TÍTULO: DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES - Entrevista - Johnny Depp - actor,.
DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES - Entrevista - Johnny Depp - actor,.
Cumplió 50 años el mes pasado y el mundo sigue adorándole como cuando era un treintañero.
Johnny Depp confiesa que ha sido siempre un rebelde y su única crisis la vivió en la adolescencia. El actor, de nuevo en el candelero por su papel en la película
El Llanero solitario, vuelve a ser un hot topic en internet. En plena promoción del film, nos citamos con él y nos asalta la eterna pregunta:
¿por qué todas quieren a Johnny Depp?
Ni él mismo lo entiende e incluso hace bromas sobre el hecho de que le
consideren uno de los hombres más sexy del cine: "nunca he entendido
este concepto, la verdad". Quizá su secreto sea mantener en el tiempo
una imagen rebelde y desenfadada que recuerda a su alter ego
Jack Sparrow o saber seducir como el capitán -con ingenio y humor- porque las divas también
quieren a hombres que las hagan reir.
Tras formar una de las parejas más estables de Hollywood junto a
Vanessa Paradis (el año pasado se separaron después de 14 años de
matrimonio) ahora el corazón de Johnny Depp lo ocupan sus dos hijos,
Lily-Rose y Jack, y su
nueva novia Amber Heard, con quien rodó la película The Rum Diary en 2011.
En plena promoción de El Llanero solitario Glamour se citó con el actor
para descubrir más sobre su papel, sus inquietudes y su nueva vida.
Hablamos de su personaje. Tonto, el indio Comanche al que interpreta
-que, por cierto, en España será "Toro" por motivos evidentes- ha
supuesto todo un reto para Johnny Depp. Como curiosidad el propio Depp
nos dice que pidió ayuda a William “Two-Raven” Voekler un experto en
indios nativos e incluso se inspiró en su bisabuela, Cherokee, para
crear el papel.
El personaje ha visto muchas cosas en su vida, digamos que está
pasado de vueltas. A estas alturas ¿hay algo que sorprenda o inquiete a
Johnny Depp?
A mí me intriga todo. No hay que hacer mucho para despertar mi
curiosidad. Soy una cita barata (se ríe). Puedo interesarme por una
alfombra, de hecho estoy intrigado por la alfombra de esta habitación.
Sinceramente creo que si pierdes curiosidad por la vida, si pierdes la
idea básica de quedar fascinado por cualquier cosa o interesarte por
algo, pierdes la ingenuidad que es lo que te mantiene joven más allá de
los números. Y gracias, tengo 60 (se ríe).
Si pudieras cambiar cualquier cosa en el mundo, como hace Tonto en el filme ¿Qué sería?
En mi vida todo está bien. No quiero nada, ni cambiaría nada.
¿Ni si quiera más privacidad?
Eso murió hace mucho, ni me acuerdo lo que era. Me he acostumbrado a
vivir como un fugitivo, no me importa. Privacidad, recuerdo que ya no me
pertenece y no se si la cambiaría por lo que tengo. Me gusta mi vida.
No quiero nada.
Tus antepasados son nativos americanos, ¿tienes algo de Cherokee?
Sí. Siempre me han dicho, desde que tengo uso de razón, que yo era
parte Cherokee. Cuando era pequeño había niños que me lo recordaban con
crueldad, sin embargo, para mi familia era un orgullo. Me siento
conectado a mis raíces nativas y este film ha sido una gran oportunidad
de retratar con educación y respeto a los nativos.
¿Qué tiene este personaje para que hayas considerado interpretarlo?
Es difícil encontrar un personaje en el cine que represente a los
nativos americanos con honestidad. Hasta ahora en el cine se les ha
tratado pobremente. En Hollywood se les representa como salvajes o
cualquier otro término que hayan usado para describirlos. Lo que yo he
querido hacer con este papel es interpretarlo como un líder, no como un
subalterno del Llanero Solitario. No es el perro al que se le dice
tráeme un refresco, es un guerrero, un hombre con integridad y dignidad.
Es mi pequeña contribución personal a esas cinco cosas que se han hecho
mal y con las que me comprometí en el pasado.
Tu transformación física es espectacular...
Me inspiré en la pintura del artista Kirby Sattler. En ella aparece un
guerrero con líneas en su cara algo distintas a las de Tonto, pero me
llamaron tanto la atención que decidí pintarme la cara pensando en
ellas. En esa misma pintura de la que hablo había un cuervo detrás del
guerrero y pensé que podía ser un buen símbolo para Tonto.
Entonces, ¿colocarte el cuervo sobre la cabeza fue cosa tuya?
(Se ríe). Al principio pensé que el cuervo debía estar sobre el brazo,
pero no era práctico así que agarré un cuervo disecado y lo puse sobre
mi cabeza. Desde ese momento se convirtió en el espíritu que habría de
guiarme a mi y al personaje. Deberías probarlo alguna vez, se siente
algo especial. El pájaro fue mi guía.
A las mujeres nos dicen que no nos vayamos a la cama sin
desmaquillarnos y tú te pasabas días y días con el maquillaje, ¿por qué
lo hacías?
Por dos motivos. Primero porque me interesaba mantenerme dentro del
personaje y por otra parte era insufrible quitarse y ponerse el
maquillaje todos los días. Una vez que te metes en el personaje cambias
de piel. El maquillaje y el vestuario contribuyeron a que me sintiera
Tonto. El personaje atraviesa por muchas cosas y eso se refleja en su
maquillaje. Otras veces me lo dejaba porque me permitía dormir unas
horas más...
¿Puedes desvelarnos algún proyecto? ¿Sientes deseos de volver a dirigir?
Sí, he estado trabajando en un proyecto durante los últimos cuatro años
más o menos y ya hemos terminado la parte fílmica, es un documental
sobre Keith Richards. Debo confesar que no lo veo como un documental
sino como una oportunidad de experimentar a Keith. El público no tiene
la oportunidad de conocerle y es un tipo muy misterioso e interesante.
Esencialmente se trata de mostrar su personalidad. En algunas escenas se
nos ve a Keith y a mi manteniendo una conversación. Me interesaba
mostrar su sabiduría, su filosofía de la vida, sus experiencias. Todo
eso nos lleva indudablemente a su vida. Así que sí, he estado trabajando
tras las cámaras
¿Crees que has dejado de ser el rebelde de Hollywood?
Todo el mundo vive una época rebelde a su manera pero nadie habla de
ello. Yo lo viví justo antes de tener a mis hijos. Fue un momento de
confusión en mi vida en el que no sabía porqué hacía las cosas, no
entendía que me sucedía pero sabia que el éxito, mi carrera y el dinero
no eran suficientes para ser feliz. No sabía hacia dónde iba. Todo el
mundo me llamaba rebelde porque me gustaba ser protagonista de todas las
fiestas, ahora me veo como un idota. Los años te vuelven sabio y
aprendí la tremenda pérdida de tiempo de ese período de mi vida. Pero
eso forma parte de la educación, supongo.
¿Alguna vez te ha preocupado lo que el mundo pensaba de ti?
No. Nunca. No he cambiado ni mi moral, ni mi ética. Reconozco que he
tenido mucha suerte en la vida, he vestido muchos gorros (risas). En mi
adolescencia hice de todo, desde vender camisetas a conducir autobuses o
intentar ser músico. He tenido mucha suerte en mi carrera y he
conseguido que mi viaje sea divertido. Un mal paso puede evaporar lo que
tienes así que siempre trato de dar lo mejor de mi. No tengo alergia al
éxito ni a los comentario porque soy un tipo auténtico.
Acabas de cumplir 50 años ¿Cómo te ves?
Sería peor no cumplirlos. De envejecer me preocupa la muerte porque es
un completo misterio para mí, solo deseo que haya algo más allá de ella
no solo gusanos. Jamás he abandonado al niño que llevo dentro de mí y me
sigo sintiendo como un chaval. Espero seguir llevando gorros o cuervos
durante muchos años.
TÍTULO: DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES - Gay Mercader - artista,.
DESAYUNO - CENA - DOMINGO - LUNES - artista,. fotos.
El mercader del rock |
54 años, más de 2000 conciertos, 30 temporadas en
la profesión y un holding de entretenimiento que reagrupa a cinco
empresas y casi 40 empleados. Gay Mercader empezó en esto por amor al
rock y se ha convertido, con el tiempo, en el amo indiscutible de la
música en directo en nuestro país. Lejos del glamour del estrellato, su
vida actual discurre en una perdida masía catalana, desde la que
controla telefónicamente el negocio, rodeado de perros, gallinas y
caballos. Allí le visitamos para hacer recuento en su 30 aniversario
como promotor musica |
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JUAN MANUEL BELLVER. FOTO de ALICIA AGUILERA
HONKY TONK MAN. «La gente piensa que llevo una vida muy glamurosa,
tirado en una villa sin hacer nada, codeándome con famosos y rodeado de
tías... Muy al contrario, trabajo todo el día, como cual monje, hago
acupuntura, no tengo vida social y apenas salgo de casa un par de veces
por semana para ir a mi clase de yoga. Tampoco niego que he vivido muy
intensamente en el pasado, de manera muy loca, al más puro estilo
rock’n’roll. Esta existencia monacal que hoy llevo es, en cierto modo,
el pago de aquellos pecados».
Gay Mercader, promotor musical, 54 años, es un superviviente de los
excesos del show business que ha cumplido esta temporada nada menos que
tres décadas en el negocio del espectáculo. Ha pasado a la Historia como
el hombre que trajo por primera vez a España, en los 70, a los Rolling
Stones y otras bandas míticas, y hoy sigue siendo el amo de la música en
directo nacional, a través de un holding de empresas que organiza, cada
año en nuestro país, entre 170 y 200 actuaciones de estrellas
internacionales.
Él es el empresario que estaba detrás del escenario cuando Dylan,
Clapton, Bowie, Sting, Michael Jackson, Springsteen, los Stones (claro) y
casi todos los nombres que te puedas imaginar actuaban en nuestro país.
El tipo que, en el 79, ayudó a Lou Reed a huir del Moscardó en medio de
un tumulto que acabó destrozando el escenario; que vio liarse a
guantazos a los Clash en ?98?, en un camerino de San Sebastián, tras un
show con demasiadas sustancias excitantes, y que sufrió en carne propia
la prohibición gubernamental del recital de Bob Marley en Madrid, en el
80, después de haber conseguido que, en las cocinas del hotel en que
éste se alojaba, permitieran al séquito del mítico rastafari aderezar
todas sus comidas con generosas dosis de marihuana.
Gay lo ha visto casi todo en esta profesión y, además, se ha ganado, a
través del tiempo, la amistad y la confianza de muchas de las grandes
figuras a las que ha contratado («Por eso no cuento nada ni escribiré
jamás mi autobiografía, es una cuestión de ética y de respeto», señala).
Empezó hace 30 años pidiendo un dinero prestado para traer a la
Incredible String Band al Palau de la Música barcelonés y hoy es la
cabeza visible de un emporio, Gamerco, que cuenta con casi 40 empleados y
reúne cinco empresas dedicadas a la organización de conciertos. Pero
él, antes que hombre de negocios, se sigue considerando un fan.
PREDICANDO EN EL DESIERTO. «Gamerco es un paraguas financiero y
promocional que agrupa varios negocios, pero todos somos independientes
unos de otros: Roberto Grima dirige Iguapop; Pino Saglioco,
Troubleshooter; yo mismo, Gay And Company... Y cada uno trabaja a su
aire, sin consultar nada, pero sin hacernos tampoco la competencia. Yo
empecé en esto por casualidad. Me había criado en Francia y allí
actuaban todos los grupos punteros. Con ?4 años, vi en directo a los
Stones en el Olympia. Cuando aterricé en Barcelona, a principios de los
70, esto era un desierto, la nada. Y como no podía ver a los conjuntos
que me gustaban, porque nadie los traía, me decidí a hacerlo yo. Este
año he cumplido tres décadas como promotor y la clave para seguir es la
ilusión: me encanta este trabajo, no sabría dedicarme a otra cosa, y me
gustaría seguir haciéndolo tres décadas más».
Hace 12 años que Gay vive en el campo, en una masía perdida en lo alto
de un monte a 20 kilómetros de Girona, sin vecinos y con ocho perros,
dos gatos, dos caballos, dos pavos reales y una veintena de gallinas
como única familia. «Pero no me considero aislado –apunta–. Aquí hay dos
teléfonos y una antena parabólica, estoy suscrito a revistas... En
Barcelona tengo un despacho y un equipo, aunque nunca voy si no es
imprescindible. No sé usar un ordenador, pero paso ?0 horas al día
colgado del teléfono, incluso los domingos. Tampoco me amarga, porque lo
que más me gusta en el mundo es mi trabajo».
Mercader no fuma ni bebe, come frugalmente («Verduras al mediodía y
arroz basmati de cena, salvo un día a la semana que voy al Celler de Can
Roca»), hace yoga y, entre sus manías, está el ecologismo y un amor por
los animales en el límite del jainismo. «Creo que los perros o los
gatos son como nosotros. Cuando llueve en el campo y salgo a pasear,
tengo la paranoia de ir mirando al suelo para no pisar caracoles».
Sobrino carnal de Vittorio de Sica por parte de su tía, María Mercader
(con la que el célebre actor italiano se casó), y sobrino muy lejano de
Ramón Mercader, el asesino de Trotsky, Gay procede de una familia de la
burguesía catalana que, huyendo de la Guerra Civil, se estableció en
París. Allí, su padre fundó una empresa de reaseguros y él asistió a los
mejores colegios («Pero no éramos exiliados, viajábamos a Barcelona
varias veces al año»), hasta que volvió definitivamente a la Ciudad
Condal, con 23 años, sin saber muy bien qué hacer con su vida.
«En casa querían que fuera abogado, pero me negué a ir a la universidad.
En realidad, yo iba para hippy. En aquella época, se trataba de
rebelarse contra el orden establecido y cualquier trabajo convencional
que pudiera ofrecerme la familia no me interesaba». Un día, paseando por
la calle, escuchó una música que salía de una camisería, se sintió
identificado con ella y entro a pedir trabajo como dependiente. El dueño
de la tienda se llamaba Toni Miró y la canción era, claro, de los
Rolling Stones.
«Otro día –prosigue Gay–, hablando con un colega que se dedicaba a
organizar conciertos de conjuntos españoles, se me ocurrió traer yo a
alguna banda inglesa. Así que contacté con managers en Londres y me
ofrecieron a Hendrix y a los Who por 2.000 libras esterlinas cada uno,
que era mucha pasta... Decliné la oferta, pero conservé el contacto. Al
principio, pensaba contratar sólo a grupos radicales, que era como
llamábamos entonces a los que tomaban ácido: Pink Floyd, Soft Machine,
Incredible String Band... Conseguí financiación y quise debutar con
Black Sabbath, con tan mala suerte que se pusieron enfermos dos del
grupo, el concierto nunca se celebró y yo quedé como un fantasma. En
?973, en España la gente era muy escéptica. Decían : “Un grupo inglés
nunca querrá venir a tocar aquí”. Por fin, repetí el intento y traje a
la Incredible String Band, que a mí me gustaba mucho... hasta que me
peleé con ellos y nunca más los he podido volver a escuchar. Es lo malo
que tiene, a veces, conocer personalmente a un artista: te das cuenta de
que es un cretino integral y dejas de disfrutar con su música».
PIONERO DE LA TRANSICIÓN. Gay, sin embargo, ha hecho muy buenas migas
con la mayoría de las figuras que contrató en sus comienzos como
promotor («Quizá porque en aquel tiempo todos compartíamos un mismo
estilo de vida», sugiere) y aún conserva el contacto personal con muchos
de ellos: Patti Smith, Ferry, Clapton, Sting y, cómo no, Keith
Richards, a quien le une una amistad de más de 20 años. «El 11 de julio
de 1976 –prosigue–, tras muchas vicisitudes, logré realizar uno de mis
sueños: traer a tocar a España a los Rolling Stones. El concierto, en la
Plaza de Toros Monumental de Barcelona, fue muy mal: perdimos bastante
dinero y hubo muchas críticas, incluso alguien dijo que por qué no había
moqueta en el ruedo. Otro periodista se atrevió a afirmar que los
Stones ya estaban acabados... ¡en el 76! Como había un poco de jaleo
fuera, los grises se dedicaron a tirar botes de humo dentro de la plaza.
Si llega a estar llena y la gente sale en estampida, hay una tragedia.
Fue todo muy desagradable. Tu tienes la ilusión de traer por primera vez
a España al grupo más importante del mundo y todo te sale mal: la
prensa te critica, pierdes pasta, la policía se te echa encima... Yo me
agarré tal rebote que me fui de gira con ellos y, a raíz de aquello,
tengo una amistad que dura hasta ahora. Este verano, sin ir más lejos,
pasé unos días con Keith, su mujer Patti y otros amigos. Salimos a
navegar en un yate por aguas de Mallorca. Keith se pasa el día poniendo
música: jazz, reggae, hasta fados portugueses... Te ríes mucho con él,
tiene un sentido del humor brutal, muy cáustico: no puedes decir algo
sin que él le saque punta».
Aquel 1976, España entró en cierto modo, gracias a Gay, en la primera
división de los países musicalmente desarrollados. El bautizo como
promotor de primera fila internacional fue costoso, pero le reportó una
credibilidad fuera de nuestras fronteras que le ha permitido después
traer tanto a los ídolos mainstream (Elton John, Phil Collins) como a
las leyendas de culto (Iggy Pop, Patti Smith, Ramones) o los hype del
momento. «A mi la música que más me ha marcado es la de los 6o y los 70,
que fue un período muy fértil. De todos mis favoritos, sólo me ha
faltado trabajar con Hendrix, Jim Morrison, los Who y Marvin Gaye...
Durante un tiempo, consideraba casi como un deber presentar aquí a todos
los grandes del rock, en su mejor momento. En ese sentido, estoy muy
orgulloso de haber contribuido a modernizar este país. Mucho antes de
entrar en el Mercado Común, España estaba a nivel europeo en
conciertos... Pero no me gusta darme más importancia que la que tengo.
Un promotor sólo es un señor que organiza un espectáculo. Yo nunca he
buscado la fama ni ponerme medallas. No suelo conceder entrevistas y no
me gustaría nada ser reconocido por la calle. Ha habido promotores, en
el pasado, que se creían más importantes que los artistas. Y yo soy
consciente de que la estrella es el que está delante del escenario, no
el que está detrás».
30 AÑOS NO ES NADA. Cuando Mercader empezó, apenas se hacían 10 ó 12
recitales grandes al año, sobre todo en Madrid y Barcelona. Hoy, Bob
Dylan actúa en Mérida y Sting en Barbastro. ¿Cómo ha cambiado el sector
desde sus inicios hasta ahora? «Cuando yo conocí a los Stones, llevaban 4
trailers y ahora llevan 50 –comenta Gay–. En los 70 no había
guardaespaldas ni abogados, el contacto era más directo, quizá porque
luchábamos todos por lo mismo... En el pasado, cuando aún no existía el
Palau Sant Jordi de Barcelona, me acusaron de favorecer a Madrid porque
muchos artistas sólo actuaban allí. Hoy, como el Palau es el único local
cubierto donde puedes meter a 18.000 personas y colgar el equipo del
techo, la gente se queja de que tal o cual estrella sólo vaya a
Barcelona. Nunca llueve al gusto de todos. Es como cuando decían que si
el grupo hacía las primeras fechas en España, era un precalentamiento; y
si llegaba al final del tour, estaba hecho polvo. Era un problema de
falta de autoestima del país. Ahora Clapton o los Strokes empiezan la
gira aquí y no pasa nada».
Un buen día, hace ahora un año, nuestro hombre decidió que iba a
intentar tocar un instrumento. Así que pidió a la oficina que le
enviaran la guitarra firmada por los Stones que tiene colgada en una
pared y se puso a dar clases. Fue un fracaso previsible. «No quería irme
a la tumba sin saber si tenía talento como músico. Tras la experiencia,
me quedé más tranquilo. Nunca he tenido, en cambio, la tentación de
crear una discográfica o de ser productor. En su momento, tuvimos dos
tiendas de discos, la revista Disco Exprés, también fui manager de
Tequila y de Loquillo... Pero al final, lo mejor es concentrarte en lo
que realmente dominas». ¿Y cómo se vive el rock tras tres décadas de
profesión? «Yo sigo siendo un fan –confiesa–. Con los Stones me chupo el
concierto entero y hasta bailo. No canto las canciones porque, con
ellos, nunca me han preocupado mucho las letras. Me gusta la actitud y
el ritmo. Cuando me dan el set list con el repertorio de esa noche,
todavía me emociono si veo que van a tocar Paint It Black».
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