El Toro - foto.
El Toro | ||
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municipio de España | ||
Escudo
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Ayuntamiento de El Toro | ||
Ubicación de El Toro en España. | ||
Ubicación de El Toro en la provincia de Castellón. | ||
País | España | |
• Com. autónoma | Comunidad Valenciana | |
• Provincia | Castellón | |
• Comarca | Alto Palancia | |
• Partido judicial | Segorbe | |
Ubicación | 39°58′57″N 0°44′54″OCoordenadas: 39°58′57″N 0°44′54″O (mapa) | |
• Altitud | 1.011 msnm | |
Superficie | 110 km² | |
Población | 253 hab. (2017) | |
• Densidad | 2,3 hab./km² | |
Gentilicio | Torano -a | |
Predom. ling. oficial | Español | |
Código postal |
12429 | |
Alcalde | Ana M. Orduña García | |
Fiestas mayores | 15 de agosto | |
Sitio web | www.eltoro.es | |
Contexto geográfico
El término municipal, el segundo más grande de la comarca, abarca dos espacios diferenciados. Una parte del término se encuentra situado en el altiplano que conforman los términos de El Toro y Barracas en su confluencia, que con una altura aproximada de unos mil metros es una prolongación de los páramos del sur de Teruel. La otra parte del término está situada en la conocida como Sierra de El Toro que se conforma como una prolongación de la sierra de Javalambre. Esta sierra presenta elevadas alturas, situándose algunas de sus montañas por encima de los 1600 m, por lo que es uno de los puntos más fríos de la Comunidad Valenciana.El río Palancia, uno de los más importantes de los que nacen dentro de la Comunidad Valenciana nace dentro de su término municipal en la sierra de El Toro a unos 1.600 msnm de altitud.
Debido a las características físicas de la localidad, el entorno natural es uno de los mejor conservados de toda la Comunidad Valenciana, siendo por ello declarado paraje natural municipal el Pozo Junco así como el monumento natural del nacimiento del río Palancia.
Pedanías
En el término municipal de El Toro se encuentra también el núcleo de población de El Molinar.Localidades limítrofes
Barracas, Torás, Viver, Bejís, Sacañet y Pina de Montalgrao todas ellas en la provincia de Castellón. Además limita también con las localidades de Abejuela, Manzanera, Albentosa y San Agustín en la provincia de TeruelHistoria
El nombre de la villa se fundamenta en los radicales prerromanos "Tor" o "Tar" que revertieron en el latín "Turris" asociado a torre o castillo. Identificado por otros eruditos como "Torus", es decir, protuberancia en el terreno o montículo. Fue un vocablo fácil para los árabes que se establecieron en la comarca que identificaron esa voz que en su lengua significa "montaña" para referirse a la serranía del término. En 1836, el erudito Cortes partió del nombre que se le dio en la antigüedad al río Palancia (Serabis), para defender que esta denominación estaba compuesta por dos vocablos hebreos o egipcios, Sher o Ser (toro o buey) y Apis (dios de los egipcios). Partiendo del vocablo Ser (Toro – El Toro) se encuentra una correspondencia con las poblaciones ribereñas al río Palancia como Torás, Serábica, nombre sincopado por los árabes por Sérica o Xérica, actual Jérica o también Segobriga, la capital del Palancia, Segorbe.
Cabe destacar otras teorías fundadas por el jericano Francisco del Vayo en el siglo XVI o Gaspar Escolano en el XVII, que nos hablan de la posibilidad de que El Toro se llamara anteriormente Podio o Castellar. Sin embargo en los Anales del Reyno de Valencia, publicados en el año 1613, su autor Francisco Diago señala " de Etobesa, que agora es el Toro", pero la opinión mayoritaria nos lleva a pensar que Etobesa debería localizarse en Bejís o Jérica, núcleos de importantes restos arqueológicos.
En 1228 las tropas aragonesas realizaron diferentes incursiones en la zona incrementando el caos en la línea de frontera a causa del aumento de caballeros turolenses en poblaciones limítrofes como Manzanera, El Toro, Barracas (San Pedro de Bellmont), Arcos de las Salinas, Pina de Montalgrao, Villahermosa del Río y Cortes de Arenoso, sucesos que ocurrieron hasta el año 1232.
Ante el temor de una excesiva expansión nobiliaria aragonesa en el norte de Castellón, el rey Don Jaime concentró sus fuerzas en Teruel, unos 120 caballeros de linaje con sus respectivos escuderos (según Beuter; algunos de mucha fama provenientes de los Concejos de dicha ciudad), y sin apenas desviarse de la antigua calzada, desplazó sus fuerzas por el norte del valle del Palancia en dirección a Valencia., etc.
TITULO: Caminando bajo el sol,.
foto ,. Bajo el sol del mediodía, un senderillo de angosta figura se abrazó al posesivo calor retenido en el aire. A unos pocos metros de distancia, recorría unos surcos húmedos, un turbio canal de regadío; alimento insaciable de los viejos sauces. La maleza dormitaba al son del susurro esparcido por la brisa y unas manos de labores y grietas, se entrelazaron y se cortejaron bajo la presión sudorosa.
De pronto la quietud del campo estalló.
- ¿Quiénes son ustedes? Preguntó de un salto, el hombre asustado.
- ¡ Levántense y pongan sus nalgas perezosas a caminar! - Respondió una voz áspera y ronca.
- ¡Juan!, susurro la mujer, ¡mejor es hacer lo que ellos dicen! Y se fueron a prisa, presionados por unas varillas que el hombre les enterraba en sus espaldas. Los matorrales apretados que cubrían el sendero, iban a la par tatuando las curtidas piernas descubiertas. Así fueron conducidos hasta un establo abandonado.
- ¡Entren! Les gritó un hombre gordo, de bigotes delgados y de un empujón los mandó a aterrizar sobre el heno esparcido en la tierra. Cercano a la puerta se encontraba un banquillo y sobre él, se vislumbraba una empolvada lámpara de aceite, con su mecha blanca y el interior vacío.
- ¡Acuéstate! Levantó la voz una mujer de aspecto desgarbado, al ver que Juan, comenzaba a reincorporarse de su inevitable caída. En ese instante, el hombre de bigotes, dio un salto inesperado y se abalanzó sobre él, propinándole un certero golpe que lo dejó sin sentido. El sujeto aprovechó ese instante para abrirle la boca con sus dedos macizos. En seguida puso sus labios sobre los de Juan y aspiró su aliento, hasta el punto en que Juan perdió el color que contiene la vida.
- ¿Qué le hacen a mi Juancho? Gimió la mujer aterrada, mientras el miedo recorrió sus ojos atónitos.
- ¡Cállate! Sentenció la voz cortante, que estaba junto al agresor. Y le clavó una mirada amenazante.
La mujer lloró y se desvaneció.
Juan se había quedado dormido a los segundos, los minutos, a la vida.
El hombre de bigotes se puso entonces de pie y acercándose con cuidado a la lámpara de aceite, la tomó entre sus manos insidiosas y puso sus labios sobre la boca de la botella para insuflar en su interior, el aliento extraído. A medida que lo iba depositando dentro de la vasija, esta se fue llenando de un líquido aceitoso color ocre. Seguido, su compañera sacó del bolsillo de su pantalón, una caja de cerillos y prendió la mecha. Ambos contemplaron satisfechos el resplandor de la luz.
Después de un rato, salieron del viejo establo y se fueron caminando bajo sol por el campo hacia los cerros.
La mujer abandonada, le lloró al establo, le lloró a la tierra confundida con el heno y al cuerpo tan amado de Juancho, que tantas veces le había cantado coplas, bajo las sombras de los viejos sauces.
Mientras la mecha permaneciera encendida, Juan aún estaría de alguna manera junto a ella.
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