Wifi a velocidad de la luz / foto
El lifi es una prometedora tecnología que
permitirá multiplicar por cien la calidad de las conexiones a internet
con un chip en una bombilla,.
Una pequeña bombilla LED, la misma que se puede
utilizar en su salón, dormitorio o cocina, puede ser capaz de transmitir
la misma información que esas mastondónticas antenas de telefonía
móvil. Esta tecnología puede dejar obsoleta las saturadas conexiones
wifi, un sistema con el que millones de personas conviven desde hace una
década.
Lifi. Ese es el invento llamado a revolucionar la conexión a internet y la transmisión de datos. Utilizando únicamente la iluminación, se espera que se puedan alcanzar velocidades medias de diez gigabytes por segundo. Es decir, que a pleno rendimiento podrías descargarte más de 30 películas en alta definición en un tan solo un minuto. El lifi fue parido en 2011. El padre de la idea fue Harald Haas, un investigador de la Universidad de Edimburgo (Escocia). «Cualquier fuente de iluminación podrá convertirse en un punto de acceso a internet solo con un microchip», asevera Haas.
A pesar de que este ingeniero puso en juego su descubrimiento hace tres años, no ha sido hasta hace unas pocas semanas cuando se ha podido poner a prueba para comprobar todo su potencial. Hasta el momento no se había encontrado un lugar adecuado para estos exámenes y todo se había limitado a pequeños bolos como el realizado en la feria CES de Las Vegas de 2012. Allí, utilizando dos teléfonos Casio -sí, existen-, se pudo comprobar cómo los terminales intercambiaban paquetes de información modulando el brillo de sus pantallas.
El lugar escogido ha sido un complejo industrial y empresarial de Tallín, la capital de Estonia. Los resultados marean: el lifi es básicamente cien veces más rápido de lo que puede ser el wifi. Ni más ni menos. Los test en los laboratorios se han saldado con una velocidad media de un gigabyte por segundo en la mayoría de ocasiones. Sin embargo, controlando todos los factores y con todos los elementos carburando al cien por cien se ha llegado a conseguir transmitir 224 GB por segundo. Una cantidad de datos similar a la que consume una plataforma como Spotify con 313.000 minutos de música en streaming.
Una de las grandes ventajas que señalan los expertos sobre el lifi es su seguridad. No hay que olvidar que la señala de los routers wifi son susceptibles de ser pirateadas, lo que permite a otros usuarios conectarse a tu red. La luz, a día de hoy, no atraviesa las paredes. Esto significa que la señal que emitan los puntos de conexión luminosos servirán solo para una estancia determinada y nadie que esté fuera de la habitación puede acceder a ellas, al contrario de lo que pasa con las ondas de radio.
En una casa o en una oficina, bastaría con colocar bombillas adaptadas en la red de iluminación para disfrutar de las bondades en todas las estancias o despachos. En la calle se podría instalar en las farolas o en los focos de los automóviles para poder intercambiar información entre los vehículos y así evitar accidentes.
Otra de sus grandes ventajas es que no interfiere en otros equipos como puede ocurrir con el wifi, el bluetooth o las redes móviles. Solo hace falta recordar los años que han tenido que pasar para que encontrar una solución que permitiese conectarse a Internet a diez pies de altura en un avión y aún teniéndola las compañías que ofrecen el servicio llegan con cuentagotas. Con el lifi este problema no existiría.
La luz y su potencia de transmisión también ha servido para crear un microprocesador hasta cien veces más potente de los que a día de hoy vemos en ordenadores y teléfonos móviles, entre otros gadgets.
Código morse
Pero ¿cómo funciona? Básicamente, como el código morse. Un modular instalado en una bombilla sería el encargado de hacer que esta se encienda y se apague para dar forma al código binario, idioma que habla la informática. No se preocupe, el proceso se repetiría millones y millones de veces en un solo segundo. Por tanto el parpadeo será imperceptible para el ojo humano pero no para los sensores que equipa la electrónica que nos rodea.
¿Será el fin del wifi? No. Más bien será una manera de descargar esta tecnología ampliamente saturada. Uno no se puede olvidar de ese edén tecnológico conocido como el Internet de las Cosas. Todos los aparatos que nos rodean hablarán entre sí: desde el coche a la nevera, pasando por la puerta, el termostato o su reloj. En siete años habrá casi 225 millones de dispositivos conectados.
Una cifra que, simplemente, no se puede soportar con las redes actuales. El espectro de ondas electromagnética está saturado y muchos analistas llevan advirtiendo la necesidad de crear una 'red paralela'.
Con el lifi cubriendo los grandes volúmenes de datos, los sensores que generan menor cantidad de información -por ejemplo, los de los contenedores de basura de una ciudad inteligente- tendrán barra libre con el wifi.
TÍTULO: EL OBJETO Y YO - LOS CELOS NO SON ATENUANTE PARA UN CONDENADO POR VIOLENCIA MACHISTA,.
Los celos no pueden justificar la aplicación de la atenuante
de arrebato u obcecación sobre todo en casos de divorcio, según
establece el Tribunal Supremo en una sentencia, dada a conocer este
lunes, que condena a un ciudadano chino a 14 años de cárcel por
acuchillar a su ex mujer y amenazarla a través de mensajes de 'WeChat'.
La sentencia, de la que ha sido ponente el magistrado Julián Sánchez Melgar, reitera doctrina para recordar que los celos, más allá de los casos en los que son el síntoma de una enfermedad, no justifican la aplicación de la citada atenuante sobre todo en casos como son las separaciones y divorcios "en los que, por definición, renace el derecho de ambos cónyuges a rehacer un proyecto propio de vida afectiva".
De considerar los celos como atenuante de los delitos de violencia de género, por actuar el agresor movido por un arrebato repentino, estaríamos según el Supremo privilegiando "injustificadas reacciones coléricas que, si bien se mira, son expresivas de un espíritu de dominación que nuestro sistema jurídico no puede beneficiar con un tratamiento atenuado de la responsabilidad criminal".
La Sala Segunda del alto tribunal rechaza el recurso del acusado, un ciudadano chino residente en Barcelona, dado que "quien se sitúa en el plano injustificable de la prepotencia y la superioridad no puede pretender que su conducta se vea beneficiada por un reconocimiento de la disminución de su imputabilidad o culpabilidad". Para el Supremo no puede aceptarse como digna de protección una conducta que no hace sino perpetuar una desigualdad de género.
La agresión más grave, por la que es condenado a nueve años de cárcel por delito de homicidio en grado de tentativa, se produjo en una calle de la Ciudad Condal donde el condenado acuchilló a su ex pareja en la cara, el cuello y el tronco causándole un perjuicio estético importante que le afecta al desempeño de su profesión de camarera.
Además, Pan B. es condenado por amenazas graves mediante mensajes que envió a su expareja por el sistema 'WeChat' -una aplicación de mensajería similar a Whatsapp-. En este punto, el Supremo reitera también doctrina al señalar que los 'pantallazos' de los mensajes obtenidos del teléfono móvil de la víctima requieren para constatar su autenticidad la práctica de una prueba pericial que identifique el origen de la comunicación, la identidad de los interlocutores y la integridad del contenido.
El motivo es el riesgo de manipulación de los citados archivos digitales por el anonimato que permiten los sistemas y la libertad de creación de cuentas con identidades fingidas, que hacen posible aparentar una comunicación en la que un único usuario se relacione consigo mismo.
En este caso, sí se aceptan los mensajes porque la propia defensa del recurrente admitió su remisión. En cuanto a la gravedad, el Supremo indica que las amenazas también pueden considerarse graves y a veces más que las explícitas.
Lifi. Ese es el invento llamado a revolucionar la conexión a internet y la transmisión de datos. Utilizando únicamente la iluminación, se espera que se puedan alcanzar velocidades medias de diez gigabytes por segundo. Es decir, que a pleno rendimiento podrías descargarte más de 30 películas en alta definición en un tan solo un minuto. El lifi fue parido en 2011. El padre de la idea fue Harald Haas, un investigador de la Universidad de Edimburgo (Escocia). «Cualquier fuente de iluminación podrá convertirse en un punto de acceso a internet solo con un microchip», asevera Haas.
A pesar de que este ingeniero puso en juego su descubrimiento hace tres años, no ha sido hasta hace unas pocas semanas cuando se ha podido poner a prueba para comprobar todo su potencial. Hasta el momento no se había encontrado un lugar adecuado para estos exámenes y todo se había limitado a pequeños bolos como el realizado en la feria CES de Las Vegas de 2012. Allí, utilizando dos teléfonos Casio -sí, existen-, se pudo comprobar cómo los terminales intercambiaban paquetes de información modulando el brillo de sus pantallas.
El lugar escogido ha sido un complejo industrial y empresarial de Tallín, la capital de Estonia. Los resultados marean: el lifi es básicamente cien veces más rápido de lo que puede ser el wifi. Ni más ni menos. Los test en los laboratorios se han saldado con una velocidad media de un gigabyte por segundo en la mayoría de ocasiones. Sin embargo, controlando todos los factores y con todos los elementos carburando al cien por cien se ha llegado a conseguir transmitir 224 GB por segundo. Una cantidad de datos similar a la que consume una plataforma como Spotify con 313.000 minutos de música en streaming.
Una de las grandes ventajas que señalan los expertos sobre el lifi es su seguridad. No hay que olvidar que la señala de los routers wifi son susceptibles de ser pirateadas, lo que permite a otros usuarios conectarse a tu red. La luz, a día de hoy, no atraviesa las paredes. Esto significa que la señal que emitan los puntos de conexión luminosos servirán solo para una estancia determinada y nadie que esté fuera de la habitación puede acceder a ellas, al contrario de lo que pasa con las ondas de radio.
En una casa o en una oficina, bastaría con colocar bombillas adaptadas en la red de iluminación para disfrutar de las bondades en todas las estancias o despachos. En la calle se podría instalar en las farolas o en los focos de los automóviles para poder intercambiar información entre los vehículos y así evitar accidentes.
Otra de sus grandes ventajas es que no interfiere en otros equipos como puede ocurrir con el wifi, el bluetooth o las redes móviles. Solo hace falta recordar los años que han tenido que pasar para que encontrar una solución que permitiese conectarse a Internet a diez pies de altura en un avión y aún teniéndola las compañías que ofrecen el servicio llegan con cuentagotas. Con el lifi este problema no existiría.
La luz y su potencia de transmisión también ha servido para crear un microprocesador hasta cien veces más potente de los que a día de hoy vemos en ordenadores y teléfonos móviles, entre otros gadgets.
Código morse
Pero ¿cómo funciona? Básicamente, como el código morse. Un modular instalado en una bombilla sería el encargado de hacer que esta se encienda y se apague para dar forma al código binario, idioma que habla la informática. No se preocupe, el proceso se repetiría millones y millones de veces en un solo segundo. Por tanto el parpadeo será imperceptible para el ojo humano pero no para los sensores que equipa la electrónica que nos rodea.
¿Será el fin del wifi? No. Más bien será una manera de descargar esta tecnología ampliamente saturada. Uno no se puede olvidar de ese edén tecnológico conocido como el Internet de las Cosas. Todos los aparatos que nos rodean hablarán entre sí: desde el coche a la nevera, pasando por la puerta, el termostato o su reloj. En siete años habrá casi 225 millones de dispositivos conectados.
Una cifra que, simplemente, no se puede soportar con las redes actuales. El espectro de ondas electromagnética está saturado y muchos analistas llevan advirtiendo la necesidad de crear una 'red paralela'.
Con el lifi cubriendo los grandes volúmenes de datos, los sensores que generan menor cantidad de información -por ejemplo, los de los contenedores de basura de una ciudad inteligente- tendrán barra libre con el wifi.
TÍTULO: EL OBJETO Y YO - LOS CELOS NO SON ATENUANTE PARA UN CONDENADO POR VIOLENCIA MACHISTA,.
SOCIEDAD,.
Sentencia del Tribunal Supremo / fotoLos celos no son causa suficiente para aplicar la atenuante de 'arrebato' a casos de violencia de género,.
La sentencia destaca que no se pueden privilegiar 'injustificadas reacciones coléricas, expresivas de un espíritu de dominación',.
El acusado acuchilló a su ex pareja en la cara, el cuello y el tronco. También la amenazaba por mensajes,.
La sentencia, de la que ha sido ponente el magistrado Julián Sánchez Melgar, reitera doctrina para recordar que los celos, más allá de los casos en los que son el síntoma de una enfermedad, no justifican la aplicación de la citada atenuante sobre todo en casos como son las separaciones y divorcios "en los que, por definición, renace el derecho de ambos cónyuges a rehacer un proyecto propio de vida afectiva".
De considerar los celos como atenuante de los delitos de violencia de género, por actuar el agresor movido por un arrebato repentino, estaríamos según el Supremo privilegiando "injustificadas reacciones coléricas que, si bien se mira, son expresivas de un espíritu de dominación que nuestro sistema jurídico no puede beneficiar con un tratamiento atenuado de la responsabilidad criminal".
La Sala Segunda del alto tribunal rechaza el recurso del acusado, un ciudadano chino residente en Barcelona, dado que "quien se sitúa en el plano injustificable de la prepotencia y la superioridad no puede pretender que su conducta se vea beneficiada por un reconocimiento de la disminución de su imputabilidad o culpabilidad". Para el Supremo no puede aceptarse como digna de protección una conducta que no hace sino perpetuar una desigualdad de género.
Acuchillada en la calle
Según los hechos probados en su día en la sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona, ahora confirmada, el hombre atacó en dos ocasiones a su ex mujer semanas después de que la relación que les unía finalizase por decisión de ella.La agresión más grave, por la que es condenado a nueve años de cárcel por delito de homicidio en grado de tentativa, se produjo en una calle de la Ciudad Condal donde el condenado acuchilló a su ex pareja en la cara, el cuello y el tronco causándole un perjuicio estético importante que le afecta al desempeño de su profesión de camarera.
Además, Pan B. es condenado por amenazas graves mediante mensajes que envió a su expareja por el sistema 'WeChat' -una aplicación de mensajería similar a Whatsapp-. En este punto, el Supremo reitera también doctrina al señalar que los 'pantallazos' de los mensajes obtenidos del teléfono móvil de la víctima requieren para constatar su autenticidad la práctica de una prueba pericial que identifique el origen de la comunicación, la identidad de los interlocutores y la integridad del contenido.
El motivo es el riesgo de manipulación de los citados archivos digitales por el anonimato que permiten los sistemas y la libertad de creación de cuentas con identidades fingidas, que hacen posible aparentar una comunicación en la que un único usuario se relacione consigo mismo.
En este caso, sí se aceptan los mensajes porque la propia defensa del recurrente admitió su remisión. En cuanto a la gravedad, el Supremo indica que las amenazas también pueden considerarse graves y a veces más que las explícitas.
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