mundo bloqueó la luz solar y produjo tres años de enfriamiento planetario. En junio de 1816, una tormenta de nieve azotó el norte del estado de Nueva York. Eso julio y agosto, las heladas en Nueva Inglaterra asolaron las granjas. El Granizo golpeó Londres durante todo el verano.
Un libro reciente sobre la catástrofe, «Tambora: La erupción que cambió el mundo», escrito por Gillen D'Arcy Wood, muestra los efectos planetarios tan extremos que causó. Naciones enteras sufrieron oleadas de hambre, enfermedades, y un declive económico.
1816 fue conocido como «El año sin verano» a causa de la erupción. Una catastrofe de tal envergadura tenía que influir de forma decisiva en la mente de los hombres de aquel tiempo. 1816 fue un año en el que se crearon grandes pinturas de atardeceres y cielos tempestuosos, pero además nacieron dos mitos referenciales de la literatura gótica: Frankenstein y el Vampiro humano.
La explosión gigantesca (100 veces más grande que la del Monte Santa Helena) cubrió con su manto todo el mundo. Sus consecuencias han sido objeto de estudio y preocupación en los últimos años para los científicos que han tratado de comprender el pasado climatológica del planeta y la probabilidad futura de tales desastres globales.
Clive Oppenheimer, un vulcanólogo de la Universidad de Cambridge, que ha estudiado la catástrofe del Tambora, afirma que la posibilidad de una explosión similar en el próximo medio siglo es relativamente baja. Pero las consecuencias «podrían ser extraordinariamente graves». «El mundo moderno», señala el Dr. Oppenheimer, «está lejos de ser inmune a los impactos catastróficos».
Antes de que explotara, el Tambora fue el pico más alto en una tierra de cumbres nubladas. La montaña se encontraba en lo alto de la isla tropical de Sumbawa y era considerada hogar de dioses. La aldeas salpicaban sus laderas, y los agricultores cercanos cultivaban arroz, café y pimienta. En la noche del 5 de abril de 1815, de acuerdo a relatos de la época, las llamas se dispararon desde su cima y la tierra retumbó durante horas. Luego, el volcán se quedó en silencio y cinco días más tarde, el pico estalló en un rugido ensordecedor de fuego, rocas y cenizas en ebullición que se escuchó a cientos de millas de distancia. Ríos de roca fundida corrieron por las laderas, se destruyeron los bosques tropicales y las aldeas. Días más tarde, la montaña se derrumbó. Se estima que 100.000 personas murieron. Sumbawa nunca se recuperó.
Pero las consecuencias de la explosión sirvieron para que muchas obras de arte e historias nacieran de cada drama local. Ninguna más importante para la historia de la literatura que el nacimiento de Frankenstein y del vampiro. Ocurrió en el Lago Ginebra, en Suiza, donde algunos de los nombres más famosos de la poesía en Inglés se habían ido de vacaciones de verano. Pero ese mes de junio era frío y tormentoso y obligó a aquellos «turistas ingleses» a refugiarse en una villa junto al lago. Al calor del fuego, comenzaron a contar historias de fantasmas.
Mary Shelley tenía entonces 18 años y formaba parte de ese «círculo literario» junto a Percy Shelley, su futuro esposo y ya reconocido poeta, el consagrado Lord Byron y Polidori. El vino fluía, al igual que el láudano, una forma de opio. En este ambiente, Mary Shelley escribió su relato espeluznante de Frankenstein, que publicó dos años más tarde. Polidori, golpeado por las circunstancias que le rodeaban, escribió «El Vampiro». Byron compuso su apocalíptico poema «La oscuridad»
Lejos de ellos, el poeta Li Yuyang escribió en «Un Suspiro de lluvia del otoño»: «El agua que se derrama de los aleros me ensordece/ La gente se precipita por la caída de casas por millares/ Es peor que el trabajo de los ladrones. Ladrillos agrietan. Las paredes se caen».
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