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lunes, 25 de marzo de 2019

La Hora Musa - Joan Margarit,. Poesía "España me da miedo desde los Reyes Católicos" - ,. Martes - 26- Marzo,./ Cachitos de hierro y cromo - Refree: "Siempre quiero hacer el mejor disco del mundo",. Martes -26- Marzo,.

TITULO: La Hora Musa - Joan Margarit,. Poesía "España me da miedo desde los Reyes Católicos",. Martes - 26- Marzo,.
   

'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski ,
a las 22:55 horas, en La 2 martes - 26- Marzo,.



Joan Margarit,.
Poesía

"España me da miedo desde los Reyes Católicos",.


Joan Margarit, uno de los poetas más seguidos en catalán y en español, prepara después de la publicación de sus memorias un nuevo libro que será un paso más en su ejercicio de reflexión íntima desde el lugar de la poesía
El poeta catalán Joan Margarit. foto,.
Joan Margarit es un hombre de alegría contagiosa. Joan Margarit es un arquitecto en retirada, catedrático de cálculo de estructuras. Joan Margarit es un hombre de 81 años (nació en Sanaüja, en 1938) que vivió la infancia en una extrema soledad concurrida de afectos. Joan Margarit es un poeta con Premio Nacional de Poesía (2008). Joan Margarit es catalán. Joan Margarit también escribe su obra en español. Joan Margarit tiene en Austral su poesía completa hasta 2015 y en la editorial Visor los libros que ahí faltan. Joan Margarit publicó unas memorias que no son unas memorias donde entra a saco en su niñez para entender mejor su ahora. Lo tituló así: Para tener casa hay que ganar la guerra (Austral). Joan Margarit está escibiendo poemas nuevos. Escribiendo, como siempre, por el haz del folio en catalán, por el envés en español. Comenzamos.
¿'Para tener casa hay que ganar la guerra'?
Es el último verso de un poema mío. Se refiere a ganar la guerra civil interior de cada uno. Pero no es un libro de memorias, sino de búsqueda.
¿Qué búsqueda?
La de intentar saber por qué los 800 poemas de mi obra completa son como son. Y creo haberme acercado a la respuesta regresando a los primeros años de mi vida.
¿Tuvo un infancia feliz?
Sí. Sólo fui dos años a la escuela, pasé mucho tiempo con mi abuela, apenas tuve amigos y cambié 10 veces de domicilio... Pero fue una buena niñez.
Sin embargo, también asoma en el libro un punto de avería.
Cómo no. ¡Si es que nazco en medio de una Guerra Civil que se está perdiendo!
Y entonces llega la poesía.
La poesía estaba a mi lado desde muy pronto. Con ella aprendí que lo que me importaba decir en los poemas estaba dentro de mí, no en lo de afuera. Y por un extraño azar, a veces interesa también a otros. Quizá por eso la poesía es una herramienta de consuelo. Alguien que no conoces, en cualquier punto del mundo, lee aquello que encontraste dentro de ti y lo recibe como un espejo.
O como un antídoto contra la soledad o el desamparo.
Por qué no. Es como el descubrimiento de la casa para el ser humano. La casa es un combate contra la intemperie. Y alrededor de eso nace el primer código civil: el Código de Hammurabi. Qué maravilla cuando el hombre sale de la cueva y se da cuenta de que es capaz de construir una casa... ¿Qué otra cosa es el arte sino construcción y cobijo?
Las dos personas que me han hecho como soy no sabían leer ni escribir
Como lo es el idioma.
Para mí, el idioma es mucho más que palabras, quizá porque las dos personas que me han hecho como soy, y de algún modo me han salvado, no sabían leer ni escribir.
¿Quiénes fueron?
Mi abuela y mi hija Joana, deficiente mental. Qué paradoja: en la era de la prepotencia y de la abundancia informativa, mi vida ha sido determinada por dos mujeres maravillosas que no tuvieron la oportunidad de aprender a leer. Una porque estuvo de criada desde los 12 años. La otra, por su situación vital.
Su abuela...
Era de una inmensa bondad. Y mantuvo esa condición hasta el final. Qué lección de dignidad fue para mí.
¿En qué sentido?
En todo. Me enseñó a ser como soy en unos años muy difíciles, muy conflictivos, muy represores. Cuando acabó la Guerra Civil tengo cinco años y a esa edad me sucedió algo determinante. Iba con un compañero de clase hablando en catalán por una calle del pueblo y un señor uniformado me golpeó y me dijo: «¡Niño, habla en cristiano!». Que una cosa tan íntima como el idioma que uno habla se persiga es de las brutalidades más refinadas que existen. Es como castigarte por ser rubio o moreno, de un sexo u otro. Perseguir a la gente por algo que no ha elegido, y además no puede obviar, dice mucho del monstruo que anida en nosotros.
¿Cómo llega la poesía?
Empiezo a escribir a los 16 o 17 años. En español. El primer libro lo prologa Camilo José Cela y me define como «surrealista metafísico». Ya ves dónde está hoy el «surrealista»... Así voy caminando hasta los 40. Íntimamente considero mala esa parte de mi poesía, aunque continúo adelante. Esta terrible historia de descontento duró 20 años.
Margarit, en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
¿Y cómo acabó?
Pues por la correspondencia que mantenía entonces con un poeta catalán: Miquel Martí i Pol. Según me contó él, dio a leer una carta mía a su hija y le preguntó si consideraba que la persona que había escrito eso podría escribir poemas en catalán... Esa pregunta supone para mí un shock. No seguí leyendo la carta. Me quedé clavado. ¿Y si fuera eso?
Y pasó a escribir en catalán.
Así es. Y me di cuenta de que el catalán es la única lengua en el mundo sin Estado pero con cultura. Una cultura paralela a la española en tipo, en cantidad, en calidad. Lo único que nos diferencia es el tamaño. Por eso hay menos novelistas catalanes, menos filósofos catalanes, menos poemas catalanes...
No sólo es un problema de cantidad...
Pero espere, es que empiezo a buscar y me doy cuenta de que en poesía no hay un solo gran poeta que haya cambiado su lengua materna para escribir en otra. Novelistas o pensadores, muchos (Nabokov, Beckett, Cioran) pero poetas...
¿Y entonces?
Rehago mi historia y publico ocho libros de poemas en catalán que siguen siendo un fracaso. Pero un fracaso por exceso de alegría, de deslumbramiento ante las palabras.
Es decir, usted está determinado por un idioma estigmatizado durante años y por una guerra perdida...
Y por dos mujeres que no sabían ni leer ni escribir.
Este país es maravilloso. Entiendas lo que entiendas por «este país»
¿Queda ánimo de revancha?
En absoluto. Aunque tengo la sospecha de que siempre hay alguien dispuesto a joderte. Aún así, este país es maravilloso. Entiendas lo que entiendas por la expresión «este país».
¿Usted qué entiende?
Pues eso, este país. Lo que sucede es que hay demasiado espectáculo y protagonismo político. Aunque tampoco creo que todos los males vengan de los políticos. Sólo son los legítimos representantes de lo que somos nosotros.
A pesar de tantas cosas...
A pesar de tanto olvido, que por otro lado es un gran recurso de salvación. El olvido no es siempre negativo. En el diálogo, por ejemplo, el olvido es un buen aliado. Nada se resuelve borrando, tirando y empezando de nuevo. Ésa es la dificultad.
¿Le influye el momento sociopolítico para escribir?
Muy poco. El Romanticismo nos advirtió que existe la intimidad, el individuo y la sociedad. Haber sido un niño tan solitario me permitió vivir muy hacia dentro, también la poesía. Opté por la intimidad, y de eso me alimento literariamente.
¿Cuál es su relación con la poesía a los 81 años?
Igual que a los 16. Me sirve para lo mismo.
¿No le ha defraudado en ningún momento?
Nunca. Y lo confirmé definitivamente cuando nos advirtieron de que mi hija Joana moriría. Entonces me planteé algo tan infantil como utilizar la poesía para que ella muriese lo menos posible y yo sufriese lo menos posible. Si la poesía no me hubiera servido para esto, la habría dejado. Qué pintaba yo haciendo versos a mi edad si la poesía no me ayudaba en el momento más crítico de mi vida.
¿Qué le debe su escritura a lo onírico o a la imaginación?
Nada. La poesía se hace con la mente. Y el cerebro es lo más extraordinario y lo más peligroso que tenemos
En su poesía hay una toma de postura clara. También política.
Es que yo estoy en el mundo. Mal puedes hacer un poema si no sabes en qué mundo vives.
¿Quién es el enemigo de la poesía?
El eufemismo y las mentiras a secas. Y de eso, hoy, nos sobran. La poesía empieza por la belleza. Y después sólo se sostiene si se transforma en verdad.
Los hombres salimos felices de una miseria para entrar inconscientemente en otra
¿Cómo es su relación con la política?
Mantenerme alejado de la actualidad para poder pensar mejor. A mi edad puedo confirmar cómo tantas cosas se repiten. Los hombres salimos felices de una miseria para entrar inconscientemente en otra. Así una y otra vez.
Hablaba hace unos instantes de verdad y belleza, algo que parece hoy un exotismo.
La mentira ya está en todo. No es sólo un problema de políticos. Ellos son tan cabrones como nosotros, los ciudadanos. Qué podemos esperar de un mundo de expertos donde el 90% no sabe nada y tiene la mentira como norma. Por eso la poesía es una buena manera de estar alerta.
Su obra tiene una acogida similar en Cataluña que en el resto de España. ¿Qué relación mantiene con su lugar de origen y con el resto del país?
Te lo explicaré así: casi tengo dos lenguas...
¿Casi dos...?
Porque la que pesa más siempre es la materna. La otra (el español) la considero el único regalo que me hizo Franco. La aprendí por narices, pero esa riqueza nunca quise desaprovecharla. Escribo mis poemas, siempre, en catalán y en español.
¿Y su relación con Barcelona?
Mala. O, más exactamente, complicada. En Montjuic están enterradas dos hijas mías. Mi relación es de amor y odio. Una ciudad que consideré mía y que ha sido enterrada en favor de otra peor en la que no me reconozco y que ha venido a sustituir aquello con lo que yo me identificaba. Me marché de Barcelona por eso.
¿Verá una Cataluña independiente?
No se dan las condiciones necesarias.
¿Entonces, para qué todo esto?
La única solución es el diálogo. Y dialogar es un asunto de Estado, no de jueces. El recurso del mal político, que tiene un referente en Alfonso Guerra, es luchar por la judicialización de la política en vez de por la separación de poderes. Lo que está sucediendo con el procés, sustituir el diálogo por el castigo, traerá consecuencias horribles. Y vuestra generación seguirá sufriendo los efectos.
Pero hay delitos claros.
Es muy complejo. Lo que aquí faltó es un Adenauer o un Willy Brandt en vez de un Suárez, un Felipe González o un Aznar. Y después llegó Rajoy, que no supo lo peligroso que era no hablar con el adversario y confundirlo además con un enemigo.
¿Le ha desengañado el independentismo?
Difícil contestar a eso. No olvide que a los cinco años me golpearon por hablar en catalán. Existe un miedo dentro de mí que puedo paliar con cultura, pero no evitarlo. A mí España me da miedo. Y digo España con Cataluña dentro. Me da miedo España desde los Reyes Católicos.
Pero miedo a qué.
Porque España es un país cruel. Si somos el segundo país del mundo con más muertos enterrados en las cunetas, algo querrá decir. Otros estados europeos han ido avanzando hacia algo mejor después de procesos de regeneración muy fuertes. Y no tuvieron miedo a empezar de nuevo. Aquí lo más que hacemos es apelar a la II República, que no duró más de cuatro años. Después de la dictadura no se desplazó a nadie de entonces. A nadie. Y hasta hace poco se condecoraba a un policía torturador como Billy El Niño. No somos un país para lucirlo por ahí. Somos un país para andarnos con mucho cuidado. Me moriré con este miedo y para combatirlo sólo puedo intentar amar.
¿A todos?
A todos, aunque siempre se quiere más a quien se tiene más cerca. A pesar de algunos detalles extraños, como que nunca me hayan invitado a leer en el instituto de mi pueblo [Sant Just Desvern] y, sin embargo, haya leído poemas en decenas de institutos de Andalucía. ¿Ves? Todo es muy complejo.
 
   TITULO:   Cachitos de hierro y cromo - Refree: "Siempre quiero hacer el mejor disco del mundo",  . Martes -  26- Marzo,.
 

 Martes -  26- Marzo a las 22:00 horas en La 2, foto.
 
 
Música,.
 
El sello de Raül Fernández

Refree: "Siempre quiero hacer el mejor disco del mundo",.


foto / Cantante, músico y productor, está detrás de discos de Kiko Veneno, Rosalía, Sílvia Pérez Cruz o Niño de Elche y ultima el primero de Amaia, de 'OT'. Alejado de los focos, ha convertido su nombre en un sello de garantía en la industria musical,.
Lo más raro de Refree, un tipo aparentemente singular, es que es alguien demasiado normal. Tanto que en realidad se llama Raül, como otros 139.691 españoles, y se apellida Fernández, como dos millones de vecinos. Que si no fuera por la barba casi pelirroja y el pelo perfectamente deshecho, lo mismo podría ser tu cuñado que uno de los músicos más influyentes del panorama nacional.
Apunten: Refree (Barcelona, 1976) tiene una decena de discos en solitario desde el año 2002, casi otras 10 bandas sonoras y ha colaborado con (o producido a) Sílvia Pérez Cruz, Josh Rouse, Mala Rodríguez, Lee Ranaldo, Christina Rosenvinge, Kiko Veneno, Fernando Alfaro, Josele Santiago, Nacho Vegas y Bunbury, Albert Pla, Niño de Elche, Rosalía, Amaia...
Su teléfono es uno de los más solicitados de la industria y sin embargo, pocas veces le habrán visto en la tele, dando entrevistas o subiendo selfies a Instagram. Diríamos que prefiere estar en segundo plano si no estuviera justo en medio de todo. «Si lo que me pides es espectáculo, que diga cosas para crear polémica o para salir en los medios, yo no sirvo. Hace tiempo que no me siento normal a nivel musical, que siento que tengo una manera muy personal de enfocar la música, pero cada vez tengo más claro que dónde estoy cómodo es un poco por detrás».
Un ejemplo: Rosalía, hoy superventas mundial, grabó su primer disco (Los Ángeles) a medias con él, pero Refree prefirió dejarle la firma y la carátula a ella sola. «El proyecto siempre fue Rosalía y Raül, pero al final me di cuenta de que lo mejor para el disco era ella sola, que sería más fresco. No quería que la etiquetaran como la nueva Sílvia Pérez Cruz».
¿Se puede sobrevivir sin ego en la industria musical?
Yo me siento muy bien con el reconocimiento que tengo. Si hace diez años me hubieras dicho que hoy estaría hablando de todo esto, estaría dando saltos de alegría. Igual suena aburrido pero esto es lo que me gusta. Yo soy un artesano. No estoy tan lejos del señor que hace zapatos o muebles en su taller. Me gusta estar en mi estudio o tocar en directo, hacer música. El resto de cosas me importan mucho menos. A mí no me piden fotos por la calle, pero de vez en cuando alguien me dice que un disco mío le encanta o que ha sido muy importante en su vida. Y eso no lo cambiaría por nada.
¿Se siente más músico, cantante, instrumentista, productor, compositor...?
Soy todo. Todo es parte de lo mismo. Es como si me pides que ponga una etiqueta a lo que hago. ¿Qué te gusta más: el flamenco, la música africana, el rock? ¡Yo qué sé! No diferencio. No trabajo con menos ímpetu produciendo a otro que haciendo mi propio disco. Yo siempre quiero hacer el mejor disco del mundo.
Lo último de Refree es La otra mitad, algo más que la banda sonora de Entre dos aguas de Isaki Lacuesta. Acaba de presentar en Málaga la música de otra peli, Ojos negros, maneja un proyecto para reinterpretar el fado en Portugal, ha estado grabando a dúo en Nueva York con Lee Ranaldo, ex Sonic Youth, y pronto saldrá bajo su producción el primer disco de la triunfita Amaia.
«No me enorgullezco de lo que voy a decir pero no había visto OT. Alguien me habló de Amaia como alguien interesante pero no la había escuchado nunca. Tenía mucho talento y me motivó la idea de poder hacer un disco conceptualmente bueno con alguien que no tenía nada hecho, que sólo tenía fama».
¿Qué le aporta producir discos de otros?
Me gusta mucho trabajar con gente y tengo la sensación de que cada producción, cada disco que hago, está muy influido por todo lo anterior. Veo una línea muy clara entre cada disco por el que he pasado. En cada uno está lo que el artista necesita y lo que yo necesito para divertirme.
¿Vuelve a esos discos? ¿Se escucha a sí mismo?
Me escucho muy poco. Es una actitud horrible que me avergüenza, pero siempre me pasa que justo lo anterior a lo que estoy haciendo no me gusta. Reniego interiormente. Pero también me pasa que el disco antiguo que no me gustaba de pronto pienso que no está tan mal. No sé... La actitud hacia mi pasado es negativa casi siempre y eso es un desastre, pero me hace probar cosas nuevas constantemente.
¿Le sorprende hasta dónde ha llegado Rosalía con su segundo disco?
Me encanta su disco. Representa muy bien lo que es ella. Los Ángeles era un disco que fue un encuentro de los dos, lo que nos salía tocando juntos después de horas y horas oyendo música en mi estudio. Pero El mal querer es ella. Rosalía forma parte de una generación muy preparada, no sólo para saber lo que quiere sino para saber cómo conseguirlo. Tiene muy claros los canales. Es todo lo contrario a mí... No lo envidio porque le quita mucho tiempo, pero me alegro de que haya hecho un disco tan bueno y que haya llegado a tanta gente.
Hay un momento 'hippie' en la música, algo místico. A veces siento que dejo de ser yo mismo tocando y soy lo que suena. Es raro, pero pasa y es un viaje total
¿A qué artista le gustaría producir?
Me gustaría trabajar con Dominique A. Nos hemos conocido y es alguien que me interesa. Disco tras disco va explorando y siempre es bueno. Su timbre vocal me parece precioso y su cultura musical me interesa un montón. Tiene algo especial. También soy muy fan últimamente de Max Richter.
¿Y a quién dice que no?
Me doy cuenta, y es un poco grave, de que aunque me guste el artista si las canciones no me inspiran... He dicho que no a cosas que me podían interesar económicamente porque no me veía tocando esas canciones. Es una cuestión muy epidérmica. Me siento muy orgulloso de cómo he construido mi carrera, eligiendo mucho cada paso. Elijo mucho dónde me meto.
Se ha metido en el rock, el flamenco, el pop, canción de autor, ahora fados... ¿De cuántas culturas se ha apropiado usted?
Ufff... La misma discusión es un sinsentido. Nuestra historia cultural, la historia del arte, hasta nuestra historia social, se ha construido a partir de lo que otra gente ha hecho antes y más hoy en día, cuando las comunicaciones son tan fáciles. Lo raro es que no nos influenciemos más y no construyamos cosas desde mil puntos distintos. Es una obviedad y me siento tan absurdo hablando de todo esto...
¿Se ha imaginado su vida sin la música?
Desde muy pequeño sentí que sería músico, como si hubiera estado marcado. Llevo muchos años haciendo música y escuchando música cada día de mi vida y cuando no estoy ahí siento que debo volver para estar cómodo. Mira, hay una cosa que no cuento casi nunca... Hay un punto hippie en esto que me tira para atrás, pero es la verdad. No me pasa cada vez que toco pero hay momentos en los que siento una incorporeidad, siento que no soy yo, que dejo de ser yo mismo y soy lo que suena. Sé que suena raro, pero es lo que siento. Yo no soy muy de aprenderme lo que tengo que tocar, no me funciona repetir el disco como una coreografía. Mi cabeza funciona de otra manera. Ojalá consiguiera dominarlo, pero pasa y es un viaje total.

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