LA SOPA LETRAS,Chele borra a María de las Mercedes,. fotos,.
Chele borra a María de las Mercedes. Chele García Navarro muestra su anterior documento nacional de identidad y el nuevo, ya con su nuevo ...
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Chele García Navarro ha conseguido, tras dos intentos y con dos testigos, cambiar el nombre con el que la registraron al nacer,.
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La ley permite cambiar nuestra denominación, pero siempre y cuando sea por uso habitual,.
cáceres. Chele García Navarro (Cáceres, 1980) ha conseguido rebelarse a un sonoro nombre de reina con presencia familiar en tres generaciones. María de las Mercedes, que también es el nombre de su madre y de su abuela, ha dejado de existir después de que un juez determinara que el uso de su apelativo habitual, Chele, era tan frecuente que justificaba pasar, con pleno derecho, a la categoría de nombre. Le hicieron falta dos testigos, como marca la ley, para demostrar que desde pequeña su «yo» respondía a Chele y no a Mercedes. Y así, luce su carné de identidad como la mayor prueba de su éxito en la pequeña batalla emprendida para lograr, a sus 34 años, que su nombre se identifique más con su personalidad. No era una cuestión de vida o muerte, pero se siente mejor. «La gente me dice que si me parece un nombre feo y no es eso, a mí me parece bonito, un poco largo y antiguo, pero la cuestión es que no me identifico con él». Mercedes y Chele configuran una saga familiar. «Tanto a mi abuela como mi madre también les llaman Chele, a mi abuela le encanta que le llamen Mercedes y a mi madre, por temas de trabajo, también la conocen como Mercedes, pero a mí no me gusta y lo paso mal».
¿Cuándo se puso manos a la obra para ejecutar ese pequeño gran cambio legal? Cuenta que antes de que naciera su hija, que ahora tiene tres años, pensó en hacer una cirugía total con sus nombres y apellidos, cambiando el primero y dándole de vuelta a los segundos. Dejó el asunto un poco en reposo, apartó la idea de los apellidos por el larguísimo papeleo, pero no la del nombre. «Una amiga que trabaja en los Juzgados me dijo que tenía que ir al Registro Civil, allí tuve que rellenar un formulario». Junto con ese papel tenía que acreditar que el nombre «elegido» era de uso frecuente, utilizado por su círculo. No puede ser un nombre al azar, una ocurrencia o un capricho. «Tú no puedes decir: me llamo 'princesa' porque me siento guay». Además de una serie de documentos oficiales, Chele tuvo que entregar otros ejemplares para demostrar el uso de este nombre. Sirven tarjetas de supermercado, del videoclub, tarjeta del trabajo, cartas, e-mails, recibos...Eso sí, a ella, de entrada, no le sirvió. «Me lo rechazaron, no aceptaron la propuesta, porque decidieron que no había suficiente documentación». Así que el siguiente paso fue entregar más papeles y aparecer con los dos testigos que certificaban que si la llamaban Mercedes por la calle, no atendía. A partir de ese momento, tras la resolución positiva, se inicia la corrección de todos los documentos. Se actualiza la partida de nacimiento , el acta de matrimonio y las partidas de los descendientes. También se tiene que informar a la Policía para evitar que esta persona, si tiene antecedentes penales, quiera de alguna manera evadir la acción de la justicia. Una vez hechas todas esas modificaciones de estas actas, se puede renovar el DNI con el «nuevo» nombre, en donde comprueban que se trata de la misma persona.
Modificar datosA partir de ese momento a Chele le toca volver sobre sus pasos e ir borrando todas las huellas de María de las Mercedes que quedan presentes en sus documentos cotidianos. Ya ha ido al banco, para modificar su cuenta, sus domiciliaciones y su tarjeta. Tampoco tiene prisa en dejarlo todo resuelto, porque en realidad, la mayor parte de los documentos van por número. «Me doy de plazo todo este año».
En sus primeros pasos para corregir su nombre está testando las primeras impresiones. «Recibo reacciones de curiosidad, y sin pedir opinión la gente considera que me he cambiado a un nombre más feo», cuentan. «Me llegan a decir: ¿de verdad, pero si Mercedes es muy bonito». Su madre no le ha echado en cara la decisión de haber renovado su nombre. Su abuela lo acepta, pero se pregunta que «qué necesidad había».
El muro de Facebook de Chele, que por cierto está embozado bajo otra identidad ficticia, bullía estos días cuando colgó la noticia de su cambio de nombre, ilustrada con su nuevo DNI. Hay comentarios de sorpresa, de incredulidad, humorísticos, llenos de ingenio. Se le da la enhorabuena e incluso se le pregunta que qué pensará su abuela, esa Chele grande que no parece demasiado indignada. Y también hay quien indagas sobre el proceso y los pasos que hay que seguir para iniciar este proceso. El ejemplo de Chele puede extenderse y las Lolis olvidarse de que el nombre que eligieron sus padres para ella fue Dolores. O las Charos dejar de ser Rosarios, y así una larga lista de nombres que vuelan libres, sin ser el reflejo de ningún otro.
TÍTULO:EL SUDOKU,LA PARADOJA DE LOS JOVENES MACHISTAS,.
EL SUDOKU,LA PARADOJA DE LOS JOVENES MACHISTAS,fotos,.
Las nuevas tecnologías o la mayor precocidad explican el repunte de la violencia de género entre menores,.
madrid. Los últimos estudios sobre machismo entre adolescentes en España muestran una paradoja. Cada vez son más los que rechazan la violencia de género, pero también los que la ejercen, la sufren o la justifican. La inmensa mayoría considera completamente inaceptables las agresiones físicas o verbales, pero no otros comportamientos que los expertos califican de «control abusivo». Según una encuesta presentada el pasado martes por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, casi uno de cada tres jóvenes consideran «aceptable en ocasiones» o «inevitable» al menos una de estas actitudes: controlar las relaciones con amigos o familiares, qué puede o no puede hacer o sus horarios.
«Todos tenderíamos a creer que la generación joven está mejor», asegura María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación de la Universidad Complutense (Madrid) y directora de dos de los principales estudios elaborados sobre la cuestión. «Pero cuando les hemos preguntado a las chicas si han sufrido algún acto de violencia de género de una lista, en la mayoría de casos hay un aumento». La investigadora dirigió un par de grandes encuestas, en 2010 y 2013, por lo que puede comparar la evolución. Reconoce que los resultados fueron una sorpresa. «No los esperábamos», asegura. ¿Qué actitudes repuntaban? «Me ha intentado controlar hasta el más mínimo detalle, ha usado mis claves para acceder a mis cuentas en redes o me ha hecho sentir miedo, entre otras», aclara la investigadora. De las pocas que no subió fue «me ha pegado».
«Con los datos que tenemos parece que el machismo ha bajado pero la violencia de género ha subido», asegura Díaz-Aguado. ¿Pero cómo se puede explicar que aumente la violencia de género cuando baja su principal causa? En realidad, reconoce, aún no tienen una respuesta clara a esta pregunta, aunque sí ha identificado dos posibles explicaciones al repunte en los actos de violencia de género. «¿Qué es lo que más había cambiado en los tres años entre ambos estudios?», se pregunta. «Las nuevas tecnologías para comunicarse, que han supuesto un cambio tremendo», sentencia.
«Casi uno de cada cuatro adolescentes aseguró en 2013 que dedica más de tres horas diarias a comunicarse con otras personas a través de internet o el móvil, y esto ha cambiado sus relaciones de pareja», explica Díaz-Aguado. Por ejemplo, señala, el porcentaje de las que se ven a diario bajó del 65% al 42% en tres años. Su vida, dice, la viven ahora a través de las nuevas tecnologías. Y el cambio ha sido más brusco entre ellos que entre los adultos, que no han sido capaces de idear respuestas educativas lo suficientemente rápido.
El otro gran cambio, apunta, es que ha bajado en seis meses la edad de inicio de la primera relación de pareja. «Antes era de trece años y siete meses y ahora, de trece años y un mes», recalca la catedrática. «Y hemos detectado en tres estudios diferentes que los chicos que ejercen violencia de género iniciaron su primera relación antes que el resto de la población».
Tampoco hay una explicación definitiva de por qué estos dos factores han contribuido a aumentar la violencia de género entre los adolescentes, aunque la investigadora tiene su hipótesis. Una combinación de falta de madurez, de uso intensivo de las nuevas tecnologías -«que reduce la sensibilidad a determinadas conductas de control abusivo»- y de exposición a los mitos del «amor romántico». «Por el amor hay que darlo todo, el amor lo puede todo, quien bien te quiere te hará llorara, el amor lo arregla todo», apunta Díaz-Aguado; «son ideas peligrosas, pero no nos ha dado tiempo a ayudarles a tomar conciencia de ello. ¿Cómo vas a creértelas y luego no dejar que te controlen el horario?».
Aun así, explica, los resultados de la última encuesta elaborada por el Ministerio apuntan tres variables que afectan a los resultados: «Conocer la Ley integral contra la violencia de género, conocer el 016 -el teléfono de ayuda a las víctimas- y recordar alguna campaña de sensibilización». Los jóvenes que cumplen alguno de estos criterios son más críticos con cualquier clase de violencia de género. Los que han estado más expuestos a la explicación de que el control abusivo es una forma de violencia de género, dice, son más propensos a rechazarlo.
En esta línea incide también Silvia López Rodríguez, investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid sobre políticas públicas y violencia de género. «Más que si hay más o menos jóvenes con estas conductas, es importante saber por qué persisten», afirma. «Y lo que hemos detectado es que ha desaparecido el discurso político de la desigualdad de género, y también las políticas públicas que se encargaban de esto». El discurso de la crisis, denuncia, frenó el de la desigualdad de género. «En la perspectiva en la que yo me muevo, los líderes políticos construyen problemas públicos en su agenda. Y el hecho de que no exista un discurso institucional sobre un tema hace que no se genere sensibilidad hacia él», asegura.
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