BLOC CULTURAL,

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domingo, 17 de julio de 2016

EL BLOC DEL CARTERO - ¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE CUALQUIER ACTOR SUEÑA CON ESTAR EN MERIDA UNAX UGALDE ACTOR,./ LA CARTA DE LA SEMANA - VIAJANDO CON CHESTER - BAJA LA FIEBRE EDITORIAL POR LA GUERRA CIVIL,.

TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - ¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE - CUALQUIER ACTOR SUEÑA CON ESTAR EN MERIDA UNAX UGALDE ACTOR,.
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¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE,.
 
 
¡Atención y obras! es un programa semanal que, en La 2, aborda la cultura en su sentido más amplio, con especial atención a las artes escénicas, la música, los viernes a las 20:00 presentado por Cayetana Guillén Cuervo, etc, foto,.



 CUALQUIER ACTOR SUEÑA CON ESTAR EN MERIDA UNAX UGALDE ACTOR,.

Cualquier actor sueña con estar en Mérida»,.

  • El vasco se estrena en la capital autonómica con el montaje de Luis Luque, 'Alejandro Magno', que estará en cartel hasta hoy domingo,.

  • Unax Ugalde, en Mérida. :: J. M. ROMEROUnax Ugalde Actor,.foto

    Reconoce sentirse más cómodo delante de una cámara, que sobre el escenario de un teatro, del que poco a poco va aprendiendo. Aun así, los que hayan tenido la oportunidad de verlo ya como Taxilos, rey indio, en el Teatro Romano estarán de acuerdo en que ya sea cine, televisión o sobre las tablas, su hueco en el mundo de las artes escénicas será por mucho tiempo inamovible. Humilde y cercano, Unax Ugalde no pierde de vista el norte, sus raíces.
    Hace dos años, lo vimos entregando un premio Ceres, ¿se imaginó entonces sobre el escenario emeritense?
    Pues sí, fue en aquel momento cuando me planteé trabajar aquí si tenía oportunidad. No lo conocía demasiado, aunque sí que había venido de pequeño a visitar las ruinas con mis padres. No había visto ninguna representación, no había venido ningún año al Festival de Teatro de Mérida, y en aquel momento cuando salí a entregar el premio Ceres, sentí esa energía, me enteré de las funciones que había habido y sí, me atrajo mucho el lugar. Cualquier actor sueña con actuar sobre este escenario.
    ¿Compañeros de su profesión le habían hablado de este escenario?
    Por supuesto. De compañeros voy sobrado que conozco que han pasado por aquí. Bastantes además. Y no solo había oído, sino que había hablado con alguno en concreto. Sabía de su repercusión y de la importancia de este Festival.
    ¿Cómo fue, hace unos días, esa primera toma de contacto con el Teatro Romano?
    Trabajamos mucho la adaptación, sobre todo. Veníamos de ensayar en un local muy pequeño en Madrid y este escenario es todo lo contrario, es muy grande. Nos hemos tenido que adaptar y ampliar todo lo que traíamos. Pero bien, ha sido bastante cómodo. La verdad es que nos han dado muchas facilidades desde la organización, a si es que estamos contentos.
    Este 'Alejandro Magno', ¿es un proyecto que te impone?
    Yo creo que es como un tobogán, como decía Félix Gómez en la presentación de la obra, por el que hay que tirarse. Es cierto que nos pueden ver hasta 3.000 personas por cada función, pero estoy acostumbrado por el cine. Que no me enfrento a 3.000, me enfrento a millones, y sobre todo, lo que queda en el cine perdura para siempre. Estoy acostumbrado a trabajar con presión, de otra manera. Pero bueno, realmente, para mí, al final da igual el público que haya o la cantidad, es teatro y siempre tienes que estar arriba.
    ¿Cómo afrontas el papel que tienes que defender?
    Lo afronto con mucha responsabilidad, mi personaje es Taxilos y tiene su importancia dentro de la función. Sobre todo, he trabajado muy de cerca con el director, Luis Luque, que es quien me ha guiado por este viaje para encontrar al personaje, al rey indio. Taxilos es bastante complejo, por eso he volcado toda mi confianza sobre el director, que es lo que hay que hacer. Y sobre todo, apoyándome en mis compañeros, y en el original de Jean Racine. Aunque la adaptación que han realizado Luque y Eduardo Galán es mucho más completa.
    Su personaje se asemeja a Alejandro Magno. Quiere la paz, pero finalmente acaba en guerra sin desvelar mucho más la trama...
    Sí. Mi personaje tiene conflictos al igual que Alejandro, de que llevar a su pueblo a la muerte puede ser complicado. Porque la guerra es así, siempre hay muerte. Y en las conquistas siempre hay derramamiento de sangre. Es uno de los personajes que se plantea si quizás la paz es mucho mejor para su pueblo, encontrar un entendimiento y someterse a las nuevas leyes de Macedonia, para evitar que la sangre llegue al río.
    ¿Por qué cree que esta representación se plantea como uno de los platos fuertes de esta edición?
    El principal argumento que te puedo dar es que el director es uno de los mejores del momento. Luis Luque es un profesional emergente, que viene ya de hacer varias funciones y en estos momentos está en el boca a boca de todo el mundo. Y creo que por parte de Jesús Cimarro, director de la cita cultural, ha sido todo un acierto encargarle esta representación. No solo por su talento, sino también por su valentía. Es muy valiente, está arriesgando. Ha llevado nuestros personajes un poco más allá y nos la va a acercar de una manera mucho más entendible. No hay que olvidar que el teatro hay que hacerlo para el público, y creo que el texto en el que se apoya la función es muy acertado por eso mismo. Para que todo el mundo lo entienda y lo disfrute.
    Singular meta profesional
    ¿Siempre tuvo claro que quería ser actor?
    No, siempre no lo tuve claro. Tomé la decisión a los 17 años y de manera casual, a través de unos amigos que me comentaron que querían hacer interpretación y yo probé. Pero no había sentido la vocación de actor o artista. No suele estar muy unida a las capitales de provincia pequeñas y a los barrios obreros. Suele ser más bien un sueño que una vocación, que en este caso es compleja. Hay mucha gente que se atreve, pero es difícil. Igual el que está en Madrid, o gente que quizás está más cercana a los círculos de la cultura o sus padres están metidos dentro del mundo de la cultura, quizás sí lo puede tener. Con mi padre como obrero que era, mi vocación principal no era otra que trabajar en la siderurgia con él.
    Cuando lo probó, ¿se dio cuenta en seguida que era lo suyo?
    Sí, me di cuenta, no tanto que fuera lo mío, pero sí que podía desarrollar por ahí un talento, y que podía ser una fuente de vida y de alimentación como persona. También económica.
    Televisión, cine y teatro, ¿con qué faceta se queda?
    La verdad es que me encuentro muy contento trabajando en teatro, pero dónde digamos encuentro mi hábitat es en cine, porque es lo que más he hecho. No solo he trabajado aquí, también he participado en muchos proyectos en el extranjero. Conozco muchas cinematografías y es donde yo tengo toda mi experiencia. Trabajo más cómodo con la cámara, pero bueno, ahora acabo de llegar al teatro como quien dice, y estoy aprendiendo.
    ¿Hay algún personaje que le gustaría interpretar en concreto?
    Hay muchos personajes vascos que me encantaría interpretar, quizás el lehendakari Aguirre, el primer lehendakari que hubo o no sé. Hay muchos personajes vascos más allá de las historias que se cuentan allí. Supongo que alguno de ellos, porque es mi propia historia, pero bueno estoy abierto a cualquier papel. De hecho vengo ahora mismo de México de interpretar a su presidente, a si es que imagínate.


     TITULO:  LA CARTA DE LA SEMANA - VIAJANDO CON CHESTER -   BAJA LA FIEBRE EDITORIAL POR LA GUERRA CIVIL,.

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    Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género periodístico, presentado por Pepa Bueno, en la cuatro los domingos las 21:30, foto, etc.

     

     

      BAJA LA FIEBRE EDITORIAL POR LA GUERRA CIVIL,

    foto, Baja la fiebre editorial por la Guerra Civil,.

  • Los grandes estudios globales dejan paso a formatos como el cómic, las síntesis o las investigaciones puntuales,.

    Enrique Moradiellos :: R. C. foto

    Baja la fiebre editorial por la Guerra Civil. Mañana se cumplen 80 años del estallido de una guerra crucial para el siglo XX y que generó una bibliografía apabullante. Casi todo está dicho sobre la fratricida contienda. Aunque el tema no se agotará nunca, ahora se aborda en formatos inéditos como el cómic, en síntesis ultraconcentradas o poniendo la lupa en asuntos puntuales. Se quiere arrojar luz sobre episodios y personajes olvidados y despertar la atención del público más joven. Un análisis en el que coinciden el hispanista Paul Preston, su discípulo Enrique Moradiellos y el historiador Octavio-Ruiz Manjón, los tres con libros innovadores sobre la guerra y muy críticos ante un interesado revisionismo.
    «La Guerra Civil no es un tema agotado», asegura Paul Preston (Liverpool, 1946) hispanista y autor de ensayos definitivos sobre la contienda que, con viñetas de José Pablo García (Málaga, 1982), traduce al cómic 'La Guerra Civil española' (Debate). «En todos los países -explica- los jóvenes en general no tienen gran interés por su historia y esta iniciativa, más de mis editores, quiere llegar a esos jóvenes y a muchos adultos que dudan ante un libro denso y quizá abordan el tema en este formato». Un anhelo en el que coincide con Arturo Pérez-Reverte, que tomó la delantera hace unos meses publicando 'La guerra civil contada a los jóvenes' (Alfaguara), controvertido libro que ilustra Fernando Vicente.
    Es «normal y saludable» para Preston pasar de los estudios globales a aspectos más concretos, pero denuncia el sesgo de algunos análisis «más políticos que históricos». «Hay un enorme esfuerzo para reivindicar la ilegítima dictadura de Franco y justificar el comienzo de la Guerra Civil que no se hace mediante nuevas investigaciones, y sí volviendo a interpretaciones más bien antiguas de la historia ya conocidas», dice el autor de 'El Holocausto español' o 'El final de la guerra'. Cree Preston que «fomentar el olvido es fomentar la ignorancia» y que el Gobierno del PP lo hace «enterrando la Ley de la Memoria Histórica». «El estribillo es que no hay que remover las cenizas, cuando para mi, estudiar la historia no es remover las cenizas», dice el hispanista. Trabaja ahora en una historia de España desde la Primera República a la actualidad, «centrándome en la corrupción, la incompetencia política y el colapso de la cohesión social». A su juicio el personaje más interesante de la Guerra Civil es Juan Negrín, presidente republicano «bastante maltratado por la historia muy injustamente».
    «En 1986, con el 50 aniversario, había 15.000 libros sobre la guerra; en 2007 se cifraba en 40.000, pero ahora ese caudal ha bajado», dice Enrique Moradiellos (Oviedo, 1961) historiador y catedrático que ha resumido la contienda en 50.000 palabras. 'Historia mínima de la Guerra Cilvil' (Turner) está en las librerías junto a los escritos de Manuel Azaña: 'A la altura de la circunstancias' (Reino de Cordelia). Si Azaña hablaba en su discurso del 18 de julio de 1938 de «paz, piedad y perdón», Moradiellos centra su análisis en «reforma, reacción y revolución».
    «La guerra explica nuestro tiempo y hay infinidad de cuestiones que hemos de aquilatar», comenta Moradiellos que coincide con su maestro Preston en que el tema no está agotado, en que se dan interpretaciones «interesadas y torticeras» del conflicto y «en que hay que despertar el interés de los jóvenes. «La historia debe proporcionar elementos de juicio para comprender los problemas del presente con origen en el pasado. Y eso no se puede hacer con microscópicos estudios muy limitados en el tiempo», sostiene. Pretende con su libro «salir de círculo de especialistas» y dirigirse «a un público general, formado que rehuye el maniqueísmo y predispuesto a entender que las cosas del pasado son tan complejas como las del presente. Que no es todo blanco y negro ni bueno o malo. Que, como diría primo Levi, hay un amplio registro de grises entre lo blanco y lo negro». «Buena parte de la memoria histórica se trasmite hoy a través de la literatura y el cine y eso es peligroso», apunta. Son lenguajes que tienden más a la simplificación y al maniqueísmo, a eliminar el elemento complejo y polivalente que puede permitir la historia escrita», dice reivindicando el libro. Octavio Ruiz-Manjón (Córdoba, 1945) es el autor de 'Algunos hombres buenos' (Espasa), ensayo que pone cara a protagonistas olvidados que vieron con claridad en la barbarie. «Hay mucha estadística de la violencia y los números eclipsan los comportamientos individuales, muchos dignos de memoria», dice el catedrático de historia. Ruiz-Manjón rescata a personajes sobre los que ha buceado en archivos judiciales y militares, «donde están las causas militares que se hicieron tras la guerra por motivos de depuración». Como Antonio Escobar, Guardia Civil republicano y católico; Melchor Rodríguez, torero, reo y carcelero humanitario o el catedrático vasco Manuel de Irujo.
    «El gran relato histórico de la guerra está bastante bien cerrado desde hace tiempo y es bueno. Pero emocionalmente sigue abierto para las víctimas y hay heridas que supuran», apunta. «Siempre habrá qué preguntarse desde nuevas perspectivas y prismas, y creo que es innovador subrayar los comportamientos individuales, algo que casi nadie había hecho», asegura.
    Cree, con todo, que «el aprovechamiento político de la guerra aún está vigente». «Parece que se quisiera reescribir en algunos sentidos con interpretaciones interesadas», lamenta el historiador que comparte con Ortega y Gasset «el tedio ante la insistencia en la represión y en las cifras sobre quién mató más y quién menos». «Mira, si es cuestión de estadística a mí eso no me interesa», dijo el pensador. «Las estadísticas pueden estar bien, pero siempre que no oculten meritorias acciones dignas de ser contados», apunta el historiador que pone como ejemplo a Julián Besteiro y Falla.
    En la antípodas de Preston está el hispanista Stanley G. Payne (Denton, Texas, 1934) que en 'El camino del 18 de julio' (Espasa) sostiene que el alzamiento «podría haberse evitado». Asegura que el Gobierno republicano lo permitirlo «para luego aplastarlo fácilmente», al entender que el Ejército «era un tigre de papel». «Las causas de la Guerra Civil han sido siempre bastante claras. Es el efecto del proceso revolucionario en España, pero el desenlace podría haber sido muy diferente», dice el catedrático emérito de Historia de la Universidad de Wisconsin-Madison.
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