DESAYUNO--CENA--JUEVES, CARLOS Sainz: El día que sienta que no puedo luchar por ganar, no volveré a correr un Dakar,.-fotos,.
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El veterano piloto madrileño afronta su octava participación en el Dakar con el reto de un coche poco rodado, pero la ilusión de contar con una marca oficial a su lado
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Sus principales rivales, según él mismo confiesa, serán el qatarí Nasser Al Attiyah y el español Nani Roma
Carlos Sainz Cenamor (Madrid, 1962) nos recibe en su centro de
operaciones, su despacho en el karting de Las Rozas que lleva su nombre,
acompañado por los cientos de trofeos que ha logrado en su amplia
trayectoria deportiva. Sólo le faltan tres en este auténtico museo de la
historia del automovilismo español, precisamente los tres más
importantes y valiosos para él: los dos entorchados de campeón del mundo
de rallies y el de campeón del Dakar de 2011.
Es esta mítica cita, la del raid más duro del mundo que transcurre por tierras sudamericanas, la que le mantiene ese brillo en los ojos que más quisieran muchos recién empezados en las cuatro ruedas. Tras una participación algo decepcionante con el buggy del equipo de Al Attiyah, Sainz ha conseguido unirse al renacido proyecto de Peugeot en el Dakar, y su intención es ayudar a reeditar los éxitos que la marca del león consiguió en los años 80. Sainz no sólo contará con el apoyo de una marca oficial de nuevo, sino que también tendrá de regreso a Lucas Cruz como su copiloto y su veteranía como principales armas para paliar dos grandes hándicaps con los que arrancará en su octavo Dakar: la falta de rodaje del Peugeot 2008 DKR y la fortaleza del equipo Mini, que cuenta con el vigente campeón Nani Roma como comandante.
¿Cuál es el planteamiento que tiene para batirles?
Nosotros vamos al Dakar con bastante humildad, vamos a ir a tratar de terminar la carrera, que tiene que ser el objetivo de este año con la corta preparación que llevamos y siempre mirando un poco de reojo la fiabilidad que probablemente sea lo que más nos preocupe.
Por fin va a volver a tener a Lucas Cruz de nuevo a su lado como copiloto.
Es fantástico. Es la mejor noticia que podía tener este año en el Dakar, aparte por supuesto del tema Peugeot. Con él, de las seis o siete carreras que hicimos juntos ganamos todas menos una. Me encuentro muy cómodo con él. Es una pieza fundamental en el éxito de toda esta aventura que es el Dakar para nosotros. Estoy encantado y le agradezco que esté aquí otra vez.
Ahora que su hijo te está ‘robando’ titulares, ¿crees que tu momento empieza a pasar?
Mi hijo tiene su carrera deportiva y yo tengo la mía. No me va a influir que mi hijo haya llegado a la Fórmula 1 para dejar de correr. Me encuentro bien, con ganas. No tiene absolutamente nada que ver una cosa con la otra.
¿Y la edad?
Es verdad, ya somos veteranos, pero el Dakar es una competición en la que la veteranía puede ser una ventaja. Es cierto que cuanto más mayor eres, más tienes que entrenar, más te tienes que preparar, más tiempo tienes que dedicarle… Lo voy a dejar muy claro: el día que sienta que no puedo ganar un Dakar por mis cualidades, mis condiciones o mi edad, ese día no volveré a correr un Dakar. Hoy por hoy, sigo sintiendo que puedo luchar por ganar. Me apetece, así que ¿por qué no? Creo que me he ganado el derecho sobradamente. Si una marca como Peugeot considera que estoy capacitado para ayudarles en el desarrollo e intentar conseguir este reto, espero que no estén equivocados. Por otro lado, yo ya he conseguido todo lo que podía imaginar, pero si no estuviera convencido de que tengo opciones en el Dakar, no estaría aquí.
Es esta mítica cita, la del raid más duro del mundo que transcurre por tierras sudamericanas, la que le mantiene ese brillo en los ojos que más quisieran muchos recién empezados en las cuatro ruedas. Tras una participación algo decepcionante con el buggy del equipo de Al Attiyah, Sainz ha conseguido unirse al renacido proyecto de Peugeot en el Dakar, y su intención es ayudar a reeditar los éxitos que la marca del león consiguió en los años 80. Sainz no sólo contará con el apoyo de una marca oficial de nuevo, sino que también tendrá de regreso a Lucas Cruz como su copiloto y su veteranía como principales armas para paliar dos grandes hándicaps con los que arrancará en su octavo Dakar: la falta de rodaje del Peugeot 2008 DKR y la fortaleza del equipo Mini, que cuenta con el vigente campeón Nani Roma como comandante.
¿Cómo llega a este Dakar?
Con mucha ilusión y con ganas, si no, no estaría aquí. Llego con la
ilusión de iniciar un proyecto nuevo con Peugeot, un proyecto con una
marca oficial que siempre es una garantía. Por otro lado también llego
con prudencia y sabiendo que hemos tenido muy poco tiempo y llegamos muy
poco rodados a este Dakar.
¿Cuáles son las grandes ventajas del Peugeot 2008 DKR?
Lo que hemos pretendido con este Peugeot dos ruedas motrices es hacer
un coche más polivalente de lo que normalmente un buggy o un dos ruedas
motrices al uso era en el Dakar. Eso tenía una solución fácil: tratar
de hacer un dos ruedas motrices más rápido en caminos sin perder mucho
en dunas, en arena, en zonas fuera de pista, en lo roto. Esa es un poco
la filosofía que hemos seguido a la hora de desarrollar el Peugeot.
Dados los problemas tenidos en el desarrollo, ¿lo ve un coche ganador ya este año, o crees que aún falta?
Potencialmente es un coche que puede ganar el Dakar algún día, pero
me parece un poco osado por mi parte pensar que estamos ya en esa
situación. Estamos en el inicio de un proyecto bonito y con buenas
perspectivas, pero en el inicio.
Peterhansel,
Despres y tú sois el ‘dream team’ que cualquier jefe de equipo desearía
para el Dakar. ¿Van a ser más rivales o más compañeros?
Compañeros seremos hasta que se inicie la carrera. Luego seguiremos
siendo compañeros, pero a partir de ahí rivales. Cada uno va a querer
ganar, es obvio. Ha pasado siempre y pasará.
¿Hay órdenes de equipo?
Ninguna. Sería absurdo que antes de iniciar la carrera las hubiera. Que gane un Peugeot es la orden (risas).
Su
etapa en Volkswagen no estuvo sólo vinculada al Dakar, sino que
aportaste mucho al Polo WRC que hoy en día domina el Mundial de Rallies.
¿Su vinculación con Peugeot será tan profunda?
Ya está siendo muy profunda porque hemos hecho todo el desarrollo del
2008 DKR, todo lo concerniente al Dakar. Si algún día me invitan a
conducir el 208 T16, si puedo, les echaré una mano, lo intentaré probar y
les daré mi opinión, pero nuestro objetivo a día de hoy es el Dakar.
El rival a batir a priori es Nani Roma…
Y Nasser Al Attiyah. Nasser es también campeón del Dakar, corre con
un Mini y es el equipo favorito. Dentro del numeroso equipo Mini, Nasser
Al Attiyah y Nani Roma son los pilotos que van a tener más oportunidad.
¿Cuál es el planteamiento que tiene para batirles?
Nosotros vamos al Dakar con bastante humildad, vamos a ir a tratar de terminar la carrera, que tiene que ser el objetivo de este año con la corta preparación que llevamos y siempre mirando un poco de reojo la fiabilidad que probablemente sea lo que más nos preocupe.
¿Qué le parece el recorrido de este año?
En el Dakar no se sabe nunca. Sabemos un poco por dónde va, pero
hasta el día antes no te dan el roadbook y no sabes exactamente cuánta
arena hay, cuántos ríos va a haber, cuántos fuera de pista… Podemos
intuirlo un poco, pero… El año pasado, por ejemplo, hubo etapas que no
pensamos que iban a ser tan fuera de pista y luego nos metían en ríos,
por el cauce de un río seco, y eso favorece más a nuestro coche. Por lo
tanto, tenemos que tratar de elucubrar un poco más o menos a ver si el
primer día es 100% camino, y a partir de ahí no sabes qué te vas a
encontrar. Lo que sí sabemos es que vamos a tener etapas en altitudes
muy grandes, por encima de 3.200 metros de media y picos de más de 4.000
metros, y eso es un reto importante.
¿Se ha planteado de manera especial las etapas maratón?
No, yo voy día a día. Cuando lleguen, ya me las plantearé.Por fin va a volver a tener a Lucas Cruz de nuevo a su lado como copiloto.
Es fantástico. Es la mejor noticia que podía tener este año en el Dakar, aparte por supuesto del tema Peugeot. Con él, de las seis o siete carreras que hicimos juntos ganamos todas menos una. Me encuentro muy cómodo con él. Es una pieza fundamental en el éxito de toda esta aventura que es el Dakar para nosotros. Estoy encantado y le agradezco que esté aquí otra vez.
Ahora que su hijo te está ‘robando’ titulares, ¿crees que tu momento empieza a pasar?
Mi hijo tiene su carrera deportiva y yo tengo la mía. No me va a influir que mi hijo haya llegado a la Fórmula 1 para dejar de correr. Me encuentro bien, con ganas. No tiene absolutamente nada que ver una cosa con la otra.
¿Y la edad?
Es verdad, ya somos veteranos, pero el Dakar es una competición en la que la veteranía puede ser una ventaja. Es cierto que cuanto más mayor eres, más tienes que entrenar, más te tienes que preparar, más tiempo tienes que dedicarle… Lo voy a dejar muy claro: el día que sienta que no puedo ganar un Dakar por mis cualidades, mis condiciones o mi edad, ese día no volveré a correr un Dakar. Hoy por hoy, sigo sintiendo que puedo luchar por ganar. Me apetece, así que ¿por qué no? Creo que me he ganado el derecho sobradamente. Si una marca como Peugeot considera que estoy capacitado para ayudarles en el desarrollo e intentar conseguir este reto, espero que no estén equivocados. Por otro lado, yo ya he conseguido todo lo que podía imaginar, pero si no estuviera convencido de que tengo opciones en el Dakar, no estaría aquí.
-Foto--Boris Izaguirre Escritor. Recrea en 'Un jardín al norte' la historia de la espía británica Rosalinda Fox durante el periodo de entreguerras.
Boris Izaguirre Escritor. Recrea en 'Un jardín al norte' la historia de la espía británica Rosalinda Fox durante el periodo de entreguerras,.
Boris Izaguirre vuelve a las librerías con 'Un jardín al norte', una
novela en la que la historia de amor entre Rosalinda Fox y el
diplomático español Juan Luis Beigbeder sirve de guía por los
acontecimientos del mundo de entreguerras, a través de la India
colonial, el Tánger del Estatuto Internacional o el Madrid de posguerra
plagado de espías.
-¿Por qué Rosalinda Fox?
-Fue una mujer que atravesó momentos decisivos del siglo XX y lo hizo con un ímpetu y una audacia que nos podrían servir de ejemplo para sortear estos años de incertidumbre del siglo XXI. Con 'Un jardín al norte' se ha convertido en una compañera extraordinaria, una persona con un ritmo y un galope en su vida que me conquistaron. -La novela está contextualizada en un tiempo fascinante, el periodo de entreguerras...
-Rosalinda Fox tuvo la suerte de atravesar y vivir momentos tan interesantes como el proceso independentista en India, donde vivió una parte de su infancia. Luego su vida entronca con la Guerra Civil porque se enamora de uno de los personajes protagónicos del conflicto, Juan Luis Beigbeder. Todo escritor vive persiguiendo una historia y Rosalinda Fox hizo historia. -Háblenos de Beigbeder, un hombre al que quizá esta relación le costó su puesto como ministro de Exteriores en un tiempo en que España pretendía acercarse a Alemania...
-Nunca quedó del todo claro. Una de las poquísimas cosas buenas de la devastación que supuso la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista es que España quedó completamente fuera de la Segunda Guerra Mundial. La posibilidad de que Rosalinda Fox tuviera que ver en eso es parte de 'Un jardín al norte', aunque lo que pretendo narrar es el conflicto que supuso para esta pareja de amantes. La historia tiene muchas puertas con muchas bisagras, tengo la sensación de que Beigbeder y Rosalinda lo fueron. -¿La historia romántica de Rosalinda tiene matices de tragedia?
-Es cierto que la historia real no tiene un final feliz pero, aunque sea una historia agridulce, te deja la sensación de que su vida fue algo extraordinario, un ejemplo de superación. -El libro transcurre por entornos tan atractivos como la India colonial que camina hacia la independencia o el Tánger del Estatuto Internacional...
-Y el Madrid de los espías. Me fascina esa ciudad de la posguerra que imaginamos apagada y gris. En realidad fue, durante una época, un lugar de espías de todo el mundo, ya que era neutral. Rosalinda Fox veía los grandes acontecimientos del siglo XX como escenarios de su vida: el fin del colonialismo británico en Calcuta como niña y adolescente, Lisboa, también Tánger, como un lugar cargado de peligros y de intriga, pero además, como el lugar donde surge el amor, el jardín al norte. -¿El hecho de contarlo en primera persona vincula más al lector con el personaje?
-Cada vez estoy más convencido de que lo hice así porque Rosalinda vivió sus primeros treinta años a una velocidad increíble. En su caso coincidió además con acontecimientos vertiginosos y la única manera que tenía para garantizar esa misma velocidad era utilizar la primera persona. El libro es una conversación, un diálogo con el lector. Cuando te adentras en el cuerpo de una mujer tienes que adoptar su forma de pensar. Esta novela tiene una psiquis muy femenina. -¿Prefiere narrar sus historias desde un punto de vista femenino?
-Tengo esa habilidad pero lo he aprendido de otros, del cine, de Warhol, de Almodóvar y de Hitchcock. Es una cuestión de mucha observación, entrar y salir de esa mentalidad femenina con muchísimo respeto y admiración. -¿Su vida literaria ha cambiado desde 'Villa Diamante'?
-Ser finalista del Premio Planeta ha sido para mí como una denominación de origen, un paso adelante en mi dedicación a escribir y publicar. 'Villa Diamante' fue como un guante que te queda bien, una prenda que estiliza tu figura. -Usted comenzó escribiendo, luego ha tenido su faceta mediática. ¿Con cuál se queda?
-Todas ellas son escritura, muchas de mis colaboraciones en televisión han estado rodeadas de la comunicación en sí misma, puede que sea algo oral, pero no deja de tener una estructura narrativa.
-Fue una mujer que atravesó momentos decisivos del siglo XX y lo hizo con un ímpetu y una audacia que nos podrían servir de ejemplo para sortear estos años de incertidumbre del siglo XXI. Con 'Un jardín al norte' se ha convertido en una compañera extraordinaria, una persona con un ritmo y un galope en su vida que me conquistaron. -La novela está contextualizada en un tiempo fascinante, el periodo de entreguerras...
-Rosalinda Fox tuvo la suerte de atravesar y vivir momentos tan interesantes como el proceso independentista en India, donde vivió una parte de su infancia. Luego su vida entronca con la Guerra Civil porque se enamora de uno de los personajes protagónicos del conflicto, Juan Luis Beigbeder. Todo escritor vive persiguiendo una historia y Rosalinda Fox hizo historia. -Háblenos de Beigbeder, un hombre al que quizá esta relación le costó su puesto como ministro de Exteriores en un tiempo en que España pretendía acercarse a Alemania...
-Nunca quedó del todo claro. Una de las poquísimas cosas buenas de la devastación que supuso la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista es que España quedó completamente fuera de la Segunda Guerra Mundial. La posibilidad de que Rosalinda Fox tuviera que ver en eso es parte de 'Un jardín al norte', aunque lo que pretendo narrar es el conflicto que supuso para esta pareja de amantes. La historia tiene muchas puertas con muchas bisagras, tengo la sensación de que Beigbeder y Rosalinda lo fueron. -¿La historia romántica de Rosalinda tiene matices de tragedia?
-Es cierto que la historia real no tiene un final feliz pero, aunque sea una historia agridulce, te deja la sensación de que su vida fue algo extraordinario, un ejemplo de superación. -El libro transcurre por entornos tan atractivos como la India colonial que camina hacia la independencia o el Tánger del Estatuto Internacional...
-Y el Madrid de los espías. Me fascina esa ciudad de la posguerra que imaginamos apagada y gris. En realidad fue, durante una época, un lugar de espías de todo el mundo, ya que era neutral. Rosalinda Fox veía los grandes acontecimientos del siglo XX como escenarios de su vida: el fin del colonialismo británico en Calcuta como niña y adolescente, Lisboa, también Tánger, como un lugar cargado de peligros y de intriga, pero además, como el lugar donde surge el amor, el jardín al norte. -¿El hecho de contarlo en primera persona vincula más al lector con el personaje?
-Cada vez estoy más convencido de que lo hice así porque Rosalinda vivió sus primeros treinta años a una velocidad increíble. En su caso coincidió además con acontecimientos vertiginosos y la única manera que tenía para garantizar esa misma velocidad era utilizar la primera persona. El libro es una conversación, un diálogo con el lector. Cuando te adentras en el cuerpo de una mujer tienes que adoptar su forma de pensar. Esta novela tiene una psiquis muy femenina. -¿Prefiere narrar sus historias desde un punto de vista femenino?
-Tengo esa habilidad pero lo he aprendido de otros, del cine, de Warhol, de Almodóvar y de Hitchcock. Es una cuestión de mucha observación, entrar y salir de esa mentalidad femenina con muchísimo respeto y admiración. -¿Su vida literaria ha cambiado desde 'Villa Diamante'?
-Ser finalista del Premio Planeta ha sido para mí como una denominación de origen, un paso adelante en mi dedicación a escribir y publicar. 'Villa Diamante' fue como un guante que te queda bien, una prenda que estiliza tu figura. -Usted comenzó escribiendo, luego ha tenido su faceta mediática. ¿Con cuál se queda?
-Todas ellas son escritura, muchas de mis colaboraciones en televisión han estado rodeadas de la comunicación en sí misma, puede que sea algo oral, pero no deja de tener una estructura narrativa.
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