BLOC CULTURAL,

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lunes, 28 de octubre de 2019

Viva la vida - Una heroína de primera clase ,.SABADO -2- Noviembre ,./ VIVA LA VIDA - La bella ruta de la basura . DOMINGO -3- Noviembre . / Ese programa del que usted me habla con - La guerra después de la guerra,. / Tarde Toros - Luis Espada, legendario presidente de Las Ventas: “Sin toro no hay fiesta”,.

 TITULO: Viva la vida -  Una heroína de primera clase ,. SABADO - 2- Noviembre,.

El sabado -2- Noviembre a las 16:00 por Telecinco , foto,.

Una heroína de primera clase,.

Una heroína de primera clase

Una maestra lleva años retrasando su jubilaciónpara enseñar al único estudiante que queda en la escuela de una aldea de Siberia,.


Hace tiempo que en la escuela de Sibilyakovo no se escucha alboroto. Ya nadie juega, ni ríe, ni eleva la voz. Hasta su sirena enmudeció; ya no tiene que avisar a nadie de la hora del recreo. No hay niños que corran por los pasillos ni maestros que impartan sus clases. Hace tiempo que de sus aulas solo sale silencio. De aquella escuela de primaria queda en pie su edificio, tan viejo y decadente como la pequeña aldea en la que se encuentra.
Allí, en la región de Omsk, en mitad de la vasta y gélida Siberia, resiste a la despoblación la pequeña y recóndita aldea de Sibilyakovo. Sufre la tiranía del tiempo y de su historia. Como miles de localidades desperdigadas por la inmensa Rusia, este insignificante punto en el mapa empezó a sufrir su particular diáspora en 1991. Con la caída de la Unión Soviética, la granja colectiva que daba de comer a medio pueblo echó el cierre. Decenas de vecinos se quedaron sin empleo y hubo que salir fuera a buscar el sustento. El éxodo fue masivo.
Solo algunos resistieron y mantienen en pie lo que queda de Sibilyakovo. Son 39 habitantes y, entre ellos, una valiente. Es Uminur Kuchukova, que ejerce de maestra del pueblo desde hace 42 años de forma ininterrumpida. En estas cuatro décadas largas ha visto cómo se iba quedando sin alumnos a los que impartir su magisterio. Llegó a tener 18 en cada clase, y había cuatro aulas; hoy solo tiene uno. A sus 61 años, hace tiempo que podía haberse jubilado, pero no lo haría tranquila sabiendo que Ravil Izhmukhametov, su único alumno, sigue necesitándola. Está convencida de que ningún otro maestro se trasladará a esta franja de la estepa siberiana para reemplazarla y que el chico se verá forzado a abandonar sus estudios. Es el único niño en medio de un paisaje desolador, de casas abandonadas y llanuras infinitas desdibujadas en invierno por una espesa nieve. Pero aquel lugar es su hogar, donde nació hace nueve años en el seno de una familia humilde de granjeros, cuyo medio de vida es la cría de ganado.
«No podemos permitir que nuestro hijo eche a perder su vida aquí», dice el padre de Ravil

Un lugar sin futuro

No quieren abandonar esta aldea, habitada principalmente por tártaros (una etnia túrquica minoritaria de Rusia), pero tampoco quieren que el niño repita su historia y «malgaste» su tiempo en un lugar sin futuro. «Nuestro hijo mayor vive en la ciudad y estamos muy contentos, por eso no podemos permitir que Ravil eche a perder su vida quedándose aquí con nosotros», declara su padre, Dinar Izhmukhametov, de 48 años.
Tarde o temprano será su destino, pero Uminur Kuchukova siente que el chico es aún demasiado pequeño para enfrentarse todos los días a las dificultades que implica desplazarse al colegio de Tara, una ciudad de unos 27.000 habitantes situada a unos 50 kilómetros.
Como ya lo hicieron antes que él otros niños de Sibilyakovo, deberá recorrer a diario un tramo del agitado río Irtysh, un extenso curso de agua que atraviesa Rusia, Kazajistán y China. Es navegable durante gran parte de su curso salvo en los meses fríos, cuando se congela. En esta zona de la región de Omsk las temperaturas se pueden desplomar en pleno invierno hasta los 45 grados bajo cero, pero también alcanzar en los días centrales del verano los 40 grados. Para el chico supondrá media hora en bote, más 20 minutos en autobús por una carretera sinuosa y en muy mal estado, hasta alcanzar el pupitre donde continuar sus estudios. «Me da mucha lástima. Sus padres nunca abandonarán esta aldea y es aterrador que tengan que mandar a Ravil cada día a viajar por un río tan peligroso», lamenta Kuchukova.
Tampoco Ravil quiere hacerlo, aunque llegado el momento no le quedará más remedio que aceptarlo. Por ahora se siente feliz siendo el único niño de la escuela. «No tengo nada con qué compararlo, siempre he estado solo en clase, así que no echo nada en falta. Bueno, quizá tener amigos, así que por esa parte creo que será buena idea ir a otra escuela».
La maestra espera poder jubilarse el año próximo y mudarse a Tara con su esposo. Allí, donde también irá el próximo curso su querido alumno Ravil, ha comprado un piso y espera poder disfrutar de unos años de descanso. Aunque es consciente de que el cordón umbilical que le une a Sibilyakovo será difícil de cortar: «Mis padres están enterrados aquí y una parte de mí se quedará en esta aldea para siempre».

TITULO:  VIVA LA VIDA - La bella ruta de la basura    ,. DOMINGO - 3- Noviembre .

El domingo -3- Noviembre  a las 16:00 por Telecinco , foto.

 

La bella ruta de la basura,.

Su foto favorita: las vacas Highland, autóctonas de las Tierras Altas escocesas, le salen al paso en su ruta por la isla de Mull. /
Su foto favorita: las vacas Highland, autóctonas de las Tierras Altas escocesas, le salen al paso en su ruta por la isla de Mull.

El escocés Colin Morrison conduce su camión por las islas de Mull e Iona. Recoge desechos y aprovecha para captar paisajes con el móvil. Tiene listo un calendario para su legión de fans con fines solidarios,.


No ha recibido ninguna llamada del departamento de Turismo de Mull e Iona, pero deberían tomar nota. Porque Colin Morrison, 49 años, conductor del camión de la basura desde hace 16, está promocionando estas dos islas al oeste de Escocia como nadie lo ha hecho antes. El canal de noticias de su país STV grabó y emitió una pieza donde se le veía inmerso en su ruta laboral, al volante de su vehículo, parando para recoger los desechos depositados en los contenedores y aprovechando para retratar, ataviado con su mono de trabajo, algunos de los hermosos paisajes que tiene la suerte de recorrer a diario. Más de millón y medio de personas lo han visto ya.
Las fotos que capta con su móvil son tan hermosas que abrió un perfil de grupo en Facebook para compartirlas -A binman's view of Mull&Iona-, y en solo dos meses ha logrado más de 4.500 seguidores, aparte de los 2.000 amigos de su propia página. Todo empezó hace cuatro años... «Cuando por fin me compré un teléfono móvil con una cámara decente», explica a este periódico Morrison, superado por un éxito que nadie preveía: «Todo es bastante divertido, no me esperaba esta atención. No estoy acostumbrado, soy bastante tímido normalmente».
No vive mucha gente en la isla de Mull, unas 2.700 personas en un perímetro de 480 kilómetros, la mitad de ellas vecinas de su capital, Tobermory. Las carreteras son de un único carril, con lo que hay que echarse a la cuneta cuando llega otro en sentido contrario; así las cosas, se puede tardar varias horas en recorrer cien kilómetros. Vamos, que aquí todo va a otro ritmo, el necesario para poder admirar playas de arena blanca, las coloridas casas de Tobermory, sus cascadas, los arcoiris que proporciona el clima lluvioso y las ovejas y vacas peludas que pastan a sus anchas.
Es lo que Morrison se ha ido encontrando a lo largo de sus años como conductor del camión de la basura en los 80 kilómetros de ruta diaria por la isla de Mull. Además, una vez a la semana, que son dos en verano, coge el ferry para cruzar en diez minutos a la cercana Iona, islita de dos kilómetros de ancho por seis de largo desde donde se cristianizó Escocia; un sitio con una hermosa abadía utilizado para retiros espirituales con su casi intacta naturaleza y donde no llegan a 200 los residentes habituales.
Junto a estas líneas, algunas de sus fotos: barcazas en Salen, casas de colores de Tobermory y un amanecer en la terminal del ferry de Craignure

Su favorita

Previamente a la labor que realiza en la actualidad, Morrison condujo autobuses en Glasgow durante una década, y antes trabajó de cocinero. «Pero esto que hago ahora es lo mejor para disfrutar de la belleza de estas dos islas. Siempre he apreciado las vistas y estoy muy orgulloso de donde vengo. Lo de las fotos ha dado un nuevo sentido a todo», desvela este vecino e hijo de Tobermory: «Sin importar el clima, siempre se ve hermoso, con el puerto y sus casas de colores».
Prefiere los amaneceres, esa luz que le ayuda a descubrir la belleza de las cosas, algo que se le da bastante bien a juzgar por los comentarios que le dejan en su página. ¿Su foto favorita? La que se puede ver en grande, las vacas Highland, autóctonas de las Tierras Altas de Escocia, que, llenas de pelo y gran cornamenta, le asaltan en la carretera a su paso por Torloisk y le miran como calibrando si darle paso o no. «Probablemente, es mi primera foto decente». Bromeando, la ha titulado 'Hora punta en Mull'.
Confía en que este éxito depare alegría a su gente, «que les guste esta historia alegre, una buena noticia entre el resto de noticias no tan buenas». También lo es que están a punto de salir de la imprenta 500 calendarios que responden a la demanda de sus fans -«aunque, tal y como van las cosas, vamos a necesitar más»-. Aún mejor, porque el dinero que Morrison recaude irá para las bandas de gaitas de Tobermory y de Mull, al hospital de la isla, a pagar las luces de Navidad y los fuegos artificiales de Nochevieja. Y seguro que todos esperan que, con el amanecer del Año Nuevo, se eche de nuevo a las estrechas carreteras para recolectar la basura y... ¿nuevas imágenes para el almanaque de 2021?,.

TITULO: Ese programa del que usted me habla con - La guerra después de la guerra ,.

El martes -29- Octubre por La 2 a las 21:30, foto,. 

 

La guerra después de la guerra,.

Zoco Hamidie de Damasco, donde confluyen sirios vestidos al estilo occidental con mujeres que siguen cubriéndose con prendas tradicionales islámicas. :: fotos: M. ayestaran/
Zoco Hamidie de Damasco, donde confluyen sirios vestidos al estilo occidental con mujeres que siguen cubriéndose con prendas tradicionales islámicas. :: fotos:

Damasco es hoy una urbe superpoblada con sirios llegados de todo el país. La economía es lo que más preocupa. «Hasta en los días de mayor violencia la cosa estaba mejor»,.


Samer Hamoud no sabía qué hacer con su vida después de ocho años en el servicio militar. Decidió recurrir a Facebook y consultarlo con sus ciberamigos. «¿Quedarse en Siria o emigrar?», fue la pregunta que formuló en abierto y que en apenas 24 horas obtuvo 200 respuestas. Las 200 favorables a la segunda opción, salir del país. «Es uno de los ejemplos más gráficos que he encontrado para explicar lo que está ocurriendo en Damasco. Pensábamos que con el final de los combates en Gouta (cinturón rural de la capital) la cosa mejoraría, pero no ha sido así. No hay futuro», lamenta un conocido periodista sirio desde la terraza de una antigua cafetería con vistas a la ciudad vieja de la capital. Después de cubrir toda la guerra, él también busca una salida para huir de lo que califica como «la guerra después de la guerra». En la actual Siria los que sueñan con salir conviven con los que se resignan a quedarse porque saben que cada vez es más complicado emprender el exilio.
Damasco se adapta con esfuerzo a su nueva vida. La capital es hoy una ciudad superpoblada con sirios llegados desde todas las provincias del país y vive en la penumbra de una posguerra en la que la economía se ha convertido en la principal preocupación. «Hasta en los días de mayor violencia la cosa estaba mejor que ahora. La libra cae y cae y el dólar no para de subir», explica Misak Baghbudarian, a quien el nuevo contexto le obliga a ejercer tres trabajos para poder llegar a fin de mes. El pluriempleo se ha instalado en la vida de los sirios y Baghbudarian es director de la Orquesta Nacional, profesor del Instituto Superior de Música y miembro de la ONG 'Bukra Elna' (nombre en árabe que se traduce como 'el futuro es nuestro'), que forma parte de un programa municipal para ayudar a los niños en edad escolar a superar efectos de la guerra a través de la música.
El 'maestro', como le conocen en la escena musical, reflexiona con su voz grave desde un conservatorio nacional lleno de ausencias. «Hubo una salida importante de alumnos y profesores al comienzo de la guerra en la que la motivación política fue importante, pero ahora estamos a las puertas de una nueva salida por motivos económicos, educativos y para esquivar el servicio militar. Con la guerra perdimos a profesores cualificados y los músicos piensan que fuera tendrán una mejor formación y mejores oportunidades de trabajo; la obligatoriedad de ir al Ejército también hace que los jóvenes se vayan. Ahora mismo tenemos a un violinista y a un trombonista en el frente de Idlib», repasa el director en una mezcla de inglés e italiano, idioma que aprendió durante sus seis años de formación en Florencia y Milán.
The Backyard es la discoteca de moda en Damasco. Por la noche se llena de jóvenes con dinero
La retirada de Estados Unidos del norte de Siria ha provocado cambios en el reparto de poder de la zona. Los kurdos, antiguos aliados de Washington, han girado hacia el Gobierno de Bashar Al Assad quien, en apenas una semana, ha recuperado más terreno que en todos los últimos años de guerra juntos y sin tener que gastar una bala. El pacto entre Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan ha ayudado a estabilizar la situación en este frente, pero hay otros como el de Idlib que pueden estallar en cualquier momento.
Idlib, situada 350 kilómetros al norte de la capital, está controlada por el brazo sirio de Al Qaeda. 350 kilómetros que hacen de colchón y permiten a los damascenos seguir por televisión los bombardeos, lo que hace que no sientan lo mismo que sentían cuando las bombas caían en Gouta o Yarmouk. El doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Damasco, Yamal Mahmoud, se junta con sus amigos cada tarde desde 1983 en el café Al Rawda, próximo a la calle Hamra, importante arteria comercial de la ciudad. Entre el humo de las pipas de agua y el sonido de los dados, su mesa se convierte en una especie de parlamento al aire libre. «Idlib no es el final. La guerra no terminará pronto y pienso que cada vez está más claro que el objetivo no es acabar con Bashar Al Assad, es destruir Siria».
Al Rawda es un lugar emblemático. Desde que abriera sus puertas en los años 30, este café es punto de encuentro para artistas, intelectuales, políticos... «es una especie de mini Siria y aquí hemos compartido mesa con opositores como Michel Kilo o el actor Jamal Suleyman, hoy fuera del país», recuerda Mahmoud. Junto a la guerra, el bloqueo que sufre el país es el segundo gran tema del día. «Las sanciones no tienen fecha de caducidad y están favoreciendo el florecimiento de una economía de guerra marcada por el peso del contrabando. Hoy en día puedes encontrar de todo en Damasco, pero a unos precios desorbitantes. Hay gente que está haciendo fortunas enormes gracias al mercado negro», apunta el veterano profesor, uno de los rostros habituales en las tertulias políticas de los canales oficiales.
Desde la cristalera de Al Rawda se ve una carretera colapsada. Los viejos Lada y Dacia amarillos de los taxistas disputan el asfalto con modernos vehículos todoterreno. La carretera se ha convertido en un espejo de la nueva capital donde la clase media se ha difuminado entre una mayoría empobrecida y una minoría megaenriquecida.
En medio de la crisis, sorprende el número de nuevas cafeterías que se abren en Damasco, un fenómeno que Mahmoud considera «un intento de volver a la normalidad, la gente quiere olvidar fumando y conversando fuera de casa». Solo hay que ver los precios para darse cuenta de los cambios que experimenta la economía del país.
Cuesta encontrar voces optimistas, pero la de Nader Al Shaar es una de ellas. Este cambista profesional de la plaza Merjeh cuenta los días para el final de las operaciones militares en el país. En su oficina, hoy vacía, apenas se podía entrar en 2015 cuando los sirios cambiaban todo su dinero para escapar a Europa vía Turquía. «La situación de seguridad ha mejorado mucho y los refugiados comienzan a regresar y traen dinero con ellos», apunta Shaar entre calada y calada a su pipa de agua, de la que no se separa de la mañana a la noche. «Admito que la preocupación número uno ahora es el bolsillo, pero pienso que quien tenga algo ahorrado tiene una gran oportunidad para comprar tierras, sobre todo en las zonas más afectadas por los combates donde los precios se han hundido. Más adelante llegará el momento de invertir en reconstrucción, por ahora nadie lo hace», afirma Shaar. El billete más grande en Siria es de 2.000 libras (unos 3,5 euros al cambio), es de color morado y lleva impresa la fotografía de Bashar Al Assad, y en la oficina de cambio de Shaar se mueve el dinero en sacos.

Evasión nocturna

Los cafés se han convertido en una forma de evasión, pero cuando uno se acerca percibe que las conversaciones giran sobre el monotema: la mala situación económica. Hay que dejar correr el reloj, adentrarse en la ciudad vieja por la puerta de Bab Sharqi y perderse por las callejuelas de la zona cristiana hasta llegar al The Backyard, uno de los bares de moda donde cada noche hay sesiones de DJ's como Yara Mahrez. Esta abogada de Latakia, de 32 años, compagina su trabajo en los tribunales con su afición por la música tecno. En The Backyard, Damasco se viste de noche como cualquier otra capital del mundo.
«El comienzo de la guerra acabó con las fiestas y sesiones de DJ's, muchos nos fuimos a Beirut, pero cuando vimos que se alargaba tomamos la decisión de volver a Damasco y retomar la música. Desde el verano de 2016 organizamos sesiones de forma regular. No importaba cuánta muerte había a un lado, porque al otro siempre había vida. La vida se basa en contradicciones, las contradicciones son bellas», piensa Yara antes de subirse al escenario. Lo hace con una botella de cerveza en la mano y un gesto de concentración. Comienza a pinchar ritmos tranquilos que crean una atmósfera onírica en la planta baja de esta antigua mansión damascena reconvertida en discoteca. Poco a poco va llegando público, gente joven y con dinero, sin problema para gastar en una noche más de lo que un funcionario gana en un mes. Los ritmos se van haciendo cada vez más oscuros e intensos. Las luces se apagan y la oscuridad se apodera de este microcosmos hedonista en el que los presentes, a su manera, también escapan de la realidad que les rodea. Aún queda tiempo hasta que salga el sol.

  TITULO: Tarde Toros -Luis Espada, legendario presidente de Las Ventas: “Sin toro no hay fiesta”,.


Luis Espada, legendario presidente de Las Ventas: “Sin toro no hay fiesta”

Respetado y admirado, recuerda a sus 87 años los principios que rigieron su etapa,.


Luis Espada, en su domicilio madrileño, junto a uno de sus paisajes pictóricos.
foto - Luis Espada, en su domicilio madrileño, junto a uno de sus paisajes pictóricos.
Luis Espada (Sevilla, 1932) figura ya en la historia del toreo como uno de los presidentes más emblemáticos de la plaza de Las Ventas. Estuvo en el palco desde 1986 hasta 1997, se caracterizó por la defensa de la integridad del toro y la exigencia ante los toreros, contó con el apoyo y la admiración de los aficionados, el respeto de los profesionales y el amparo de los políticos, de modo que se le considera una de las personas que más ha contribuido al prestigio del coso madrileño.
Hace años que no pisa la plaza que lo hizo famoso, pero recuerda como si fuera ayer las ideas fundamentales que rigieron su mandato y convirtieron su ‘etapa presidencial’ en un movimiento social tan extraordinario como beneficioso para la tauromaquia moderna.
“He defendido la integridad del toro por encima de todo”, afirma el expresidente con indisimulado orgullo. “El animal es la base fundamental de este espectáculo, y si carece de la dignidad requerida se resiente la fiesta al completo”, añade.
- Usted fue un presidente con fama de exigente…
“¿Presiones? Conmigo no han valido las imposiciones de nadie”
- “Es verdad. Llegué al palco convencido de que este espectáculo tan grandioso pierde su identidad si el protagonista es un inválido. Sin toro no hay fiesta”.
- Pero también fue duro con los toreros.
- “Riguroso, más bien, en la concesión de trofeos porque entendía que un triunfo en Madrid debe estar muy argumentado con el toro-toro y una faena completa. Pero reconozco que, a veces, me pasé de exigente, y eso tampoco es bueno. Recuerdo, por ejemplo, que le negué una oreja merecida a El Fundi, y así lo reconocí en una entrevista radiofónica. Después, me encontré con el torero en la calle, me dio un abrazo y me perdonó”.
Luis Espada, -un hombre de carácter y fuertes principios profesionales, éticos y religiosos-, ha cumplido ya los 87 años, disfruta su jubilación como brillante comisario de policía, y está retirado de los toros. “Está retirado de todo”, apuntilla su esposa Julia, con quien acaba de celebrar 59 años de matrimonio el pasado martes. “Luis está aprendiendo a vivir como mayor -continua-, lo que no es nada fácil cuando se ha tenido una vida tan llena”.
Luis Espada, en su época de presidente de Las Ventas.
Luis Espada, en su época de presidente de Las Ventas. 
Porque Espada fue un presidente sorprendente e innovador -puso en marcha los cursos de formación para presidentes y delegados gubernativos que hoy siguen siendo una reputada ‘facultad’ para quienes aspiran a ser árbitros en los festejos taurino-, escritor, conferenciante y prestigioso personaje reclamado por peñas, asociaciones y universidades para hablar de toros; y un hombre polifacético: pintor con once exposiciones individuales; flamencólogo y cantaor (“bueno, solo he canturreado entre amigos”, aclara él), experto en el baile por sevillanas (“es un andaluz ejerciente”, dice su esposa), poeta (“dedicado casi en exclusiva a ensalzar lo enamorado que está de mí”, comenta Julia con pícara coquetería, “y yo de él”, añade), y jugador avezado del dominó y el mus, los únicos hobbies que aún practica los fines de semana con un par de amigos.
Luis Espada nació en el barrio sevillano de La Alameda por accidente, porque sus padres, oriundos de la localidad toledana de Villacañas, vivían en la capital hispalense por el destino de su progenitor, brigada de la entonces Policía Armada.
La familia se trasladó pronto a Jerez de la Frontera, donde Espada vio su primera corrida de toros a la edad de ocho años. Y ahí, por influjo de su padre, nació su vocación policial, la afición a los toros y al cante flamenco.
“El Reglamento no es una norma rígida y debe ser orientativo en algunas ocasiones”
“Sí, mi padre era muy buen aficionado y él fue quien me inició en el amor a la fiesta de los toros; además, cantaba muy bien por malagueñas, y de su mano escuché a buenos cantaores”.
- ¿Le costó dejar el palco?
- “No. Me despedí en 1997, el año de mi jubilación, y no recuerdo que sufriera ningún disgusto. El palco es problemático, es verdad, aunque debo reconocer que me entendí muy bien con mi equipo de veterinarios, y coincidí con dos empresas muy buenas, Manuel Chopera y los hermanos Lozano”.
- ¿Se pasa mal allá arriba?
- “Hombre, a veces los tendidos plantean exigencias que crean problemas, pero yo iba siempre por derecho; mi sentido de la moral era mi base”.
- Pero recibiría presiones…
- “¿Presiones? Las de mis asesores, tal vez. A veces, tenían razón y las atendí. Pero nada más; conmigo no han valido las imposiciones de nadie”.
- ¿Ni siquiera de sus mandos policiales y políticos?
- “Ellos me conocían y jamás interfirieron mi labor”.
Luis Espada vivía en Murcia cuando alcanzó el título de inspector del Cuerpo Nacional de Policía, allí se licenció en Derecho y se casó con Julia. Trasladado a Toledo, se convirtió con 43 años en el Comisario más joven de España.
La localidad menorquina de Ciudadela fue su primer destino como jefe policial, y allí presidió su primer festejo; después, subió al palco en el Corpus de Toledo; destinado a Madrid, asumió la jefatura de espectáculos taurinos y, en 1986, fue nombrado presidente de la plaza de Las Ventas.
“Había visto toros en Jerez, Murcia, Toledo, Sevilla y en alguna otra plaza, pero no muchos festejos; tenía, eso sí, una idea clara de lo que era la fiesta. Era aficionado, pero no puedo decir que un gran aficionado”.
- Pero tardó poco en establecer su línea de trabajo en la plaza…
- “Creí que había que defender, en primer lugar, los derechos de los aficionados. Pero también los de los toreros, ganaderos y los del empresario, porque todos forman parte del festejo y tienen sus legítimos intereses”.
- ¿Y fue usted un presidente feliz?
- “Sí; me agradaba estar allí. Me sentía arropado por los aficionados, y aprendí mucho; por ejemplo, que el Reglamento no es una norma rígida y debe ser orientativo en algunas ocasiones. Ante un toro manso y peligroso que se acula en tablas y pone en serio riesgo la vida de los toreros en el tercio de banderillas, debe primar la seguridad de los hombres frente al mandato de clavar un determinado número de palos”.
Afirma Luis Espada que su torero preferido ha sido Paco Camino, “muy completo y poderoso”, y recuerda con admiración a Ordóñez, Paula, Julio Robles, “y algún sudamericano cuyo nombre no recuerdo ahora”. Y de los toreros actuales, el expresidente señala dos nombres: Curro Díaz y Diego Urdiales
- ¿Y los ganaderos?
- “¿Cómo se llama el de Galapagar? Victorino, eso es. Victorino Martín ha sido y es un ganadero importante; y mantuve una buena relación personal con Juan Pedro Domecq, un conocedor profundo del toro, y con una gran vocación como criador”.
-¿Recuerda alguna tarde difícil en Las Ventas?
- “No. Si había toro, no me preocupaba nada. La gente era muy simpática conmigo”.
- ¿Le hubiera gustado ser torero?
- “No me hubiera importado, pero no tengo el valor suficiente”.
“Creo que quiso ser torero y lo fue”, tercia su esposa.
Lo que está claro es que Luis Espada fue y seguirá siendo una figura de la tauromaquia.

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