El lunes -29- mayo por la cuatro a las 22:45,.
Las falsas reformas inmobiliarias, foto.
'En el punto de mira' localiza a varios estafadores que utilizan el método de la falsa reforma En el punto de mira, etc.
TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO - PARIS JACKSON ¿ LA NUEVA MADONNA ?,.
fotos, PARIS JACKSON ¿ LA NUEVA MADONNA ?,.
Parecía haber iniciado un camino de autodestrucción imparable, pero la hija de Michael Jackson ha logrado frenar: a los 19 años trabaja como modelo y prepara su debut como actriz. Es candidata a interpretar a Madonna,.
Se puede tocar fondo antes de cumplir los 15. Y se puede resucitar con 19 primaveras, que son las que tiene ahora. Paris Jackson, la huérfana del ‘rey del pop’, ha vivido tantas vidas, en tan poco tiempo, que no hay biógrafo en el mundo capaz de llevarle la cuenta.Decir que su adolescencia fue complicada es un eufemismo. Lleva en la mochila varios intentos de suicidio; los coqueteos con las drogas; los abusos sexuales de los que fue víctima a los 14; el odio de los haters que no tienen otra cosa que hacer que apuntarse a un linchamiento; las sesiones redentoras en Alcohólicos Anónimos -«Me llamo Paris-Michael Katherine y soy adicta- los largos meses, 18, en una clínica de desintoxicación en las montañas de Utah, tratándose la depresión a diez mil dólares el mes… La nueva y renacida Paris fuma cigarrillos mentolados, pero está sobria y limpia.
Ante todo, Paris lleva en la mochila el estigma de ser la hija de papá, Michael Jackson. ¿Cómo se sobrevive a eso? No ha sido fácil. Pero está saliendo del pozo. Y lo está haciendo a lo grande.
Trabajar le hace bien. Es una esponja para los estilos. Cientos de selfies lo atestiguan. Puede ser grunge, puede ser una chica pin-up, puede clonar a Marilyn Monroe… Ese camaleonismo no pasó inadvertido para los cazatalentos de la moda. Y la cazó Carine Roitfeld, nada menos, que la ha transformado de it-girl en supermodelo. Fichó por la agencia IGM Models y es la imagen de Chanel y Calvin Klein. Contratos de siete ceros. Paris dice que posar le resulta «terapéutico». En realidad, todo lo que aporta un rumbo a su vida es pura terapia.
Y, ahora, el cine. Prepara su debut como actriz en un thriller de narcos producido por Amazon. Y dicen que hará de Madonna en un biopic no autorizado sobre la ‘diva del pop’. Madonna, por cierto, está que trina. «Cualquiera que se atreva a contar mi vida es un charlatán y un imbécil. Nadie sabe lo que yo sé y lo que he visto. Solo yo puedo contar mi historia. Esto es buscar gratificación instantánea sin dar palo al agua. Es la enfermedad de nuestra sociedad», se despachó en las redes. Pero los Estudios Universal confían en ablandarla, porque Paris le cae bien.A los 14 años fue víctima de abusos sexuales y se cortó las venas. El audio de su llamada de socorro a los Bomberos se filtró
Aislados
No le cae bien a todo el mundo, desde luego. «No puedo entender cómo puede haber tanto odio. ¡Si yo soy simpática con todos!», se quejó. Y es que ser hija de Michael Jackson es una herencia envenenada. Creció en Neverland, el rancho mítico del cantante que se creía una reencarnación de Peter Pan y que llamaba a su hija Campanilla. Aquella hacienda en el desierto de California era una sucursal del País de Nunca Jamás donde nadie tenía permitido crecer y hacerse adulto. Allí vivía rodeada de trenes eléctricos y animales enjaulados. Sin madre, pues había renunciado a su custodia en el acuerdo de divorcio, y con un padre que le ponía tutús y alas postizas. Que Paris y sus hermanos, Prince Michael I y Prince Michael II, eran cautivos en un cuento de hadas no es una exageración. No iban al colegio. No tenían amigos de su edad. Sin embargo, Paris lo metabolizó como si la vida normal fuera eso. No tenía elementos para comparar. «Teníamos profesores particulares. Si estudiábamos, luego podíamos ver una peli en la sala de cine de la mansión y ver a los animales en el zoo privado; si nos portábamos mal, nos quedábamos en nuestro cuarto».Pero aquello no era ni medio normal. Y la abuela paterna, Katherine, intentó poner algo de sentido común cuando asumió la tutela de sus nietos, tras la muerte de Michael en 2009. Los mandó al colegio, para empezar… Paris, sin embargo, no se adaptó. Ya iba muy tocada. Había visto agonizar a su padre tras la dosis letal del anestésico que le inyectó su médico. Tenía 11 años. «Eso es algo insuperable», confesaría más tarde. El funeral multitudinario y televisado tampoco la ayudó. «Ha sido el mejor papá que cualquiera pueda imaginar y solo quiero recordarle que le quiero», dijo ante las cámaras. Hasta ese momento, los norteamericanos solo la habían visto en público ataviada con máscaras y capuchas, pues Michael Jackson hiperprotegía a sus vástagos de los focos. Y, de repente, su rostro estaba en todas partes. Su abuela recuerda que Paris hizo un santuario en su habitación y que hablaba con su padre todas las noches antes de acostarse. «Se acuesta mirando el altarcito y se despierta igual».Su abuela cuenta que Paris hizo un santuario a su padre en su habitación y que le hablaba todas las noches al acostarse
La vida loca
Su paso por el instituto fue salvaje. Drogas y alcohol. Y una violación perpetrada por un desconocido mayor que ella y de la que nunca habló a su familia, según reconoció a la revista Rolling Stone. No pudo gestionar el trauma y un día se tomó 20 ibuprofenos y se cortó las venas. Los Bomberos hicieron público el audio de la llamada de socorro. Paris se percató de que ni siquiera le iba a estar permitido morirse en paz. Se cubrió el cuerpo de tatuajes. 50. Algunos para esconder las cicatrices de los brazos, otros dedicados a su padre; letras de canciones, mensajes de autoayuda… Se dijo a sí misma: «¡Puedo con todo!».Sobrevivió. Reside en Los Ángeles y Nueva York. No se separa de Koa, una mestiza de pitbull adoptada. Maneja las redes sociales con desparpajo y sin intermediarios. Tiene casi un millón y medio de seguidores en Instagram y otros tantos en Twitter. Y le resbalan los comentarios malévolos sobre quién fue su verdadero progenitor [varios son los candidatos que dicen haber donado semen]. «Michael siempre fue mi padre y siempre lo será», zanja.
Más parecida a Madonna que a Michael
Rubia platino y con los ojos azules, Paris proclama su negritud. En teoría es hija biológica de Michael Jackson, aunque se concibiese por inseminación artificial. «Mi padre me dijo que debía estar orgullosa de mis raíces negras».El complot
Paris, en la foto con sus hermanos, está convencida de que hubo un complot para asesinar a su padre. «Me dijo que iban a por él». Solo fue condenado su médico particular, Conrad Murray.
El novio
Comparten tatuajes y peinados, pero acaban de romper. Michael Snoody, bajista en el grupo Street Drum Corps, ha sido el último novio de Paris. Se conocieron en Alcohólicos Anónimos.Amigas al fin
Paris conoció a su madre después de la muerte de Michael Jackson. El acercamiento entre madre e hija ha provocado recelos en el clan de los Jackson.TITULO: REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - " SOMOS LOS ÚLTIMOS PISTOLEROS,."
fotos, " SOMOS LOS ÚLTIMOS PISTOLEROS,."
Reunimos en exclusiva a los tres grandes de la literatura en castellano, Javier Marías, Mario Vargas Llosa y Arturo Pérez-Reverte.
Piense en tres escritores de lengua española contemporáneos. Es casi imposible que no surja en su mente alguno de los tres protagonistas de estas páginas. Mario Vargas Llosa, Arturo Pérez-Reverte y Javier Marías son, probablemente, nuestros tres autores más universales. Por eso, nada como reunirlos para celebrar el inminente inicio de la Feria del Libro. Pasión, memoria y sabiduría conviven en esta conversación única entre tres grandes de las letras españolas.
Si, en lugar de leerla, pudiera usted escuchar esta conversación entre estos tres escritores, no lo dude, en su mente quedaría fijada para siempre la risa de Mario Vargas Llosa. El Nobel de Literatura celebra a carcajadas contagiosas, vitales, clave quizá de su lucidez a los 81 años, los comentarios maliciosamente cariñosos que Arturo Pérez-Reverte le lanza a su amigo y colega Javier Marías y la elegancia con la que este los recibe. Palabras como complicidad y respeto, totalmente mutuo, sobrevuelan al aperitivo por el comedor privado de El 38 de Larumbe, el restaurante madrileño donde estos tres académicos de la RAE -sillas L, T y R- se disponen a almorzar. Dos palabras omnipresentes que van dejando espacio, de forma progresiva, a otras como pasión, trabajo, lecturas, memoria, infancia, educación, machismo, elitismo, pesimismo y otros ‘-ismos’; o a nombres como Flaubert, Stendhal, Hitchcock, John Ford e incluso Pokémon, por adelantar algunos. Surgida a modo de celebración previa de la Feria del Libro -arranca el próximo viernes en Madrid-, esta cita única es, de algún modo, un homenaje a quienes aman la lengua, la literatura y, al igual que Vargas Llosa, Marías y Pérez-Reverte, entienden el placer de leer como «una experiencia privilegiada» sin la cual nuestra sensibilidad y nuestra fantasía quedarían gravemente dañadas. De la mano de la colombiana Pilar Reyes, editora de Alfaguara y, a la sazón, una de las personas que mejor conoce la intimidad literaria de estos tres autores de novelas, relatos, ensayos, artículos, obras de teatro y otros artefactos literarios, la conversación arranca inquiriendo sobre sus respectivos hábitos de escritura. Toma la palabra Mario Vargas Llosa.
Arturo Pérez-Reverte. ¡Claro, somos profesionales! Yo, de hecho, me lo tomo como ir a la oficina. Me levanto y, tenga o no ganas, me siento al ordenador.
Javier Marías. Yo siempre escribo a máquina y, además, página a página. Trabajo cada una hasta la extenuación, hasta darla por buena, aunque eso me obligue a teclear cada una cinco veces. Pero me funciona. Me voy acostumbrando a ella, la voy asimilando y, además, no releo nada hasta que he finalizado la novela.
Vargas Llosa. ¡Escribes a máquina! Y tendrás una buena reserva de cintas, porque…
Marías. Bueno, hay una papelería cerca de casa que me las trae. Siete cada vez.
Pilar Reyes. ¿Y cómo son sus rutinas?
Pérez-Reverte. Yo me levanto y estoy hasta las dos, dos y media. Por la tarde reviso y lo dejo listo para el día siguiente. Escribo seis horas cada día…
Marías. ¿Tú? ¡Qué va, qué va! ¡Pero si viajas casi todos los días de tu vida!
Pérez-Reverte. ¿Qué quieres decir, que las novelas me las hace un negro? [Se ríen a carcajadas]. Lo que pasa es que me disciplino mucho, no como tú. Es que Javier se acuesta tardísimo. Le llamas a las doce y no existe, no es persona. ¡Es un vegetal!
Marías. Pero bueno, ¿qué mérito hay en madrugar? Yo duermo lo mismo -de cuatro a once o un poco más- y trabajo por las tardes.
Vargas Llosa. ¡Te acuestas a las cuatro! Yo no, yo siempre me levanté muy temprano, desde chico. Duermo cinco horas y media lo más y me voy al gimnasio. Una hora. Todos los días.“Es importante mantener vivos los ideales, actuar como si la muerte fuera un accidente. Hay que ser optimista. No hay alternativa” -Vargas Llosa-
Pérez-Reverte. Así está como está el tío [se ríen]. Por cierto, Mario, de Javier ya lo sé, pero tú, cuando estás con una novela, ¿te vitaminas con libros, con autores que te crean estado de ánimo?
Marías. ¿Te refieres a lo que dijo Faulkner en aquella entrevista a la Paris Review, que lo primero que hacía era leer unas páginas de la Biblia para ponerse a tono?
Pérez-Reverte. Sí. A mí me pasa con Conrad. Cuando estoy que necesito, no inspiración: vitaminas, energía, ganas de trabajar, por la tarde leo una o dos horas de Conrad y me dan ganas de seguir siendo escritor.
Vargas Llosa. Dirás que es algo un poco perverso, pero ¿tú sabes qué me levanta el ánimo? Cuando estoy desmoralizado leo el suicidio de Madame Bovary, que se toma el arsénico en el cafarnaum y hay esa descripción absolutamente genial donde se le va descomponiendo la cara, ¡hasta que le salta la lengua! La perfección de esa escena atroz, la belleza de la descripción tan precisa…
Marías. A mí Shakespeare me resulta realmente fértil. Abres algo al azar y encuentras frases enigmáticas que ves que deben de tener un recorrido…
Pérez-Reverte. Es que hay autores que te dejan puertas entornadas que tú tienes que abrir. Por eso releer es tan importante. Tu corazón y tu cabeza han cambiado y el libro es nuevo.
Vargas Llosa. Y, de pronto, descubres cosas que se te pasaron… En todas las obras maestras encuentras más cosas de las que viste en la primera lectura.
Pilar Reyes. Tú decías, Javier, que no podrías volver a leer a Faulkner.
Marías. Sí, le tengo un poco de miedo…
De derecha a iazquierda: Arturo Pérez-Reverte, Mario Vargas Llosa, Javier Marías y su editora, Pilar Reyes, en el restaurante madrileño El 38 de Larumbe
Vargas Llosa. Yo nunca he podido releer la trilogía de Los tres mosqueteros. No me he atrevido, fíjate, porque fue una lectura tan fundamental que tengo miedo de que no sea ya lo que fue para mí. ¡Me cambió la vida!Marías. Pues es tan buena que, incluso literariamente, es mejor de lo que probablemente crees que es.
Pérez-Reverte. Para un joven lector es EL libro. Lo he leído varias veces. La última hará unos cinco años. Aún me emociono y se me moja el lagrimal con la muerte de Portos en la gruta de Locmaria, cuando dice: «Es demasiado peso».
Vargas Llosa. ¡Oh, sí! Y lo que dice el narrador. «Es la primera vez que pensó en lo que ocurriría si él no corría. Y eso lo dejó paralizado». ¡Maravilloso!
Marías. ¿De verdad no la has releído?“Mi inseguridad al escribir una novela es irremediable y empeora con los años. Y luego está ese temor a que, por las prisas, estropees el final” -Marías-
Vargas Llosa. No, desde niño. ¡A mí me marcó la infancia! Soñé y soñé con la historia de los mosqueteros.
Pilar Reyes. Recuerdo el artículo por tu 80 cumpleaños donde decías que, de tu infancia, te acordabas más de personajes de ficción que de personas reales…
Vargas Llosa. Sí, claro. Esos personajes están mucho más vivos en la memoria que mis compañeros de colegio.
Marías. Pero es natural, porque en las novelas asistes a la vida de alguien…
Pilar Reyes. Esa es la riqueza del niño lector, que vive dos vidas: la de su día a día y la de los libros, que es tener otra memoria.
Pérez-Reverte. Sí, multiplicas la vida por todos los libros que lees. Por eso la infancia de un niño lector es tan rica, porque vive mil vidas, hace mil viajes y llega a la adolescencia con mil mundos visitados y con mil amigos con los cuales ha vivido, ha luchado y ha viajado. Un niño lector tiene una riqueza que…
Marías. Y un aprendizaje de la naturaleza humana que nunca alcanzas en la vida real. Además de una pérdida de la ingenuidad; y a salvo, ya que no vive, en realidad, las situaciones de peligro de las novelas.
Vargas Llosa. ¿Y qué pasa con los niños de hoy que no leen? Es una experiencia privilegiada y si no la tienes, de alguna manera por lo menos, tu sensibilidad y tu fantasía son menos ricas. La relación con la imagen jamás puede ser tan rica para un niño como la que establece con un personaje de ficción, esa historia que al niño lo deslumbra, lo hechiza, que envuelve sus sueños…
Pérez-Reverte. Estamos de acuerdo. Aunque el mundo que viene es muy distinto al nuestro y habrá que estar adiestrado para sobrevivir en él.
Vargas Llosa. Bueno, claro, pero no estoy seguro de que sea mejor para la formación de la personalidad que el mundo en el que la literatura era un ingrediente fundamental.
Pérez-Reverte. Sin duda. Pero estando de acuerdo con eso diré que, aunque yo no sé encontrarle la épica a Pokémon, a lo mejor un chico de doce años sí. No sé, los grandes mitos ya no llegan por la literatura a los jóvenes, llegan por los videojuegos. Ojo, no es que juzgue si es bueno o malo, pero me pregunto qué va a salir de ahí. Mi curiosidad es cómo será el joven culto del año 2050. No será como el de 1950, desde luego.
Marías. Yo veo que se ha perdido estructura, tempo, pausa, expectativa… Las novelas podían ser más trepidantes o más pausadas, pero siempre había eso. Y en el cine también. Eso sí que me parece una pérdida, porque la verdadera vida sí tiene eso: condensación, pausa, espera, amenaza…
Pilar Reyes. ¿En breve la novela será un género para unos pocos?
Vargas Llosa. La literatura no va a desaparecer, pero será cada vez más marginal. La poesía, la novela, los ensayos… Será un margen muy grande, numeroso, pero ya no representará, de ninguna manera, la orientación central de la cultura, de la vida creativa.
Pérez-Reverte. Mario, ¡es que somos los últimos pistoleros! [Se ríen a carcajadas].“El sistema está creado para machacar cualquier destello de brillantez o independencia. ¡Es el triunfo de los torpes!” -Pérez-Reverte-
Vargas Llosa. A propósito, anoche estuve con Fernando Savater y contó una cosa que me dejó muy intrigado. Había dado una vuelta por la universidad en San Sebastián y se había quedado impresionado con la cantidad de carteles que había contra el amor romántico…
Pérez-Reverte. Porque es machista…
Vargas Llosa. Sí, el amor romántico como ingrediente fundamental de la explotación, la discriminación y la violencia de género; la fuente de todo lo que anda mal en la sociedad. Pero si el amor no es romántico, ¿qué cosa es? Es que sin amor romántico, simplemente, ¡ya no hay amor!
Marías. Ortega decía: «El español se caracteriza por tomar al rábano por las hojas» [se ríen a carcajadas].
Vargas Llosa. Pero es que el mundo entero está tomando el rábano por las hojas. Es francamente inquietante.
Pérez-Reverte. Mirad, cuando salió Falcó, mi novela, que ya sabéis que es un espía torturador, asesino, sin escrúpulos…, una periodista me dijo: «Oiga, pero este personaje es que no respeta el no de una mujer». Fíjate: lo que le llamaba la atención de un torturador y un asesino es que no respete el no de una mujer. Es un síntoma significativo de lo que viene.
Marías. Bueno, y ya si es un narrador en primera persona, como en mis novelas. «Es que usted dice…». Oiga, que yo no digo nada, lo dice el narrador que es tan personaje como los demás. Y se quedan así, como diciendo: «Ya, pero lo ha escrito usted…».
Pérez-Reverte. Lo cargan todo a tu cuenta personal. Te hacen responsable de lo que piensa cada uno de ellos.
Pilar Reyes. ¿Y les ha pasado de gente que se acerque y les cuente historias de vida para que ustedes las escriban?
Marías. Sí, sí. A esos les digo: «Bueno, ¡pero escríbala usted!» [se ríe].
Pérez-Reverte. Escribí un artículo sobre eso, ¿te acuerdas, Javier? De una vez que me vino uno que me dijo: «Ah, don Arturo tal y tal. Pues es que yo quiero escribir una novela». «¿Sobre qué?», le pregunté. «Ah, no sé, quiero escribir una novela» [empiezan a reírse]. Y le dije: «¿Y por qué no compone usted una canción?». «No, no, una canción es muy difícil» [se ríen más]. En fin…
Marías. ¡Con lo difícil que es escribir una novela!
Pilar Reyes. Quería preguntarles: ¿Han aprendido algo para el arte de narrar de alguna secuencia cinematográfica?
Vargas Llosa. Yo aprendí una cosa del cine: la velocidad. En la novela antes había descripciones muy largas. La novela moderna ha cambiado totalmente por la influencia del cine.“Dicen que el amor romántico es ingrediente fundamental de la violencia de género. Pero si el amor no es romántico, ¿qué es? -Vargas Llosa-
Pérez-Reverte. Sí, el cine nos ahorra mucho trabajo, porque apelas a esa memoria audiovisual del lector y no tienes que describir tanto. En mi caso, John Ford es fundamental en mi vida como escritor. Con él aprendí que un secundario sólido te garantiza un buen hilo narrativo. Esos sargentos de Ford fueron decisivos para mí. Y hay escenas que aún me ponen la piel… En Fort Apache, que sale la caballería y las esposas ven irse a los héroes; en mis tiempos de reportero, yo vi salir a los hombres a luchar y a las mujeres mirándolos, como en aquella película que vi de niño… «No puedo verle. Solo veo las banderas». ¿Te acuerdas? O cuando John Wayne le quita del cuello el pañuelo a Constance Towers [en Misión de audaces]…
Marías. Son detalles mínimos, pero te enseñan que los detalles en las novelas son sumamente importantes. A veces, es una sola línea la que provoca la emoción. Yo del que más he aprendido para la narración es de Hitchcock. Tiene una técnica narrativa extraordinaria. Hay una escena de Marnie la ladrona en que la protagonista abre una caja fuerte mientras, en planos alternos, hay una señora de la limpieza en el pasillo que se va acercando hacia donde está ella. No la ve. Y se acerca y se acerca… La va a pillar. Y, de pronto, a Tippi Hedren se le cae el bolso, hace ruido y, entonces, resulta que la mujer es sorda [se ríen].
Pérez-Reverte. ¡Era un maldito genio!
Vargas Llosa. Hombre, pero de las novelas también recuerdo episodios imborrables. En Esplendores y miseria de las cortesanas [de Balzac] hay una escena con el protagonista sentado en una diligencia frente a una señora que, percibe de pronto, cada vez que hay un bache se toca la rodilla. ¡El viaje entero él lo pasa concentrado en la rodilla! Es de una delicadeza, de una inteligencia…
Pérez-Reverte. ¡Qué maravilla!
Pilar Reyes. Los tres son académicos y escritores. ¿Hay discusiones en la RAE entre escritores y lingüistas?
Pérez-Reverte. El problema que se da más a menudo deriva de que ellos tienen una visión fría de la lengua, como ladrillos de una pared; les da igual lo que escriba Vargas Llosa o el prospecto de un medicamento, mientras que nosotros tenemos cada mañana 20 problemas por resolver en forma de frases, tildes, punto y coma… Ahí sí que tenemos ásperas discusiones.
Marías. Nosotros tenemos algo que, a menudo, filólogos, lexicógrafos y lingüistas no tienen, que es, no sé cómo definirlo: un sentido de la lengua, del matiz de las palabras.“El niño lector tiene un aprendizaje de la naturaleza humana que no se alcanza en la vida real. Además de una pérdida de la ingenuidad” -Marías-
Vargas Llosa. Claro, una cosa es trabajar con la lengua viva y otra con la lengua inmovilizada por la ciencia.
Pérez-Reverte. Tenemos oído, como el músico. La experiencia y el adiestramiento te generan un sentido del ritmo que no está en las reglas. Detectas si algo va mal… En literatura, todo aquello que funciona es válido y lo que no funciona no es válido. Venga de la ley que venga.
Vargas Llosa. ¡Absolutamente! Esa es la gran frontera con ellos; que tenemos una intuición instantánea de la incorrección. Una música. Sientes que falta o que sobra algo. Es muy subjetivo y si algo te chirría en una frase eso determinará, finalmente, que la consideres correcta o incorrecta.
Marías. La cuestión del ritmo de la prosa es esencial. Me puedo estar equivocando, pero percibo esa música y soy capaz de rehacer una página entera, y a máquina, porque necesito una esdrújula, ese adjetivo…
Vargas Llosa. Sí, yo rehago mucho, corrijo mucho, y hay que ser implacable. Es Flaubert puro. cortar, corregir, cortar; no ser complaciente con uno mismo respecto a las palabras. Hay que meter el hacha. Aunque también el exceso de autocrítica puede ser muy destructor. Si insistes en corregir y en rehacer, puedes estropear lo que estaba bien. Hay que saber cuál es el límite.
Pilar Reyes. Los personajes de Mario, por ejemplo, tienen una especificidad de habla muy clara, muy trabajada…
Vargas Llosa. Es que un personaje se define por su manera de hablar. Hay ciertas expresiones que solo las puede decir una persona de un cierto sector social y que otro no diría jamás.
Marías. Yo no hago eso.
Pérez-Reverte. Porque la franja social de tus personajes es muy homogénea. Todos, pijos [carcajadas].
Marías. No, no son pijos [siguen riéndose los demás]. Es gente normal, más o menos cultivada… Si miras a la literatura española eso casi no ha existido.
Pérez-Reverte. ¡Estoy de coña, Javier! Oye, otra pregunta: ¿qué palabra de la lengua española es la que más os gusta?“Mi palabra favorita es ‘ultramarinos’. Tiene latín, historia, mar, tiene América, tiene hasta aroma.Es una novela de palabra” -Pérez-Reverte-
Vargas Llosa. ‘Libertad’. Es maravillosa. Es una palabra rica, positiva, a pesar de estar manoseada, tan mal usada.
Pérez-Reverte. La mía es ‘ultramarinos’. Lo tiene todo. Tiene latín, tiene historia, tiene mar, tiene América, tiene hasta aroma; huele a las tiendas de ultramarinos. Es una novela de palabra. Me encanta.
Marías. La mía es una palabra muy literaria. ‘Remembranza’, que es una palabra preciosa.
Pérez-Reverte. Hermosísima. Y te va mucho. Las tres que hemos dicho corresponden a nuestra literatura.
Vargas Llosa. Bonita pregunta, sí.
Pilar Reyes. Quería preguntarles por la distinción entre escribir novelas y artículos de opinión, que los tres escriben y que son ejercicios tan distintos.
Vargas Llosa. Pero complementarios, porque es muy peligroso que la literatura se corte de la vida, de la calle…
Marías. A mí me choca que soy mucho más sincero y brutal en las novelas que en las columnas, porque con estas tienes más presión. Antes decíamos que la gente te confunde con tus personajes o tus narradores, pero aquí lo digo yo y lo opino yo. Y muchas veces piensas: «Bueno, voy a decir algo que no caerá muy bien, pero tampoco voy a amargarles el domingo con algo terrible y pesimista».
Pilar Reyes. Hay una columna de Arturo, la que ganó el Premio Don Quijote de Periodismo, que me pareció especialmente deprimente.
Pérez-Reverte. Los godos del emperador Valente. Sí, pretendía decir que todo el sustrato sobre el cual se han cimentado los grandes avances de libertades, de los derechos del hombre, la idea de Europa como faro del mundo se está yendo al carajo. Soy muy pesimista respecto al futuro de ese mundo, desde Homero hasta hoy; todo eso se está desmoronando.
Vargas Llosa. Pero eres tan pesimista de verdad o es un rato de mal humor que…?
Pérez-Reverte. Lo soy de verdad. Voltaire, Montesquieu, Montaigne, Cervantes… están condenados a muerte.
Vargas Llosa. Pero es un pesimismo que no tiene justificación. El mundo entero está mucho peor que Europa.
Pérez-Reverte. Pero Europa era el faro y su luz está parpadeando.
Vargas Llosa. Yo creo que es imposible que una persona como Arturo tenga pesimismo. Tú eres la negación del pesimismo. El trabajo que tienes, cómo enfrentas tu vocación…, hay una postura optimista en la base de todo eso.
Pérez-Reverte. Sí, pero desconfío de la condición humana. Todo se estrella en el mismo escollo.
Vargas Llosa. Ah, bueno. Está bien, esa vigilancia me parece justa, pero que no creas en este mundo…
Pérez-Reverte. Ahora te lo digo al revés. Lo raro es que un tío con tu experiencia, tu cultura y con lo que sabes del ser humano y del mundo en que vivimos siga siendo optimista [se ríen].
Vargas Llosa. No hay alternativa, viejo. Si no, te mueres.
Pérez-Reverte. A lo mejor eso te mantiene joven, precisamente. Tu vitalidad, tu actividad, tu vigor quizá tengan mucho que ver con que sigues teniendo fe en esas cosas.
Vargas Llosa. Es importante mantener vivos los ideales, actuar como si la muerte fuera un accidente.
Marías. ¿Sabes lo que pasa? La gente, en términos generales, cada vez sabe menos de Historia, cómo fue el mundo antes de que nacieran; hay desinterés y es muy difícil apreciar lo que tienen ahora.
Pérez-Reverte. Es que hoy, cuando un niño brilla desde el colegio todo el sistema está creado para machacar cualquier destello de brillantez, de inteligencia o de independencia, para que no deje a los torpes atrás. ¿Os dais cuenta del descrédito que la élite tiene y del acoso que hay? Es una de las peores amenazas que tenemos. Nos están dejando sin élites. ¡Es el triunfo de los torpes!
Vargas Llosa. Que haya una diferenciación de acuerdo con tu talento, tu capacidad de trabajo, tu contribución al bienestar general. Oye, si no hay eso, es que…
Marías. Junto con racista, machista y sexista, elitista es hoy el peor insulto. Hay una cicatería generalizada que no entiendo.
Pilar Reyes. Solo una última pregunta. Los tres están ahora terminando libros. ¿Cómo es ese estado final?
Pérez-Reverte. Te voy a hacer yo una interpretación de Javier. En cuanto Javier tiene una novela es una delicia de Javier. Es para llevárselo a casa. Pero cuando la empieza es insoportable. Dice: «No sé si la acabaré. Es malísima. No sé si la publicaré». ¡Que eres un agonías! [Se ríen].
Marías. No, no…
Pérez-Reverte. ¿Cómo que no? Aquí está un testigo [señala a Pilar Reyes]. Ahora bien, cuando está a punto de terminarla y ya la ve, se relaja y es feliz, encantador, sonriente [se ríen]. ¿Es o no es así, Javier Marías?
Marías. No es así, porque yo procuro ser agradable en todo momento [carcajadas]. Cuando cierro la máquina, no doy la lata. Si tú me preguntas, pues te digo: «Lo que estoy escribiendo es una porquería». Es verdad.
Pérez-Reverte. «No sé si la terminaré, no sé si esta novela…».
Marías. «Debería tirarla, es una porquería» [se ríe]. Mi inseguridad es irremediable y empeora con los años. Y luego también hay el cansancio y el temor a que por las prisas estropees el final: «Aquí me tengo que calmar, aplacar las prisas, mantener el tempo, el ritmo; no puedo, de pronto, abreviar». Y es una tentación.
Pérez-Reverte. Lo mío es un proceso continuo. Termino una novela y ya tengo en la cabeza la siguiente.
Marías. ¡Es intolerable! [Se ríe]. ¿Acabas una y tienes la siguiente?
Pérez-Reverte. A la semana yo ya estoy escribiendo otra. Una novela que estás terminando no te aburre, pero ya es demasiada convivencia. Te apetece cambiar, sentir otra vez ese estado de expectación, dormirte cada día pensando en lo que escribirás por la mañana. Levantarme y decir: «¡Me toca novela nueva!». En vez de: «¡Maldita sea, me toca artículo!» [se ríen todos a carcajadas].
Pilar Reyes. ¿Tú sabes que Javier lleva la lista de cuántas páginas escribe cada mes?
Pérez-Reverte. Es un psicópata [se ríen]. Te debes a tu leyenda.
Marías. Y también la lista de cuántos días he podido trabajar. El año pasado fueron 161 días que no pude hacer nada. Cuando hago una interrupción de cuatro, cinco, siete días, vuelvo -me cuesta, pero vuelvo- y a menudo me digo: « ¿Y quiénes son estos? ¿Qué es lo que les está pasando? Si ya no me acuerdo de nada» [se ríe].
Vargas Llosa. Como la historia de Balzac, que escribía tres novelas a la vez y las historias se le confundían y los personajes se le cruzaban. Y al final encontró la manera maravillosa esa de hacer saltar a los personajes de las historias. ¡Pero es que le ocurría en la vida real! ¡Fantástico!,.
TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA -ECHANDO PAN A LOS PATOS,.
foto - reloj, ECHANDO PAN A LOS PATOS,.
A veces algún amigo me pregunta por qué me mantengo activo en Twitter, con el tiempo, dicen, que eso quita de leer. Y mi respuesta siempre es la misma: como experimento, las redes sociales son fascinantes, siempre y cuando vayas a ellas con cuidado y con la debida formación. Tienen la pega de que no jerarquizan el caudal, y allí hace el mismo ruido una opinión de un filósofo, un científico o un historiador que el eructo de un indocumentado imberbe al que jalean populistas y analfabetos; pero para eso, como digo, está el currículum de cada cual. Para diferenciar el oro de la basura. El problema es que los sistemas educativos actuales, con su obsesión por aplastar la inteligencia crítica y fabricar borregos en masa, van a limitar mucho ese sano ejercicio en el futuro. Pero bueno. Ni yo voy a estar aquí para verlo –o al menos no demasiado tiempo– ni ése es el motivo de que hoy teclee estas líneas.
Twitter, en particular –Facebook es algo más sofisticado, con filtros más serios–, tiene para un sujeto como el arriba firmante una utilidad práctica. Me mantiene en contacto con la irrealidad del mundo real. Para ser más claro, con usos, costumbres y formas de ver la vida que, de permanecer aislado en mi biblioteca, el mar y la escritura de novelas, me serían cada vez más ajenos. Y lo de irrealidad del mundo real no es una errata. Lo más fascinante de las redes sociales no es su reflejo de la realidad, sino la faceta dislocada, absurda a menudo, que de ella muestran. Hay allí opiniones, puntos de vista, material absolutamente documentado y respetable, por supuesto. Pero lo más instructivo ocurre cuando lo que revelan es lo contrario. Cuando las redes se convierten en retrato disparatado, caricatura grotesca del ser humano construyendo o pretendiendo hacerlo, con la osadía de su ignorancia, la arrogancia de su vanidad o lo turbio de su infamia, un mundo virtual que nada tiene que ver con el real. Un conjunto de usos y códigos artificiales que, además, pretende imponerse, inquisitorial, sobre el sentido común y la inteligencia.
No entraré en ejemplos, pues los tenemos a la vista. Basta asomarse a Internet y ver cómo allí se deforman y manipulan, sin el menor pudor ni consideración, toda clase de ideas y conceptos, incluso los más nobles. Y así, asuntos serios y urgentes como los derechos de los animales, la convivencia social, el feminismo, el respeto a la mujer, la lucha contra el racismo, la política, se ven constantemente envilecidos por aquellos que, paradójicamente, a veces con más voluntad y fanatismo que preparación real o dotes intelectuales, los desacreditan al proclamarse, sin otro título que la propia voluntad o capricho, sus defensores a ultranza.
La razón es simple y triste: las nuevas tecnologías, que deberían hacernos más preparados y más libres, también contribuyen a hacernos más estúpidos. No es ajeno a eso el hecho de que las redes sociales estén en manos de multinacionales que buscan clicados rápidos y tráfico intenso a toda costa. Hasta no hace mucho, alcanzar voz pública requería pasar una serie de filtros naturales basados en formación, educación y, por supuesto, talento personal o capacidad expresiva. O valías, o tenías algo que decir y sabías decirlo, o nadie te prestaba atención. La voz que llegaba a hacerse oír estaba, a menudo, respaldada por la autoridad que esos filtros naturales le conferían. Ahora, ese importante territorio se ha democratizado y cualquiera puede acceder a él. Afortunadamente, hay más voces para elegir. Más lugares para opinar. Pero eso, que tiene innumerables ventajas cuando esas voces tienen un peso específico valioso, se vuelve desventaja cuando el opinador es una mula de varas, un demagogo perverso o un imbécil que grita fuerte.
Es muy interesante asomarse a las redes, como digo. Arrojar piedras al estanque y ver cómo se expanden las ondas. Observar, incluso, los efectos que estos mismos artículos, que escribo hace 25 años, tienen ahora cuando rebotan, se reinterpretan y manosean. O provocar reacciones. Echar pan a los patos, como dije alguna vez, y observar cómo actúan. Ser uno mismo pato de infantería, nadando entre todos, mientras observo a quienes mantienen serenos la cordura y flotan inteligentes entre el cuac-cuac, y a los que, enloquecidos, se abalanzan sobre las migas proclamando su hambre, su ignorancia, su mediocridad y en ocasiones su puerca vileza. De esa forma, a mi edad y con mi biografía, sigo aprendiendo cosas sobre el mundo en el que vivo o me expongo a vivir, y miro todavía al ser humano aprendiendo de él cada día. Con la lucidez suficiente para no amarlo y con el afecto necesario para no despreciarlo. Y también con eso escribo novelas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario