BLOC CULTURAL,

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domingo, 6 de marzo de 2016

EL BLOC DEL CARTERO - Los polis bastardos de stefano sollima,./ LA CARTA DE LA SAMENA - MAS DE TRES PUNTOS EN JUEGO,.

TITULO: EL BLOC DEL CARTERO -  Los polis bastardos de stefano sollima,.

foto, El chico de la bicicleta

Resultado de imagen de El chico de la bicicletaLes habrá ocurrido muchas veces. En ocasiones, una simple palabra, un aroma, una imagen, desencadenan una sucesión de recuerdos gratos o ingratos. En este caso fueron gratos. Me ocurrió ayer mismo, cuando un amigo dijo que tenía a su hijo de nueve años en la cama, en pijama y sin ir al colegio, porque estaba resfriado. Con un catarro. Y el comentario me salió de forma automática: «Un día de felicidad», dije. Luego, tras un instante, caí en la cuenta de que no para todos es así. Que para muchos no lo fue nunca. Pero mi primera asociación de recuerdos, la imagen que conservo, las sensaciones, responden a eso. Yo fui un niño afortunado, y aquéllas fueron horas dichosas. También fui un adulto afortunado, supongo. Más tarde, la vida iba a darme momentos formidables, buenos recuerdos que conservo junto a los malos y los atroces. Que de todo hubo, con el tiempo. Pero nada es comparable con aquello otro. Un día en casa, griposillo, acatarrado, con nueve años y en pijama, era -lo sigue siendo en mi memoria- lo más parecido a la felicidad.
Estabas resfriado, tenías fiebre. Décimas. Una mano entrañable se posaba en tu frente y escuchabas las palabras mágicas: «Hoy no vas al colegio». Tu hermano, vestido, repeinado y con la corbata puesta -aquellas odiosas corbatas con el nudo hecho y un elástico en torno al cuello-, te miraba con envidia mientras cogía la cartera y se iba camino del colegio. No podías levantarte, ni salir a la calle, ni corretear jugando por casa. Pero en tu cuarto, junto a la cama, había un armario lleno hasta arriba de libros, pues el día de la primera comunión tu madre había pedido a los amigos y la familia que no te regalasen más que eso: libros.
De ese modo, entre los ocho y los nueve años habías reunido ya una primera y aceptable biblioteca propia: Quintin Durward, Ivanhoe, El talismán, Un capitán de quince años, Robinson Crusoe, Dick Turpin, Canción de Navidad, Los apuros de Guillermo, Con el corazón y la espada, Cuentos de hadas escandinavos, Hombrecitos, La isla del tesoro, Moby Dick, Cinco semanas en globo, Corazón, La vuelta al mundo de dos pilletes... Había medio centenar, sobre todo de aquellas estupendas Colección Historias y Cadete Juvenil, y a eso había que añadir los tebeos que cada domingo comprabas con tu pequeña asignación semanal: historietas de personajes que todavía hoy, cuando los encuentras por ahí, regalas a tu compadre Javier Marías, que compartió los mismos territorios: Dumbo, TBO, Hazañas Bélicas, El Jabato, El capitán Trueno, Pumby, Hopalong Cassidy, El Llanero Solitario, Gene Autry, Roy Rogers, Red Ryder, Supermán... De tanto leerlos tú y tus amigos se rompían, así que tus padres los hacían encuadernar en gruesos volúmenes, para que durasen más. Y toda aquella deliciosa biblioteca, esos libros y tebeos que eran puertas a mundos maravillosos, a viajes, aventuras y sueños, te rodeaban en la cama, hasta el punto de que recuerdas perfectamente tus piernecillas aprisionadas por la presión que todos esos libros, a uno y otro lado, ejercían sobre la colcha.
Era la felicidad, como digo. Páginas y páginas. Un termómetro bajo la axila, que se caía al hojear los libros. La llegada del médico: un señor mayor que olía a tabaco y siempre llevaba un cigarrillo encendido entre los dedos, y que miraba tu garganta metiéndote en la boca el mango de una cuchara. Luego llegaba el practicante, que hervía la jeringuilla en un fascinante infiernillo de alcohol, hecho con el propio estuche, y te hacía ponerte boca abajo entre los tebeos y libros, apretando los dientes para aguardar el pinchazo mientras te bajaban el pantalón del pijama. Y el pan tostado y el caldo humeante, la carne a la plancha que te subían para comer; y el sabor fuerte azucarado, a fresa excesiva, del jarabe para la tos que debías tomar después, con cuchara sopera, antes de que todos se fueran, al fin, y tú pudieras volver a navegar con el capitán Blood a bordo del Arabella, a la melena rubia de Sigrid, reina de Thule, a Batanero, a Phileas Fogg, al primo Narciso Bello, al arpón de Ned Land, a Batman, a la familia Ulises, al Corsario negro, al caballo de Troya, a la estocada de Nevers, a Carpanta, al casco de acero con la palabra Press de Donald, reportero de guerra, a los tres mosqueteros y dArtagnan, todos para uno y uno para todos, cabalgando camino de Calais tras los herretes de la reina, y a tus propias lágrimas oyendo decir a Porthos «Es demasiado peso» en la gruta de Locmaría. A los mejores y más leales amigos que tuviste nunca. Al mundo fascinante que te acompañaba entonces y que, más de medio siglo después, por la magia de una simple frase escuchada al azar, te acompaña todavía.

  TITULO:  LA CARTA DE LA SAMENA - MAS DE TRES PUNTOS EN JUEGO,.

Juan Marrero. :: ARMANDO MÉNDEZTERCERA

Más de tres puntos en juego / foto,.

  • Tanto Extremadura como Sanvicenteño buscan recuperar sensaciones positivas y un triunfo que les acerque a sus objetivos,.

     Uno luchando por el liderato y con el ascenso a Segunda División B entre ceja y ceja. El otro con la salvación cada vez más lejos, pero aún muy vivo. El Extremadura y el Sanvicenteño se juegan mucho más que tres puntos. Volver a la senda de la victoria, estar más cerca de sus objetivos y coger la moral necesaria para afrontar el final de temporada.

    Los azulgranas vienen de empatar en el Francisco de la Hera ante el Badajoz y en el feudo del Arroyo. El Extremadura ha hecho de su campo un fortín, ya que ha ganado todos los partidos disputados en su feudo, exceptuando los tres empates ante el Arroyo, Jerez y Badajoz. Por lo tanto, los de Juan Marrero buscarán volver a la senda de la victoria ante el colista de la categoría con el apoyo de los suyos. El equipo de la capital de Tierra de Barros quiere dar de nuevo una alegría a la afición, mantener el liderato del grupo y esperar un posible tropiezo de sus rivales en la parte alta de la tabla.
    Por su parte, el Sanvicenteño no gana desde hace más de un mes, en su campo ante el Olivenza, y desde entonces sólo ha conseguido un punto de los últimos doce. Además, no gana fuera de casa desde el 10 de enero ante el Díter Zafra.
    Juan Marrero destaca la importancia del encuentro para su equipo y sumar de nuevo una victoria que les permita seguir en lo más alto de alto de la clasificación. «La importancia es máxima, ya quedan 11 partidos y no se puede fallar», asegura el técnico azulgrana. Marrero aboga por desplegar el juego ofensivo que su equipo ha demostrado durante toda la temporada para llevarse los tres puntos.
    El técnico visitante, Javi Sáez, admite que el encuentro estará marcado por la desigualdad de ambas plantillas, con un Extremadura hecho para ascender y un Sanvicenteño con mucha inexperiencia en la categoría y jugadores muy jóvenes. «Espero que lo que hemos trabajado esta semana se lleve a la práctica y que mi equipo sea solidario», explica el técnico del Sanvicenteño.
    En el capítulo de bajas, Juan Marrero no podrá contar con Cristo, Lolo Guerrero ni Jorge Cano. Como novedad, el argentino Dylan Rosetto ha entrado en la convocatoria, aunque habrá que ver si se sienta en el banquillo, ya que Marrero tendrá que realizar un descarte antes del encuentro. Por su parte, Javi Sáez no podrá contar con Uva y Javito por sanción y con Jesús, lesionado de larga duración.

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