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domingo, 2 de noviembre de 2014

REVISTA XL SEMANAL, PORTADA, SOPHIA LOREN ACTRIZ CINE,./ SILENCIO POR FAVOR, MEMORIA Y APRENDIZAJE CON RAMON CAMPAYO,.

TÍTULO: REVISTA XL SEMANAL, PORTADA, SOPHIA LOREN ACTRIZ CINE,.
Si no eres fuerte pierdes la batalla,.




  1. «A los 80 años me sigo viendo muy guapa», confiesa en esta entrevista exclusiva una de las actrices más míticas de la historia. Con motivo de ...foto,.
     
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    Sophia Loren: "Si no eres fuerte, pierdes la batalla"

    «A los 80 años me sigo viendo muy guapa», confiesa en esta entrevista exclusiva una de las actrices más míticas de la historia. Con motivo de la publicación de sus memorias repasamos con Sophia Loren sus éxitos y sus miedos. Los de ayer y los de hoy. 

    "Tenía las ideas claras". Lo repite varias veces en esta entrevista. Y así, con las ideas claras, aquella pequeña que creció en un diminuto pueblo de Nápoles cuya delgadez la hizo merecedora del apodo Stuzzicadenti ('palillo') logró llegar a lo más alto. Es el camino que lleva de Sofia Scicolone a Sophia Loren. De la pequeña que conoció el hambre y el miedo durante la guerra a la abuela de 80 años que publica sus memorias. 'Ayer, hoy y mañana' [Lumen] se llama el libro, que incluye fotos inéditas. El texto arranca con el encuentro de una pequeña caja de madera oscura. «Es el baúl de mis recuerdos». Y en él desgrana una vida intensa. La de una actriz que ha logrado convertirse en un icono; un mito erótico que ha roto muchos corazones: entre los espectadores y entre los propios actores con quien compartía cartel.
    Pero ella anhelaba con tanto ahínco la vida de estrella y alfombras rojas como la vida familiar. Quería tener un marido que fuera un padre para sus hijos. A diferencia del suyo, que nunca estuvo presente en su vida y que se negó a casarse con su madre. Con los 80 recién cumplidos, y sintiéndose tan guapa como siempre, Sophia Loren recibe a XLSemanal en Ginebra. Y repasa sus éxitos y sus miedos. Los de ayer, los de hoy y los de mañana.
    XLSemanal. Acaba de cumplir 80 años. ¡Felicidades! Sophia Loren. Gracias, gracias. XL. Lo celebra por todo lo alto: publica su autobiografía, en Venecia recoge el premio y le dedican una exposición, Cannes... S.L. Bueno, es normal. ¡Soy una actriz! He estado en Venecia, en Cannes..., toda mi vida. ¡Y espero volver más veces! XL. ¡Claro! Pero no todos los años publica uno sus memorias. ¿Qué siente al volver la vista atrás? S.L. ¡Que he tenido siempre a mi lado un hada que me ha ayudado con su varita mágica! Ha sido un viaje maravilloso. Lleno de cosas difíciles también; pero si metes toda tu pasión, si tienes claro que lo quieres a toda costa, tienes mucho ganado. Sé que solo con esto no basta, pero si tienes la suerte de que la oportunidad pase cerca de ti, debes tener la fuerza de cogerla. XL. ¿Qué tal le sientan los 80? S.L. Ah, muy bien. ¡Me gusto mucho! ¡Soy guapa! [Ríe]. Siempre me he gustado mucho. Me sigo viendo muy guapa. XL. Aunque en las primeras pruebas le decían que no funcionaba delante de la cámara, que no era fotogénica... S.L. Mis primeros días delante de una cámara en Roma fueron un desastre. Decían que tenía la nariz demasiado larga, la boca grande... De vez en cuando me daban un pitillo y tenía que hacer como que fumaba... ¡Y me ponía a toser! Solo era una niña. XL. Una niña en un cuerpo de mujer, recién llegada a Cinecittà. S.L. Venía de Pozzuoli, un pequeño pueblo en el sur de Italia, sin formación de actriz. Y llego a una ciudad como Roma, totalmente desconocida. ¡Y tenía que buscarme la vida! XL. ¿Sintió miedo? S.L. ¡No me lo podía permitir! Buscaba un trabajo y cualquier cosa que me dieran era un regalo del cielo. Si no, ¿cómo podía vivir allí? No teníamos dinero para pagar una habitación. Ni mi madre, que me acompañaba siempre, ni yo. XL. En Pozzuoli vivía con su abuela, su madre y su hermana. Y pasaron hambre. S.L. Por eso, lo primero era el trabajo. ¡No conocíamos a nadie, no teníamos contactos! Íbamos a las productoras para ver si tenían algún papel de extra... Y poco a poco conocimos a gente y nos fueron ayudando. XL. La primera gran oportunidad le llegó de la mano de Vittorio De Sica, con El oro de Nápoles. Era el año 1954. S.L. Me hizo una entrevista en napolitano, la lengua que se hablaba en la película. «Con esta conversación, ya te conozco mejor y creo que puedes hacer uno de los papeles del filme. En tres días ven a Nápoles y empezamos». ¡Casi me desmayo! Fue mi primera película importante, con la que despegó mi carrera. XL. Cuenta en sus memorias que incluso le corregían a la hora de comer. «¡La tortilla nunca se corta con cuchillo!», le decía el productor Carlo Ponti, que luego sería su marido. S.L. Debía aprender a vivir. Empezar de cero... Y lo hice. Tenía las ideas claras. XL. ¿Y cuál sería la gran renuncia de su vida? S.L. Nunca he renunciado a nada importante. Siempre he afrontado todo lo que me ha venido de manera fuerte y enérgica. Solo así puedes vencer. Si no, pierdes la batalla. XL. ¿Ha perdido muchas? S.L. ¿Yo? ¡No, muy pocas! XL. ¿Me diría una derrota? S.L. No. Esas me las guardo para mí [ríe]. XL. Stuzzicadenti 'palillo dental' era el apodo de la pequeña Sofia Scicolone en Pozzuoli. S.L. Eso siempre lo llevas dentro de ti. La pequeña que fui forma parte de mí. Va conmigo incluso ahora. Pensar en lo que era y hasta dónde he llegado es algo que todavía me emociona [respira profundamente]. XL. Su madre la acompañó a Roma. ¿Y su padre? S.L. Era un padre sombra, no estuvo nunca con nosotras. Ni con mi madre, ni conmigo ni con mi hermana. Tenía su familia, y nosotros nunca formamos parte de ella. Eso te deja huella. Mi madre sufrió mucho, porque era el hombre de su vida. Pero en el fondo a mí me ha marcado positivamente: siempre he querido formar una familia como las que tenían los demás. Y lo conseguí. ¡He vencido yo! Aunque tuve que dar más de un trago amargo, cosas que me hacían sufrir en esa edad en que debía pensar solo en el gran amor... XL. Y lo encontró, en la figura del productor Carlo Ponti. S.L. Carlo me ha dado mucha seguridad a lo largo de mi vida. Me sentía fuerte con él; me dio a conocer el cine y la posibilidad de hacer cosas maravillosas... Había un entendimiento con Carlo que no he encontrado en ningún otro hombre. ¡Aunque no es que yo haya tenido muchos hombres en mi vida! Me embarqué en este precioso viaje con él sabiendo que había elegido la vía correcta. XL. ¿Le ha costado conciliar ambos sueños? ¿El de ser una estrella de cine y el de tener una familia? S.L. Has de creer en ellos, en uno y en otro. Si no, acabas perdiendo los dos. Yo he hecho todo lo posible por ser una artista, pero siempre quise formar una familia... Quería tener un marido e hijos, lo cual nos costó mucho. Ahora tengo cuatro nietos y soy la mujer más feliz del mundo. XL. Y le dijo que no a Cary Grant... S.L. ¡Pobre Cary! Ha sido un gran amigo, estuvo a mi lado hasta el día de su muerte. Hemos tenido una relación de amistad preciosa. Es inolvidable para mí. XL. Quizá era una figura que encajaba menos con el concepto de familia que tanto anhelaba. S.L. Cary pertenecía a un mundo que yo no conocía, que me daba miedo. Soy napolitana, muy italiana, y no podía imaginarme mi vida en ese otro mundo al que no estaba habituada. XL. ¿No se imaginaba en Hollywood? S.L. ¿Para vivir? ¡No! Nunca he vivido allí. Hacía una película y me iba. Es precioso conocerlo y especialmente entonces, donde en cualquier fiesta te encontrabas con Gary Cooper, Gregory Peck... XL. ¿Ha cambiado el Hollywood de hoy? S.L. ¡Muchísimo! Aunque ahora lo conozco incluso menos que antes. Voy mucho menos: a ver a mis hijos, a mis nietos. Y tengo amigos allí, claro. Muchos son de origen italiano y muchos son actores que, cuando me ven, me tratan como a una amiga. Han visto mis películas y les han gustado. Meryl Streep es encantadora conmigo. Es una mujer extraordinaria. Penélope Cruz también, muy amable. Judi Dench... XL. ¿Es muy distinto ser hoy una estrella? S.L. No lo sé. ¡Yo soy una estrella de hoy, ayer y mañana! [Ríe: juega con el título de su autobiografía, que es también de la película de Vittorio De Sica...]. Es siempre lo mismo, no ha cambiado tanto. XL. Precisamente en esa película, Ayer, hoy y mañana, aparece su célebre striptease frente a Mastroianni... S.L. No lo quería hacer. Aunque parezco muy agresiva y segura, soy muy tímida. Cuando llegué al set sabiendo que me tenía que desnudar, no es que fuese precisamente feliz. Aunque al final nos divertimos. XL. Lo repitió, hace ahora 20 años y de nuevo con Mastroianni en Prêt-à-porter, de Robert Altman. ¿Volvería a hacerlo? S.L. ¿Ahora? No me lo planteo... No porque no lo pueda hacer, ¡podría! Pero no se me plantea la oportunidad. Sin Marcello, en cualquier caso, no sería lo mismo... XL. ¿Dice que es usted insegura? ¡Nadie lo diría! S.L. ¡A menudo, sí! Hay veces que me entra el miedo. ¿Y si no lo consigo? Si no hago bien este papel, si no supero esta prueba, ¿lo pierdo todo? Pero tengo una fuerza dentro de mí que expulsa cualquier debilidad. XL. En Orgullo y pasión se atrevió usted a bailar flamenco. S.L. ¡Qué vergüenza! Allí estaba la mejor bailarina de flamenco del momento. ¡Imagínate! Pero me dije: «¡Venga, bailemos!». No fue fácil. Yo me agobio mucho. Pero, cuando consigo superar este pequeño obstáculo, ya todo va rodado. ¡Es hasta positivo! Me convierte en alguien más vulnerable, más humana. Y me lo dicen mucho: «Con todo lo que has superado, ¡ahora te preocupas por algo así de pequeño!». Pero estoy hecha así. ¡Qué le voy a hacer! XL. En sus memorias recuerda la noche en que ganó su primer Óscar, en 1961. S.L. Tener un Óscar es como enamorarse. Te sientes confusa, no entiendes nada y luego llega la felicidad y te dices: «Quizá he logrado lo que quería». XL. Durante años escribió usted sus diarios, pero un día decidió quemarlos... S.L. Eran cosas mías, personales. No quería que cayeran en manos de gente ajena a la familia, ni siquiera de la familia. Un diario es algo secreto, que debe ser tuyo y... basta. Así que lo rompí y lo quemé. XL. ¿Y no le dio pena? S.L. ¡No! Lo importante permanece en tu cabeza. Ahora, lo hago todos los años. Escribo mi diario, pero después lo quemo al terminar el año. Siempre. XL. También afronta en sus memorias momentos difíciles; como aquella breve estancia en la cárcel en 1982, condenada por evasión fiscal. S.L. Durante 40 años, me han considerado culpable de algo que no he hecho. Al final, los tribunales me dieron la razón el año pasado. ¡Y lo celebro! Son cosas que no te permiten vivir tranquila. XL. Desde la cárcel envía una carta al presidente, pidiéndole el indulto: «¿Son un delito el éxito y la fama?», le preguntaba. ¿Se sintió tratada injustamente? S.L. Los que me juzgaron se equivocaron, y se ha demostrado 40 años después. Fue un error, feo y duro, pero un error. XL. Que acarreó 17 días en prisión. ¿Cómo los recuerda? S.L. Fue muy duro. Porque vives en un mundo de sufrimiento continuo. Gritos, niños pequeños encerrados con sus madres... Por fortuna estaban las monjas, que fueron siempre muy amables. Incluso cociné para ellas, les hice un caldo. XL. La cocina ayuda en los malos momentos. S.L. [Ríe]. ¡Siempre! Sirve para volver a poner las cosas en su sitio, para buscar la armonía. XL. No suele manifestar opiniones políticas. ¿No le gusta hablar en público de esos temas? S.L. Estoy al tanto de lo que ocurre, claro. Pero no, eso son cosas para intelectuales. Hay que tener diplomas que yo nunca he tenido [sonríe]. XL. ¿Y sigue durmiendo con la luz encendida? S.L. Sí, sí. No muy fuerte, pero que me permita ver en la habitación. XL. Eso se remonta a un miedo más profundo: la guerra, que vivió de pequeña. S.L. Exacto: es la guerra. No se olvida jamás. Cuando te despiertas en la habitación y ves que todo sigue en orden, te sientes segura de nuevo. Es un miedo que no te abandona nunca. Se ven tantas cosas en televisión que dan miedo y te hacen pensar: «Esperemos que no vuelva nunca». Es demasiado duro. XL. Le escribió a Marcello Mastroianni en una carta, cuando usted cumplía 60 y él 70, que le gustaría parar el tiempo... ¿Sigue pensando lo mismo? S.L. No, no. ¿Por qué detenerlo? La vida es bella porque fluye; hay encuentros, desencuentros; cosas bonitas, feas. Hay que acompañarla con alegría, felicidad y con dolor alguna vez. XL. Ha tenido que despedir a muchos: Marcello, Vittorio... S.L. Y con cada uno de ellos se ha ido un trozo de mi propia vida. Marcello era un gran actor y un gran amigo, hemos pasado juntos tantos años... XL. Aprendieron mucho juntos. S.L. La gran lección que yo saco de todos estos años es la importancia de ser comprensiva [lo dice en inglés: understanding] con las personas y conmigo misma. Buscar siempre el lado bueno, ser dulces, tratar de entender a los demás y comprender sus dolores... Ayudar a las personas, porque solo así te puedes ayudar a ti mismo. XL. ¿Le asusta la muerte? S.L. A todos nos da miedo la muerte. Sabes todo lo que dejas detrás, tantos afectos, todo aquello que has nutrido a lo largo de tu vida para convertirlo en algo hermoso... y ya no lo tendrás. Solo queda la oscuridad. ¡Da miedo! Cuántas veces pienso en lo bonito que sería que Carlo estuviera vivo. XL. ¿Qué le hubiese gustado compartir con él estos años? S.L. Los hijos, que siguen creciendo. Ahora tengo cuatro nietos preciosos... Pienso mucho en él, en la pena que me da que no disfrute conmigo todas estas cosas tan bonitas que han seguido sucediendo después de su muerte. XL. Dice que los hijos son su mejor película. S.L. ¡Sí! Y es mi mejor papel: el de madre, madre real. XL. ¿Su gran lección a sus hijos como artista y como madre? S.L. Honestidad, educación y respeto por los demás. XL. Se escapó de pequeña para hacer la comunión. Dice que buscaba a Dios a su manera. ¿Lo sigue buscando? S.L. ¡Claro! Lo tenemos todos dentro. Todos necesitamos esa paz. Existe: en la oración, pero también en el modo de vivir intentando hacer el bien. No hacer guerras. En un paseo en el bosque, tumbado en la cama pensando, con amigos... Siempre está con nosotros. XL. Y dice que como buena virgo es muy cabezota. S.L. ¡Somos muy aburridas! Porque siempre buscamos algo muy difícil en la vida que parecemos destinadas a no tener. Y si no lo consiguen, sufren muchísimo. Yo soy una de ellas. Pero conseguí lo que buscaba. He tenido mucha más felicidad que sufrimiento en mi vida. XL. Cuenta en sus memorias que sus nietos le preguntaron: «Abuela, ¿y tú qué vas a ser de mayor?». ¿Lo ha decidido? S.L. [Ríe]. No, no. Es difícil. Me hace falta un poco de tiempo. Los hombres de Sophia -Vittorio De Sica
    «Sofia, Sofi, cuando tenías 15 años me dijiste que sí». Vittorio escribió esta frase en el reverso de una foto que todavía conserva la actriz. Ella tenía en realidad 19 años cuando el padre del neorrealismo italiano le brindó su gran oportunidad con la película El oro de Nápoles. Se habían conocido tiempo atrás en la fábrica de los sueños, Cinecittà, cuando ella daba sus primeros pasos en el cine. Él olvidó ese primer encuentro, pero ella no: «Este mundo es una jungla, ¡abra bien los ojos!», fue el paternal consejo de un experimentado director a una joven aspirante a actriz. Ninguno podía imaginar que rodarían 12 películas juntos, escribiendo algunos capítulos fundamentales del séptimo arte. -Carlo Ponti
    Fue el hombre de su vida, aunque su amor surgió lentamente. Se conocieron en 1951, en un concurso de belleza. «No recuerdo si en el de Miss Lacio o Miss Roma», dice la actriz. Habitual en estos eventos, Sofia (todavía no era Sophia) no pensaba participar aquella tarde, pero un camarero llegó con una nota que sugería que lo hiciera. La firmaba el productor Carlo Ponti. Él tenía 39 años; ella, 22 menos. «Me transmitió, desde el primer momento, una sensación de seguridad y familiaridad como si nos conociéramos de toda la vida». El amor no surgiría hasta 1954, en el rodaje de La chica del río. «Nos dimos cuenta de que estábamos enamorados». Al final del rodaje, él le regaló un anillo de compromiso. Su matrimonio fue una aventura difícil: él estaba casado, y el divorcio no era legal en Italia en aquella época.

    -Marlon Brando
    Es de las pocas personas que sale mal parada en las memorias de la diva. Compartieron cartel en La condesa de Hong Kong, dirigida por Chaplin. El rodaje no pudo empezar peor: el primer día Brando llegó 45 minutos tarde, haciendo enfurecer a Chaplin. «Brando era una persona infeliz, que no lograba encontrar su lugar en el mundo». Durante el rodaje comía solo helado y engordó tanto que estuvo a punto de perder el papel. Un día se propasó con Sophia. Pero ella le puso en su sitio: «¡No te atrevas a hacerlo nunca más!».
    -Cary Grant
    Se conocieron en el hotel Castellana Hilton de Madrid, en la presentación de Orgullo y pasión. «Él empezó con mal pie: 'Miss Lolloren, I pressume. Or is it miss Lorenigida?'. Por entonces no se hablaba de otra cosa más que de mi rivalidad con Gina Lollobrigida y la broma me molestó». Empezaron a pasar tiempo juntos. Tanto que el actor le propuso matrimonio. Tiempo después, una bofetada de Carlo Ponti en un avión a la que sería su esposa puso fin a la ambigüedad de la relación entre ambos actores.
    -Frank Sinatra
    Un hombre encantador y bromista que, sin embargo, "lloraba lágrimas amargas por dentro". Cuando se conocieron, el matri-monio de Sinatra con Ava Gardner se estaba yendo a pique. Nunca cantaba en el plató, pero en su camerino le abrió a Sophia las puertas del jazz.
    -Marcello Mastroianni
    Sophia recuerda todavía hoy la primera vez que lo vio, en lo alto de una escalera del edificio donde estaban filmando La ladrona, su padre y el taxista: «Nos enamoramos de inmediato. Cinematográficamente hablando, se entiende». En la Roma «alegre y luminosa de la posguerra» se fraguó una amistad que duraría toda la vida. «Marcello y yo estábamos siempre juntos. ¡Una bonita pareja! Sencillos y divertidos». En aquella lejana película, el tercer asistente de dirección era Gabriel García Márquez, aunque Sophia solo lo ha averiguado recientemente, tras la muerte del escritor.
    -Mucha madre...
    Loren tiene dos hijos, fruto de su matrimonio con Carlo Ponti. También así, Carlo, se llama el mayor. El otro, Eduardo, posa aquí con la actriz el pasado 22 de abril en Nueva York, a punto de asistir a la cena de gala del Festival de Tribeca.

TÍTULO: SILENCIO POR FAVOR, MEMORIA Y APRENDIZAJE CON RAMON CAMPAYO,.


Ramón Campayo. En un avión. XL. ¿...?R.C. Fui a Múnich a dar una conferencia en 2003. En el vuelo desde Alicante, me puse a estudiarlo.
 
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Memoria y aprendizaje. Con Ramón Campayo

Albaceteño del 65. Es el «memorizador más rápido de la historia». Retiene hasta 23.000 palabras con escucharlas una vez. O 48 dígitos en tres segundos, su récord Guinness. Publica 'Aprende alemán en siete días' (Planeta).

XLSemanal. ¿Cómo aprendió usted alemán? Ramón Campayo. En un avión. XL. ¿...? R.C. Fui a Múnich a dar una conferencia en 2003. En el vuelo desde Alicante, me puse a estudiarlo. ¡Y, al llegar, di una charla de cuatro horas! Alguien me dijo que debía mejorar mi alemán y me preguntó que cuánto llevaba estudiando. ¡Cuando le dije que aprendí en un vuelo de hora y media, no me creía! XL. Al resto nos hace falta un poco más: dice usted que una semana. ¿Solo...? R.C. Te lo garantizo. Aunque parezca mentira, es algo que la mente de cualquier persona puede conseguir; solo hay que saber cómo moverla. Es cuestión de técnica. XL. ¿En qué consiste? R.C. Lo primero es coger un mínimo de vocabulario, después formar frases muy sencillas. En no más de diez minutos, te puedes mover ya con 30 o 40 palabras de vocabulario. En poco tiempo, ya son mil palabras. XL. ¿Y la gramática? R.C. Hay algunos trucos: por ejemplo, en alemán, al hablar de usted, se usa siempre el infinitivo. Ya no hace falta conjugarlo. ¡Hay que ir poco a poco! Si entras con todo a la vez, con el dativo, el genitivo... ¡Te vuelves loco! La gente pierde meses así. XL. ¿Y serviría su método en la escuela? R.C. Depende. Si puedes aplicar una lógica, hazlo. Pero, para aprender los ríos, las capitales, el vocabulario de un idioma sí que sirve la memoria. Solo hay que saber usarla. Y todos podemos aprender: tú y cualquiera. Yo no soy un extraterrestre. XL. Hombre, pero usted tiene un cociente intelectual de 194. R.C. Es alto, sí. Pero no tiene que ver con la memorización. XL. Algo tendrá que ver para tener los récords que tiene... R.C. Acercarte a un récord del mundo es más complicado. Memorizar 46 dígitos en dos segundos lo puedes hacer con la gorra. En un segundo ya es más complicado. Solo lo hemos hecho tres personas en el mundo. XL. ¿Alguna que se le haya resistido? R.C. No me ha pasado. Mi primer récord mundial consistió en memorizar 23.200 palabras escuchadas una sola vez. ¡Me quedé agotado! Pero vi que el sistema funcionaba. En 2003 batí 15 récords mundiales; en 2004, nueve récords más. La prensa exageró mucho y llegó un momento en que nadie quería competir contra mí. XL. ¿Y qué hizo? R.C. En 2007 creé el sistema Speed Memory, haciendo más científico el sistema de competición que había hasta entonces. Y cada dos años hacemos los mundiales. XL. Usted, ¿cómo se entrena? R.C. Con software, simuladores... No entreno mucho: unas tres horas a la semana. Soy muy rápido: leo entre 40 y 70 palabras por minuto con total entendimiento. Tienes que ser capaz de procesarlo y de retenerlo. Que dure. Enseño a hacerlo en los libros, en las conferencias, en la escuela... XL. Empezó a estudiar Física y lo dejó. R.C. Sí, porque todo va muy lento. El sistema educativo no funciona. La universidad es una forma de pagar impuestos como otra cualquiera. ¿Cómo puede ser que después de cinco años los estudiantes salgan de la universidad y no recuerden nada? Está muy mal enfocada. XL. ¿Solución? R.C. La universidad tendría que dedicarse a formar profesionales, y ahora mismo no lo hace. Empiezan a trabajar sin conocer realmente su profesión. XL. ¿Algún responsable? R.C. Todos son culpables: la Administración, porque no hace nada por remediarlo; los padres, porque son muy permisivos; y los hijos, porque se aprovechan de la situación. ¡Así no vamos a progresar! Pregunta a bocajarro ¿Sirve la memoria en un casino?
¡Claro! Juego al Black Jack. Nunca a la ruleta: tiene el cero y el doble cero, con lo que la casa ya obtiene un cinco por ciento más de beneficio. Es matemáticamente imposible ganar. Fui al casino de Montecarlo y me decepcionó. Es algo para magnates que juegan en salas privadas.

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