BLOC CULTURAL,

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lunes, 14 de noviembre de 2022

A vivir que son dos días - A vivir - Cadena SER - Bach tocaba jazz (pero no lo sabía),. / LA BRUJULA ONDA CERO - La Linterna La Cope - Covid: temporada otoño/invierno,.

 

  TITULO:  A vivir que son dos días - A vivir -  Cadena SER - Bach tocaba jazz (pero no lo sabía),.

 A vivir que son dos días - A vivir -  Cadena SER,. 

 Escucha 'A vivir', con Javier del Pino, el programa líder de las mañanas del fin de semana en la Cadena SER.

Bach tocaba jazz (pero no lo sabía),.

La frontera que separa los géneros, como se verá en esta edición del festival, es mucho más borrosa de lo que parece,.

No son polos opuestos. Ni el jazz es pura espontaneidad –hay una serie de normas que los músicos se comprometen a respetar a cambio del derecho a expresarse libremente–, ni la clásica es un ente sagrado e inmutable sometido a la dictadura del pentagrama. La frontera que separa ambos géneros es más borrosa de lo que parece. O ni siquiera existe, si hacemos caso al pianista Joachim Kühn cuando asegura que «Bach tocaba jazz, sólo que él no lo sabía». Suena a 'boutade'. Pero no lo es. Según el músico donostiarra Iñaki Salvador, las estructuras formales del compositor germano « permiten claramente la improvisación. No es que la permitan, es que diría algo tan categórico como que la improvisación jazzística, que en teoría tiene solo un siglo, tiene los precedentes en el barroco».

El saxofonista Andrzej Olejniczak enumera más similitudes: «La armonía, el fraseo y el sentido melódico son los mismos en el jazz y en la clásica. La principal diferencia, y creo que la única, es el ritmo». Y aunque es cierto que cada género tiene sus propias características, «comparten los mismos doce sonidos que usamos todos, solo varía la forma de organizarlos. Un pastor alemán no es lo mismo que un chihuahua, pero todos son perros», zanja el músico cubano Paquito D'Rivera. Además, como decía Duke Ellington, «solo existen dos tipos de música: la buena y la menos buena». Era un tipo muy educado.

El trompetista Akinmusire reconoce que la experiencia negra está influida por la cultura europea

Un diálogo

Desde hace más de un siglo, jazz y clásica han mantenido un diálogo constante. El intercambio de influencias se remonta a finales del XIX y tiene su origen en el 'cakewalk', un baile con el que los esclavos negros del sur de EE UU parodiaban las danzas de salón de sus amos. Su original ritmo sincopado es el germen del jazz. Claude Debussy fue el primer compositor clásico en incorporar recursos como la escala pentatónica, los acordes de novena, las síncopas y los fraseos entrecortados; elementos típicamente jazzísticos que también encontramos en obras de Erik Satie ('Ragtime Parade'), Maurice Ravel ('Concierto para piano en Sol Mayor'), Darius Milhaud (el ballet 'La création du monde'), Igor Stravinsky (compuso 'Ebony Concerto' para que fuera interpretado por la orquesta de Woody Herman) y Aaron Copland ('Music for the Theatre', 'Piano Concerto').

Se han enriquecido mutuamente, aunque durante un tiempo algunos músicos y teóricos del jazz negaron (o renegaron de) la ascendencia de la clásica en un género que consideraban exclusivo de la comunidad afroamericana. En su libro 'Black Music', publicado en 1967, el escritor y crítico Amiri Baraka, una de las figuras centrales del llamado 'nacionalismo negro', reivindicaba el jazz como « esencia de la negritud», como un tesoro propio que había sido arrebatado por los anglosajones blancos. Más allá de cuestiones estilísticas, consideraba que el jazz era ante todo «la expresión de una visión acerca del mundo». Una forma de hacer política. Una seña de identidad y autoafirmación racial. «¡Esta es nuestra música!», proclamaba orgulloso el saxofonista Ornette Coleman en el título de uno de sus discos.

Duke Ellington, al piano.

Hoy el panorama es muy diferente. El jazz no es patrimonio de nadie. Es una música democrática que no entiende de colores ni de ideologías. Ambrose Akinmusire es uno de los jóvenes trompetistas de jazz con más talento. Es afroamericano. Y no tiene ningún problema en reconocer la importancia del legado de los compositores clásicos en su educación musical: «Querámoslo o no, la experiencia negra está influenciada por la cultura europea. Tengo más en común con Chopin, Ravel, Debussy y Mahler que con algunas músicas africanas que dieron origen al jazz».

Antes era una excepción, pero ahora resulta habitual encontrarse con músicos como Keith Jarrett, Chick Corea, Michel Camilo, Gonzalo Rubalcaba y Wynton Marsalis, entre otros, que desarrollan una carrera en paralelo como intérpretes de jazz y clásica.

Cada vez hay más intérpretes que desarrollan una carrera en paralelo en la clásica y el jazz

Impacto

Cuando era un crío, a George Gerswhin le encantaba pasear por el barrio de Harlem para escuchar las melodías de los pianos mecánicos que tocaban los músicos callejeros a cambio de unas monedas. Se enamoró del jazz y se convirtió en un asiduo de los clubes nocturnos. De formación autodidacta, con solo veinte años era uno de los escritores de canciones más reconocidos de Broadway.

El 12 de febrero de 1924, el Aeolian Hall de Nueva York acogió el estreno de 'Rapsodia in Blue'. Gerswhin solo necesitó diecisiete minutos para derribar para siempre las barreras que separaban el jazz y la tradición sinfónica. Al público le encantó. Sin embargo, los críticos se quedaron descolocados. ¿Es música clásica con elementos de jazz? ¿O jazz con pretensiones serias? Una tonada vulgar capaz de ser tatareada por un niño tras una sola escucha, dijeron algunos. Para otros, fue lo mejor que le había pasado a la música clásica desde 'La consagración de la primavera'.

Su impacto fue tremendo. « Primero hizo temblar a la ciudad de Nueva York, después a todo el país, y finalmente a todo el mundo civilizado». La frase es de Leonard Bernstein, probablemente el músico que más y mejor ha estudiado su partitura. Bernstein reconoce que se inspiró en ella para componer la banda sonora de 'West Side Story'. También fue una referencia básica en los arreglos y orquestaciones que desarrolló Duke Ellington a partir de los años treinta ('Creole Rhapsody' es el ejemplo más evidente). Incluso el genio del pop Brian Wilson, líder de los Beach Boys, ha confesado que cuando compuso 'Good Vibrations' su intención era hacer «una versión reducida y psicodélica» de la rapsodia de más famosa del siglo XX.

Si 'Rapsodia in blue' fue un soplo de aire fresco en la escena sinfónica de la época, con 'Porgy and Bess' Gerswhin se ganó un asiento preferente en el santoral del jazz. Aunque su estreno en 1935 fue un fracaso, el tiempo ha convertido a esta ópera en tres actos en parte esencial del repertorio jazzístico. La han grabado íntegra leyendas como Louis Armstrong, Ella Fitzgerald, Miles Davis, Carmen McRae, Oscar Peterson, Ray Charles y Joe Henderson. Y sus canciones han seducido a vocalistas de diferentes escuelas y generaciones: de Billie Holiday a Norah Jones, pasando por Nina Simone, Janis Joplin, Aretha Franklin y Marisa Monte. Joyas como 'Summertime', 'It Ain't Neccessarily So' y 'I Love You Porgy', escribió Antonio Muñoz Molina, « tienen la virtud de mantenerse idénticas a lo largo de un número ilimitado de versiones, y también la flexibilidad, casi la cortesía, de adaptarse al estilo o a los propósitos de quien las interpreta con talento».

Cuando el musicólogo William W. Austin hizo inventario en su ensayo 'La música en el siglo XX: desde Debussy hasta la muerte de Stravinski' (1966), llegó a la conclusión de que en ese periodo solo se habían creado cuatro nuevos estilos de importancia: los liderados por Schöenberg, Bartók, Stravinsky… y el jazz. Y es que como dijo el pianista John Lewis, «el jazz es clásico desde la cuna, aunque esa cuna fuera un prostíbulo». 

 

TITULO:  LA BRUJULA ONDA CERO - La Linterna La Cope -Covid: temporada otoño/invierno,.

LA BRUJULA ONDA CERO,.


 La Brújula es un programa de radio de la emisora española Onda Cero, presentado y dirigido por David del Cura. Es el tercer espacio en audiencia en la franja nocturna, retransmitiéndose entre las 20 y las 24 horas, tiempo que dedica a un análisis de la actualidad, el deporte, la economía (con el espacio denominado La Brújula de la Economía) y el debate político., etc,.
 

  La Linterna La Cope ,.
 
  'La Linterna' es el programa de radio informativo, político y económico, cultural y de debate nocturno de la Cadena COPE. Dirigido y presentado desde 2009 por Ángel Expósito, se emite de lunes a viernes de 19:00 a 23:30 horas, correspondiendo la última hora de los viernes a 'La Linterna de la Iglesia', dirigida y presentada por Faustino Catalina,.

 Covid: temporada otoño/invierno,.

 Ómicron BQ: Covid: temporada otoño/invierno | Opinión | EL PAÍS

foto / Llega la temporada otoño/invierno y hay que volver a hablar de la covid. Ya sé que es un tostón —díganmelo a mí que me tiré dos años bombardeándoles a ustedes con este incordio—, pero nuestra obligación como ciudadanos cultos es prestar cierta atención a los acontecimientos que marcan nuestro tiempo. Las crisis se mitigan en tiempo real, pero se generan mucho antes y se resuelven mucho más tarde, y todavía no hemos firmado las paces con la pandemia. Veamos dónde estamos, hacia dónde va el coronavirus y qué se espera de la cuarta dosis vacunal que está en marcha.

El SARS-CoV-2, causante de la covid-19, ha estado mutando su material genético desde que tuvimos noticia de él, a finales de 2019. Las olas infecciosas que hemos experimentado desde entonces se suelen correlacionar con la aparición de nuevas variantes del virus, y esa tendencia ha seguido vigente este año. Toda la evolución de la pandemia en 2022, de hecho, se ha debido a la variante ómicron que surgió en Sudáfrica a finales del año pasado. Ómicron tiene tres cualidades notables: se propaga como fuego por la paja, cursa con más levedad que sus ancestros y muta de forma fructífera, desde su punto de vista, claro.

 

Este año ha producido una cadena de variantes y subvariantes, cada una de ellas más escurridiza que la anterior para el sistema inmune. Es lo esperable en una guerra de armamentos entre el virus y los anticuerpos, pero nos obliga a una vigilancia minuciosa de la evolución de ómicron, nuestras defensas y nuestras vacunas. Y también a volver a pincharnos cuando la mejor ciencia disponible lo considere conveniente. A menos que uno viva en Italia, naturalmente, donde la religión anticientífica ha llegado al Gobierno y ha llenado los hospitales de personal no inmunizado. Qué curiosa es la ideología ultra.

La variante de ómicron que nos acompañará esta temporada de invierno se llama BQ (que ya tiene subvariantes BQ.1 y BQ1.1, porque esto no se acaba nunca). En los países con mejores datos de secuencia genómica, como Estados Unidos, BQ ya da cuenta del 17% de las muestras virales, y está desplazando deprisa a las versiones anteriores de ómicron. Lleva todas las papeletas para ser la cepa dominante en Occidente. El sudeste asiático está más preocupado por otra variante llamada XBB. La evolución es un mecanismo de adaptación local, y esto sigue siendo cierto en un mundo globalizado.

Estas variedades del virus pandémico son verdaderas maestras en el arte de evadir al sistema inmune, y ello explica su gran capacidad de contagio. Las defensas adquiridas contra el SARS-CoV-2 por infección previa o vacunación tienen un efecto muy humilde para recortar la propagación de ómicron BQ. Esto significa que cada vez más gente resultará contagiada, incluso si estaba vacunada o había pasado antes la infección.

Pero ahí se acaban las malas noticias. Las vacunas siguen evitando que los contagiados desarrollen una covid grave. Pierden efectividad con el tiempo, y por eso es recomendable que los mayores de 60 y otras personas vulnerables se pongan la cuarta dosis. Curiosamente, tanto las vacunas antiguas como las diseñadas contra ómicron son eficaces para esto. No entendemos por qué, pero los datos lo dicen. Vacúnense.

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