TÍTULO: ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! , EN WALL STREET LA MAYORIA ES HONESTA, PERO LOS MALOS SON MUY MALOS,.
Las intrigas políticas y de Wall Street, en la primera obra de Javier Bernal,.
Banqueros sin escrúpulos, el vértigo de Wall Street, el conflicto
palestino y las artimañas de los servicios secretos son algunos de los
elementos que se trenzan en "El enigma de Rania Roberts", la primera
novela de Javier Bernal, quien resume su creación como un "'thriller'
político, religioso y financiero". foto
El autor (Valencia, 1962)
comenzó la escritura de la novela "como un hobby", tarea que se fue
perfilando gracias a los consejos de su amigo, el popular presentador
Risto Mejide, y a algunas dosis de "ambición, mucha disciplina, un
poquito de creatividad y bastante tiempo".
Concretamente, son
cuatro años los que Bernal pasó envuelto en el proceso de creación, como
comenta en una entrevista con Efe. Y es que para él no fue fácil
compatibilizar su trabajo como directivo de una entidad financiera con
la escritura de este "thriller" que se presenta con el sello de la
editorial Suma de Letras.
"Quería hacer un 'thriller'
internacional porque es un género que me gusta leer, pero pensando que
tenía que ser capaz de aportar más cosas, así que lo hice más complejo,
para entrelazarlo con historias de amor, superación y honestidad",
afirma el autor, que reconoce que para él, esto supuso todo un "reto".
Buscando
ese "algo más", Bernal tomó como punto de partida de su ficción a una
chica palestina de Jericó, que "por circunstancias ajenas a ella acaba
viviendo en Manhattan", donde su historia se enreda con las oscuras
tramas financieras tejidas en los despachos de Wall Street, lo que
ofrece una "doble lectura", según el escritor.
El retrato que
realiza del mundo financiero y las malas prácticas bancarias recuerdan a
los entresijos mostrados en películas como "Margin call" o "Inside
Job", aunque Bernal reconoce que su mayor influencia ha venido de parte
de la literatura, sobre todo la de autores como James Patterson y John
Grisham.
A pesar de haberse sumergido por los "juegos sucios" de
las altas esferas, confiesa que en la vida real ve las cosas de una
manera más "postiva": "Del mundo financiero se ha hablado muchísimo, y
con la crisis que ha habido, es normal que lo negativo salga como
noticia, pero cuando lo conoces por dentro, es como cualquier sector; la
mayoría de la gente es trabajadora y honesta".
Por eso, rechazó
desde el principio la idea de crear una novela solo con sus personajes
más "cínicos, calculadores y extremos", y en lugar de eso, se dedicó a
contrastarlos con otros "con bondad, capaces de poner en peligro su vida
por otros o que dejan su trabajo porque no están contentos con lo que
ven".
"Si la novela hubiese sido solo sobre gente maquiavélica y
manipuladora, a lo mejor podría haber sido atractivo, pero tétrico",
aventura Bernal.
Y como apunta entre risas, espera que los
protagonistas de la novela disten de sus homólogos en el mundo real: "Me
daría miedo si los personajes que he creado fueran así en la realidad".
TÍTULO: LA CENA DEL DOMINGO, sardinas asadas, AGOSTO, DE 1964, EL INESPERADO DERRUMBE DE UNA EUROPA FELIZ,.
LA CENA DEL DOMINGO, sardinas asadas, AGOSTO, DE 1964, EL INESPERADO DERRUMBE DE UNA EUROPA FELIZ,.fotos,.
Agosto de 1914, el inesperado derrumbe de una Europa feliz ... su tierra natal para seguir escribiendo hasta que murió en 1964, a los 77 años.
«De golpe y porrazo, nuestras vidas dejaron de
ser, para siempre, lo que hasta entonces habían sido. Sin que nos
percatáramos, había a nuestro alrededor centenares de millones de seres
humanos inocentes que quedaron condenados a muerte o a sufrir unas
penalidades increíbles. Imperios y naciones iban a hundirse con
estrépito. Todo el mundo había entrado en una convulsión incalculable».
Con esta expresiva descripción arranca Agustí Calvet 'Gaziel' las
palabras iniciales de su 'Diario de un estudiante. París 1914'
(Diëresis) reeditado cien años después de que viera la luz en forma de
serial en el diario La Vanguardia.
Tanto la reedición de su diario como la de otras
dos de sus obras, 'En las trincheras' (Diëresis) y 'De París a Monastir'
(Libros del Asteroide) supondrá para muchos lectores el feliz
descubrimiento de un escritor espléndido y de un periodista excepcional.
Injustamente caído en el olvido, solo a partir del 2000 comienza a
publicarse de nuevo su obra y otros escritores, como Xavier Pericay o
Juan Benet, llaman la atención sobre su valor y vigencia. Gran parte de
ese ostracismo se puede deber a su pertenencia a esa 'tercera España',
que no se reconocía en ninguno de los dos bandos y al rechazo de un
nacionalismo catalán que le consideraba un vendido.
El 1 de agosto de 1914, todo cambió para este
ampurdanés nacido en Sant Feliu de Guixols, en 1887, en el seno de una
familia acomodada, que iba para notario y que en un primer desvío optó
por licenciarse en Filosofía y Letras. Calvet se encontraba en una
buhardilla parisiense ampliando estudios en La Sorbona, en una especie
de precedente del Erasmus actual. Se alojaba en una pensión con jóvenes
procedentes de multitud de países, en una convivencia cosmopolita y
alegre, cuando le alcanzó la sacudida del comienzo de la contienda.
En un viaje a Barcelona, enseñó al entonces
director de La Vanguardia, Miquel dels Sants Oliver, las notas que había
tomado vuelapluma y en catalán del primer mes de movilización en París.
Oliver, hombre culto y conservador moderado, reconoció el valor
periodístico y literario de los escritos y le pidió a Calvet que
tradujera de inmediato las notas para poder empezar a publicarlas al día
siguiente.
El oficio de periodista no tenía un gran
prestigio social y el joven Calvet decidió camuflarse en el seudónimo de
Gaziel, el nombre que los árabes daban al 'daimon' socrático, una
especie de voz de la conciencia con la que dialogamos y que impulsa a
preguntarnos sin descanso. El 'Diario de un estudiante en París' tuvo un
éxito impresionante con un gran eco popular. Unas semanas después
Gaziel volvía a París convertido en corresponsal para escribir de la
Gran Guerra.
Más allá de la historia oficial o de los hechos
que podrían recoger las informaciones de los periódicos, Calvet nos
cuenta de forma apasionada y en primera persona el París de sus calles y
de su gente. El pálpito cercano y caliente que nos hace sentir una
angustia misteriosa y el vago presentimiento de la gran tormenta que se
avecina y que no se sabe cuándo acabará. Pero también está la reflexión
lúcida sobre una Europa culta y feliz que se derrumba.
Al final de la guerra, Calvet volvió a Barcelona
para convertirse en una de las firmas más prestigiosas del diario La
Vanguardia, del que pronto se convirtió en director. Al frente del
periódico en los intensos años de la Segunda República, tuvo que huir a
Francia al estallar la Guerra Civil, amenazado por los anarquistas de la
FAI, que desvalijaron su casa, y por los fascistas. La segunda gran
guerra le forzó a regresar a España, donde los tribunales franquistas le
absolvieron de sus responsabilidades republicanas. Prácticamente
expulsado de Barcelona, fijó su residencia en Madrid para dirigir la
editorial Plus Ultra y escribir en catalán libros de memorias y viajes.
Jubilado ya, regresó a su tierra natal para seguir escribiendo hasta que
murió en 1964, a los 77 años.
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