María Neira - foto,.
Biografía
María Neira estudió medicina en la Universidad de Oviedo y realizó sus estudios de especialización de endocrinología en Francia. Ejerció la medicina con Médicos sin fronteras, en Centroamérica. Más tarde se trasladaría con la ONU a Mozambique y Ruanda. Ingresó en la Organización Mundial de la Salud como directora del departamento de Prevención y Erradicación de Enfermedades Infecciosas. Tras esto, en 2002, fue nombrada presidenta de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, trasladándose a Madrid.2 Pocos años después regresó a Ginebra para continuar su trabajo en la OMS, ya como directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente.3 En el año 2006 fue condecorada por el gobierno francés con la Órden del Mérito Nacional. En 2009 acompañó a la directora de la OMS, Margaret Chan, para recoger el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional y en 2015 recibe el Premio "Woman" de manos de la Reina Letizia.María está casada con el italiano Salvatore, que trabaja en Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), y tiene un hijo.
TITULO: PESADILLA EN LA COCINA - JUEVES -16- MARZO - Francisco Javier Irazoki - ELEGIA A UNA HERMANA,.
PESADILLA EN LA COCINA - JUEVES -16- MARZO ,.
Pesadilla en la Cocina es un programa de televisión español de telerrealidad culinaria, presentado por el chef Alberto Chicote, emitido habitualmente los jueves a las 22:30 en La Sexta.
Alberto Chicote con Pesadilla en la cocina recorre los restaurantes de toda España para intentar solucionar los problemas de negocios al borde de la quiebra.,etc.
Francisco Javier Irazoki - ELEGIA A UNA HERMANA,.
AUTORRETRATO - foto-Francisco Javier Irazoki ,.
Lo
mejor de mi cara es la lechuza. Vive impasible, subida a unas zarzas blancas.
A veces noto el roce de su plumaje amarillo en la frente, o de sus uñas
negras que dan cuerda al tiempo en mis arrugas. Me desvela las noches
en que caza demasiado, y las mujeres me consolaron al oír su graznido
lúgubre cuando volaba. Si me pongo delante de un espejo, no puedo
sostenerle la mirada.
PALABRA
DE ÁRBOL
No
conocí al que murió en el vientre de mi madre. La abuela
lo recogió, dijo que era grande como un guía y lo puso en
el hoyo que el padre había cavado entre las raíces de mi
higuera preferida.
Yo pasaba tardes enteras bajo el gris áspero de las hojas del árbol,
esperando que naciesen los higos. Cogía al fin el fruto blando
y tocaba su piel negra que después deshacía en tiras. Cada
hilo era una puerta para adentrarme en mi hermano muerto y lo paladeaba
al ritmo lento de un viajero antiguo. Luego rompía con los dientes
las semillas menudas del interior. Ellas contenían palabras, voces
que subieron por la savia de la higuera.
Los otros niños crecieron descubriendo aventuras. Para mí,
crecer fue sentir el paso del tiempo al escuchar los mensajes que un muerto
me enviaba desde sus frutos.
Alguien quiso una ceremonia devota en aquel lugar. De la cartera de mi
ojo derecho saqué una lágrima inmóvil. Una lágrima
petrificada que se transformó en blasfemia de fuego cuando la deposité
en la escudilla situada a los pies de los ídolos.
LECCIÓN
DE PÁJAROS
Nevaba
cinco o seis veces al año. Pero era de verdad, y los prados, las
casas y los árboles amanecían cubiertos del color blanco
que cegaba a los caballos. Éstos rompían con sus cascos
la nieve, en busca de un poco de hierba sepultada, o golpeaban con el
hocico las ramas, y morían después de comer las hojas de
los tejos. Los pájaros, hambrientos, les despedían con un
réquiem muy delgado.
Veíamos el vuelo desorientado de los petirrojos y tordos, hasta
que descubrían la abertura de la vivienda. Entraban en aquel túnel
y caían a un desierto de oro: el suelo del desván cubierto
de mazorcas de maíz.
Algunas aves llegaban sin energía para comer los granos sobre los
que enseguida se desplomaban. Yo, niño pequeño, apretaba
con fuerza sus bultos para fundir los hielos de la muerte, y descendía
rápidamente a la habitación donde una cocina de leña
caldeaba los cuerpos de mi familia. Colocaba los pájaros cerca
del horno. Ardían unos troncos de manzanos y cerezos sobre los
que esos pájaros cantaron el verano anterior. Los árboles
cortados por el hacha de mi padre agradecían con el calor los cantos
que aliviaron su vejez.
Esta fue la primera enseñanza. Vi pronto la sombra, aunque blanca,
y el vuelo frágil que quería esquivarla.
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