DESAYUNO - CENA - SABADO - ISABEL NAVARRO la maternidad es la epica de la vida de una mujer , fotos.
Isabel Navarro: "Nunca, nadie en el colegio nos leyó un poema sobre un parto",.
Isabel Navarro (Petrer, 1977) busca entre las palabras para narrar
el "mal agüero" de la crisis en la experiencia de una poeta, madre,
esposa y periodista en `Cláusula suelo´(Huerga & Fierro). Su poesía
no se amilana ante la hipoteca, el parto, el estallido de la burbuja o
el sexo. Su poesía tiene sed y aplaca la sed.
Navarro presentó `Cláusula suelo´ el viernes
en el Museo Ramón Gaya acompañada del poeta Alberto Chessa. En esta
entrevista, la autora reflexiona sobre el canon literario masculino, la
ambigüedad y el dolor que acompañan la maternidad y las dificultades
atravesadas tras la sombra negra de la crisis en 2008.
No sé si influida por el diseño de la portada, pero leo `Cláusula
suelo´y veo a Louise Bourgeois: las celdas, la araña, la mujer-casa, la
sexualidad, la fragilidad, la maternidad, el dolor, lo biográfico... ¿Ha
pensado en esa asociación? ¿Quizás porque a ambas se las pueda
considerar artistas feministas?
Es cierto que, como madre, y como hija, me siento a
veces como una mujer araña y, otras, como un insecto a punto de ser
devorado. Pero también tengo que decir que, aunque la admire, para mí
Louise Bourgeois no ha sido una influencia directa en el proceso de
creación de `Cláusula suelo´.
Lo que me parece claro
es que si en estos momentos Bourgeois está donde está porque fue capaz
de materializar y encarnar unos temas universales, muy vinculados a la
experiencia femenina, de los que estábamos ávidas: la sexualidad, la
fragilidad, el miedo a no ser una buena madre, el dolor, la
inseguridad… como dices, siempre han estado ahí, pero no en el canon
artístico y literario oficial, sino como parte de un discurso marginal.
Las metáforas de Bourgeois son muy potentes, pero también de fácil
lectura. Y si nos siguen provocando extrañeza porque nunca, nadie,
jamás, en el colegio nos leyó un poema sobre un parto. ¿Por qué la
menopausia no va a ser algo lírico si es una experiencia tan humana?
¿Por qué habrá tantos a quienes les parezca que un poema sobre parir o
sobre la menstruación es algo desagradable o ridículo? ¿Demasiado
físico, tal vez? Ya están aquí las mujeres con su histeria y sus
efluvios... En fin.
¿Y cuál es la consecuencia de que esos temas nos sigan siendo extraños?
Pues que al final parir, a pesar de ser la experiencia más
desgarradora, violenta y transformadora de la vida de una mujer, sólo
puede ser un relato médico o una anécdota que las madres recientes le
cuentan en voz baja a otras madres. ¿De qué nos sirve repetir como un
mantra eso de `sí que duele, pero en cuanto le ves la carita se te
olvida todo´ si es mentira? Pero es que nos enseñan a decirlo y lo
repetimos porque es lo decoroso.
El libro tiene un fraseo más prosaico y enganchado en la cotidiano que `Inane´, ¿es deliberado?
Sí. `Inane´ fue un libro más abstracto y apegado a la forma. Ahí estaba
bajo el influjo de Pizarnik y los modernistas. Quería ser oscura y me
parecía que había que huir de lo testimonial y lo explícito para ser una
buena poeta. Creía que había que esconderse y ser difícil.
Los temas de `Inane´ (el hambre, la insatisfacción, la bulimia) se
desarrollan en un tono más surrealista y de síntesis. Pero esta vez me
interesaba más contar, acercarme a la narrativa, al teatro, a la crónica
y al ensayo. Pero hablando de lo que a mí me involucra y me emociona.
Es cierto que el estilo ha cambiado, pero `Inane´ y `Cláusula suelo´ son
dos libros con vasos comunicantes.
¿Por qué tanto tiempo entre uno y otro libro?
Porque no es fácil escribir… Al menos, para mí no lo es. El proceso,
además de doler, es muy largo: puedo pasarme seis o siete años
escribiendo y reescribiendo un poema. Lo desbarato, lo rompo, lo cincelo
y, a veces, a pesar de todo, lo desecho porque no ha logrado ser lo que
yo quería.
Me ha costado muchos años averiguar de
qué iba realmente `Cláusula suelo´. Pero antes de llegar a ese punto ha
habido mucho tanteo e investigación. Y luego, claro, está el hecho de
que no tengo tiempo para escribir porque la vida cotidiana, la crianza y
el trabajo son antipoéticos y alienantes. Eso no significa que a mí no
me guste vivir, criar y trabajar pero, desde luego, me resulta mucho más
relajante ver una serie a las 10 de la noche, o quedarme dormida en el
sofá, que hacer cualquier otra cosa. Así que, si tu creación depende de
que tengas la energía necesaria para levantarte a las 5 de la mañana y
aprovechar que todos los de la casa están durmiendo; o turnarte los
domingos con tu pareja para irte a escribir a un bar, lo más probable
que esa obra no llegue a término, o que te cueste la vida acabarla, como
me ha pasado a mí.
Con hijos y un trabajo exigente
no tienes más remedio que escribir de manera interrumpida, errática, y
cuesta mucho encontrar la concentración. Por suerte, ese problema, que
forma parte del orden de lo real, a mí me ha parecido poetizable, y esa
tensión entre la poeta, la mujer y la madre está en el libro.
TITULO: ENREDATE ¡ QUE HAY DE NUEVO ! - ENCRUCIJADA CON UN BEBE EN LOS BRAZOS,.
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A cualquier madre o padre algún familiar o la vecina o la señora por la calle le habrá dejado caer la recomendación: “no cojas al bebé en brazos que se malcrían”. Esto no es sólo imposible en bebés que no caminan (cómo lo hacemos para darles de comer siquiera), sino que no se basa en ninguna evidencia científica; es más, no cogerlos podría ser perjudicial para su desarrollo psicológico.
Desde hace décadas, se conocen los efectos del déficit de contacto físico en bebés, especialmente en orfelinatos y en bebés ingresados. Se conoce como la Teoría del Apego, desarrollada por autores como John Bowlby, Harry Harlow, Mary Ainsworth, entre otros. El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño/a con sus cuidadores y que le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la personalidad. Habla de la necesidad de bebé de estar próximo a su madre, de ser acunado en brazos, protegido y cuidado.
Para quien quiera profundizar más, El Amor Maternal de Sue Gerhardt tendría que ser su libro de cabecera. Gerhardt afirma, en base a los conocimientos de neurociencia, que “el bebé, para su desarrollo, no necesita ayudas pedagógicas o culturales, sino que es más apropiado, simplemente, cogerlo en brazos y disfrutar de él”. Las áreas del cerebro que en el futuro serán responsables del comportamiento social, la regulación emocional, el afrontamiento al estrés se desarrollan durante los tres primeros años de vida. Según hayan sido sus cuidados, lo harán normalmente o de forma deficitaria con implicaciones en su conducta social y su salud mental futura. “Las primeras fuentes de placer son el olfato, el tacto y el oído. Sentirse amorosamente en brazos del progenitor es el estímulo más importante para el desarrollo”. Las caricias ayudan a regular el sistema nervioso del bebé. También las miradas son importantes. Según Allan Schore, experto en trauma y alteraciones afectivas, las miradas positivas son el estímulo más importante para el crecimiento de la inteligencia social y emocional del cerebro. Un gran número de experiencias positivas en los comienzos de la vida da lugar a más conexiones neuronales, es decir, mayor rendimiento y habilidad.
Por otro lado, separarse del bebé puede ser una gran fuente de estrés. Dejar llorar a los bebés y no cogerlos sistemáticamente puede ser una fuente de trauma e impedir que se desarrollen estas áreas cerebrales, pudiendo provocar niños más dependientes, con más dificultades de autorregulación, menos capacidades de afrontamiento a situaciones de estrés, menor seguridad en sí mismos.
Son muy interesantes intervenciones en prematuros como el Método Madre Canguro que se está desarrollando en algunos servicios de neonatología de nuestro país. El libro de Adolfo Gómez-Papi “El poder de las caricias” puede ser un buen complemento.
Desde la Antropología, la Medicina y la Psicología se está dando cada vez más importancia al contacto piel con piel, al llevar a los bebés en brazos o en portabebés, a atender su lloro, más allá de si tiene hambre, sed, tiene el pañal sucio, tiene frío o calor.
Por último decir que en mi consulta, igual que en las de mis compañeras de profesión, las personas a las que atiendo no se quejan de que sus padres los malcriaron por cogerlos en brazos, sino más bien todo lo contrario, de que no les cogían, no los abrazaban, no los atendían afectivamente. Un porcentaje altísimo de personas en consulta psicológica han tenido cuidadores que no les han sabido o no les han podido atender en esta faceta.
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