UN PAIS PARA COMERSELO - TAPA Y BARRAS - Flipando con Spotify,. fotos,.
Flipando con Spotify,.
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Ya nadie ve la misma tele salvo si sale la 'vice' Soraya bailando,.
Desde que me he hecho de Spotify hace un par de meses, me siento de un moderno que lo flipas. Que hablan de Zaz en el periódico, pues a la media hora ya me he escuchado la discografía completa de esta cantante francesa, cuya canción más famosa es su versión a dúo con Pablo Alborán de 'Sous le ciel de Paris'. Que un moderno pontifica sobre la frescura del indie que hace CHVRCHES, pues nada, me pongo a cocinar escuchando el 'Keep You On My Side' de ese grupo impronunciable, que en mi vida hubiera escuchado de no formar parte de la gran familia que lo flipa de Spotify.
Que mi modernidad no era tanta lo sospeché cuando, tras una ración de los hiphoperos sevillanos SFDK, llegué a casa de mi madre, la encontré muy interesada escuchando 'La bien pagá' y me confesó que era una selección de coplas que le habían puesto mis hermanas en una cosa verde. Efectivamente, mucho antes de que yo fuera de un moderno que lo flipas, mi madre ya era de Spotify y, además, de una manera sensata y sin imposturas, escuchando a Miguel de Molina y a la Piquer, nada del indie de CHVRCHES, el rap de K CAMP ni el hip hop de PXXR GVNG.
Pasado el sarpullido de la música que hay que oír, he vuelto a la sensatez de la música que me gusta oír, he desterrado a los grupos vanguardistas de muchas consonantes para centrarme en Los Sabandeños, Ana Belén y, como única concesión a lo novedoso, los fados de António Zambujo. Así que escucho lo que me apetece cuando me apetece y, a primera vista, mi calidad de vida musical es inmejorable. Sin embargo, fíjense, todo esto me deja frío: pasadas las primeras emociones del que lo flipas, esto de la música a la carta ha dejado de motivarme, me ha dado la vena nostálgica y echo de menos las excitantes sobremesas de los discos dedicados.
Es como lo de la tele. Qué quieren que les diga, yo echo de menos los tiempos en que solo existía la primera cadena. Ahora también puedes flipar con la programación de la televisión: ves lo que quieres cuando quieres, detienes la película, la aceleras, la paras, la grabas, escoges tu serie, tu documental, tu deporte... Pero no, no y no. Es todo tan fácil y tan previsible que acaba provocándome más desazón que satisfacción.
Reconozcámoslo de una vez. La tele y la música a la carta son estupendas y mis sobrinos no querrán otra cosa, pero quienes tenemos cierta edad, cierta memoria y mucha nostalgia, estamos marcados por aquellas sobremesas de discos dedicados en la radio, la única música de los 60, cuando, tras recoger la mesa, encendías el transistor y Polito y Nani Bejarano dedicaban discos a los reclutas, a las novias y a las madrecitas queridas del alma. Alternaban las coplas y el flamenco con la música moderna y para escuchar una de Los Brincos tenías que aguantar a Juanito Valderrama, a Marifé de Triana y a la Paquera de Jerez, pero cómo sabía de bien aquel 'Sorbito de champagne' de Los Brincos ('Nunca te podré olvidar, porque me enseñaste a amar'). Era tan difícil escuchar lo que te gustaba que, cuando lo conseguías, te inundaba la felicidad sin cortapisas. Con Spotify, nada de eso es posible.
Y con la televisión de ahora, tampoco. No se puede comparar el hastío de la tele a la carta con la emoción de una semana de espera para disfrutar de 'Bonanza' y de la severa y recta vida de los Cartwright en la Ponderosa. Y en el trabajo, ya no hay tema de conversación porque cada uno ha visto un programa distinto (salvo si va Soraya al Hormiguero), no como antes, que con Uri Geller y sus cucharas teníamos para un mes de conversación. En fin, soy de un antiguo que lo flipas.
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