Ya es la séptima edición de la Concentración Motera en la localidad de Castuera (Badajoz), y como en ediciones anteriores vendrá de la mano de su Motoclub La Serena, teniendo lugar en el recinto ferial en los días 18 y 19 de octubre 2014.
Hay que destacar que el sábado por la tarde sobre las 18:00 horas tendrá lugar la presentación oficial de “Femotex” (Federación de Motoristas de Extremadura), que ya lleva unos siete meses de andadura entre nosotros, pero que aún parece no terminar de arrancar. Al igual cabe destacar la ruta de antorchas por la localidad en la noche del sábado al domingo.
Dentro del programa tienen preparado:
- Zona de acampada gratuita.
- Duchas con agua caliente.
- Ruta de las antorchas.
- Gogos / pases eróticos.
- Regalos.
- Rutas por pueblos y pantanos.
- Actuaciones en directo.
Saludos y ráfagas.
TÍTULO: LIGA FUTBOL,. TERCERA, GRUPO 14, Extremadura-6- Castuera-0-,.
Extremadura-6- Castuera-0-,Resultado Final,.
El Castuera
El técnico del CD Castuera-Subastacar, Antonio Riballo
'Tato', ha querido quedar claro que el equipo está ilusionado ante el
reto de medirse al potente Extremadura, etc,. foto,.TÍTULO; REVISTA MUJER HOY, DE CERCA, PORTADA, Charlize Theron: la mujer de oro,.
La
belleza se alía con la inteligencia y el talento en una actriz que
desafía los clichés de Hollywood. Una madre sola por elección, que
apuesta ...foto,.
La belleza se alía con la inteligencia y el talento en una
actriz que desafía los clichés de Hollywood. Una madre sola por
elección, que apuesta por papeles arriesgados y ha enamorado al huidizo
Sean Penn, uno de los tipos duros del cine. No está mal para aquella
chica de campo, que nació en una granja sudafricana y que cumple una
década como imagen del perfume J’adore, de Dior.
Se le nota que lleva años empeñada en demostrar que no es solo una cara bonita, un prejuicio basado en su currículum como modelo de pasarela y el hecho de que su vocación de actriz fuera solo el “plan B” de su carrera de bailarina. De hecho, lejos de conformarse con encajar en los clichés de Hollywood, se ha lanzado sin red a los papeles más dramáticos, torturados y (digámoslo) carentes de atractivo físico que le han puesto por delante. Fue Aileen Wuornos, la prostituta y asesina en serie con 15 kilos extra, cejas afeitadas y dentadura amarillenta de Monster, que le hizo ganar su Oscar.
En En tierra de hombres fue Josey Aimes, una minera sudorosa y en En el valle de Elah, una detective que pasaba de maquillaje, con indumentaria masculina y eterna coleta. “Si me siento a esperar a que me llegue un buen relato que además sea glamuroso, probablemente no trabajaré nunca porque, sinceramente, ¿cuántas grandes historias se pueden contar con un vestido alta costura? Me involucro en proyectos con buenos guiones y buenos directores. Cuál será mi aspecto en la película es lo último en lo que pienso”. “Yo crecí en una granja en África…”, suele decir Charlize Theron para explicar mucho de lo que ella es hoy. Una mujer fuerte e independiente que ha salido ilesa (y feliz) de una infancia tormentosa con un padre alcohólico y violento, y del drama de presenciar, con 15 años, cómo su madre acababa matándolo en defensa propia. “Hay situaciones en las que hay que elegir entre nadar o ahogarte. Y muchas veces nos sorprendemos a nosotros mismos cuando empezamos a nadar y vemos lo bien que podemos hacerlo”. Un hijo, una aventura
La otra gran inspiración de su vida, junto a su tierra natal, ha sido su madre. Una mujer estricta y enérgica que todavía hoy la pone fi rme de vez en cuando. “Ella ha sido mi ejemplo. No puedo imaginar la vida sin ella. Me doy cuenta de que he sido capaz de hacer todo lo que he hecho gracias al modo en que fui educada”. Son sus reflexiones desde que se convirtió en madre en marzo de 2012, cuando Jackson, su hijo adoptado, llegó a sus brazos con escasos meses de vida. Se mira en su madre para ejercer este papel y anota un solo ingrediente en la receta de cómo hacerlo bien: el amor incondicional. “Jackson y mi familia son mi prioridad siempre. Intento encajar mi trabajo alrededor de ellos. Por suerte, es aún muy pequeño y lo llevo conmigo siempre que puedo. Así que él tiene sus propias aventuras en los rodajes. ¡Ha visto cosas alucinantes con dos años! Mi madre es genial y también viaja conmigo para echarme una mano. Hace las cosas mucho más fáciles”. Y ahora, además, trabaja al lado del también actor Sean Penn, su pareja desde principios de año. Unos dicen que las discusiones en el set de rodaje de The last face –la película que él dirige y ella protagoniza– han hecho saltar chispas, y no precisamente de pasión; otros que podrían casarse en breve, a pesar de que ha confesado en muchas ocasiones que el matrimonio no es para ella: “Nunca he soñado con el vestido blanco. Cuando veo a otra gente casarse, creo que es bonito para ellos, pero, honestamente, me canso de solo mirarlo”. Penn no había vuelto a sentar la cabeza desde que se divorció de Robin Wright en 2009. Theron llevaba “soltera” desde que, en 2010, terminó su relación de 10 años con el actor Stuart Townsend y, aunque los rumores apuntaron un breve romance con Ryan Reynolds y una amistad con derecho a roce con Keanu Reeves, no volvió a hablar de amor hasta que él llegó a su vida. O más bien hasta que, casi 20 años después de conocerse, saltó entre ellos ese “je ne sais quoi” que, de vez en cuando, convierte las viejas amistades en amor. “No lo vi venir. Simplemente, pasó. Y, antes de que me diera cuenta, me había metido en algo que me estaba haciendo la vida mejor”. Amor y compromiso
Si habrá o no habrá boda está por ver, pero lo cierto es que ambos tienen mucho en común; además de la profesión y una larga amistad, comparten su conciencia política y su compromiso social. ¿El motivo de sus inquietudes solidarias? De nuevo, África. “No sé quién sería hoy si hubiera crecido en un país diferente. En nuestra casa las noticas siempre estaban en la tele, el periódico encima de la mesa y mis padres tenían verdadero interés por la política. Muchos de mis amigos americanos vivían en un país confortable y acomodado. Yo no, y por eso necesito saber lo que está pasando, tengo interés en la política mundial… ¡Cómo puedes no interesarte! Me deja atónita que a la gente no le importe nada”. Por eso creó la organización Africa Outreach Project cuya misión es formar a los jóvenes africanos en sus comunidades para conseguir mantenerlos a salvo del sida. “El tratamiento no es suficiente, la prevención es lo más importante. Habrá una generación que será capaz de erradicar el sida en Sudáfrica”, dice pensando, optimista, en el futuro. Ese futuro dorado. 5 pistas para conocerla -Un lugar... “Me encantan las Seychelles, con sus playas perfectas. Y siempre me encanta ir a París, la cultura, la gente, su comida...”. -La máxima de su vida... “Sé bueno contigo mismo, hazlo lo mejor que puedas y trata a los demás como te gustaría que te trataran”. -Su gadget imprescindible... “Mi iPad. Finalmente logré grabar Frozen en él para Jackson, es su película favorita”. -Su deporte.... “Mi madre y yo disfrutamos haciendo senderismo en las mañanas. Hay un camino genial justo al girar la esquina de mi casa, así que vamos con Jackson y los perros. También me gusta mucho hacer yoga y spinning”. -No puede vivir sin… “¡Necesito sol! Me encantan las ciudades como París, Nueva York, Tokio… pero no hay suficiente sol para mí”. Confianza en esencia
“El olfato es muy poderoso –dice Charlize Theron–. Me gusta que un olor llegue en un momento concreto, que recuerda a una persona o a un lugar...”. J’adore evoca a una mujer fuerte, que está a gusto consigo misma, con su sensualidad, con su propia belleza: “J’adore me devuelve a momentos en los que me sentía realmente elegante, la más bella: un estreno, una sesión de fotos, una cena... Inspira sensaciones de verdadera confianza, lo que quiero sentir”, reflexiona la actriz.
El eco de unos tacones resuena en la galería de los espejos del Palacio de Versalles. Son los pasos de Charlize Theron,
glamourosa y bellísima, en la
última campaña de J’adore, de
Dior, una “película” firmada
por Jean-Baptiste Mondino:
“El pasado puede ser hermoso,
un recuerdo, un sueño, pero
no es lugar para vivir. Ahora
es el momento”, dice su voz
en off mientras trepa por una
liana de seda.
“The future is gold” [El futuro
es dorado] es el lema de
la campaña y el suyo, desde
luego, parece serlo. A sus 39
años asciende peldaños en la
industria del cine ganándose
el respeto de todos como
productora mientras, como
intérprete, rueda una película
tras otra. ¿Las últimas? la cinta francesa
Dark Places; Mad Max 4, furia en la carretera;
The last face... Esta última, junto
al español Javier Bardem y a las órdenes
de su actual pareja, Sean Penn, uno
de los pesos pesados de Hollywood con
quien dicen que podría casarse pronto.
Ser muchas mujeres
Despliega para Dior todo el potencial de
una mujer hermosa que no se camufl a
en falsa modestia: “¡No tengo un cuerpo
perfecto! Pero he llegado a un punto en
mi vida donde me siento a gusto. Soy
una mujer, soy femenina y me gusta mi
cuerpo. No voy a buscar excusas para
eso”. Y, sin embargo, tampoco ha hecho
de su belleza su principal argumento. “Las
mujeres somos muchas cosas. Un día nos
levantamos y queremos ponernos unos
vaqueros y una camiseta y al siguiente
nos apetece que nos arreglen el pelo”. Se le nota que lleva años empeñada en demostrar que no es solo una cara bonita, un prejuicio basado en su currículum como modelo de pasarela y el hecho de que su vocación de actriz fuera solo el “plan B” de su carrera de bailarina. De hecho, lejos de conformarse con encajar en los clichés de Hollywood, se ha lanzado sin red a los papeles más dramáticos, torturados y (digámoslo) carentes de atractivo físico que le han puesto por delante. Fue Aileen Wuornos, la prostituta y asesina en serie con 15 kilos extra, cejas afeitadas y dentadura amarillenta de Monster, que le hizo ganar su Oscar.
En En tierra de hombres fue Josey Aimes, una minera sudorosa y en En el valle de Elah, una detective que pasaba de maquillaje, con indumentaria masculina y eterna coleta. “Si me siento a esperar a que me llegue un buen relato que además sea glamuroso, probablemente no trabajaré nunca porque, sinceramente, ¿cuántas grandes historias se pueden contar con un vestido alta costura? Me involucro en proyectos con buenos guiones y buenos directores. Cuál será mi aspecto en la película es lo último en lo que pienso”. “Yo crecí en una granja en África…”, suele decir Charlize Theron para explicar mucho de lo que ella es hoy. Una mujer fuerte e independiente que ha salido ilesa (y feliz) de una infancia tormentosa con un padre alcohólico y violento, y del drama de presenciar, con 15 años, cómo su madre acababa matándolo en defensa propia. “Hay situaciones en las que hay que elegir entre nadar o ahogarte. Y muchas veces nos sorprendemos a nosotros mismos cuando empezamos a nadar y vemos lo bien que podemos hacerlo”. Un hijo, una aventura
La otra gran inspiración de su vida, junto a su tierra natal, ha sido su madre. Una mujer estricta y enérgica que todavía hoy la pone fi rme de vez en cuando. “Ella ha sido mi ejemplo. No puedo imaginar la vida sin ella. Me doy cuenta de que he sido capaz de hacer todo lo que he hecho gracias al modo en que fui educada”. Son sus reflexiones desde que se convirtió en madre en marzo de 2012, cuando Jackson, su hijo adoptado, llegó a sus brazos con escasos meses de vida. Se mira en su madre para ejercer este papel y anota un solo ingrediente en la receta de cómo hacerlo bien: el amor incondicional. “Jackson y mi familia son mi prioridad siempre. Intento encajar mi trabajo alrededor de ellos. Por suerte, es aún muy pequeño y lo llevo conmigo siempre que puedo. Así que él tiene sus propias aventuras en los rodajes. ¡Ha visto cosas alucinantes con dos años! Mi madre es genial y también viaja conmigo para echarme una mano. Hace las cosas mucho más fáciles”. Y ahora, además, trabaja al lado del también actor Sean Penn, su pareja desde principios de año. Unos dicen que las discusiones en el set de rodaje de The last face –la película que él dirige y ella protagoniza– han hecho saltar chispas, y no precisamente de pasión; otros que podrían casarse en breve, a pesar de que ha confesado en muchas ocasiones que el matrimonio no es para ella: “Nunca he soñado con el vestido blanco. Cuando veo a otra gente casarse, creo que es bonito para ellos, pero, honestamente, me canso de solo mirarlo”. Penn no había vuelto a sentar la cabeza desde que se divorció de Robin Wright en 2009. Theron llevaba “soltera” desde que, en 2010, terminó su relación de 10 años con el actor Stuart Townsend y, aunque los rumores apuntaron un breve romance con Ryan Reynolds y una amistad con derecho a roce con Keanu Reeves, no volvió a hablar de amor hasta que él llegó a su vida. O más bien hasta que, casi 20 años después de conocerse, saltó entre ellos ese “je ne sais quoi” que, de vez en cuando, convierte las viejas amistades en amor. “No lo vi venir. Simplemente, pasó. Y, antes de que me diera cuenta, me había metido en algo que me estaba haciendo la vida mejor”. Amor y compromiso
Si habrá o no habrá boda está por ver, pero lo cierto es que ambos tienen mucho en común; además de la profesión y una larga amistad, comparten su conciencia política y su compromiso social. ¿El motivo de sus inquietudes solidarias? De nuevo, África. “No sé quién sería hoy si hubiera crecido en un país diferente. En nuestra casa las noticas siempre estaban en la tele, el periódico encima de la mesa y mis padres tenían verdadero interés por la política. Muchos de mis amigos americanos vivían en un país confortable y acomodado. Yo no, y por eso necesito saber lo que está pasando, tengo interés en la política mundial… ¡Cómo puedes no interesarte! Me deja atónita que a la gente no le importe nada”. Por eso creó la organización Africa Outreach Project cuya misión es formar a los jóvenes africanos en sus comunidades para conseguir mantenerlos a salvo del sida. “El tratamiento no es suficiente, la prevención es lo más importante. Habrá una generación que será capaz de erradicar el sida en Sudáfrica”, dice pensando, optimista, en el futuro. Ese futuro dorado. 5 pistas para conocerla -Un lugar... “Me encantan las Seychelles, con sus playas perfectas. Y siempre me encanta ir a París, la cultura, la gente, su comida...”. -La máxima de su vida... “Sé bueno contigo mismo, hazlo lo mejor que puedas y trata a los demás como te gustaría que te trataran”. -Su gadget imprescindible... “Mi iPad. Finalmente logré grabar Frozen en él para Jackson, es su película favorita”. -Su deporte.... “Mi madre y yo disfrutamos haciendo senderismo en las mañanas. Hay un camino genial justo al girar la esquina de mi casa, así que vamos con Jackson y los perros. También me gusta mucho hacer yoga y spinning”. -No puede vivir sin… “¡Necesito sol! Me encantan las ciudades como París, Nueva York, Tokio… pero no hay suficiente sol para mí”. Confianza en esencia
“El olfato es muy poderoso –dice Charlize Theron–. Me gusta que un olor llegue en un momento concreto, que recuerda a una persona o a un lugar...”. J’adore evoca a una mujer fuerte, que está a gusto consigo misma, con su sensualidad, con su propia belleza: “J’adore me devuelve a momentos en los que me sentía realmente elegante, la más bella: un estreno, una sesión de fotos, una cena... Inspira sensaciones de verdadera confianza, lo que quiero sentir”, reflexiona la actriz.
TÍTULO: PROTAGONISTAS, VIDAS PRIVASAS, EN DIRECTO, Comer huevos de rey,.
Comer huevos de rey
Hace
seis años, comí unas alubias de riñón del Barco con lepiotas en una
sala construida en el año 315 después de Cristo, rodeado por ...foto,.
En Coria preparan las setas con la gracia de la tradición,.
Hace seis años, comí unas alubias de riñón del Barco con lepiotas en
una sala construida en el año 315 después de Cristo, rodeado por paredes
de sillería romana y atendido por Vicente Alcoba, más conocido como
Vicente Campana. Lo apodaban así porque desde hacía 12 años regentaba el
restaurante 'Casa Campana', situado junto a la Puerta del Sol de la
muralla de Coria.
Recuerdo aquel guiso porque es uno de los platos más sorprendentes que he tomado nunca, porque si no me concentraba, confundía la textura de las setas lepiotas y las judías con un preparado de alubias con morro y porque aquel día descubrí que Coria es la capital extremeña de la cocina micológica.
Así que, ni corto ni perezoso, hace un par de sábados me acerqué a Coria a probar las setas de este año y me encontré con la triste sorpresa de que ya no me podía atender Vicente Alcoba. Una enfermedad lo ha obligado a dejar el restaurante y sus guisos maravillosos, así que busqué otro comedor y otra cocina, pero sin alejarme de la saga de los Alcoba.
En los fogones de 'El Bobo de Coria' ejerce labores de chef o mejor, de jefa, Luisa Alcoba, hermana de Vicente. Lleva 26 años al frente del restaurante y presume de tener una formación autodidacta. En su cocina y en estos días de otoño, la seta es la reina. Le traen el producto de la cercana Sierra de Gata, uno de los paraísos micológicos de Europa, y, si le hacemos caso a la Wikipedia, el mejor lugar para encontrar el huevo de rey o amanita cesárea, también conocida por amanita de los césares, oronja o yema de huevo.
Nada más sentarnos a la mesa, Desiré nos trae un aperitivo singular: un carpaccio de boletus sazonados con aceite de oliva, también de Gata, y sal gorda. Desiré pone tanta pasión en lo que hace y atiende con tanta frescura y cariño a todo el mundo que parece la hija de la dueña, pero no, se trata simplemente de profesionalidad. «Mi padre tuvo varios negocios familiares y yo, si estoy a gusto, me lo tomo muy en serio», explica.
Y en verdad se está a gusto en esta sala acogedora presidida por un cuadro del famoso bufón Calabacillas pintado por Velázquez y conocido erróneamente como Bobo de Coria. De las paredes cuelgan utensilios propios de museo etnográfico: ruecas, viejas máquinas de coser, calderos, tradicionales cuchillas de cortar bacalao, artesas, trébedes, candiles, fuelles, yugos de caballería y hasta una botella gigante de anís.
La seta es una pasión en esta comarca extremeña. Hay 3.000 comestibles y su recogida y lavado, solo con un chorrito de agua para que no pierdan el sabor a campo y a monte, es todo un rito. Los Alcoba las fusionan con la cocina extremeña y Luisa prepara, como también hacía su hermano, un rebozado semejante al que empleaba su abuela para envolver la merluza, pero empana con él los boletus y los sirve sobre canónigos y lechuga.
Tras este encanto crujiente y finísimo, llega lo que a mí me parece un pretexto suficiente para acercarse a Coria cualquier día de otoño: unos huevos de rey (amanita , ya saben) a la plancha. Delicados, deliciosos y suaves, tienen un sabor inigualable, parecido a nada.
Las raciones de setas cuestan 12 euros y, por si quedaba hambre, tomamos después un solomillo ibérico con salsa de almendras cuyo valor fundamental es que la salsa no mata ni enmascara el sabor de la carne, sino que la realza. La verdad es que no quedaba mucha hambre y acabamos llevándonos a casa la mitad de la ración en un tupper. En los restaurantes de Coria, lo del tupper es muy común pues acostumbran a servir unas raciones tan abundantes y unas guarniciones tan ricas (las patatas fritas de Luisa son de lo mejor) que sobra condumio y da mucha pena dejarlo.
De postre, nos atrevimos con unas tartas caseras de almendra y de piña. Tartas de esas muy jugosas y borrachas de almíbar para irse de Coria con buen recuerdo. Como siempre.
Recuerdo aquel guiso porque es uno de los platos más sorprendentes que he tomado nunca, porque si no me concentraba, confundía la textura de las setas lepiotas y las judías con un preparado de alubias con morro y porque aquel día descubrí que Coria es la capital extremeña de la cocina micológica.
Así que, ni corto ni perezoso, hace un par de sábados me acerqué a Coria a probar las setas de este año y me encontré con la triste sorpresa de que ya no me podía atender Vicente Alcoba. Una enfermedad lo ha obligado a dejar el restaurante y sus guisos maravillosos, así que busqué otro comedor y otra cocina, pero sin alejarme de la saga de los Alcoba.
En los fogones de 'El Bobo de Coria' ejerce labores de chef o mejor, de jefa, Luisa Alcoba, hermana de Vicente. Lleva 26 años al frente del restaurante y presume de tener una formación autodidacta. En su cocina y en estos días de otoño, la seta es la reina. Le traen el producto de la cercana Sierra de Gata, uno de los paraísos micológicos de Europa, y, si le hacemos caso a la Wikipedia, el mejor lugar para encontrar el huevo de rey o amanita cesárea, también conocida por amanita de los césares, oronja o yema de huevo.
Nada más sentarnos a la mesa, Desiré nos trae un aperitivo singular: un carpaccio de boletus sazonados con aceite de oliva, también de Gata, y sal gorda. Desiré pone tanta pasión en lo que hace y atiende con tanta frescura y cariño a todo el mundo que parece la hija de la dueña, pero no, se trata simplemente de profesionalidad. «Mi padre tuvo varios negocios familiares y yo, si estoy a gusto, me lo tomo muy en serio», explica.
Y en verdad se está a gusto en esta sala acogedora presidida por un cuadro del famoso bufón Calabacillas pintado por Velázquez y conocido erróneamente como Bobo de Coria. De las paredes cuelgan utensilios propios de museo etnográfico: ruecas, viejas máquinas de coser, calderos, tradicionales cuchillas de cortar bacalao, artesas, trébedes, candiles, fuelles, yugos de caballería y hasta una botella gigante de anís.
La seta es una pasión en esta comarca extremeña. Hay 3.000 comestibles y su recogida y lavado, solo con un chorrito de agua para que no pierdan el sabor a campo y a monte, es todo un rito. Los Alcoba las fusionan con la cocina extremeña y Luisa prepara, como también hacía su hermano, un rebozado semejante al que empleaba su abuela para envolver la merluza, pero empana con él los boletus y los sirve sobre canónigos y lechuga.
Tras este encanto crujiente y finísimo, llega lo que a mí me parece un pretexto suficiente para acercarse a Coria cualquier día de otoño: unos huevos de rey (amanita , ya saben) a la plancha. Delicados, deliciosos y suaves, tienen un sabor inigualable, parecido a nada.
Las raciones de setas cuestan 12 euros y, por si quedaba hambre, tomamos después un solomillo ibérico con salsa de almendras cuyo valor fundamental es que la salsa no mata ni enmascara el sabor de la carne, sino que la realza. La verdad es que no quedaba mucha hambre y acabamos llevándonos a casa la mitad de la ración en un tupper. En los restaurantes de Coria, lo del tupper es muy común pues acostumbran a servir unas raciones tan abundantes y unas guarniciones tan ricas (las patatas fritas de Luisa son de lo mejor) que sobra condumio y da mucha pena dejarlo.
De postre, nos atrevimos con unas tartas caseras de almendra y de piña. Tartas de esas muy jugosas y borrachas de almíbar para irse de Coria con buen recuerdo. Como siempre.
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