fotos, CUANDO LOS HEROES SE TRANSFORMAN EN MONSTRUOS,.
Lucha contra el Isis: cuando los héroes se transforman en monstruos,.
Un fotógrafo kurdo de la prestigiosa agencia VII acompañó durante meses a los soldados de una unidad de las fuerzas especiales iraquíes para documentar su lucha contra el Estado Islámico. Y de un día para otro se convirtió en testigo de violaciones, torturas y asesinatos selectivos. El Ministerio del Interior iraquí niega los hechos, pero Arkady tiene pruebas. Aquí están algunas.
Comencé mi proyecto en octubre del año pasado. Quería acompañar a dos soldados de la ERD, la División de Respuesta de Emergencia, un cuerpo a las órdenes del Ministerio del Interior iraquí, y documentar su lucha contra el Estado Islámico. Al menos, ese era el plan.Había conocido a dos miembros de la unidad el verano anterior, durante la liberación de la ciudad de Faluya. Volví a encontrarme con ellos en otoño, cuando se puso en marcha la liberación de Mosul. eran el capitán Omar Nazar, suní, y Haider Alí, un suboficial chií. Sobre el papel, deberían ser enemigos irreconciliables. En realidad eran colegas, camaradas que cuidan uno del otro en el campo de batalla. Los acompañé y grabé durante días. Así es como surgió la idea de convertirlos en protagonistas de un documental: la cinta debería demostrar que suníes y chiíes iraquíes podían colaborar hombro con hombro en la lucha contra el Estado Islámico.
Creé un perfil en Facebook, lo llamé Happy Baghdad. Luego colgué un vídeo de ellos dos, de un par de minutos, titulado Libertadores, no destructores. Encontró un eco sorprendente: tuvo 345.815 visitas y recibió multitud de comentarios. «Estoy en el buen camino», pensé. Ambos estuvieron de acuerdo en ser los «héroes» de mi película.
Fuera de control
El cuerpo al que pertenecen Omar y Haider, la ERD, tuvo unos orígenes discretos. Pero en el verano de 2014, cuando todo Irak se vio de golpe envuelto en la guerra contra ISIS, el número de sus efectivos empezó a crecer. El cuerpo se articula en tres grupos: reconocimiento, francotiradores y unidades de combate. El capitán Omar dirige la unidad de combate en la que está integrado como suboficial Haider.Estas unidades realizan incursiones y operaciones de comando nocturnas. El entrenamiento necesario lo han recibido básicamente de instructores norteamericanos.
Con cada batalla ganada crecía la confianza que mostraban mis protagonistas. El 22 de octubre, los hombres de Omar regresaron a la base en Kayara, el sur de Mosul, con dos jóvenes prisioneros, presuntamente colaboradores del Estado Islámico. Poco después los soldados me contaron que, al cabo de tres días de torturas, los prisioneros confesaron ser miembros del Estado Islámico. Y una semana más tarde los ejecutaron.
A partir de ese momento, mi proyecto ya no fue el mismo. Mis ‘héroes’ hacían cosas que nunca hubiese creído posibles. Al principio solo me dejaban mirar mientras las hacían, más tarde no pondrían trabas a que los grabara.
Volví unos días a casa; Omar y Haider también tenían dos semanas de permiso. Quedamos en reunirnos en el nuevo cuartel general del cuerpo, junto a Hamam al-Alil, cerca de Mosul. Llegué antes que ellos, el 11 de noviembre. Tuve ocasión de conocer a otros oficiales y seguí descubriendo cosas, más de lo que me habría gustado saber: torturas, violaciones, pero también ejecuciones de personas contra las que solo había vagas sospechas. O ni siquiera eso.
En aquellos días, los soldados acababan de recuperar el pueblo de Kabr al-Abd. El capitán Thamer al-Duri, responsable de los servicios de reconocimiento, dirigía las operaciones. Estuve presente cuando una noche sus hombres detuvieron a varios sospechosos; entre ellos, a Raad Hindiya, el encargado de vigilar y limpiar la mezquita del pueblo. Un informante lo había acusado de ser un hombre del Estado Islámico.
Aquella vez, solo se lo llevaron para golpearlo e interrogarle durante un par de horas. Pero el capitán Al-Duri me dijo que lo volvería a detener al cabo de unos días y que entonces lo ejecutarían. El 22 de noviembre, una decena de hombres, todos ellos equipados con dispositivos de visión nocturna, salieron de misión. Las tropas estadounidenses en la zona estaban informadas, incluso siguieron la incursión nocturna con un dron.
Cuando lo detuvieron, Raad Hindiya dormía con su familia en una habitación. Los soldados lo llevaron ante el capitán Omar Nazar, mi protagonista, y lo torturaron durante horas antes de trasladarlo al cuartel general de los servicios de información a la mañana siguiente. Allí fue torturado durante una semana entera. Finalmente fue ejecutado junto con otros sospechosos de pertenecer a ISIS. Así me lo contó más tarde el propio capitán Al-Duri.
Aquella misma noche detuvieron también a un joven llamado Rashid, totalmente inocente según afirmaron después las unidades de información del Ejército iraquí. Sin embargo, su hermano mayor sí que se había unido al Estado Islámico, al igual que su esposa. Aquello fue la perdición de Rashid. Murió después de tres días de torturas, vi su cadáver en el cuartel de los servicios de información de la ERD.“Rashid era inocente, pero su hermano mayor se había unido a ISIS. Aquello fue la perdición de Rashid. Murió después de tres días de torturas. Vi su cadáver”
¿Por qué me dejarán grabar?
Y entonces comenzó la verdadera pesadilla. La localidad de Hamam al-Alil fue liberada y muchos de los que habían huido del Estado Islámico volvieron a sus casas. Unidades de la ERD arrestaron a gran cantidad de hombres y jóvenes, oficialmente solo para comprobar si entre ellos había miembros del Estado Islámico. Dos de los detenidos eran un padre y su hijo de 16 años; los soldados los llevaron al cuartel general.A Mahdi Mahmoud lo detuvieron con su hijo de 16 años. Lo colgaron del techo con los brazos estirados a la espalda y empezaron a golpearlo. Su hijo estaba al lado, podía oír los gritos de su padre
A Mahdi Mahmoud, el padre, lo colgaron del techo con los brazos estirados a la espalda, le pusieron unas botellas de agua como lastre y empezaron a golpearlo. Su hijo estaba al lado, podía oír perfectamente los gritos de su padre. Yo también me encontraba presente, grabando.Tras los golpes, a Mahdi le aplicaron electricidad. Pero lo peor estaba por llegar. Luego empezaron a golpear a su hijo delante de él. Acabarían matando al chico
Nadie me lo impidió. Luego empezaron a golpear al chico a la vista de su padre. Más tarde mataron al adolescente.Veía que la situación cada vez estaba más fuera de control. Me preguntaba. «¿Dónde te estás metiendo, Alí? ¿Por qué te estarán dejando grabar cómo torturan a la gente?». Era evidente que para ellos la violencia se había convertido en una rutina, en algo normal.
Al mismo tiempo, me decía. «¡Tienes que grabar todo esto! Tienes que documentar lo que hacen, probar que se están cometiendo crímenes de guerra». En la zona había reporteros extranjeros, pero solo salían de día, por la tarde siempre volvían a la seguridad de Erbil, en territorio kurdo. Por la noche, me quedaba yo solo con las tropas del Ministerio del Interior.“Le clavaban repetidamente el cuchillo detrás de la oreja. Una técnica que habían aprendido de los americanos, se jactaban”
A mediados de diciembre nos trasladamos a la otra orilla del Tigris, a una nueva base en Bazwaia, en el extrarradio oriental de Mosul. Allí detuvieron a dos jóvenes hermanos, Laith y Ahmed. Los soldados empezaron a maltratarlos a los dos, primero con golpes, luego se pusieron a clavarle un cuchillo a Ahmed repetidamente detrás de la oreja. Era una técnica que habían aprendido de los expertos norteamericanos, algo de lo que se jactaba uno de los soldados.
En Mosul detuvieron a dos hermanos, Laith y Ahmed. El fotógrafo Arkady vio como los golpearon y les clavaron cuchillos. Después, los torturaron hasta la muerte
A la mañana siguiente, un soldado me contó que los habían torturado a los dos hasta la muerte, y me enseñó un vídeo de sus cadáveres, incluso me lo mandó luego por WhatsApp.El 16 de diciembre llegaron a Bazwaia los dos hombres que quería que hubiesen protagonizado mi documental. el capitán Omar Nazar y el suboficial Haider Alí, el suní y el chií. Aquella misma noche continuaron los arrestos de sospechosos.
Uno de ellos se llamaba Fathi Ahmed Saleh. Lo arrastraron fuera de la habitación en la que estaba durmiendo con su mujer y sus tres hijos. El suboficial Haider Alí entró en la habitación diciendo que iba a violar a la mujer. Cinco minutos más tarde salió de la habitación. La mujer estaba llorando. El capitán Omar Nazar le preguntó que qué había hecho. «Nada -respondió Haider Alí-, está con la regla».
Fathi Ahmed Saleh dormía con su mujer y sus tres hijos cuando lo detuvieron. Un suboficial dijo que iba a violar a la mujer. Cuando salió, aseguró que no había hecho nada. «Está con la regla». La mujer lloraba con su hijo pequeño en brazos
Entré en la habitación y grabé a la mujer, sentada en el suelo con su hijo más pequeño en brazos. Se me quedó mirando. Seguí grabando sin pensar en nada. Mientras yo grababa, los soldados desvalijaron la casa.El último detenido aquella noche fue un joven integrante de Al-Hashd, las Fuerzas de Movilización Popular, que también combaten contra el Estado Islámico. Lo llevaron al edificio donde se encontraba Omar Nazar y allí fue violado por uno de sus hombres. Aquellos soldados se habían enfrentado a combates muy duros. Creían que todo les estaba permitido. Asesinatos, violaciones, todo era halal, ‘legítimo’. Al poco de regresar de su incursión nocturna, el cuartel general preguntó por radio que qué habían hecho. El capitán Omar contestó: «Oh, de todo. Les hemos dado a sus mujeres, hemos saqueado las casas…». La respuesta fue: «OK, haced lo que hay que hacer». Los mandos lo sabían todo.
No hay salida posible
Aquellos fueron mis últimos días con la ERD. Ya no lo soportaba más. Filmaba lo que ocurría, luego pensaba: «Podría ser mi mujer, mi hija». Una noche, el capitán Omar y otro soldado estaban golpeando a varios prisioneros y me animaron a participar.Tenía miedo. Era un kurdo que estaba trabajando para una agencia fotográfica estadounidense. Ellos eran cuatro, iban armados. No dejaban de insistirme: «Vamos, pega tú también». Y le di una bofetada a uno de los prisioneros. No demasiado fuerte, pero tampoco demasiado flojo. Fue algo terrible, y lo último que hice antes de irme de allí.“Una noche me animaron a participar. ‘Vamos, pega tu también’. Tenía miedo. Y le di una bofetada al prisionero”
Dije que mi hija se había puesto muy enferma, que tenía que volver enseguida a casa. Fui a Khanaquin, mi ciudad, al noroeste de Irak, pero solo durante unos pocos días, los suficientes para poner a mi familia a salvo y salir de Irak. De mi país… Pero tenía claro que mi vida, nuestra vida, estaría en peligro en cuanto publicase las pruebas de los crímenes de guerra que había presenciado.
Ahora entiendo perfectamente por qué el Estado Islámico lo tuvo tan fácil para hacerse con Mosul y otras zonas suníes. La gente que vivía allí tenía miedo de no poder sobrevivir sin protección armada. Eso sí, su situación con el Estado Islámico acabó siendo mucho peor.
Hombres de las Unidades especiales del Ministerio del Interior que luchan contra el ISIS, cuyos métodos están en entredicho con la denuncia de Arkady
Ahora vivo en el extranjero. Por motivos de seguridad prefiero no decir exactamente dónde. De vez en cuando me pregunto qué pensarán de mí Omar y Haider. A fin de cuentas, la verdad es que nunca falté a un compromiso, nunca grabé nada a escondidas.Todos me vieron grabar y fotografiar durante horas sus maltratos. Incluso algunos me mandaron vídeos de sus asesinatos cuando se lo pedí. Habían perdido toda medida de lo que era correcto y lo que no. La idea original había sido acompañar a mis dos protagonistas en los duros combates por la liberación de Mosul como último capítulo de nuestra historia compartida. Eso ya nunca ocurrirá. Quería presentarlos como héroes. Eso tampoco ocurrirá.
Testigo de cargo
Una de las torturas que fotografió Arkady. «La situación estaba fuera de control. Me preguntaba: ‘ ¿Dónde te estás metiendo, Alí? ¿Por qué te estarán dejando grabar cómo torturan?’ Era evidente que para ellos la violencia se había convertido en una rutina, en algo normal».
TITULO: REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - PETER DINKLAGE,.
fotos, PETER DINKLAGE,.
Peter Dinklage: "Me gustaría pasar inadvertido... pero mido 1,35",.
El actor norteamericano convertido en estrella mundial por su interpretación de Tyrion Lannister en ‘Juego de tronos’ lleva muy mal la fama. De todo esto y más hablamos con él en Gerona, durante el rodaje de la campaña ‘Mediterráneamente’, que lo ha puesto bajo las órdenes del último triunfador en los Premios Goya, Raúl Arévalo.
Peter Dinklage es tímido. Mucho. Una cualidad contradictoria cuando alguien se gana la vida como actor. Pero esa timidez forma parte de su atractivo. La cámara percibe su fuerza y también su delicadeza. Ha vivido, ha leído y ha sufrido bastante más que la media. No es un bufón ni cuando hace comedia. Que su papel como Tyrion Lannister en Juego de tronos lo haya catapultado al estatus de megaestrella es casi una faena para alguien que ha hecho su carrera en el cine y el teatro independientes. Y que sigue dando el ‘callo’ en ese circuito, donde conoció a su mujer, la directora teatral Erica Schmidt, con la que tiene una niña de seis años, de la que ha conseguido que no trascienda su nombre. [No, no se llama Zelig]. Se convertirán en padres por segunda vez a finales de este año.Exige que no haya nadie más que el entrevistador en la autocaravana donde se recluye, aparcada en Lloret de Mar (Gerona), sobre un acantilado con vistas al mar. Vis a vis. Pelazo, voz de barítono… Necesita la distancia corta, un espacio propio, donde no se achicharren los matices de la conversación, igual que necesita una ayudante con una sombrilla para que el sol no lo derrita mientras aguarda para entrar en escena durante el rodaje de ese mix entre anuncio y ‘corto’ que produce Estrella Damm cada verano. La cita tiene lugar en un descanso.“Las mujeres se sienten atraídas por los hombres que tienen confianza en sí mismos y sentido del humor. Eso me ha dado mis oportunidades”
XLSemanal. ¿Cómo lleva lo de ser un sex-symbol?
Peter Dinklage. No soy un sex-symbol para nada.
XL. Tiene una legión de admiradoras que discrepa.
P.D. Que no, que no…
XL. ¿Seguro?
P.D. Segurísimo.
XL. Pues dígame que ha aprendido del amor.
P.D. A saber escuchar. Para amar, hay que tener paciencia.
XL. ¿Y de las mujeres?
P.D. Que su definición del atractivo es mucho menos superficial que la de los hombres, aunque también pueden ser superficiales. Pero es raro que se conformen con eso. Las mujeres se suelen sentir atraídas por hombres que tienen confianza en sí mismos. Confianza y sentido de humor. Eso me ha venido bien, la verdad. Me dio mis oportunidades.
XL. ¿Qué le hace feliz?
P.D. Me hace feliz mi familia. Y mis amigos. Con los amigos, uno tiene sus peleas también. Pero, conforme me voy haciendo más viejo, tengo la impresión de que la felicidad no se busca, dejas que suceda. Y está en todas partes. Unas veces es la recompensa por el trabajo, y otras veces llega después de pasar tiempos difíciles. Pero si fuéramos felices todo el rato, no tendríamos perspectiva. Yo no soy feliz todo el tiempo. Nadie lo es.
El arte de pasar inadvertido: Dinklage, con su mujer, la directora teatral Erica Schmidt, a quien conoció trabajando en el sector independiente de las artes escénicas, con su hija de seis años. Han conseguido que no trascienda su nombre. A final de 2017 serán otra vez padres
XL. ¿El éxito no da la felicidad?P.D. Depende de cuál sea su definición del éxito.
XL. ¿Cuál es la suya?
P.D. Bueno, mucha gente piensa que el dinero es el éxito, sobre todo en este negocio, donde la taquilla manda. Pero no creo que sea verdad. Para mí, el éxito consiste en no tener nada de lo que lamentarte cuando termina el día. Nada que reprocharte. Alguien que gana mucho dinero pero que hace cosas de las que no está orgulloso puede sentirse un miserable.
XL. Hombre, si paga las facturas por lo menos se quita unas cuantas preocupaciones…
P.D. Pero el éxito en un trabajo no se mide por el salario. Tener éxito es poder hacer cosas que te importan. Tienes suerte si lo consigues. Y puede que no todo el tiempo lo consigas, que tengas que hacer algunas cosas que no te merecen la pena, excepto por el hecho de que te pagan. Pero si con cierta frecuencia haces cosas personales, que te salen de dentro, que son interesantes para ti, eso ya es mucho. Y te compensa, aunque no ganes ningún dinero con ellas. Que también suele pasar [ríe].
XL. A usted le ha pasado…
P.D. ¡Y tanto! Pero me encanta el trabajo duro. A veces los actores tenemos la suerte de ir a sitios maravillosos, de tener todas estas comodidades… Pero a mí lo que me gusta de verdad es el trabajo duro. Y no me importaría ser un albañil, un jardinero, alguien al que le da el sol mientras trabaja. Y que cada día va viendo el resultado de lo que hace. Levantando un edificio o lo que sea. Y que por la noche duerme de un tirón porque está cansado.
XL. Lo veo recluido en esta autocaravana, yendo del hotel al set de rodaje, cuando a 500 metros la gente se está bañando en la playa… ¿No se siente aislado?
P.D. Bueno, me he traído a mi hermano Jonathan al rodaje. Está en el hotel. Es verdad que paso mucho tiempo solo. Soy bastante ermitaño. En España, sin embargo, me siento muy arropado. Hemos rodado aquí Juego de tronos, conozco a mucha gente: chóferes, técnicos… Cuando has trabajo en este negocio el tiempo suficiente, muchas caras te resultan familiares.
XL. Pero tengo la sensación de que estaría usted más a gusto si fuera menos famoso.
P.D. Sí, tener un perfil menos público estaría muy bien, la verdad. Pero, mire, al final del día la fama no tiene nada que ver conmigo. Vale, soy Tyrion Lannister, el de Juego de tronos, que es algo enorme, internacional… Está en todas partes. Y me encanta esta serie. Me encanta la gente con la que trabajo. Y estoy orgulloso de lo que hago. Si no lo estuviera, sería muy diferente.
XL. ¿Por qué Juego de tronos tiene ese éxito descomunal?
P.D. Hay dragones y batallas. Pero eso es accesorio. A la gente le gusta porque cuenta historias que le llegan y por los personajes… Sin eso, por muchos dragones y batallas que metas, no tendría interés. Pero es una locura a veces cómo reacciona la gente. Y yo no me puedo poner una gorra de béisbol y unas gafas de sol para pasar inadvertido. Me gustaría, pero mido 1,35. Es bastante abrumador.
XL. ¿Y cómo lo lleva?
P.D. Trato de protegerme. La mayoría de la gente es amable. Se te acerca, pregunta. Tienes que ser paciente, es parte del oficio. Pero a veces la gente no te respeta, te hace fotos a hurtadillas. Y los ves y piensas: «¿Por qué lo hacen?». No es por tener un recuerdo contigo. Es solo por tener una prueba de que te han visto. Suben la foto a las redes, pero no hay ningún recuerdo detrás, porque no han vivido ese momento. El recuerdo, si acaso, lo fabricarán después. Se inventarán una historia.
XL. Una especie de ‘miniposverdad’…
P.D. Sí, y es una pena. Además, me fastidia que saquen el móvil cuando estoy con mi familia. Porque paso lejos de mi familia mucho tiempo. Y cuando estoy con ellos quiero estar tranquilo. ¿Pero qué puedo hacer? Es mi trabajo… Tengo amigos que van a la oficina y que ven a su familia muy poquito también. Por la mañana temprano y por la noche. Así que llevo lo de estar alejado de los míos como puedo. Leyendo buenos libros, guiones…
XL. ¿El último buen libro que ha leído?
P.D. Años salvajes, de William Finnegan. Son las memorias de un tío que va por el mundo buscando la ola perfecta.
XL. Un viaje iniciático…
P.D. Sí. Lo deja todo por eso. Por la próxima ola. Empieza en California, pero luego se recorre el mundo. Y unas cuantas veces está a punto de perder la vida. Pero esa búsqueda es la que le da sentido a su vida. Es un libro excelente. Se lo recomiendo.
XL. Gracias. ¿Usted también busca la ola perfecta?“Soy un chico de pueblo. No le puedes quitar el pueblo a un tío que ha crecido en uno. No pretendas ser lo que no eres”
P.D. Sí. Uno siempre busca la siguiente historia, y espera que sea la gran historia; el siguiente papel, y bordarlo. La próxima vez será mejor, lo haré mejor… Eso te motiva.
XL. ¿Qué fue de aquel chico que creció en un pueblo [Morristown] de Nueva Jersey?
P.D. Lo tiene delante.
XL. ¿Pero queda algo de él?
P.D. ¡Por supuesto que queda! No le puedes quitar el pueblo a un tío que ha crecido en uno. No puedes pretender ser lo que no eres. No he perdido mis raíces si lo pregunta por eso. Y no quiero perderlas, aunque ahora viva en Nueva York. El pueblo forma parte de mi vida. Yo crecí en los años setenta, en los ochenta. Entonces, nadie cerraba la puerta de su casa. De crío, me pasaba el día en la calle. Cogía la bici por la mañana con mis amigos y volvía al anochecer. Todavía hay sitios en el mundo en los que puedes hacer eso, pero cada vez son menos. Es una manera de vivir fantástica, muy a la española.
XL. Lo era. Yo también viví algo parecido, pero los niños de ahora me temo que no…
P.D. Ya. Ahora, los padres estamos siempre con el ojo puesto, vigilantes. Son otros tiempos.
XL. Por lo que veo, guarda buenos recuerdos de su infancia…
P.D. Sí, mis padres eran muy alentadores. Te animaban todo el rato. Mi madre es profesora de música. Mi hermano es violinista. Mis padres eran liberales, muy concienciados… Me enseñaron la compasión hacia todos los seres vivos, el amor a la naturaleza.
XL. ¿Es usted vegetariano desde entonces?
P.D. Desde la adolescencia. Y fui vegano durante un tiempo. Ya no. Ahora como algo de pescado de vez en cuando.
XL. Tengo un amigo que no come mamíferos…
P.D. [Frunce el ceño, pero no dice nada].
XL. Le resulta difícil ser vegetariano debido a que nadie en su familia lo es. Así que de momento se limita a no comer mamíferos, porque tienen madre, como él. Y le es más fácil sentir empatía por ellos que por un salmón, por ejemplo.
P.D. Eso es muy antropomórfico. Su amigo solo respeta a los que tienen algo en común con él. Pues, mire, los pulpos son muy inteligentes. Dígaselo a su amigo. Mi padre pescaba, pero también estaba muy preocupado por el medioambiente. Él me enseñó a respetar a todos los animales. Incluso a los que pones en tu plato.
XL. Le preocupa el bienestar de los animales.
P.D. Sí, muchísimo. Debería preocuparnos a todos. Matar ocasionalmente para vivir es muy diferente a montar una industria donde los animales son tratados como si fueran cosas que no sienten ni padecen, donde su sufrimiento no cuenta para nada. Cerramos los ojos y hacemos como si ese sufrimiento no existiera. Este tema me pone de muy mal humor. Si empiezo, no paro… Es una cuestión de respeto. No respetamos el planeta ni a las criaturas que viven en él. Tenemos esta presunción de que somos los amos y que podemos hacer lo que nos dé la gana. En especial, en mi país.
XL. ¿Qué opina de la situación política en Estados Unidos?
P.D. Que es un desastre. Hemos elegido a la persona equivocada. Ni siquiera fue elegido limpiamente. Trump dice una cosa y hace otra. Se rodea de gente que no cree en el cambio climático. Sus decisiones -cancelar el Obamacare, lo del Muro…- ¡son absurdas, ridículas! Pero la gente en Estados Unidos nunca está satisfecha. Solo quiere cambios. Eso está bien si no entras en un bucle… De Bush a Clinton; luego, otro Bush; luego, Obama; ahora, Trump… Es como un péndulo. No avanzas. Ahora, a la persona que dirige el país solo le preocupa tener contentos a los lobbies y a sus amigos.
XL. ¿No le da la impresión de que se aburre?“No estoy impedido. Puedo caminar y hacer lo que quiera. Hay personas con discapacidades y las superan. Tienes que tomar el control”
P.D. ¡¡¡Sí!!! Se aburre muchísimo. Él solo quería ganar las elecciones. Es un conquistador. Ahora está en la Casa Blanca, ya lo ha conseguido, y es como si el asunto ya no le interesara demasiado. ¡Un presidente que se pasa la vida en Twitter! Más preocupado de los comentarios que de gobernar. Es tan desmoralizador pensar en esto. El día de las elecciones, yo estaba en España rodando Juego de tronos. Y fue muy curioso porque los diálogos ese día iban sobre la corrupción, y sobre el afán de poder, y el miedo que da cuando llega alguien que puede tomar decisiones muy dañinas… Y era como si las escenas reflejaran lo que estaba pasando. Y las frases de mi personaje eran más cínicas que de costumbre. Fue un día muy triste.
XL. La realidad imita al arte.
P.D. Sí. La buena ficción es como la realidad, pero mejor contada. En fin, tengo la esperanza de que a Trump no lo van a reelegir. Habrá que aguantarle cuatro años, como mucho…
XL. ¿Ve usted factible un impeachment?
P.D. Está dando muchas y muy buenas razones para que lo echen.
XL. ¿Le preocupa el futuro?
P.D. Constantemente. Cuando tienes hijos siempre te preocupa, pero también intento ver el lado positivo. Quieres lo mejor para ellos.
XL. Como padre, ¿qué aspira a enseñarles?
P.D. A que luchen por sus convicciones. Yo soy un luchador. No estaría aquí, hablando con usted, si no lo fuera.
XL. ¿Sigue luchando?
P.D. Siempre.
XL. ¿Por qué lucha ahora?
P.D. [Se lo piensa]. Lucho para proteger mis instintos. Tengo 47 años. He vivido lo suficiente para saber lo que funciona para mí y lo que no funciona. No soy una persona difícil… De verdad que no lo soy. Me encantan los directores, los guionistas. No tengo el ego nada subido. Discuto, pero también se me puede convencer. Ahora también me dedico a producir. Y un productor debería proteger las ideas de los escritores, aunque no le gusten cosas del guion.
XL. ¿Alguna vez su altura ha sido una ventaja?
P.D. Obviamente me ha dado algunos papeles que no hubiera tenido… Pasé una adolescencia conflictiva. Las personas que somos ‘diferentes’ solemos pasarlo mal esos años.
Luego te haces adulto, tienes buenos amigos. Te lo tomas con humor. Nunca he visto mi altura como un problema o un obstáculo. Porque mi cerebro funciona bien, a veces [da unos golpecitos en la mesa de madera]. Mi corazón aún late [vuelve a tocar madera]. No estoy impedido. Puedo caminar y hacer lo que quiera. Hay gente que no puede. Personas con discapacidades. Y las superan. Tienes que tomar el control.
XL. Usted rechazó papeles [de duende y similares] en una época en que no se lo podía permitir…
P.D. Sí, pero quería estar orgulloso de lo que hacía. Tenía otros trabajos. De oficinista, de limpiador… Cualquier cosa. Y así iba tirando. Pero era una cuestión de dignidad.
XL. ¿Y tenía un plan B si fracasaba?
P.D. Siempre he querido ser escritor. Pero me falta disciplina. Puedo desarrollar una historia, pero llego a la página diez y no puedo seguir avanzando. Me encanta escribir. Y muchos de mis mejores amigos son escritores, muy buenos escritores, mucho mejores que yo.
XL. ¿Y de dónde se saca la disciplina?
P.D. Supongo que está en el ADN. Mi hermano la tiene. Los grandes músicos la tienen. Los escritores de raza la tienen. Todos tenemos algún talento. Pero el talento no basta. Porque necesitas esa fuerza interior para sostener el impulso cada día.
Cervezas y estrellas
Peter Dinklage encarna a un detective en el tercer cortome-traje de la saga Mediterráneamente, de la cerveza Estrella Damm. Un formato publicitario que ha conseguido una gran aceptación. Completan el reparto Álvaro Cervantes, Ingrid García-Jonsson y Marcel Borràs. El rodaje, en Lloret de Mar (Gerona), ha durado nueve días y han participado decenas de extras. El director es Raúl Arévalo, premiado con el último Goya a la mejor dirección novel por Tarde para la ira. Arérvalo toma el relevo de Alejandro Amenábar y Alberto Rodríguez. El tráiler ya está disponible en www.estrelladamm.com y el corto se podrá ver a partir del 12 de junio. La campaña veraniega de Damm ya ha contado con actores internacionales como Jean Reno (el año pasado) y Dakota Johnson, y estrellas nacionales como Laia Costa y Quim Gutiérrez. También han participado chefs como Ferran Adrià e Hideki Matsuhisa.TITULO: EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - CLARO QUE NOS REPRESENTAN,.
foto - reloj - CLARO QUE NOS REPRESENTAN,.
Me cae bien Ana Pastor, la presidenta del Parlamento español. Sólo he conversado con ella dos veces, pero creo que es eficaz y honorable, y por eso me enternecen los disgustos que se lleva. Los esfuerzos que hace para controlar, o limitar al menos, la zafiedad y la grosería de algunos políticos que han tomado el palacio de las Cortes por un patio de facultad, una taberna de borrachos o una porqueriza donde criar cerdos.
No debe de ser fácil lidiar, por ejemplo, con la soez condición populista del diputado Cañamero, que suele confundir la carrera de San Jerónimo con una feria de animales y gañanes, o con la asombrosa estolidez intelectual del diputado Rufián, cuyo oportunismo y desvergüenza crean verdaderas obras maestras para YouTube. Aunque es justo reconocer que no se trata de elementos aislados, sino que forman parte de un conjunto o una tendencia. De unas maneras nuevas, pintorescas, dispuestas, como hacen los chuchos, a mear territorio. A hacerse también su hueco y su clientela. A darle un aspecto nuevo al viejo negocio de medrar y trincar.
Pensaba en eso el otro día, viendo imágenes de un pleno municipal, no sé en qué ciudad española. Y allí estaba la cámara, en la sala noble, mostrando a un sujeto en pleno discurso, vestido con una camiseta y un pantalón corto, largando con una grosería verbal y un desparpajo escalofriantes. Fue eso lo que me hizo pensar en Ana Pastor y sus problemas de protocolo. Y los que vendrán, me dije. Al final acabarán subiendo a la tribuna del Parlamento en pantalón corto y chanclas. Y de algo estoy seguro: nadie se atreverá a prohibirlo. Ni siquiera a reprochárselo. Porque es lo que tenemos y vamos a tener: la ausencia de educación, la falta de respeto a las instituciones, sin considerar que por imperfectas que sean, por mucho golfo con balcones a la calle que anide en los escaños, degradarlas es una ofensa a los ciudadanos que sí creen en tales instituciones. Incluso a quienes votaron a esos nuevos representantes para que hagan oír su voz en ellas.
Y no se me cuelguen de lo fácil. Hay gente en camiseta perfectamente honrada, y corbatas llevadas por desvergonzados ladrones de traje a medida, gentuza atildada que ha robado sin escrúpulos. Naturalmente. Pero hoy hablo menos de honradez, aunque también, que de educación y maneras. Y de nuestra responsabilidad en todo eso, pues todos nosotros, por acción u omisión, somos causa de que unos y otros estén allí. Hay quien vota a Rufián y a Cañamero, hay quien vota a los que saquearon Cataluña envueltos en la señera, hay quien vota al partido del chófer, la cocaína y las putas, o al de ese don Tancredo que decía «sé fuerte, Luis» al sinvergüenza de su amigo Bárcenas. Y hay quien no vota a nadie; pero no por resultado de un proceso intelectual que lo lleve al escepticismo, sino por apatía, desidia, indiferencia. Porque prefiere quedarse en casa viendo el fútbol.
No es verdad que no nos representen. Nos representan todos ellos, los unos y los otros. Los decentes, y también los corruptos y los guarros de ambos sexos. Da igual que digan usted y su señoría o que eructen su zafiedad y baja estofa: todos representan a la España que los ha votado. Aunque esa España sea un lugar grotesco y a ratos bajuno, es una democracia. Alguna vez escribí que de poco aprovechan las urnas si quien vota es un analfabeto sin criterio, presa fácil de populistas y sinvergüenzas. Pero también es cierto que a ese analfabeto llevamos varias generaciones fabricándolo con sumo esmero y entusiasmo suicida. Somos lo que nosotros mismos hemos hecho de nosotros. La marca España.
Por eso no conviene olvidar que a esos parlamentarios y políticos los hemos llevado hasta allí ustedes y yo. Entre los españoles hay ciudadanos dignos y honorables, pero también gentuza. Y la gentuza tiene, naturalmente, derecho a votar a los suyos. Eso prueba que somos una democracia representativa, porque es imposible representarnos mejor. Nuestros diputados son el trasunto de millones de ciudadanos que los eligieron. Podemos protestar al verlos manifestar nuestras más turbias esencias, podemos asistir boquiabiertos al repugnante espectáculo que dan, podemos, incluso, ciscarnos en sus muertos más frescos. Pero no debemos mostrarnos sorprendidos. Esto es España, vivero secular de pícaros y criminales, donde ser lúcido, valiente u honrado aparejó siempre mucha desgracia y gran desesperanza. Un Parlamento sin gentuza, lleve corbata o lleve chanclas para rascarse a gusto las pelotillas de los pies, no sería representativo de lo que también somos. Así que ya saben. A disfrutarnos.
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