DESAYUNO - CENA - SABADO - ENREDATE ¡ QUE HAY DE NUEVO ! - La España ilustrada Benjamin Lacombe , fotos.
La España ilustrada Benjamin Lacombe,.
Benjamin Lacombe
Biografía
En 2001 se unió a la Escuela Nacional de Artes Decorativas (ENSAD), en París, donde continuó su formación artística. Durante sus estudios, Benjamín trabajó en publicidad y animación y, con sólo 19 años, edita su primer cómic. Lo que en un principio fue su proyecto de fin de carrera, pasó a ser su primer libro para niños: Cereza Guinda, el álbum que él mismo escribió e ilustró fue publicado por Les ƒditions du Seui en marzo de 2006. Al año siguiente, Benjamín se convirtió en una joven celebridad del mundo editorial desde su exitoso lanzamiento en Estados Unidos por el sello Walker Books y gracias a la nominación de la prestigiosa Revista Time que ubicó a Cereza Guinda dentro de los 10 mejores libros para niños publicados en el año 2007. Desde entonces, escribió e ilustró muchos libros abordando temas tales como: la infancia, la melancolía y la diferencia. Para ello, ha utilizado técnicas variadas como el gouache, el lápiz y el grafito, las acuarelas y la pintura al óleo.A lo largo de su trayectoria, Benjamín ha trabajado con Albin Michel, Barefoot Books (EE.UU.), Edelvives (España), Hemingway Corea (Corea), Milán, MaxMilo, Cerbatana, Sol, Walker Books (EE.UU.) y Le Seuil Jeunesse, la editoral con la que publicó la mayoría de sus libros.
Entre sus fuentes de inspiración se encuentran el movimiento Prerrafaelistas y el Quattrocento Italiano, primitivo flamenco, así como también artistas más contemporáneos: Tod Browning y su mundo "monstruos", Tim Burton, Fritz Lang y su película Metropolis, Ray Harryhausen, David LaChapelle o Diane Arbus. Su entorno personal y social, también son parte de su inspiración. Un ejemplo de ello, es su perro Virgil a quién procura incluir en la mayoría de sus obras.
Si bien la mayoría de las producciones de Lacombe conciernen al sector juvenil, también publicó libros ilustrados para adultos incluyendo entre ellos una reversión de los " Cuentos Macabros " de Edgar Allan Poe, con la traducción de Baudelaire, como así también la historia de " Notre-Damede París " con texto íntegro de Victor Hugo.
Otros artistas han trabajado a partir de obras originales de Benjamín Lacombe, como Julien Martinez, un escultor y creador de muñecas contemporáneas, o Emmanuelle Andrieu, de la Casa de la Vidriera, que realizó una vidriera a partir de una ilustración de " Cuentos Macabros "., etc.
TITULO: REVISTA MUJER HOY DE CERCA PORTADA - ENTREVISTA - SILVIA PEREZ CRUZ,.
- ENTREVISTA - SILVIA PEREZ CRUZ,fotos.
Entrevista Sílvia Pérez Cruz: "Le canto a la pena para librarme de ella",.
La cantante redobla sus fechas en Barcelona y Madrid tras agotar las entradas para los conciertos de 'Vestida de nit'
Blanca sobre negro, qué bien luce sobre la mesa el vinilo de Vestida de nit (Universal). Y qué gusto poder tocarlo, ahora que la música es tan líquida.
Todo es como el aire, que se te escapa. Pero en vinilo parece más de verdad, ¿no? Y, ahora que tenemos tantos inputs, también le da valor. Internet claro que es bueno, porque tienes más alcance, aunque gestionar tanta información resulta difícil. Hace muy poco que uso el tocadiscos, pero me gusta la relación que estableces con el objeto, que hasta necesita que le des la vuelta.
Algo con lo que jugó en la edición doble en vinilo de 11 de novembre: en una cara, las canciones más tristes; en la otra, las más alegres.
En vinilo, había otro ritmo y, por tanto, otra escucha. Por eso, pensé que cada cara debía tener un color. Saber ordenar el repertorio es muy importante. Sea un cedé, un vinilo o un concierto, el oyente necesita que lo guíen por un sitio u otro.
¿A usted no le ha quedado otra que ser ordenada o es algo desastre con la agenda?
Puedo ser caótica, pero yo me entiendo y todo siempre tiene un sentido. En principio, me gusta el caos, aunque con el tiempo he aprendido mucho y ahora debo ser muy ordenada. Por suerte, cuento con gente que me ayuda, porque tengo mucho trabajo y, además, soy madre.
Presume de equipo. ¿Se ve como su cara visible o se basta sola?
Creo mucho en el equipo, porque es un engranaje que suma. Juntos, todo sale mejor. Para mí, el éxito es encontrar un buen equipo. Ahora bien, necesito que me ayuden, porque si no tendría que hacerlo todo yo sola. Por cómo se me ha criado, no sólo canto, sino que me gusta la creación, la fotografía, la estética… Por eso prefiero hacerlo con gente, porque así me relajo y me centro más en lo que me toca.
De usted, ¿ya se ha dicho todo?
No te creas. Las entrevistas acaban siendo conversaciones y reflexiones sobre el arte. Es muy personal, tanto para mí como para el que pregunta. Aunque he hablado mucho de algunos temas concretos, como la conversación está viva —en el fondo, se habla de mi manera de ser y de vivir— siempre va mutando. Siempre tengo algo que decir, porque me dejo el alma en cada cosa que hago.
Vayamos atrás en el tiempo: Sílvia Pérez Cruz, la niña cantora.
Aunque parece una historia de cuento, todo fue mucho más normal. Nací en una familia donde la música era una manera de comunicarse. Fue mi base, por eso en la música me siento como en casa. Mi padre, Càstor Pérez Diz, era un apasionado de las habaneras que buscaba canciones perdidas en Cuba. Mi manera de relacionarme con él fue a través de ellas. Cantar era nuestra conversación.
Frecuentaba
una taberna de Calella, La Bella Lola, donde un par de veces al año
interpretábamos juntos dos o tres temas. En ese ambiente descubrí mi
vocación: aunque había empezado a estudiar música a los tres años, a los
doce sentí que necesitaba hacer eso.
Qué precocidad.
Bueno, te apuntan, empiezas a hacer expresión musical... A los cinco empecé piano; a los siete, saxo… Toda la vida haciendo mil cosas. Aparte, mi madre, Glòria Cruz, tenía la escuela de arte. Y con ella descubro mi camino.
Escuela en la que también echó una mano.
La ayudaba a montar y a dar las clases. Y, a veces, también las recibía. Allí, los niños pintaban con tinta de calamar, tocaban el sonido y cosas así. Para mí, aquella escuela era la felicidad y marcó la manera de relacionarme con el arte: en libertad y con confianza.
¿Quién pesó más, su padre o su madre?
Mi madre, porque me ha criado ella. Yo no veía a mi padre, sólo me relacionaba con él cantando. Lo que pasa es que se murió y se creó toda una… De él aprendí a hablar cantando. Era mi forma de comunicar lo que yo sentía. Con el viví las primeras experiencias y aprendí de su humildad y del amor que le profesaba a las canciones. Pero la que me ha enseñado a ser, incluso a disfrutar de esos momentos con mi padre, fue mi madre. La academia no era nada académica, sino una filosofía de vida.
De hecho, su madre dejó a los bachilleres, que le resultaban más rígidos, por los niños de la academia Alartis, que eran como esponjas.
Empezó a dar clase en el instituto a chavales de dieciocho años y vio que no sabían expresar lo que sentían. Entonces se dio cuenta de que tenía que enfocarse en los pequeños, porque son la base. “Hay que ayudar a que los niños sientan”, pensó, y empezó a dar clases mezclando la guitarra y el dibujo.
Sus abuelos maternos eran del Ampurdán, aunque tuvieron a su madre en Murcia y luego regresaron a Girona. Los paternos eran gallegos y su padre, en cambio, nació en Catalunya.
Sus dos hermanos nacieron en Correchouso —una aldea de Laza— y él, en Coll de Nargó, aunque es muy gallego. No recuerdo a qué se dedicaba mi abuelo, porque no lo conocí, pero su mujer era muy bestia. El aguante y la supervivencia: ¡la señora Luisa! Mi canto tiene que ver con el canto de las abuelas de la península Ibérica.
Que sumado a su arrojo de juventud…
Nunca he tenido miedo. El arte es lo que más me gusta y a través de él entiendo algo la vida. No lo puedo evitar: es una necesidad de aprender, de conocer, de cantar, de tocar, de crear… Haciendo esto soy feliz.
Flamenco, jazz, pop, bolero, fado, música tradicional catalana y gallega, folclore
ibérico y suramericano… ¿Qué palo le falta?
Muchos. No tengo problema en abordar ninguno. Lo que pasa es que si no lo siento, no lo puedo hacer. Es algo muy personal, que también depende de las personas con las que te vas cruzando. No me importaría cantar con una banda punk o sobre bases electrónicas. Antes hablábamos del equipo, pero me ha venido bien cantar sola. Reencontrarme con la guitarra y sentir el vértigo de mi propio silencio es muy terapéutico. Me encanta compartir, porque le da sentido a todo, aunque a veces necesito esa soledad.
En cuanto a estilos, yo canto canciones, pero también emociones. No tengo reparo ni miedo alguno. Ahora mismo estoy tan en paz con todo lo que he hecho, que me apetece seguir arriesgando para descubrir cosas en profundidad a través del arte y la emoción.
Parece que convierte en oro todo lo que toca, porque ha cantado desde La Macarena hasta El tractor amarillo.
Como las canciones de las que disfruto más son muy bestias a nivel de intensidad, necesito algo de humor: o reírme de mí misma o hablar un poco de cachondeo. Al final de Vestida de nit, que toma el nombre de una habanera compuesta por mis padres, empezamos a improvisar y ahí me vinieron a la cabeza los hits del verano.
Una
vez, mientras recibía clases de saxo, Sheila Jordan impartía un
seminario en otra aula y me puse a espiarla por la ventana. Su clase era
de canto y ella —una cantante de jazz de 89 años, con la que he cantado
hace poco— repartía canciones, hasta que una chica le dijo que le había
tocado una muy fea. Entonces, le respondió: “Las canciones no son feas,
tú las haces feas”.
Yo comparto esa filosofía. Por supuesto, hay algunas que son maravillosas y otras, mucho más cómodas. Sin embargo, a veces te encuentras con bellezas escondidas. Por ejemplo, la Lambada, que siempre ha sido denostada. De niña, me encantaba el videoclip. Vale que estábamos en verano y era pequeña, pero yo ahí veía una melodía: “Chorando estará, ao lembrar de um amor”. Había una emoción que me apetecía rescatar.
Yo comparto esa filosofía. Por supuesto, hay algunas que son maravillosas y otras, mucho más cómodas. Sin embargo, a veces te encuentras con bellezas escondidas. Por ejemplo, la Lambada, que siempre ha sido denostada. De niña, me encantaba el videoclip. Vale que estábamos en verano y era pequeña, pero yo ahí veía una melodía: “Chorando estará, ao lembrar de um amor”. Había una emoción que me apetecía rescatar.
Amália Rodrigues, Fito Páez, Lola Flores… Pese a que son versiones, usted las hace suyas, véase el Pequeño vals vienés de Leonard Cohen.
Es un viaje personal. Cuando se han hecho versiones tan bonitas [como la de Enrique Morente en Omega], no tienes que superarlas, sino desear cantarlas y darles tu propia voz. En la interpretación, además, hay que reivindicar la creación, porque siempre puedes añadir cosas.
Este
disco tiene temas que me resultan familiares para poder investigar a
nivel sonoro, no se trataba simplemente de unir canciones. Lo hice con
un quinteto de cuerda que tocaba de memoria, rompiendo las dinámicas y
sin miedo a equivocarnos. No buscábamos la perfección, sino vivir esa
experiencia en equipo.
Las canciones, a veces, son excusas y vehículos. Quería investigar, pero al tiempo mantener un pie en algo conocido. Y aquí hay muchas canciones que ya son estructuras que se pueden permitir muchas cosas.
Las canciones, a veces, son excusas y vehículos. Quería investigar, pero al tiempo mantener un pie en algo conocido. Y aquí hay muchas canciones que ya son estructuras que se pueden permitir muchas cosas.
Vestida de nit, que homenajea a sus padres, es un disco pelado: su voz y el quinteto de cuerda.
Al margen de En la imaginación, grabado con el trío de Javier Colina, éste es el disco donde canto más como en el directo. En realidad, tocamos todos los músicos a la vez y apenas añadí un par de voces y algún efecto sutil que apenas se percibe, una cuestión casi de estómago. Es la emoción del directo. Un quinteto clásico con modos populares. Yo los dirijo mucho, porque cambiamos los tiempos y hay silencios.
Le gusta dirigir la orquesta.
Es necesario. Y a nivel físico estoy en un momento en el que necesito bailarlo más. Aunque cantes con los ojos cerrados y estés en tu mundo, le estás cantando a alguien que está ahí, a tres metros de ti. La voz es muy intensa y las cuerdas son como un mar que para el tiempo.
Hablando de estómago, usted canta desde las tripas, lo que le permite abordar nuevos géneros con respeto. Llama a la puerta antes de entrar. No ha venido para quedarse. Digamos que no tienen por qué verla como una paracaidista.
Como una intrusa, ¿no? Es así. Además del respeto, se nota el amor por lo que hago y el aprendizaje acumulado. Conozco muchos lenguajes y sé moverme. También soy consciente de lo que puedo aprovechar de mí, así como de lo que se puede tocar o no. Es muy bonito sentirte bienvenida en tantos sitios distintos. El otro día estuve en el homenaje a Pepe Habichuela y pensaba: “¿Qué hago aquí?”. Sin embargo, ellos estaban emocionadísimos.
Si
tuviera muchas vidas, en una vida sería cantaora; en otra, jazzera; en
la siguiente, tanguera… Dedico mucha energía a buscar el punto de unión
entre los estilos y he llegado a la conclusión de que mi trabajo tiene
que ver con el peso y la verdad.
Cuando estuve en Brasil, quizás mi acento no era muy sambado, pero notaban que había conocido la verdad desde otro sitio. El punto de partida tiene que ser honesto y el resto se puede ir aprendiendo.
Ha cantado en castellano, catalán, gallego, portugués o inglés. Cuando compone, ¿qué lengua le viene a la lengua?
Depende de la canción, porque cada idioma tiene su musicalidad. Cuando compones la música, te puede sonar a portugués o a catalán. Por ejemplo, My Dog, incluida en la banda sonora de Domus, me sonaba a inglés, aunque no sea un idioma que yo controle. Además, depende del idioma que escojas, le das una fuerza u otra. La lengua es un elemento más en la paleta.
Cuando la música es emoción y sentimiento, no siempre es necesario entender la letra, ¿no?
Al principio, con la música tenía de sobra. Sin embargo, cuando conecté con el lenguaje flipé. Si puedes sumarle la palabra a la música, es un despiporre. Claro que con la música resulta suficiente, pero si puedes añadirle un mensaje, mejor. Y hay que saber qué se dice, aunque cada uno lo interprete o lo pronuncie como pueda.
Su mensaje es sutil a la hora de abordar ciertos temas. Prefiere quedarse al borde del precipicio, como si no fuera necesario decirlo todo.
Hay muchas capas. Puedes decidir ser muy concreto o no serlo. Yo hago más bien una pequeña revolución emocional. Estar vivo es primordial, porque estamos muy dormidos. Yo me sincero para que tú te sinceres, de modo que te encuentres con tus emociones y te sientas más vivo, porque nos constriñen unas corazas enormes. Eso se me da bien, aunque si un día me interesa hacer algo más concreto, lo haré. Para mí el arte es libertad, no algo obligatorio.
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