VIAJANDO CON CHESTER - NUNCA HE RODADO TANTO DOLOR - ALMODOVAR,./ ¡ ATENCIÓN Y OBRAS ! - CINE - EL MAL NOS RODEA COMO LA CAPA DE OZONO, LAURA RESTREPO ESCRITORA,.
TITULO: VIAJANDO CON CHESTER - NUNCA HE RODADO TANTO DOLOR - ALMODOVAR,.
VIAJANDO CON CHESTER ,.
Viajando con Chester es un programa de televisión español, de género periodístico, presentado por Pepa Bueno, en la cuatro los domingos las 21:30,foto.
NUNCA HE RODADO TANTO DOLOR - ALMODOVAR,.
Pedro Almodóvar: «Nunca he rodado tanto dolor»
El director Pedro Almodóvar / foto
Almodóvar explora en su nueva película, 'Julieta', un género extraño para él, el drama sin humor,.
La cinta, basada en tres cuentos de Alice Munro, narra de manera «dolorida y trágica» una relación entre madre e hija,.
La nueva película de Pedro Almodóvar es un experimento. Después de 36
años detrás de la cámara, el director manchego se lanza con su
largometraje número 20, ‘Julieta’, que se estrena este viernes 8 de
abril, a un género por el que aún no había transitado: el drama seco,
sin una gota de humor, lejos del loco estilo de los 80, pero también de
los melodramas de los 90 y de comienzos de siglo. Sigue siendo una
historia de mujeres, de «madres, hijas y abuelas», apostilla el
cineasta, pero dentro de una contención que casa bien con el Almodóvar
que ya está más cerca de cumplir 70 años que de los 60, que lo ha pasado
muy mal por culpa de los dolores de espalda y que ahora quiere narrar
la maternidad, y quizá la vida, de una manera «dolorida y trágica».
Las oficinas de su productora, El Deseo, están a un paso de la
madrileña plaza de toros de Las Ventas. Un edificio remozado con toques
industriales y decorado con los carteles de todas las películas de la
casa. Por la planta baja deambula Agustín Almodóvar, hermano del
cineasta y productor de todos sus largometrajes. En el primer piso está
el despacho del director, las paredes llenas de fotografías de estrenos,
de cenas de galas y ceremonias, otra con Billy Wilder, una más con John
Waters y Tarantino... Y el óleo original de ‘La ley del deseo’, de
Ceesepe. Los seis Goya, los dos Globos de Oro, los seis Bafta y los dos
premios de Cannes se confunden con los libros en una estantería. Ni
rastro, en cambio, de los dos Oscar (‘Hable con ella’ y ‘Todo sobre mi
madre’), que están en su casa junto con su nuevo compañero, ‘Lucio’, un
gato callejero que su coordinadora de producción, Covadonga Rodríguez
Gamboa, le dio en el rodaje de ‘La piel que habito’ y al que ahora mima
con devoción.
Con el pelo alborotado (completamente blanco) y la rapidez de palabra
como rasgos que el tiempo no ha transformado, el Almodóvar más
reflexivo es el que ha concebido ‘Julieta’, película difícil desde la
trama, que cabalga entre dos épocas, y que le ha exigido limar sus
excesos. «La contención era una necesidad porque nunca he rodado tanto
dolor como ahora. Y el modo de acercarme a esta historia era con
discreción, con sobriedad», explica el director. Una sobriedad que
también debían transmitir las actrices que interpretan a la Julieta
joven y a la madura, Adriana Ugarte y Emma Suárez. «He controlado sus
lágrimas. Yo les decía que ellas lloraban durante las elipsis
temporales. Adriana es muy emocional, pero tenía que llorar por dentro,
sin implicar los músculos faciales. Emma, al contrario, tiene siempre
una máscara».
El guión de ‘Julieta’ hunde sus raíces en ‘Destino’, ‘Pronto’ y
‘Silencio’, tres relatos cortos de la escritora canadiense Alice Munro,
premio Nobel de Literatura en 2013. De hecho, la película iba a
titularse ‘Silencio’, aunque el cineasta decidió buscar otro título para
que no coincidiera con el de la nueva cinta de Scorsese, ‘Silence’.
Pero pasada por el filtro de Almodóvar, la ficción de Munro cambia
completamente. Nada es igual, ni el paisaje ni los sentimientos de los
protagonistas. «No he sido fiel al relato. Desde que comienzo a adaptar
los textos pongo algo de mi cosecha. Cuando decido que la trama ocurra
en España, tengo que cambiar la geografía y la cultura familiar, y ahí
comienzan a aparecer las madres que yo conozco, porque una madre
española no tiene nada que ver con una madre canadiense», destaca.
Almodóvar cree que el dolor de la pérdida no siempre une, y eso les
sucede a Julieta y a su hija, Antía. «Tras la desgracia, entre ellas se
instala un silencio pesado que dura varios años y que convierte a madre e
hija en dos extrañas. En el tiempo de silencio, la madre sufre una
depresión muy fuerte y la hija decide que sus emociones tienen que ir
por otro lado. Y tras trece años de espera, Julieta y Antía se van a
reencontrar y entonces el silencio será positivo», relata el director.
En esa relación esboza Almodóvar su pensamiento sobre la maternidad.
«Los hijos son crueles con los padres de un modo natural, sin que
tengamos derecho a reprochárselo».
La actriz Adriana Ugarte, en una de las escenas de ‘Julieta’. / foto,.
–¿Hubiera sido posible contar la misma historia con protagonistas masculinos?
–Sería posible, pero tendría otras connotaciones. Es más común que
una madre, una vez superada la depresión por la pérdida, se dedique
exclusivamente a su hija. Cuando pienso en personajes masculinos, me
salen más sombríos que los femeninos. Para contar historias de hombres
tengo más pudor, no sé si me interesan menos o interesan menos en
general. Serían películas mucho más oscuras que con las mujeres. Las
películas en las que me he centrado en personajes masculinos me han
salido más tristes y más turbias. Y yo nunca me canso de contar el mundo
femenino.
La vida de Almodóvar en los 80 tiene puntos de contacto con los de la
joven Julieta, que en 1985 es audaz y libre y lleva el pelo de colores,
un reflejo de la época más atrevida del propio director. «Da igual que
Julieta haya educado a Antía como una madre laica y libre: el resultado
de esa educación es exactamente lo opuesto, y eso me ha surgido de un
modo inconsciente. Porque es verdad que en mi caso también ocurrió lo
opuesto. A mí me educaron los curas, pero nada más salir de ahí, me
comporté como un ateo, así ha sido mi vida. Pero mi forma de vivir en
los años 80 no es la misma que en 2015. La realidad encuentra su propio
mecanismo para filtrarse en las historias. Seguro que en la película hay
metáforas de mi vida en los 80 y de lo contrario, que es ahora. Esta
historia, hace 30 años, la hubiera contado de otra manera».
En este punto, Almodóvar se explaya con La Mancha. «Aquella era una
sociedad muy machista, pero matriarcal. En casa de mi abuelo había un
sillón solo para mi abuelo y en la mía, uno exclusivamente para mi
padre. Pero eran las mujeres las que gobernaban», recuerda. «Eran mucho
más flexibles y con muchos menos prejuicios. Ellas entendían que tenían
que proteger a sus hijas, sobre todo, y guardar silencio para que la
vida continuara». Otra vez silencio.
TITULO: ¡ ATENCIÓN Y OBRAS ! - CINE - EL MAL NOS RODEA COMO LA CAPA DE OZONO, LAURA RESTREPO ESCRITORA,. ¡ ATENCION Y OBRAS ! CINE -
¡Atención y obras! es un programa semanal que,
en La 2, aborda la cultura en su sentido más amplio, con especial
atención a las artes escénicas, la música, los viernes a las 20:00 presentado por Cayetana Guillén Cuervo, etc, foto,. CINE - EL MAL NOS RODEA COMO LA CAPA DE OZONO, LAURA RESTREPO ESCRITORA,.
El mal nos rodea como la capa de ozono,.
La escritora colombiana Laura Restrepo, en la sede de su editorial española con un ejemplar de 'Pecado'. foto,.
La colombiana, que explora la raíz del mal en sus cuentos, cree que el gran pecado de nuestro tiempo es la indiferencia,.
Laura Restrepo Escritora,.
Laura Restrepo (Bogotá, 1950) mira al mal de cara en 'Pecado'
(Alfaguara). 'El jardín de las delicias' del Bosco y su fascinante
mezcla de placer y castigo inspira unos relatos que hablan de lujuria,
avaricia, soberbia, petulancia o egolatría. Explora la maldad para
averiguar qué fue del bien, «que no tiene cara ni vocabulario». Tras
ocho viajes por los vericuetos del asesinato, el incesto o el adulterio,
sitúa la indiferencia, el hedonismo o la petulancia como pecados
capitales de hoy. Negociadora durante 10 años en el proceso de paz en
una Colombia «hiperviolenta, como el cine de Tarantino», hoy su único
compromiso es la literatura.
¿El mal da mucho más juego literario que el bien?
Es más divertido. Atormenta más, y es más visible. En mi novela
'Delirio' escribí sobre una mujer que enloquece con un marido bondadoso
que la adora. Es el personaje que más me ha costado. Era tan bueno que
no encontraba las palabras. Hemos perdido las tonalidades para hablar de
lo bueno; se han difuminado. 'Pecado' explora el mal para poner de
poner de relieve el propio bien, por contraste. El bien es una noción
tan pasada de moda que se ha ido vaciando hasta de vocabulario. No tiene
cara. La palabra pecado también pasó de moda. Ha quedado para los
boleros.
¿Por qué ha perdido sentido?
Suena rara. Dice poco. Nadie dice ya «anoche pequé». No está claro
hoy qué hacemos bien y qué mal. La sensación es que el mal nos rodea
como la capa de ozono. Lo que pasa con los inmigrantes, las guerras, las
hambrunas, el desprecio de unos seres humanos por otros, está teñido de
una maligna oscuridad muy evidente. Carecemos de herramientas para
juzgar el pecado y discriminar el bien del mal.
¿Cuál es el gran pecado de nuestro tiempo?
La indiferencia que hace invisibles la violencia y la miseria. En un
relato sobre tres hermanas en una playa, hablo, como el cuadro del
Bosco, de la pérdida del paraíso. Trata de la lujuria, de una de las
hermanas que goza acostada con un pescador negro, hasta que cambia y
habla de la indiferencia. Lo terrible es que lo que para las chicas es
el paraíso, para los negros es un infierno. Salto de un pecado otro.
Sale lo inesperado, los pecados que se le escaparon a Moisés, la
soberbia o la petulancia. Hoy estamos endiosados. Cada yo es un
monumento convencido de su propia maravilla, de su importancia.
¿Pensamos solo en nosotros y nuestro placer?
Sí. La escalada de hedonismo me espeluzna. Es otro pecado capital. No
tenemos límite. Comer en restaurantes de lujo, vestir ropas carísimas,
disfrutar de spas... Son placeres adictivos. El hedonismo egoísta es
como una droga. Exige dosis más altas cada vez. Y cerramos los ojos ante
la tragedia de la inmigración o los abusos. La Iglesia administra el pecado, pero es ambigua con los abusos de pederastas en su seno.
Ha manejado el pecado en beneficio propio, como la banca las tarjetas
'black'. Usar la ambigüedad en su propio beneficio zanjó cualquier
posibilidad de trazar un verdadero marco moral. Pero el papa Francisco
intenta volver a diferenciar el bien y el mal, y eso me interesa. Habla
muy clarito y no sé cómo se lo permiten. ¿Qué pecado debemos cometer y cuál debemos evitar?
Nos voy a reformular los diez mandamientos. Eran bastante sensatos,
pero los hay anacrónicos. Fornicar no es pecado. No matar y no robar
está muy bien, como honrar tu padre a tu madre o santificar las fiestas,
que se hace con mucha gracia en España. Si el Vaticano me invitara a
actualizar los mandamientos le diría al Papa: «Mira, Francisco, en lo de
amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo,
quitemos lo de Dios».
¿Por qué 'El jardín de las delicias'?
Siempre me hipnotizó. ¿Qué hicieron tan mal? ¿Qué les acarreó tales
castigos? ¿Qué fruta comieron para provocar semejante revuelo?, me
preguntaba ante sus personajes. Me inquieta y fascina cómo mezcla el
bien y el mal y sus juegos eróticos, infantiles al lado de 'Las sombras
de Grey'. No parece como el gran pecado. Equilibra el placer y el
castigo. El que viola es violado. El fornicador, fornicado. Al que toca
música le introducen el instrumento por salva sea la parte... Hay una
asociación entre placer y pecado y castigo. El bien y el mal se mezclan,
se muerden la cola en el cuadro.
¿Se arrepiente de sus pecados?
No. En términos generales, he tenido una vida bien pecadora. Nunca me
he confesado. Diría que hay que convivir con tus pecados, como el pez
con el agua. A estas alturas no hay redención que valga.
Sus cuentos son ficción con base real. ¿No renuncia al periodismo?,.
Nunca. El cuento que habla de una entrevista a una presa está basado
en una historia real, como casi todos. Un reportaje sobre una
descuartizadora que retomé y actualicé. El escritor tiene la obligación
de saber y el periodista tiene el derecho de preguntar. Que es siempre
más divertido. Más productivo.
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