DESAYUNO CENA - MARTES - MIERCOLES - PERIODISMO EL PAPEL DE LA VERDAD, fotos.
Periodismo: el papel de la verdad,.
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Pese a las predicciones agoreras, el periodismo no muere, sino que muda de piel. «La clave es combinar el mejor reporterismo con la tecnología más avanzada», dice el jefe digital de ‘The Washington Post’,.
Decía Ben Bradlee, el mítico director de ‘The Washington Post’ que hizo dimitir al presidente Richard Nixon por las revelaciones del diario sobre el ‘caso Watergate’, que los periodistas eran los «mejores detectores de mentiras». En plena era de la posverdad y las noticias falsas, este axioma cobra fuerza. Pese los augurios funestos, alimentados por la incertidumbre que generan las revoluciones tecnológicas, el periodismo no ha muerto. Al contrario, está más vivo que nunca. Miles de profesionales salen cada día a la calle para observar la realidad, interpretarla con ayuda de expertos, aportar datos y escribir con su firma (garantía de responsabilidad) historias que permitan a los lectores construir su opinión, pero que también les informen, emocionen, sorprendan, entretengan o agiten su intelecto. Eso es el periodismo. Contar la vida. Y contarla de verdad.
Con este compromiso cumplimos a diario los periodistas de Vocento, nuestro grupo editorial. Desde ‘El Norte de Castilla’, decano del grupo y la cabecera más antigua de España, donde lo llevan haciendo desde hace 163 años, a SUR, desde hace 80 años. Y así, en los otros diez periódicos de Vocento, que celebra su quince aniversario este 2017.
Mucho antes de esos tres lustros, las redacciones estaban dominadas por el martilleo de las máquinas de escribir y de la neblina del humo del tabaco que se colaba entre los teclados de las ‘Olivetti’. Tiempos ya pasados que añoran los más veteranos y que no volverán. La linotipia es ahora una pieza de museo. Pero quizá dentro de unos años también lo sean los móviles en los que hoy se consume la información. La revolución tecnológica ha sido una constante en nuestra profesión. Y lo seguirá siendo. Pero la esencia del periodismo permanece inalterable. Mikel Ayestaran, corresponsal de Vocento en Oriente Próximo, lo expresa así desde su experiencia: «Da igual que sea en 140 caracteres o en 14.000 palabras: lo importante es el fondo. Hemos cambiado la forma de comunicar, con más inmediatez y proximidad. Pero lo fundamental es el contenido. Aún no ha llegado el momento en el que una máquina sustituya el valor del testimonio directo que un reportero pueda dar sobre el terreno». La labor del periodista es clave, pero también–añade Ayestaran– la de otros artífices de la información, como los editores. «Recuerdo casos como el de Siria. El acceso a la información que tiene el reportero es limitado. Pero el volumen de datos publicados en la red es impresionante. La figura de la persona que filtra este material desde la redacción y, a la vez, mantiene una relación fluida con el reportero es fundamental».
Paradójicamente, esta vez ha sido la revolución tecnológica la que, lejos de matar el oficio, ha hecho que la sociedad lo pida a gritos. No es baladí que el diccionario Oxford haya elegido ‘posverdad’ como palabra del año. Ese fenómeno consiste en que ‘lo que aparenta ser verdad es más importante que la propia verdad’. Y tiene a Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, como máximo exponente. Uno de los ejemplos más sonados, el bulo de que Obama nació en África. Una mentira fabricada con tal delicadeza que pocos podrían decir si era tal o no. Y es que el medio digital y las redes sociales son un potente altavoz para mensajes que llegan a la sociedad. Y calan en ella independientemente de su grado de veracidad.
Contra las noticias falsasTal es el fenómeno de la difusión de noticias falsas que incluso se discute si ha influido en el resultado electoral estadounidense. Tal es su dimensión que partes interesadas como la red social Facebook ha anunciado a bombo y platillo su lucha contra ellas. En esta marea de informaciones sin referencia, los referentes, los medios tradicionales, cobran fuerza.
Diarios como ‘The Washington Post’ no han hecho otra cosa que hacer su trabajo con más ahínco si cabe: han redoblado su maquinaria periodística de ‘fact check’, es decir, comprobación de la veracidad de los mensajes de la mano de un profesional antes de difundirlos. Martin Baron, director del rotativo americano, ha incorporado más reporteros para seguir a la Administración Trump, ha aumentado la cobertura en todo el país –no solo la capital existe– y ha formado un equipo de investigación rápida: ocho periodistas en busca de la verdad que el poder esconde. Y la audiencia lo ha agradecido. Las suscripciones digitales se han disparado tras el triunfo del republicano. Algo que, según declaró Baron en una reciente conferencia en Madrid, se ha debido al «respaldo del público a un medio cuestionado por el poder». ‘The New York Times’ ha registrado el mismo auge.
Una vez más se demuestra que el lector responde al oficio bien hecho. Para el consejero delegado de ‘The New York Times’, Mark Thompson, lo que de verdad importa es garantizar que «las viejas generaciones entreguen sus conocimientos a las nuevas». A su entender, no hay mayor amenaza que «el desprecio del periodista a la audiencia». «La solución pasa por tomar a nuestra gente en serio, y eso es lo bueno que tiene un sistema por suscripción, que piensas en ellos como tu público, no como tus anunciantes», argumenta Thompson, un veterano periodista de 59 años que también fue director general de la BBC.
La relación de confianza que se establece con el lector es fundamental. Algo que brilla especialmente en medios locales e hiperlocales, muy vinculados a su comunidad. En este contexto, el periodista y su nombre es la firma de un compromiso. «Es muy importante controlar mucho de lo que hablas y que el lector lo sepa, que se fíe de ti. De ahí que la firma sea algo importantísimo. Cuesta mucho ganarla y muy poco perderla», observa por su parte el corresponsal de Vocento en Oriente Próximo.
El periodismo en Estados Unidos está ahora en el punto de mira porque le ha tocado lidiar con un presidente que trata a los medios tradicionales como «escoria». Pero, sin ir tan lejos, los profesionales del periodismo de Vocento comparten el mismo afán de sus colegas que trabajan para evitar que la ciudanía viva en una ‘realidad virtual’. Los formatos cambian y el modo en el que el periodista se relaciona con las fuentes y sus destinatarios también. Pero no la esencia. «La clave, a mi juicio, es combinar el mejor periodismo con la tecnología más avanzada para crear experiencias increíbles y distribuir esas experiencias a la audiencia más grande posible», explica Emilio García-Ruiz, jefe de la edición digital de ‘The Washington Post’. En este contexto, las redes sociales tienen hoy un papel importante. García-Ruiz piensa que la gente sabe filtrar la información mucho mejor de lo que se cree. «A mí me preocupa lo contrario: muchas personas sólo tienen información parcial porque no permiten opiniones contrarias en sus redes», argumenta el directivo de ‘The Washington Post’.
Mark Thompson, en resumen, recomienda no volverse loco con la acogida de las informaciones en redes sociales. Ni una película es buena por su recaudación ni una crónica es mala por las pocas veces que ha sido retuiteada. «Hay que tratar a nuestros lectores como adultos. No se puede dar por sentado que no les interesan las noticias serias ni que tienen poco tiempo para leer. Hay que tomarles en serio», sentencia.
Las redes socialesDesde el punto de vista del periodista, «las redes han cambiado nuestra forma de relacionarnos con las fuentes, de informarnos y también de dar eco a nuestro trabajo. Son fuente y plataforma. Pero nada más», apunta Ayestaran. Dar cuenta de la actualidad a diario con rigor es un duro trabajo que no siempre es ni conocido ni reconocido. Pero detrás de un párrafo aparentemente insignificante puede haber decenas de llamadas para comprobar que es cierto lo que se escribe. Y no solo eso: detrás de cada periodista hay un equipo de diseñadores, fotógrafos, editores, ilustradores o publicistas que hacen posible el arte de poner en la calle un periódico cada día o mantener informado al minuto a su comunidad a través de internet.
Hoy más que nunca, es necesario un periodismo que separe el trigo de la paja. «La democracia demanda un periodismo de calidad. La red pone a disposición del público una avalancha de información de forma anónima, lo cual pasa factura, porque es necesario discernir lo verdadero de lo que no lo es. El auge de las noticias falsas es consecuencia del peso decreciente del periodismo. Si la opinión pública está desinformada, la democracia hace aguas», sentencia Manuel Martín Algarra, catedrático de Opinión Pública de la Universidad de Navarra. Cuando publicar no cuesta nada, el filtro periodístico se convierte en un servicio social esencial.
- TITULO: DESAYUNO CENA - JUEVES - VIERNES - CUB@ MAS LIBRE,.
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Internet, hasta ahora coto de extranjeros y altos cargos del régimen, extiende sus redes de ADSL a los primeros hogares de la isla,.
- Después de varios meses de «pruebas piloto» y muchos años de espera,
la compañía telefónica de Cuba (ETECSA) anunció hace unos días la
comercialización del servicio de internet en las viviendas de la isla.
Hasta el momento, son 358 los hogares de La Habana Vieja que disponen de
módem ADSL para conectarse a la red. A precios muy elevados, que se
encarecen proporcionalmente al aumento de la velocidad de conexión. El
Gobierno se propone ir ampliando la oferta a otros barrios de la capital
a lo largo del año. Y próximamente, pero sin concretar todavía la
fecha, se ofrecerá la cobertura de internet en los móviles con
tecnología 3G.
Mientras fue experimental, entre el 19 de diciembre de 2016 y el pasado 28 de febrero, el servicio, bautizado como Nauta Hogar, se suministró a 858 domicilios de manera gratuita, aunque los planes iniciales hablaban de 2.000. Llegada la hora de su explotación comercial, y dado el nivel medio de los salarios, ¿quién se lo puede permitir? Según informaron medios locales, la suscripción de 30 horas mensuales cuesta entre 15 y 105 pesos convertibles (CUC); es decir, entre 14 y 98 euros. Si el cliente agota el tiempo y quiere extenderse, pagará 1,40 euros más por cada hora extra. El 14 de marzo, la empresa hizo público su primer balance: de los 358 clientes, 183 contrataron la velocidad más baja (128 kb); 99 eligieron la conexión a 256 kb, por 28 euros; 45 pagarán 47 por tener 512 kb, mientras que 16 hogares afrontarán un desembolso de 65 por un mega. Sólo 15 optaron por el paquete, digamos, premium, que sale casi cien euros por disfrutar de dos megas. En cualquier caso, los abonados se declaran «felices». Se acabó salir a buscar puntos de acceso en parques y en las cercanías de los hoteles. Además, les sale más barato que las tarjetas de conexión (1,50 euros la hora, o algo más si son de reventa).
«Nadie quiere quedarse colgado en medio de una conversación. Y muchas veces vas a ETECSA y te dicen que no hay tarjetas. Ellos tienen su 'rejuego'. Y entonces no te queda más remedio que comprarlas 'por la izquierda', y más caras», explicaba a este diario Jesús, un usuario. La empresa de telefonía comenzó en 2015 la instalación de zonas wifi abiertas, que ya alcanzan el millar en todo el país, y a las que se sumarán otras 180 a lo largo del presente ejercicio.
El acceso a las redes wifi aumentará si la oferta de datos llega de una vez a los teléfonos móviles, con más de cuatro millones de titulares. Este servicio, pese a ser de pago en pesos convertibles, ha experimentado un incremento del 50% desde 2012. La telefonía fija, que es subvencionada y muy barata -entre uno y dos euros mensuales por línea, mantenimiento y consumo de 300 minutos incluidos-, se mantiene estable en torno al millón y medio de líneas.«Los males» de la redOdalys Rodríguez del Toro, directora de la División de La Habana de ETECSA, sostiene que en una encuesta realizada entre los primeros usuarios del ADSL doméstico los resultados arrojaron «satisfacción con el servicio». No obstante, reconoce que «aún tenemos que mejorar aspectos como la velocidad de la conexión». La compañía estatal seleccionó a los 358 clientes entre los residentes de la zona que disponían de teléfono fijo y ordenador.
Según las mismas fuentes, los equipos instalados son de la empresa china Huawei, y entre las medidas adoptadas previamente fue necesario mejorar las redes telefónicas y pasar de tonos a pulsos en los abonados de telefonía básica, lo que hizo preciso también cambiar la numeración. Pese a estas mejoras, Cuba es uno de los países con más baja conectividad. El Gobierno lo atribuye al bloqueo, y para compensar estas carencias impulsó durante años la Intranet, una red de sitios cubanos pero sin acceso a internet. Mientras la juventud pide más acceso, el régimen castrista afirma que informatizar la sociedad está entre sus planes, pero preparando a los usuarios para «enfrentar los males» que, a su juicio, pueden llegar por las redes sociales.
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