Mis científicos favoritos: -foto-Gerd Gigerenzer ¡Apueste por la intuición
Piensen por un momento en todos los quehaceres cotidianos
que realizan sin apenas prestar atención: caminar, conducir, darse una
ducha... Guiados por un piloto automático, nos dejamos llevar,
pues sabemos que el resultado de estas acciones suele ser bueno.
¿Alguien se ha preguntado quién demonios toma las riendas de estas
acciones tan poco premeditadas?
Quien me lo explicó a la perfección fue Gerd Gigerenzer. Este gran neurocientífico alemán me dejó claro que, aunque no seamos conscientes de ello, el cerebro no deja de inferir la realidad. Se la pasa haciendo conjeturas. Realiza cálculos en todo momento a partir de la información que le entra por los sentidos, y nos ahorra el trabajo de razonar cuanto hacemos. De no ser por ese cerebro inconsciente, deberíamos pensarlo todo y no haríamos nada.
Pero nuestra máquina de pensar entraña algo aún más fascinante: decide por nosotros. Y lo hace bastante bien. Gigerenzer ha constatado que suelen ser más acertadas las decisiones intuitivas que aquellas muy razonadas, cuyos pros y contras hemos balanceado con esmero. «Eduardo -me dijo-, no te engañes, tomamos mejores decisiones si tenemos en cuenta un buen argumento que si contemplamos diez no tan buenos».
Lo que me estaba diciendo es que, a veces, descartar parte de la información es bueno. Según él, las intuiciones son atajos a través de los cuales el cerebro decide más rápida y acertadamente. Es más, la mayoría de las decisiones importantes, como puede ser escoger pareja, las tomamos por esta vía intuitiva.
De no guiarnos por el instinto, para emparejarnos realizaríamos un cálculo de probabilidades más bien propio de la teoría económica, donde sopesaríamos todas las cualidades y perspectivas de futuro de todas las personas susceptibles de enzarzarse en un romance con nosotros. ¿Se imaginan? «Solamente he encontrado a uno que lo hizo así y era economista», me confesó Gigerenzer. «Ahora está divorciado».
¿Quién es?
-Psicólogo, de 67 años. Dirige el Instituto Max Planck de Desarrollo Humano, en Berlín. Experto en el estudio del riesgo y la toma de decisiones, ha publicado algunos libros de divulgación entre los que destaca Gut feelings, de 2007, traducido al español (Decisiones instintivas) y a 17 idiomas más.
¿De dónde viene?
-Cuando era estudiante tocaba el banyo para ganar algún dinero. Tuvo que decidir entre la música o el mundo académico. Optó por lo segundo. Tomar esa decisión le enseñó que se puede calcular el riesgo de jugar a la ruleta, pero no el de la vida real.
¿Qué ha aportado?
-Ha conciliado la psicología con la teoría de la probabilidad para analizar con profundidad el riesgo o, en otras palabras, cómo tomamos una decisión cuando la información con la que contamos es escasa o confusa, y ha constatado el enorme poder del instinto en estas situaciones.
La anécdota
Gigerenzer tocó en el grupo de dixieland -un tipo de jazz- que puso la banda sonora al primer anuncio del Volkswagen Golf. Dice que todo lo que ha conseguido en la vida se lo debe a su madre, que le inculcó «curiosidad, perseverancia y humor».
TÍTULO: LA CARTA DE LA SEMANA, 'Inside' Varufakis ¿Cómo negocia con la troika un experto en Teoría de Juegos?
Análisis / foto,.
Quien me lo explicó a la perfección fue Gerd Gigerenzer. Este gran neurocientífico alemán me dejó claro que, aunque no seamos conscientes de ello, el cerebro no deja de inferir la realidad. Se la pasa haciendo conjeturas. Realiza cálculos en todo momento a partir de la información que le entra por los sentidos, y nos ahorra el trabajo de razonar cuanto hacemos. De no ser por ese cerebro inconsciente, deberíamos pensarlo todo y no haríamos nada.
Pero nuestra máquina de pensar entraña algo aún más fascinante: decide por nosotros. Y lo hace bastante bien. Gigerenzer ha constatado que suelen ser más acertadas las decisiones intuitivas que aquellas muy razonadas, cuyos pros y contras hemos balanceado con esmero. «Eduardo -me dijo-, no te engañes, tomamos mejores decisiones si tenemos en cuenta un buen argumento que si contemplamos diez no tan buenos».
Lo que me estaba diciendo es que, a veces, descartar parte de la información es bueno. Según él, las intuiciones son atajos a través de los cuales el cerebro decide más rápida y acertadamente. Es más, la mayoría de las decisiones importantes, como puede ser escoger pareja, las tomamos por esta vía intuitiva.
De no guiarnos por el instinto, para emparejarnos realizaríamos un cálculo de probabilidades más bien propio de la teoría económica, donde sopesaríamos todas las cualidades y perspectivas de futuro de todas las personas susceptibles de enzarzarse en un romance con nosotros. ¿Se imaginan? «Solamente he encontrado a uno que lo hizo así y era economista», me confesó Gigerenzer. «Ahora está divorciado».
¿Quién es?
-Psicólogo, de 67 años. Dirige el Instituto Max Planck de Desarrollo Humano, en Berlín. Experto en el estudio del riesgo y la toma de decisiones, ha publicado algunos libros de divulgación entre los que destaca Gut feelings, de 2007, traducido al español (Decisiones instintivas) y a 17 idiomas más.
¿De dónde viene?
-Cuando era estudiante tocaba el banyo para ganar algún dinero. Tuvo que decidir entre la música o el mundo académico. Optó por lo segundo. Tomar esa decisión le enseñó que se puede calcular el riesgo de jugar a la ruleta, pero no el de la vida real.
¿Qué ha aportado?
-Ha conciliado la psicología con la teoría de la probabilidad para analizar con profundidad el riesgo o, en otras palabras, cómo tomamos una decisión cuando la información con la que contamos es escasa o confusa, y ha constatado el enorme poder del instinto en estas situaciones.
La anécdota
Gigerenzer tocó en el grupo de dixieland -un tipo de jazz- que puso la banda sonora al primer anuncio del Volkswagen Golf. Dice que todo lo que ha conseguido en la vida se lo debe a su madre, que le inculcó «curiosidad, perseverancia y humor».
TÍTULO: LA CARTA DE LA SEMANA, 'Inside' Varufakis ¿Cómo negocia con la troika un experto en Teoría de Juegos?
'Inside' Varufakis ¿Cómo negocia con la troika un experto en Teoría de Juegos?
Intentamos averiguar la estrategia de Yannis Varufakis, un economista reputado y especialista además en la Teoría de Juegos.
La situación de Grecia se agrava cada vez más. El
nuevo gobierno heleno trata de negociar con los líderes de la UE un
nuevo acuerdo que evite tener que aceptar otro plan de rescate. Quiere suavizar las condiciones de pago de la deuda y proponer soluciones para estimular el crecimiento. El problema que los socios comunitarios lo que quieren ver es el cumplimiento de los compromisos que
facilitaron la llegada de un rescate por 240.000 millones de euros. Hay
que negociar, y ya estamos casi en tiempo de descuento.
Se está diciendo mucho que Grecia tiene muy poco poder de negociación. Es cierto, pero solo a largo plazo. A corto plazo las cosas son distintas. El ministro de Finanzas griego, Yannis Varufakis, es un economista reputado, especialista además en la Teoría de Juegos. Esto significa que es un maestro en las negociaciones. Esta sería su estrategia, según la explican los analistas de Royal Bank of Scotland.
La primera pregunta es qué se juegan exactamente Grecia y la troika. Por un lado, el Banco Central Europeo está amenazando con retirar la liquidez a los bancos griegos, en tanto que Grecia amenaza con aplicar una quita unilateral a su deuda. En ambos casos, las consecuencias para Grecia y la zona euro serían muy graves. La retirada de la liquidez provocaría en el país heleno una fuga de depósitos y un pánico bancario...en el mejor de los casos. La quita unilateral significa cuantiosas pérdidas para el resto de países que han prestado su dinero a Grecia.
En las negociaciones entre Grecia y la troika se da algo parecido a lo que sucede en un escenario de guerra fría. A nadie le interesa lanzar las bombas nucleares pero uno de los adversarios necesita tener un punto de "locura" para convencer al otro de que su amenaza es creíble.
En la teoría clásica de los juegos desarrollada por John Nash, cada participante en la negociación maximiza su utilidad teniendo en cuenta la estrategia de los demás (es decir, que el resto de jugadores serán racionales y harán lo mismo) de modo que la conducta más predecible es al final el resultado más estable. O en otras palabras. La elección de una estrategia por parte de un jugador se basa en el supuesto de que el adversario hará lo que más le conviene. Así, lo que habría que esperar es el acuerdo más o menos rápido pero que no necesariamente sea el mejor posible.
Pero, ¿Qué pasa cuando la conducta no es predecible? Entonces entran en funcionamiento las teorías desarrolladas posteriormente por el Nobel Thomas Schelling, quien describió la llamada "estrategia del conflicto".
Supongamos dos personas esposadas al borde un acantilado. El que más aguante se llevará un cuantioso premio, recompensa que perderá quien ceda y se retire. En esta situación, la única manera que tienes de presionar a tu rival para que se retire y te lleves el premio es amenazarle con tirarle, pero eso te mataría a ti también. Hay un conflicto. ¿Cómo se resuelve? Uno de los jugadores (el que tiene menos poder de negociación) comienza a bailar más y más cerca del precipicio. Solo tiene que ser lo suficientemente convincente para que al otro le de miedo y se suelte las esposas. En definitiva, gana quien esté a asumir un riesgo más alto sin llegar al completo desastre, que sería la situación en la que los dos se despeñan.
Siguiendo el anterior ejemplo, Varufakis/Grecia sería el jugado con menor poder de negociación, el osado que se pone a bailar cada vez más cerca del precipicio. Amenaza con tirarse, y su postura tiene que ser creíble para que al otro (la troika) le de miedo y termine cediendo. Pero cuanto más tarde el acuerdo, peor le irá a Grecia/Varufakis. El tiempo juega en su contra, le resta credibilidad.
La conclusión es que si en la postura de Varufakis/Grecia existe ese punto de "locura racional", hay que esperar una distensión de las amenazas, porque al fin y al cabo, el ministro de Finanzas griego no quiere despeñarse. Por supuesto, la realidad es más compleja (Rusia, China, el resto de países de la UE) pero debe llegar un punto en el que Varufakis no pueda seguir bailando al borde del precipicio, por lo que se tendría que ver un tono mucho más suave que conduzca finalmente a la extensión de los acuerdos.
Se está diciendo mucho que Grecia tiene muy poco poder de negociación. Es cierto, pero solo a largo plazo. A corto plazo las cosas son distintas. El ministro de Finanzas griego, Yannis Varufakis, es un economista reputado, especialista además en la Teoría de Juegos. Esto significa que es un maestro en las negociaciones. Esta sería su estrategia, según la explican los analistas de Royal Bank of Scotland.
La primera pregunta es qué se juegan exactamente Grecia y la troika. Por un lado, el Banco Central Europeo está amenazando con retirar la liquidez a los bancos griegos, en tanto que Grecia amenaza con aplicar una quita unilateral a su deuda. En ambos casos, las consecuencias para Grecia y la zona euro serían muy graves. La retirada de la liquidez provocaría en el país heleno una fuga de depósitos y un pánico bancario...en el mejor de los casos. La quita unilateral significa cuantiosas pérdidas para el resto de países que han prestado su dinero a Grecia.
En las negociaciones entre Grecia y la troika se da algo parecido a lo que sucede en un escenario de guerra fría. A nadie le interesa lanzar las bombas nucleares pero uno de los adversarios necesita tener un punto de "locura" para convencer al otro de que su amenaza es creíble.
En la teoría clásica de los juegos desarrollada por John Nash, cada participante en la negociación maximiza su utilidad teniendo en cuenta la estrategia de los demás (es decir, que el resto de jugadores serán racionales y harán lo mismo) de modo que la conducta más predecible es al final el resultado más estable. O en otras palabras. La elección de una estrategia por parte de un jugador se basa en el supuesto de que el adversario hará lo que más le conviene. Así, lo que habría que esperar es el acuerdo más o menos rápido pero que no necesariamente sea el mejor posible.
Pero, ¿Qué pasa cuando la conducta no es predecible? Entonces entran en funcionamiento las teorías desarrolladas posteriormente por el Nobel Thomas Schelling, quien describió la llamada "estrategia del conflicto".
Supongamos dos personas esposadas al borde un acantilado. El que más aguante se llevará un cuantioso premio, recompensa que perderá quien ceda y se retire. En esta situación, la única manera que tienes de presionar a tu rival para que se retire y te lleves el premio es amenazarle con tirarle, pero eso te mataría a ti también. Hay un conflicto. ¿Cómo se resuelve? Uno de los jugadores (el que tiene menos poder de negociación) comienza a bailar más y más cerca del precipicio. Solo tiene que ser lo suficientemente convincente para que al otro le de miedo y se suelte las esposas. En definitiva, gana quien esté a asumir un riesgo más alto sin llegar al completo desastre, que sería la situación en la que los dos se despeñan.
Siguiendo el anterior ejemplo, Varufakis/Grecia sería el jugado con menor poder de negociación, el osado que se pone a bailar cada vez más cerca del precipicio. Amenaza con tirarse, y su postura tiene que ser creíble para que al otro (la troika) le de miedo y termine cediendo. Pero cuanto más tarde el acuerdo, peor le irá a Grecia/Varufakis. El tiempo juega en su contra, le resta credibilidad.
La conclusión es que si en la postura de Varufakis/Grecia existe ese punto de "locura racional", hay que esperar una distensión de las amenazas, porque al fin y al cabo, el ministro de Finanzas griego no quiere despeñarse. Por supuesto, la realidad es más compleja (Rusia, China, el resto de países de la UE) pero debe llegar un punto en el que Varufakis no pueda seguir bailando al borde del precipicio, por lo que se tendría que ver un tono mucho más suave que conduzca finalmente a la extensión de los acuerdos.
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