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Si mi corazón aún no se viste solo
es porque no ha encontrao a su medio limón
Lucha en los asaltos que manda la vida,
vive con 100 gatos en un callejón
Y en el horizonte de mi pecho en llamas,
soy un super-man que busca tu cabina
El sujeto de quien no llora no mama,
una puta con horario de oficina
CORO
Y puse tus recuerdos a remojo
y flotan porque el agua está salada,
Salada porque brotan de mis ojos,
Lágrimas desordenadas ,.
- El epílogo comenzó entre las tres y las cuatro de la madrugada del martes. Los servicios médicos detectaron que Miguel Pajares sufría una parada respiratoria. Era el enésimo problema que había sufrido en los últimos días el misionero toledano. A sus problemas cardiacos -iba a venir a principios de septiembre a Toledo para una revisión-, se le había unido un tifus contraído en Liberia. El ébola le dejó los riñones muy tocados y las defensas bajo mínimos. Los médicos decidieron, entonces, sedarlo. Ya era solo cuestión de tiempo que Pajares falleciera, hecho que sucedió a las 9.28 horas de ayer. El religioso toledano se convertía en la primera víctima mortal del ébola en Europa.Con la misma estricta disciplina con la que le trataron en sus últimos días con vida, los profesionales sanitarios, metidos en trajes que pueden alcanzar los 40 grados, se dispusieron a seguir el protocolo de Policía Sanitaria Mortuaria para preparar el cadáver en un féretro doble. El continente es como un ataúd normal, pero el interior se reviste con un sudario de tela especial y cremalleras. Una operación que se realizó de forma rápida para evitar la exposición del ébola. Ayer mismo fue incinerado en Collado-Villalba, el único tanatorio de la Comunidad de Madrid preparado para acoger a un enfermo de grado I, según indica el protocolo sanitario. Hoy será recordado por sus compañeros en una misa en el hospital de San Rafael, también en Madrid. La Orden de San Juan de Dios agradeció ayer las muestras de apoyo y «el buen hacer de los profesionales sanitarios» durante los cinco días que el religioso toledano estuvo ingresado en el hospital madrileño tras ser repatriado junto a la hermana Juliana Bonahé que solo sufre unas fiebres tifoideas y está ingresada en la sexta planta del centro madrileño, donde permanecerá al menos 21 días.Un regreso que, ahora después de haber fallecido, su familia cuestionó. «Creo que si hubiera muerto allí y se hubiera enterrado en el hospital de San José, hubiera sido más feliz», aseguró su prima Begoña Martín en la Ser. «La noticia nos ha sorprendido pero creo que es un final feliz, quizás el mejor, aunque parezca una barbaridad, porque si Miguel tiene que vivir con la pena de la muerte de sus compañeros del hospital de San José...», añadió la prima de Pajares, quien también mostró sus dudas sobre la eficacia del nuevo fármaco, ZMapp, que le estaban aplicando desde el pasado sábado y que el Ministerio de Sanidad aprobó de manera «excepcional» para tratar al religioso manchego de una enfermedad que alcanza el 90% de mortalidad y cuyo tratamiento general es el mismo: cuidados paliativos y paracetamol.Este suero, el mismo que están dando en Atlanta al médico Kent Brantly y a la misionera Nancy Writebol y que estaba dando muy buenos resultados, está compuesto por tres anticuerpos procedentes de las hojas de tabaco que atacan a la proteína que rodea al virus del ébola, lo cual facilita que el propio sistema inmune ataque y evite así la propagación a otras células afectadas con el virus.
- Sin embargo, sus consecuencias son una incógnita. «No sabemos si el cura español estaba ya en una fase avanzada cuando recibió el tratamiento», indicó Marie-Paule Kieny, subdirectora general de la Organización Mundial de la Salud.Siete añosEl ébola ha diezmado los recursos en Libera de la ONG Juan Ciudad, herramienta de la Orden en África. Los problemas de salud a los que atendían de forma diaria en las consultas del hospital de Monrovia llegaron al propio personal del San José. El director del centro, Patrick Nshamdzea, contraía el letal virus y fallecía el 2 de agosto. El resto de sus compañeros le atendieron conocedores del alto riesgo de contagio que existía. Los cinco compañeros de Nshamdzea aceptaron el reto de seguir cuidando a su compañero. Todos enfermaron, como el administrador del centro de salud. Los religiosos George Combey y Chantal Pascaline contrajeron el ébola y fallecieron el lunes y el sábado, respectivamente; el administrador Eugene Osei-Wussu se encuentra en estado «preocupante», aunque parece que no tiene el virus y la hermana Juliana Bonahé, que también se ha librado del ébola, fue repatriada a España. Sólo queda allí contagiada, aislada y sin la más atención que el enfermero voluntario camerunés William Ekeurm, la ecuatoguineana Paciencia Melgar.Un equipo que se fue formando poco a poco desde hace siete años, cuando Pajares llegó al centro de salud de Monrovia destinado por su Orden, un hospital que estaba centrado en el cuidado de las madres, sus pequeños y en el tratamiento de enfermedades infecciosas como el sida. Antes, el misionero de La Iglesuela había estado en otros países africanos durante cinco décadas, sobre todo en Ghana, su anterior destino. También pasó un tiempo en Irlanda, aunque siempre la magia de África le atrajo, a pesar de sus deficiencias y necesidades.Apremios urgentes que Pajares comenzó a expresar a amigos y familiares por cartas y correos electrónicos cuando el ébola empezó a hacer estragos entre los liberianos. «Si todos los hospitales se cierran, ¿qué pasará con otros pacientes? Lo que más urge ante esta peste es material protector para el personal», comentó en una de las misivas. «Es penoso pero hay que estar. Lo comparo a la guerra, aunque esto es más peligroso. El enemigo está en casa. Ayer me sentí mal, con fiebre y débil. Estamos solos, en manos de Dios. La muerte ronda», escribía antes de ser repatriado a España, buscando entre los más conocidos el aliento y los enseres que Juan Ciudad ONGD no podía enviar hasta Monrovia.
- La cena unos filetes de lomo con patatas fritas, postre melon,.
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