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domingo, 21 de enero de 2024

DESAYUNO CENA FIN DOMINGO - REVISTA BLANCO Y NEGRO - La huella humana ,. / Las rutas Capone - Ruta del carruaje,.

 

 TITULO:  DESAYUNO CENA FIN DOMINGO -  REVISTA BLANCO Y NEGRO -  La huella humana,.

 DESAYUNO CENA FIN DOMINGO - REVISTA BLANCO Y NEGRO -   La huella humana ,. fotos,.

  La huella humana,.

 Familias que dejan huella

Ayer se cumplieron cincuenta años desde el día en que un hombre no pisó la Luna. El ser humano -como concepto- sí dejó su huella en el satélite aquella madrugada, y cuando Neil Armstrong pronunció las palabras que quedarían para la posteridad, se refirió a una Humanidad escrita con hache mayúscula. Aquel día hubo muchos hombres y mujeres que, 

 

 Torta Mousse De Chocolate Con Jalea De Base De Galletas Y Círculos  Naranjas. Tarta De Queso Casera Y Una Taza De Café. Imagen de archivo -  Imagen de primer, taza: 274870043

( Desayuno )

 

como cada día de sus vidas pequeñas, no pisaron la Luna; pero entre todos ellos hubo un tipo en concreto que la pisó menos que el resto: Michael Collins, uno de los tres astronautas del Apolo XI, permaneció en el interior de la nave, como el conductor de un autobús escolar en una excursión a Cabárceno, mientras sus dos compañeros pegaban brincos y clavaban banderas en el Mar de la Tranquilidad. Tras años de estudio y de preparación física, y después de un viaje espacial de más de cien horas, ni el meñique sacó por la escotilla: como la vida misma.

 

 Receta de Serranito, el clásico bocadillo del sur

 (Cena )

Si algo comparten la ficción y el mundo real es que ambos están plagados de personajes secundarios que salvan la misión, de becarios que resuelven el problema, de amigos abnegados cuya voluntad no flaquea cuando el protagonista duda, pero de los que nadie se acuerda después de la resaca que siempre sucede a la hazaña. Michael Collins, el hombre que no pisó la Luna; Samsagaz Gamyi, el hobbit que no destruyó el anillo; Robin, el superhéroe que no liberó Gotham; Rosalind Franklin, la científica que no desentrañó el ADN ni ganó el Nobel. Armstrong y Aldrin son la excepción, los portadores del artículo determinado que nos generaliza y de esa letra capital que nos designa como especie. Todos los demás, por muy bien que lo hagamos, sólo somos 'un hombre', 'una tía', 'un chaval' o 'aquella pringada de las gafas'. Collins convirtió el 21 de julio de 1969 en un lunes cualquiera, en la noche de verano que un hombre no pisó la Luna. Como cada día.

 

TITULO:  Las rutas Capone - Ruta del carruaje,.

 Ruta del carruaje,.

 

Casarrubios del Monte, en Toledo, fue durante 26 días capital de España por la permanencia durante ese tiempo del rey Felipe III para recuperarse de una enfermedad que le sorprendió en pleno viaje. Se cumplen ahora 400 años,.

 Casarrubios es el lugar de la Mancha desde donde se dirigió el mundo hace 400 años.

fotos / Casarrubios es el lugar de la Mancha desde donde se dirigió el mundo hace 400 años.

Desde un sencillo pueblo de Castilla-La Mancha, Casarrubios del Monte, en la provincia de Toledo, pero a solo 50 kilómetros de Madrid, se gobernó España, Portugal, buena parte de Italia, los Países Bajos, Filipinas, los territorios de América y los dominios de la Corona en Australia y África. Fueron solo 26 días, pero, durante ese tiempo, una villa que hoy apenas alcanza los cinco mil vecinos reinó sobre el imperio más grande que hasta entonces había conocido la Humanidad –cerca de 20 millones de kilómetros cuadrados– y sobre las vidas y haciendas de quienes lo habitaban.

De aquel singular, y desconocido, episodio se cumplen ahora 400 años. La crónica de aquellos 26 días no ocupa páginas ilustres en las enciclopedias de Historia ni habita en las biografías de los Austrias, pero sí ha quedado reseñada en piezas de teatro, novelas y documentos, e incluso Francisco de Quevedo aludió a ello en una de sus obras. Cierto es que se trató de un lance accidental y fortuito, pero los casarrubieros están orgullosos de haber compartido la capitalidad imperial con Madrid y Valladolid y hoy, coincidiendo con el cuarto centenario, lo van a celebrar con la colocación en la plaza de una placa en recuerdo de aquel extraordinario hecho que, durante el mes de noviembre de 1619, congregó en su pueblo a las más altas personalidades de la política y la nobleza de la época.

De cómo una modesta villa dirigió el mundo durante casi un mes sabe mucho Fausto Jesús Arroyo López, un historiador local de 65 años que se ha preocupado de estudiar y documentar un capítulo que, a su juicio, «es muy poco conocido en España». Y, según parece, todo hay que 'agradecérselo' a unas empanadillas frías que el rey Felipe III se zampó cuando regresaba de un viaje de Estado a Portugal, a donde había acudido con su familia y su séquito para que las cortes lusas juraran a su hijo, el príncipe Felipe (el futuro Felipe IV) como heredero.

En el trayecto de vuelta por el llamado 'Camino Portugués' (lo que hoy sería la Carretera de Extremadura), el monarca se sintió indispuesto. Las primeras fiebres le sorprendieron en Talavera de la Reina, pero la comitiva decidió proseguir hasta Santa Olalla (ambos municipios toledanos, separados por unos 35 kilómetros), donde los galenos que acompañaban al rey (nada menos que seis médicos) certificaron un empeoramiento de su salud, hasta el punto de ordenar detener momentáneamente la marcha.

«Los médicos constatan la gravedad de Felipe III y creen que, en ese estado, no llegaría vivo a Madrid, lugar de residencia de la Corte, por lo que a toda prisa buscan por los alrededores un sitio adecuado, y consideran que lo más conveniente es llegar cuanto antes a Casarrubios del Monte, a unos 40 kilómetros de distancia, que disponía de un hospital», apunta Fausto.

Lienzo de Felipe III en El Prado. El rey , bastante indolente para los asuntos de Estado, era sin embargo muy beato, de ahí que pasara a la Historia como El Piadoso. Sobre estas líneas, la iglesia donde se celebraron los consejos de Estado y la puerta del palacio que alojó al soberano durante 26 días. Óscar Chamorr y R. C.

Prohibidas las campanas

El 8 de noviembre de 1619, su ilustrísima y desmejoradísima majestad (y todo su séquito) irrumpían en la villa, que entonces contaba con 400 habitantes. Al llegar a la población, a los acompañantes de Felipe III les surgió la duda de si llevarlo directamente al hospital o instalarlo en el palacio del conde de Casarrubios, la mejor casona de la comarca. «Pensaban que el hospital no era lo más apropiado para un rey, pues allí se recogía a los enfermos más humildes y a los viajeros que transitaban por el 'Camino Portugués', así que decidieron alojarle en el palacio», detalla Fausto, con el entusiasmo de un contador de cuentos. Naturalmente, Felipe III ocupó la habitación principal e inmediatamente se acordonó la zona, prohibiendo el paso de personas, animales y carruajes, «e incluso suspendiendo los tradicionales toques de campana, para no alterar su reposo».

En la foto principal, antiguo palacio condal, donde se alojó Felipe III. Sobre estas líneas, torreón medieval del pueblo y el historiador local Fausto Jesús Arroyo López, de 65 años, y divulgador de este curioso hecho. Óscar Chamorro

Enseguida los médicos se dieron cuenta de que la enfermedad del soberano iba para largo. Pasaban los días y el hombre no mejoraba, hasta el extremo de que llegó a hacer testamento y esas últimas voluntades, con ligeras modificaciones, fueron válidas a su muerte, que acaecería un año y medio después en Madrid. Pero no nos vayamos tan lejos.

El hospital les pareció inadecuado para un rey y lo llevaron al mejor palacio de la villa

 

Las noticias del padecimiento de Felipe III y su obligado reposo en Casarrubios corrieron de boca en boca por los caminos de la península hasta el último confín de España. Y, por supuesto, alcanzaron la Corte madrileña, desde donde no tardaron en partir con dirección al pueblo una legión de sus personajes habituales: las más altas personalidades de la aristocracia, embajadores, secretarios, ministros, además de escritores, poetas, curiosos... que buscaban fortuna al calor de la nobleza.

Quiso tener cerca el cuerpo incorrupto del futuro san Isidro, al que trasladaron desde Madrid

«Aquella ruta entre Madrid y Casarrubios del Monte se convirtió en un trasiego de personas, en un ir y venir de duques, condes, marqueses y demás dignatarios de alta alcurnia a los que hubo que buscar acomodo en otras casas nobles del pueblo», explica nuestro cronista. También se desplazaron hasta allí soldados y muchas gentes del clero, curas y frailes que portaban reliquias en aras de una pronta recuperación del monarca, tan beatón él que, además de por su indolencia en los asuntos de Estado y su precaria salud, ha pasado a la historia con el apodo de 'El Piadoso'.

Misas, huesos y rogativas

Efectivamente, a diario llegaban a Casarrubios reliquias y tallas de santos de toda España, sobre todo de El Escorial y de la catedral de Toledo, desde donde enviaron su venerada Virgen del Sagrario, patrona de la ciudad. Extremadura mandó el manto de la Virgen de Guadalupe, que el rey quiso tener en su cama; y Madrid, el cuerpo momificado del futuro san Isidro, que acababa de ser beatificado por el Papa Paulo V. Todas las reliquias fueron depositadas en un altar habilitado al efecto a los pies del lecho que ocupaba 'El Piadoso'. Todas, salvo el cuerpo incorrupto del beato Isidro, llevado a la cercana parroquia de Santa María (cuando ya lo trasladaban de vuelta a Madrid, el rey exigió que se quedara), no sin antes dejar depositado uno de sus dedos en el citado altar.

Vista del castillo de Casarrubios.
 
Vista del castillo de Casarrubios.  
 
Placa que se descubrirá en recuerdo del 400 aniversario de aquel acontecimiento.
 
Placa que se descubrirá en recuerdo del 400 aniversario de aquel acontecimiento. 

«Las misas, novenarias y rogativas para interceder por la salud del rey se sucedían de continuo, bien en la iglesia o bien en procesiones por las calles del pueblo», desvela Fausto, que conoce bien la historia de esos 26 días porque el entonces párroco local se preocupó de recoger en un documento manuscrito una especie de diario con todo lo que acontecía en torno a la salud del hijo de Felipe II.

«Reflejaba si tal día mejoraba o tal día empeoraba, e incluso cuando le sometían a sangrías o cuando, viendo que agonizaba, le administraron la extremaunción». También como medida de gracia (por aquello de encomendarse al Cielo con buenas acciones), el consejo de la villa decidió soltar a los presos encarcelados en la prisión de Casarrubios, casi todos condenados por delitos de hurto, y alguno por asesinato.

El episodio ocurrió en pleno Siglo de Oro español por lo que a Casarrubios llegaron, al calor de la nobleza, autores de la talla de Quevedo

Durante los 26 días que permaneció allí encamado (desde el 8 de noviembre al 3 de diciembre, cuando, milagrosamente recuperado de una enfermedad que casi se lo lleva al otro barrio, emprende el regreso a su palacio del Real Alcázar de Madrid), Casarrubios fue escenario de consejos de Estado (las reuniones de gobierno, donde se tomaban decisiones sobre las lejanísimas posesiones de ultramar y las continentales) y consejos de Guerra, que tuvieron lugar en el coro alto y la sacristía de la parroquia de Santa María.

Dado que este inopinado episodio ocurrió en pleno Siglo de Oro de las letras españolas, la visita en absoluto pasó desapercibida para los literatos de la época. Quevedo hizo unas glosas al palacio del conde, donde reposaba el rey, y cuando, dos años más tarde, en 1621, muere Felipe III aquejado de erisipela (una infección bacteriana que afecta a la piel y al tejido subcutáneo), el autor de 'El Buscón' dejó escrito que el soberano ya venía arrastrando la enfermedad «desde los accidentes de Casarrubios».

Aquella 'capital de España' que fue Casarrubios durante 26 días también colmó el pueblo de los más exquisitos manjares, pues había que dar de comer a mucho morro fino que no se iba a contentar con un plato de lentejas. Toda la comarca se volcó en saciar a tantísimas señoriales bocas, sobre todo con carnes de caza, muy abundante en el entorno. Eso sí, jamás se sirvieron empanadillas frías.

Recreación de la proclamación de Isabel como heredera al trono de Castilla, lo que tuvo lugar en 1468 en Casarrubios. El año pasado se cumplieron 550 años de la histórica efeméride. R. C.

Un lugar en la Historia

Isabel la Católica.

Casarrubios fue capital de España durante 26 días en 1619, pero, dos siglos antes, la villa protagonizó otro importante capítulo de la historia de España. Concretamente, el 24 de septiembre de 1468, allí se proclamó a la princesa Isabel como heredera al trono de Castilla. Años más tarde, esa mujer se convertiría en la reina Isabel la Católica. Se dice que entró como infanta en el pueblo y salió como princesa. «Aquí fue donde Isabel la Católica inició su etapa política, y no en Guisando, como al final ha quedado documentado», argumenta Fausto Jesús Arroyo, un historiador jubilado de 65 años que es el artíficie de poner en valor los acontecimientos que tuvieron lugar en su pueblo. El año pasado, Casarrubios conmemoró el 550 aniversario de esa proclamación y los vecinos recrearon el episodio vistiéndose de época. De hecho, la principal asociación cultural se llama Princesa Ysabel, y la preside Fausto.


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