Kavita ParmarSomos hijos de la tradición. De centenares de años de experiencia, de errar y rectificar, de mucho hilo y aguja. Esa es nuestra identidad y es, a su vez, nuestra gran debilidad: aprecian más nuestros productos los japoneses que nosotros mismos. A los españoles nos falta autoestima y nos sobra mucha actitud paternalista respecto a los que están en el poder. Pero el poder está en nuestras manos, y únicamente nos falta creerlo.
Kavita Parmar, diseñadora y creadora del proyecto IOU, lo deja claro durante su charla en la tercera jornada de UNDRESS by Desigual: “El futuro pertenece a aquellos que estamos dispuestos a mancharnos las manos”. Pero nos hemos dejado intoxicar por los conceptos del fast fashion y el low cost, y eso nos ha llevado a una trágica pérdida de la artesanía: “Hay demasiada oferta, y a eso se le llama democratización de la moda. Exportamos a India o a China una esclavitud, y lo llamamos progreso”. La artesanía se siente ahora amenazada por un monstruo que consume mucha más energía, contamina el medio ambiente y destruye puestos de trabajo: las máquinas. Sin embargo, la necesitamos, y la industria pide a gritos una nueva generación de sastres a quien seguir agradeciendo su inmenso talento.
Hemos perdido la capacidad de contar quiénes somos: ya no hay tiempo para parar y reflexionar, estamos rebotando todo el rato. Le hemos perdido el respeto a la calidad de las cosas y al valor de lo que nos hacen sentir. Es necesario volver a la fuente, a las raíces, para recordar quiénes somos. Recuperar el talento natural del artesano para volver a crear piezas de una altísima calidad. Eso es el lujo: devolverle el valor al tiempo, al margen del dinero. Se trata de una actitud, de una nueva forma de entender la vida como, en realidad, ha sido siempre. De trabajar por el simple placer del trabajo, que es lo que nos ha quitado la industrialización.
¿Y qué pasa si cogemos la tecnología y juntamos a todas estas personas? Que se produce el cambio, y eso es precisamente lo que está haciendo ahora Desigual. Somos uno de los negocios que más impacto global tiene –en el medio ambiente y en los puestos de trabajo de centenares de miles de personas–, y son las grandes empresas las que tienen que ayudar a crear nuevos proyectos pequeños que hagan del mundo un lugar mejor. La tecnología debe servir para acercarnos, para poner nuestras ideas en común, pero no puede sustituir nunca el papel del creativo. Hay que convencer al consumidor de que lo importante es la singularidad, y de que cada euro gastado puede generar un gran impacto: “Todos los días, con cada euro que gastamos, estamos creando la sociedad en la que vivimos”, afirma Parmar.
Kavita Parmar: Hay demasiada oferta, y a eso se le llama democratización de la moda. Exportamos a India o a China una esclavitud, y lo llamamos progreso.
El futuro tiene que ser pequeño. Y lo peor que podría pasar con la artesanía, para Gonzalo Fonseca, artesano y director de la firma Steve Mono, es que se convierta en tendencia: de esta forma se desvirtuaría por completo. Hay que empezar a ponerle nombre y apellidos a la gente que hace las prendas que llevamos, a ponerles cara y exigirles más y más honestidad. Pero el cambio de mentalidad tiene que venir poco a poco, para que lo vayamos digiriendo, y de lo contrario, jamás logrará ser permanente. Entrevistamos a Kavita Parmar para que nos cuente un poco más sobre la importancia del slow fashion y la sostenibilidad.
Kavita Parmar. © Desigual.
¿Por qué es tan importante hoy en día ponerle cara a las personas que hacen las prendas que llevamos?
Para mi la cuestión es humanizar. Que en todo lo que compramos hay un ser humano detrás, no es una máquina escupiendo esas cosas. Es muy importante tener en cuenta que tú con tu dinero –que es tu tiempo, tu energía– estás comprando algo que es tiempo y energía de otro, y tienes que asegurarte de que esa energía es correctamente pagada. Para mí dar la cara es aceptar tu responsabilidad en algo, y por eso creo que es fundamental.
¿Qué le dirías a una persona que quiera ser más sostenible y no sepa muy bien cómo hacerlo?
Creo que lo primero es tener muy claro qué es lo que te importa. La palabra sostenibilidad es tan grande (hay a quien le importa mucho el medio ambiente, la lucha contra el plástico, los animales)… Así que escoge tu batalla y entérate y documéntate muy bien sobre ese tema, intenta cambiar esa parte con lo que haces. Tu acto de consumo es lo más importante, consumir pensando en lo que tú crees realmente –aunque a veces pueda significar consumir menos–. Es más importante hacer esto que ponerse a luchar en la calle, porque las grandes empresas a lo que más escuchan es a dónde va el dinero. Allí es donde creo que podemos cambiar las cosas.
¿Por qué crees que es más importante que nunca potenciar al máximo el concepto del slow fashion?
Porque ahora mismo, este año, el mundo de la moda se convierte en el contaminante número uno del planeta: hemos superado a la industria del petróleo. Esto es muy, muy preocupante. Todo el mundo viste y, aunque la moda parezca una cosa ajena a la vida de cada persona, y aunque seas secretaria o profesora o un banquero, todo el mundo viste, y eso significa que es una cosa que toca a todo el mundo. Para mí es fundamental que no dejemos que sea ese negocio sucio que es el petróleo. Podemos cambiar el mundo con esto.

TITULO:  ¡ Atención obras ! - Raquel Bueno,.

Raquel Bueno

Raquel Bueno,.

 foto / Lo venimos diciendo desde hace ya un tiempo: la moda y la tecnología forman una combinación insuperable. Y muestra viva de ello son las creaciones de Iris van Herpen, la diseñadora holandesa que, más que hacer moda, hace otra cosa: arte. Su trabajo es fruto del clímax perfecto entre artesanía e innovación tecnológica –por muy contradictoria que pueda parecernos la fusión de dichos términos a primera vista–, de la experimentación con materiales y de una forma única de entender la alta costura que, más que probablemente, nadie sabe hacer mejor que ella. Su proceso creativo nace de la investigación: es un proceso de aprendizaje, de probar, de experimentar, de errar y rectificar. Es lo que más entusiasma a la excepcional diseñadora –que tuvo el honor de trabajar en el estudio de Alexander McQueen– y la que considera la parte más importante de su trabajo y sus colecciones: encontrar nuevas técnicas, nuevos y excitantes materiales y buena gente con la que trabajar.
Ahora, además, la holandesa lanza un vídeo, de la mano de Ryan McDaniels, con el que nos ofrece una mirada mucho más íntima a su proceso creativo y al desarrollo de la creación de su última colección de alta costura: Ludi Naturae. Indagando en el diseño y la producción de su ya característico vestido de follaje (el mítico Foliage dress), la pieza audiovisual nos muestra la inaudita forma en que se produce: la tela del vestido se coloca en una impresora 3D que utiliza la tecnología PolyJet para imprimir diferentes materiales simultáneamente, luego el material de resina resultante es curado al exponerse a la luz ultravioleta y, por último, se definen las variaciones deseadas de color y transparencia. Tras 260 horas de impresión en 3D, las piezas obtuvieron su forma final después de ser procesadas y una vez que las tensiones dentro del material hubieron deformado los elementos impresos. Una fusión perfecta, en colaboración con TU Delft, del más preciso y controlado modelado 3D digital con la naturaleza analógica –y menos predecible– de la deformación. O en otras palabras: maravilla. Que lo disfrutéis.