DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES - JUEVES - VIERNES -UN LAND ROVER . fotos.
Un Land Rover
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Buscando la calma y encontrando el tiempo perdido en La Montaña,.
El viaje, el paisaje, la inmensidad, el amor, la juventud, la mirada perdida y sosegada, la armonía, el cielo, la siesta... La foto lo tiene todo. Y para un cacereño, más, porque a lo anterior, puede añadir su mito local, su monte Pindo, su monte Sacro, su Olimpo, su Sinaí, o sea, La Montaña.
La foto la hice con el teléfono móvil. Ni sé hacer fotos ni me gusta hacerlas, pero era imposible llamar a un profesional. Había que fotografiar el instante perfecto, el momento poético, ese flash, ese rato, esa pizca de vida en la que todo confluye para que la búsqueda del paraíso en la tierra se sustancie sin promesas, sin afeites ni decorados impostados.
Frente a un mundo medieval o renacentista creado por empresas de decoración en la parte antigua de Cáceres, frente a las promesas del cielo ahora de la perpetua campaña electoral española, la verdadera perfección pillada al vuelo, por sorpresa, un ensalmo inesperado que surge en la última vuelta del camino.
Un Land Rover grande y antiguo con matrícula belga. En su interior, un desbarajuste de ropa, bultos, paquetes de comida y todo lo necesario para el viaje. Pero lo mejor estaba arriba, en la baca. Allí, mirando el horizonte, bajo un cielo de nubes panzudas y sol casquivano, perdiéndose la mirada entre Marvão y el Jálama, es decir, contemplando media Extremadura, una pareja de jóvenes guapos y rubios hacían la siesta y concitaban la perfección con galvana, morbidez y otros recursos perezosos. Todo era lento y estético sobre aquel Land Rover: las caricias mutuas, el gesto demorado, el revoltijo de mantas y almohadones colocados al azar, pero entrelazándose en un orden espontáneo que acababa componiendo una imagen para soñar. Y soñé.
Me detuve frente al Land Rover, descansando tras la ascensión dura de El Calvario, y me envolvió una tristeza repentina y dulzona, sin ansiedad, pero con melancolía. La juventud perdida, los viajes que no haré, las siestas contingentes, que pueden suceder o no suceden, el amor contingente, la felicidad contingente, esa vida nuestra en la que el azar te zarandea, del placer al dolor, de la contemplación extática de la belleza al padecer inesperado e inefable. Todo ello en un Land Rover.
La pareja seguía a lo suyo: mirarse y contemplar, acariciarse la espalda con premura deliciosa, sin erotismo, con sentido y sensibilidad, o quizás había más eros en aquellas manos demorándose en la espalda que en otras intimidades más intensas... No lo sé y me da lo mismo. Buscando aliento tras el esfuerzo, detenido ante la foto, atemperando pulsaciones y jadeo, la imagen evocadora convertía aquel ascenso diario a La Montaña en un viaje al tiempo perdido, en una recuperación del ensueño y la emoción.
El universo todo se resumía en la baca de un Land Rover viejo y gris. Dos forasteros extasiados ante la contemplación de mi tierra y mi ciudad, desde lo alto del monte donde aprendí a fumar y lo dejé, donde me fugué de clase, donde me insuflaron ansias de ser santo, donde besé, donde me escondí, donde salí con amigos solo por primera vez al campo, donde me casé y donde subo cada tarde para recuperar la calma, la frescura y las ganas de vivir y de escribir. El jueves, además, encontré la melancolía y el tiempo perdido en lo alto de un Land Rover.
TITULO: EL HORMIGUERO VIERNES -23- SEPTIEMBRE - EL ZAPEO NO ESTA DE MODA,.
El zapeo no está de moda - foto,.
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Aunque hay más cadenas que nunca, los espectadores solo cambian de canal unas 12 veces al día, nueve menos que en 2009. Los vascos son los reyes del mando,.
En España aprendimos lo que significaba la palabra inglesa ‘zapping’ con la llegada de las cadenas privadas en 1990 y de un nuevo aparato que desde entonces se ha quedado a vivir en casa: el mando a distancia. Hasta entonces TVE ostentaba el monopolio y para cambiar de canal había que levantarse del sofá o, en su defecto, agenciarse un palo que alcanzara los botones del televisor. Pero en 2016 la tregua parece haber regresado al salón, las discusiones por ver una película o un ‘reality’ determinado menguan y los espectadores solo cambiamos 12 veces de canal al día de media, la cifra más baja desde 1993 y nueve menos que en 2009, según un informe de la consultora Barlovento basado en datos de Kantar Media.
La cifra sorprende, porque ahora disponemos de más cadenas que nunca: 30 como mínimo en la TDT de forma gratuita, sin contar las emisoras locales ni las plataformas de pago. La pregunta es evidente: ¿Hay menos anuncios y por eso evitamos cambiar de canal? En realidad hay menos ‘spots’ de los que había antes. La ley actual permite 12 minutos de publicidad convencional por hora, además de 3 minutos de telepromociones y otros 2 minutos de autopromociones. Mientras que en 2009, cuando se alcanzó el mayor número de zapeos diarios (21), este tiempo era de 29 minutos por hora como máximo. Una duración que invitaba más a visitar a la competencia.
No es el único dato curioso que deja el estudio publicado ayer. Zapeamos más los fines de semana (14 veces los sábados y domingos), en horario de máxima audiencia (el 50% de las veces que lo hacemos al día), sobre todo los hombres (13 ocasiones diarias) y personas mayores de 64 años (17 veces), que a su vez son los espectadores que mayor tiempo consumen de televisión al día: 300 minutos frente a los 190 de media del resto de la población. Eso sí, da igual que sea verano, invierno o Semana Santa, no hay diferencias significativas que dependan del mes.
Los más fielesAl mismo tiempo que se reduce el ‘zapping’, aumenta el tiempo que pasamos viendo el canal que acabamos de cambiar. Cuando damos con una opción que nos convence, permanecemos 25 minutos sin regresar a la cadena de la qu procedíamos, frente a los 14 minutos de 2009.
En cuanto a la procedencia geográfica, los vascos son los espectadores a los que más les cuesta permanecer viendo el mismo canal: lo cambian 14 veces diarias por término medio. En el otro extremo se sitúan los murcianos, más fieles a su primera opción, ya que solo le dan al botón del mando en once ocasiones cada 24 horas. Aunque todavía hay quien tiene más claras sus preferencias, los jóvenes entre 13 y 24 años solo zapean 8 veces a lo largo de cada jornada. También son los que menos tele ven, todo hay que decirlo.
Este fenómeno ha sido ampliamente estudiado, sobre todo porque preocupa a los anunciantes. Según un informe de José Manuel del Toro, profesor adjunto de IESE Business School, «en los treinta segundos que transcurren desde los últimos quince del programa a los primeros quince de anuncios se concentra el 73% del total de fugas de audiencia, provocadas por la aparición del bloque publicitario. Además, así como la caída de audiencia se produce de forma acelerada, la recuperación es mucho más lenta».
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